2011/07/23

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2011/07/22


Alma Mater: contexto

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PobreEl mejor

Aclaro algo antes de expresarme, si bien conozco a Germán Toro, a Oscar Arango, etc, hace más de 20 años; los trato habitualmente, hemos tenido distancias y cercanías normales en la vida: NUNCA he sido contratado por Alma Mater. Es decir NUNCA he sido su empleado contratista o demás. Aclarado lo anterior, prosigo.

Nació Alma Mater en septiembre de 2000, como una iniciativa audaz: apostarle a crear una RED que aglutinara el potencial académico, de investigación, proyección social, financiero, credibilidad de diversas universidades (5 a 11) de tal manera que fuera capaz de competir en el concurrido mercado de la contratación público-privada. Me pregunto: si existen grandes ONGs, y grandes consultoras, y las mismas generan ingresos para individuos, para “privados” ¿cuál es el problema en que exista una Red de universidades PUBLICAS que retribuye sus ingresos, por concepto de administración, a la educación PUBLICA?
Las cosas para Alma Mater nunca fueron fáciles, las puertas a nivel regional muchas veces les fueron cerradas. Cerradas, en buena medida, porque ninguna universidad y menos una unión de las mismas es una ONG de juguete: como las que habitualmente tiene mucho personaje para poder cobrar los favores de campaña, mantenerse entre, o financiar la que viene. Pero Toro y su equipo lograron llegar a las grandes ligas cuando en el 2005 hicieron la gerencia del operativo logístico del Censo (DANE) donde, por cierto, le rindieron cuentas fue al mismísimo Banco Mundial.
Ni así fue fácil: aquí puede venir a licitar el que quiera, de donde quiera, y somos abiertos en eso: es legal. Pero en ninguna de las grandes ciudades del país, o del escenario nacional sucede igual: muchos cuestionaron que hubiera una Red de la Eco Región Cafetera licitando en otros sitios, y cuando el argumento se cayó, pasaron a cuestionar que Alma Mater contratara “de todo”. La respuesta es la misma: ¿se imagina cuántos profesionales pueden sumar de entrada 11 universidades, sin contar externos?, uno, y dos: legalmente lo puede hacer.
Hoy, tras contrataciones de 500 mil millones de pesos –admirable- se cuestiona a Alma Mater, y sí, siempre se pueden cometer errores, es la vida. Pero hay que entender la cantidad de intereses -de callos pisados- que se vieron afectados cuando una Red de universidades PUBLICAS logró ganar tal número de contratos; y, fundamentalmente, hay que respetar el debido proceso, la credibilidad de las personas, la presunción de inocencia.
Como me dice una gran amiga, tras 20 años la gente cree o no en uno: Particularmente, puedo tener mis distancias con quienes dirigen Alma Mater, pero creo en ellos.
***
POSITIVA: La donación que hará Lucy Tejada de su obra a su/nuestra amada Pereira.

Los leo en ciberplural@gmail.com, twitter @orlandoparrag

publicado en http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:CdPlrSntflIJ:www.latarde.com/opinion/columnistas/45102-alma-mater-contexto.html%3Ftmpl%3Dcomponent%26print%3D1%26page%3D+orlando+parra+g%2Balmamater%2B+latarde.com&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=co&source=www.google.com.co


2011/07/19

Falacias en la restitución de tierras

Por: Mauricio Botero Caicedo
en: http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-283137-falacias-restitucion-de-tierras

Opinión |10 Jul 2011 - 1:00 am


LOS COLOMBIANOS TENEMOS PROblemas de percepción, problemas que no nos permiten distinguir entre lo ideal y entre lo obtenible.

Dentro de los defectos de percepción está la creencia de que la Constitución puede derogar las leyes económicas. Nuestra Carta Magna, explícita y amplia en cuanto a asegurar derechos económicos ilimitados, es bastante menos específica en señalar por cuenta de quién corren los recursos que necesariamente deben ser ilimitados. (Los contribuyentes tampoco disponen de recursos ilimitados).

El problema con los errores de percepción es que conllevan frustraciones que generalmente agravan el problema inicial. Para buena parte de los habitantes de la ciudad, la inclusión social y la paz de Colombia están atados a la ‘cuestión agraria’. El 74%, según reciente encuesta, respalda la restitución y la ley de tierras; y cree que los objetivos consagrados en la recientemente firmada Ley de Víctimas son alcanzables tanto en lo económico, como en lo social.

El autor de esta nota está enteramente de acuerdo en que se restituya lo que ilegal mente fue sustraído, pero cree oportuno señalar algunas contradicciones y obstáculos en una serie de premisas que buena parte de la opinión pública urbana asume como ciertas:

1. Los desplazados tienen como meta regresar a sus tierras. Realidad: en todos los estudios y encuestas, entre 70% y 80% de los desplazados afirma que no tiene la menor intención de regresar al campo.

2. La restitución de tierras a sus verdaderos propietarios se puede lograr sin mayores obstáculos. Realidad: el mismo Gobierno acepta que la tarea de restituir a sus legítimos dueños 2,5 millones de hectáreas arrebatadas y 4 millones más abandonadas va a ser ‘titánica’. La inmensa mayoría de los desplazados muy seguramente les otorgará poderes a carteles de abogados avivatos que se están alistando para quedarse con las tierras de los desplazados, tierras que terminaran revendiéndoselas a los narcos y a sus testaferros.

3. Una vez restituida la propiedad a los desplazados éstos pueden, en el corto plazo, poner a producir la tierra. Realidad: sin crédito, sin apoyo técnico y comercial, sin infraestructura, son muy pocos los desplazados que podrán salir adelante. La tenencia de la tierra en sí no garantiza su explotación económica.

4. En el campo hay y seguirá habiendo enormes posibilidades de empleo. Realidad: de acuerdo con casi todos los analistas, incluyendo al candidato al Nóbel, Paul Romer (Entrevista en Portafolio, junio 30/11), “ni la minería ni la agricultura moderna son intensivas en mano de obra”. Los pocos empleos agrarios hoy son transitorios.

5. Para socavar al latifundio y las tierras ociosas, basta elevar los impuestos prediales. Realidad: para muchos expertos, incluyendo al surafricano Michael Carter (Entrevista en El Espectador, Sept. 26/10), “El impuesto a la tierra improductiva no es solución mágica, ya que no lleva a los grandes productores a vender sus tierras y puede resultar en un sobrecosto para los productores medianos y pequeños”.

6. En Colombia hay desplazamiento forzoso por la violencia y el invierno, pero escasa migración voluntaria del campo a la ciudad. Realidad: 72 millones de personas al año a nivel global emigran del campo a la ciudad; esto es el 1% de la población mundial. El que cree que en Colombia la migración voluntaria a las urbes es insignificante, no sabe de lo que está hablando.

7. Es poco lo que las ciudades les pueden ofrecer a los desplazados, aparte de crimen y hacinamiento. Realidad: la ciudad ofrece bastante más oportunidades de empleo, recreación, contacto social, intercambio de ideas, salud y educación, que el campo. La tierra generalmente ennegrece, embrutece, y empobrece. ¡El futuro del empleo y del desarrollo humano es urbano, no rural!

maubotcai@yahoo.com