2011/07/18

Carta abierta a Alfonso Cano

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Lunes, 11 de Julio de 2011 04:54

Una carta personal, serena y balanceada al comandante de las FARC, donde se exploran uno por uno sus argumentos históricos y sus razones actuales para justificar la lucha guerrillera. Esta misiva franca pero respetuosa y algo extensa sin duda es de lectura obligatoria para quienes piensen que la guerra debe proseguir y para quienes todavía buscan una salida negociada al conflicto interno que vivimos desde hace medio siglo.

Personas de carne y hueso
Comandante Cano:
Me dirijo a usted apoyado en dos razones.
La primera es la circunstancia de haberlo conocido personalmente y de haber interactuado como miembros de la Juventud Comunista. Estudiamos en la misma facultad de la Universidad Nacional; es cierto, Usted entraba cuando yo egresaba del pregrado.
La última vez que hablamos brevemente fue durante mi visita al Campamento del Secretariado de las FARC del 26 al 29 de febrero de 1986, en las postrimerías del proceso de paz que comenzó en 1982. Llegamos allí con la colega de la Universidad Nacional Rocío Londoño, quien había iniciado su investigación sobre el dirigente campesino Juan de la Cruz Varela y estaba interesada en conocer la visión de Manuel Marulanda y de Jacobo Arenas sobre Varela.
También conocí a Joaquín Gómez en Moscú cuando adelantaba su carrera en la Universidad de la Amistad de los Pueblos, y yo el doctorado en la Universidad de Moscú. Me impresionaban su disposición sencilla, su talante festivo.
Al comandante Pablo Catatumbo lo aprecio, podría decir, como colega: recuerdo algunas conversaciones sobre historia de Colombia durante mi visita a la sede del Secretariado. Aparte de su evidente erudición histórica, mostraba una preocupación muy típica de la profesión: la necesidad de las fuentes de información, de conservarlas y recuperarlas mediante la investigación. Me habló con preocupación del archivo de las FARC o al menos de la documentación que no estaba organizada, sistematizada, sino apenas conservada. Me he preguntado luego: ¿Se ha preservado aquella documentación tan valiosa para la historia contemporánea de Colombia?
Recuerdo también un encuentro con Iván Márquez en una larga conversación donde tomó parte Daniel Pecaut, una tarde reverberante en Florencia en los tiempos del Proceso de Paz de La Uribe. Entonces Iván ejercía como miembro del Congreso de la República en representación de la Unión Patriótica. Habíamos compartido afanes en la lucha estudiantil con quien se convertiría en el comandante París en las filas de las FARC.
A Usted, a los dirigentes que he nombrado, no los podría ver a través de los prismas construidos por la propaganda de los medios de comunicación. Tampoco los asumo en la condición de héroes, aunque he admirado su decisión de tomar riesgos y afrontar sacrificios en defensa de una concepción social y política. La imagen que de Ustedes tengo es la humana que guarda mi retina, asociada con el intercambio en actividades o discusiones políticas. En efecto Ustedes fueron gente de estudio y dirigentes políticos urbanos antes de convertirse en cuadros militares.
Los colombianos necesitan entender el por qué de la guerra
La segunda razón para esta carta es que he pensado hace mucho sobre la necesidad que objetivamente tendría el ciudadano corriente de conocer la argumentación de las FARC, y de sopesar tanto su visión del país actual como sus propuestas hacia el futuro.
Durante años he sido profesor e investigador de la historia contemporánea de Colombia, y en los últimos quince años he dedicado también esfuerzos al estudio de América Latina. Subrayo: no soy experto en las FARC, pero dada la época de la que me he ocupado, he tenido que leer y reflexionar sobre el Conflicto Interno por cuanto es parte inseparable de nuestra historia. Por supuesto en estas líneas está incorporada mi sensibilidad de ciudadano atento a las cosas del bien común.
La intención primordial del grupo de intelectuales que, junto con la senadora Piedad Córdoba, le escribió a ustedes una carta era iniciar un intercambio epistolar más allá de las diatribas y la estigmatización. Debo reconocer que tal objetivo cedió ante las urgencias del momento y se extravió en los quehaceres ciertamente necesarios del intercambio humanitario.
