2011/03/03

El vagón de la industria

Por: Eduardo Sarmiento
Cuando los gobiernos fijan múltiples prioridades, la jerarquización queda por cuenta de la costumbre. Las verdaderas locomotoras del plan de desarrollo son la minería y la infraestructura física, y ambas relegan la industria, y de contera, la agricultura, a un tercer plano.

La prioridad de la minería y de la inversión extranjera proviene de la administración anterior que introdujo toda clase de estímulos para propiciar la entrada de capitales hacia las actividades mineras. En consecuencia la producción de petróleo, carbón y ferroníquel ha aumentado considerablemente en los últimos ocho años. Sin embargo, su impacto sobre el desarrollo económico y social no ha sido evaluado con objetividad. En la balanza de pagos se encuentra que en los últimos ocho años los ingresos anuales de capitales pasaron de US $ 1.500 millones a US $ 12.000 millones, y al mismo tiempo la repatriación de capitales lo hizo de US $ 2.500 millones a US $ 12.500 millones. Lo que entra por ingreso de capitales es menos de lo que sale.

La revaluación ha provocado una fuerte sustitución de producción nacional y empleo por importaciones. Los últimos diez años el empleo industrial disminuyó y las importaciones se cuadruplicaron. Algo similar sucede con la agricultura. El sector no tiene espacio para prosperar dentro de la baja de aranceles y el tipo de cambio, y menos con los acuerdos de libre comercio que mantienen los subsidios en los países socios.

El balance es lamentable. El crecimiento del valor agregado en ambos sectores es inferior al promedio histórico. La enorme entrada de capitales ha venido acompañada de un aumento del déficit en cuenta corriente; en la actualidad asciende a 5% del PIB.
Para completar, la inversión extranjera provoca una contracción del ahorro interno que tiende a recaer en la industria y la agricultura. Así, en los últimos años las empresas mineras han desplazado en la bolsa a las industriales, y la tendencia se verá acentuada por la privatización de ECOPETROL, la principal fuente de recursos del plan, que se destinará por partes iguales para financiar proyectos petroleros y de infraestructura.

Lo más grave es la incidencia sobre el mercado laboral. La minería y la infraestructura de grandes proyectos son los sectores que menos contribuyen al empleo. Por lo demás, la revaluación propicia un desplazamiento masivo de empleo por importaciones que desplaza la mano de obra a la informalidad. Así, el crecimiento genera cada vez menos empleo y la participación de los ingresos laborales en el producto nacional disminuye.

¿De donde proviene el consumo? la deficiencia de la demanda efectiva ocasionada por el déficit en cuenta corriente se subsana con el aumento del gasto en infraestructura y el déficit fiscal, la ampliación del crédito y la valorización de activos, que en el fondo son emisiones disfrazadas. Se reafirma la estructura inequitativa en que las elevadas ganancias del capital se obtienen a expensas de los ingresos del trabajo. El modelo redunda en modesto crecimiento, ampliación de las desigualdades y elevada vulnerabilidad financiera y cambiaria.

El modelo descrito, con pocas variantes, es el que ha predominado en los últimos veinte años. En aras del libre mercado, el país terminó dejando de lado la industria, donde están las posibilidades de empleo, aprendizaje en el oficio y demanda estable. Hay una sólida evidencia de que solo los países con una amplia base de industria, agricultura y empleo formal logran crecer a altas tasas con equidad.

Publicada el Domingo 27 de Febrero en la edición impresa: http://www.elespectador.com/impreso/columna-254465-el-vagon-de-industria

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