2014/07/16

¿Ciudadanía?

¿Ciudadanía?

@orlandoparra
g ciberplural@gmail.com
…“Ni siquiera me atrevo a preguntar en qué momento nos hacemos conscientes de lo público; y por ese camino, bien lejos estamos entonces, de aprehender qué es el espacio público. Si se nos dificulta ser ciudadanos, cómo vamos a asimilar qué es lo público y, peor, el espacio público. Tal vez ese es el meollo del asunto.
  ¿En qué momento nos hacemos ciudadanos? Es torpe decir que sucede cuando recibimos una tarjeta laminada con un número de identificación y nuestra foto, la cédula de ciudadanía que llaman. Algunos son ciudadanos desde antes y otros mueren sin haber sido ciudadanos nunca.
  Este tema tiene que ver con el otro, con el reconocimiento del otro: yo reconozco que existo en la medida en que me reconozco a mí mismo como otro. En este orden de ideas, se es ciudadano cuando se comienza a reconocer que en la ciudad existen otras personas; que además de mis padres, de mis hermanos, de mi familia cercana, hay otras personas que merecen igual respeto y valoración.
Se es ciudadano, entonces, cuando yo comienzo a valorar al otro –por eso algunos nunca lo han sido, ni son, ni lo serán, porqué solo piensan en sí mismos y si mucho en su sangre–. Solamente soy ciudadano cuando comprendo que el otro tiene derechos y deberes como yo; y en esa medida, comprendo que me debo entender con el otro en lo público: el escenario donde las otredades, incluida la mía, se deben encontrar para articularse.
Cuando una persona maneja con absoluta irresponsabilidad un auto; cuando es un peatón irresponsable; cuando orina o hace popó en la calle; cuando irrespeta una fila; cuando hace ruido sin importarle sus vecinos; cuando tiene un local comercial que además de vender licor ‘idiotizante’, el ruido se oye a media cuadra; cuando tira basura a la calle, pisa los jardines públicos (que hace rato desaparecieron, por cierto); cuando cría perros o gatos sin ninguna responsabilidad sobre ellos (es decir, los malcría); cuando nunca controla a los hijos, o peor: los controla a las patadas; cuando es empleado/contratista público, pero para usar al público y los bienes a su favor; cuando daña teléfonos públicos; cuando es un mentiroso tributario o miente en casi todo lo que implique algún control; cuando usa la ley del embudo: lo ancho para mí, lo estrecho para los demás; cuando cree que tiene todos los derechos para sí mismo y todos los deberes para los demás; etc., etc., etc…¡¿Qué tiene de ciudadano?! Mírese un poco, amable lector, y mire qué tan ciudadano es, ¡sin echarse cuentos!
Hay una visible falta de cultura ciudadana porque hay una carencia de ciudadanía. Y eso es porque en América Latina, desde la época de la Colonia, cuando apenas surgía el lema de “libertad, igualdad, fraternidad” –que, sin una, cabe destacar que las otras dos nunca funcionan–, nos inventamos el “hecha la ley, hecha la trampa” …”
(Apartes del ensayo Espacio, Comercio en calle y...¿Ciudadanía? para el libro Espacios Públicos Ordenados de la ESAP)