Creo que sigue siendo válido insistir en un intercambio epistolar de esta naturaleza, el cual tendría sentido independientemente de los avatares de la guerra y de las dificultades políticas y técnicas que rodearían una tal comunicación. Un intercambio de cara a la opinión pública y donde puedan participar quienes quieran hacerlo y crean que la palabra razonable mantiene su fuero aún bajo las circunstancias más adversas.
En la coyuntura de Colombia y en la fase actual del conflicto interno es por demás necesario y oportuno profundizar la reflexión sobre el mismo y abrir la discusión amplia y democrática, bien sobre la inevitabilidad de la guerra o bien sobre las posibilidades de la paz.
Malos augurios
Hace pocos días el almirante Edgar Cely, comandante de las Fuerzas Militares (Declaraciones para Caracol Radio, junio 15 de 2011) refiriéndose a la confrontación con Ustedes afirmó: “Este es un momento histórico, tenemos que estar unidos; estamos en los veinte metros finales más importantes”.
Pero tan preciso acotamiento de distancias militares no convence ni al mismo personaje que lo ha fijado. En el mismo reportaje había dicho el almirante, aludiendo a las acciones recientes de las FARC: “Cambiaronsu estrategia y ahora están generando una situación que entendemos perfectamente, pero nosotros también estamos cambiando nuestra estrategia” (énfasis añadido). Pues bien: cuando se habla o cuando se proyectan estrategias, estamos refiriéndonos a un período más largo del que tomaría recorrer esas cortísimas distancias.
Por su parte en el reportaje que el periódico español Publico.es difundió el mismo día de las declaraciones del almirante Cely, Usted, comandante Cano, advirtió: “Mientras no aboquemos seriamente, entre todos, la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales del país, la confrontación será inevitable. Unas veces más intensa, otras no tanto. En algunos momentos con la iniciativa militar del Estado, en otros con la iniciativa popular, en una trágica ciclotimia que debemos superar, inteligentemente, con grandeza histórica”.
Lo que el párrafo deja en pie es la mención a la “trágica ciclotimia” y esto nos lleva a entender que para Usted la paz sigue siendo lejana, o que estamos abocados a seguir en una curva de confrontación sin término y donde no se asoma todavía algún futuro esperanzador para los colombianos. Aunque parezcan modestas hay novedades que exigirían especial reflexión.
En su reportaje resulta muy limitada su referencia a la Ley de Víctimas, a cuyo proyecto Usted le había prestado mayor consideración en el video difundido por Anncol en enero del año en curso. Al respecto permítame una breve digresión. Sobre el sentido político de esta ley hablan tanto la criminal ofensiva que se ha puesto en marcha contra los restituidos como también el coro de voces de latifundistas y ganaderos tradicionales, inversionistas agrícolas y de sus voceros políticos que la presentan como violación al sagrado derecho de la propiedad privada y golpe a la “confianza inversionista”.
Los asesinatos buscan disuadir a los campesinos empeñados en recuperar sus tierras de proseguir con el movimiento, al tiempo que se proponen apartar a las autoridades de su acción para la aplicación de la ley. Ya antes el país ha sido testigo del desarrollo de ofensivas y campañas de esa índole cuando se ha ensayado poner en marcha políticas agrarias de orientación progresista. Yo me pregunto hoy, Comandante, ¿Volverán tales sectores a imponer de nuevo su designio?
Los argumentos históricos de las FARC
Quisiera referirme a enunciados de las FARC que unas veces se encuentran formalizados programáticamente y otras veces se reiteran de modo más informal en reportajes y declaraciones concedidos por Usted o por sus compañeros del Secretariado, como aquellos que se han conocido durante los últimos meses.
Se trata de fórmulas verbales que en el discurso de las FARC se asumen como axiomas o sentidos comunes. Yo quisiera abrir sólo algunos de tales códigos hasta ahora cerrados, para hacerlos objeto del intercambio dialéctico.
Comienzo por los argumentos sobre el origen del movimiento armado.
La Autodefensa campesina original
Un primer enunciado reza: la lucha armada en Colombia no nació por decreto de nadie; fue la respuesta popular a la violencia de latifundistas y ganaderos amparados por un régimen político antidemocrático y excluyente.
En principio la afirmación es verdadera, pero a mi juicio hace falta seguirla con distancia crítica en su desarrollo. Sin duda en 1949 y en algunas regiones donde venían consolidándose los movimientos de colonos y campesinos, resultó inevitable organizar la autodefensa armada, no ya en defensa de la tierra sino de la vida misma. Pero ya en la primera pausa de “La Violencia” en 1953, había motivos para plantearse la reorganización de un movimiento agrario que, por ejemplo en el Sur del Tolima, venía trabajado con vigor desde mediados de los años treinta. No sobra recordar que en Chaparral, el Partido Socialista Democrático (denominación temporal del Partido Comunista) había tenido ya dos concejales campesinos, uno de ellos el legendario Isauro Yossa.
Pero la reorganización del movimiento campesino no ocurrió. Al contrario cundió el desconcierto y se prolongó la confrontación con antiguos combatientes liberales que respondieron de manera aún más enconada y en efecto agravaron la violencia.
Marquetalia: el viraje
Permítame hacer memoria del hecho crucial que Ustedes con razón han celebrado como el hito fundacional de las FARC. Ese hecho comenzó con la agresión a los pobladores de Marquetalia por parte del Ejército apoyado por fuerzas de Estados Unidos mediante el tristemente célebre Plan LASO. La respuesta que allí se dio era inevitable y la hazaña de los colonos y campesinos quedará inscrita en los anales de la lucha del pueblo colombiano. Analizando aquella coyuntura, Pierre Gilhodés escribió que entre 1964 y 1965 el Ejército colombiano “se inventó un enemigo”, dado que previamente no había una actividad militar en esa avanzada de la colonización.
Luego una decisión de los colonos llevó a convertir las autodefensas en guerrillas. En 1966 el X Congreso del Partido Comunista mediante otradecisión le dio contenido estratégico a la lucha armada guerrillera al adoptar la política de combinación de todas las formas de lucha como su teoría y su práctica.
El paro cívico del 77 y la oportunidad perdida
Sólo menciono otro momento crucial. La escogencia de una opción sería decisiva para iniciar otra etapa de la lucha guerrillera y por lo mismo otra fase del conflicto interno en Colombia. Se trata, comandante Cano, de la lectura del Paro Cívico Nacional (PCN) del 14 de septiembre 1977 que hicieron la dirección de las FARC y la mayoría de la izquierda.
Aquella fue una protesta formidable, un capítulo de la historia de la muchedumbre política en Colombia. Pero muchos concluyeron, de manera subjetiva, que se acercaba la hora de hacer confluir la movilización cívica con la acción armada de la guerrilla, en un formidable torrente insurreccional que resultaría irresistible. Recordará usted que el M-19 fue la guerrilla que de manera más acelerada readecuó su acción a esa previsión. Las FARC concluirían su aprestamiento para actuar de forma más ofensiva en la VII Conferencia que tendría lugar en 1982.
Aún me sigue sorprendiendo que el establecimiento colombiano hubiera llegado a la misma conclusión, pero en dirección contraria: El PCN habría sido un intento de insurrección cuya reedición debía evitarse a toda costa. El presidente Turbay Ayala y el ministro de Defensa, general Camacho Leiva, desarrollaron entonces una ofensiva brutal y desinstitucionalizada en defensa de las instituciones.
La derecha y la izquierda asimilaron el PCN desde sus propias matrices de pensamiento y no pudieron o no quisieron entender lo que aquel acontecimiento había significado realmente. La polarización del país ganó terreno al tiempo que la presencia de las mafias narcotraficantes se hacía sentir en la economía, la sociedad y la política. Esta coincidencia de fenómenos resultaría trágica.
La izquierda hubiera debido estudiar el Paro y la serie de los paros cívicos locales que habían tenido lugar entre 1957 1977. A mi juicio, era necesario ajustar la política a la primacía de los escenarios urbanos y adecuarla a la cultura política que había reflejado aquella protesta multitudinaria contra el alto costo de la vida. El camino escogido fue insistir en las mismas estrategias de antes y darles la espalda a las nuevas realidades.
Sumapaz y Viotá: un modelo alternativo
En la historia colombiana se encuentran modelos de lucha armada, que Usted conoce bien, donde la guerra terminó sin pasar por una derrota de los combatientes. Aludiré a uno de ellos, uno especialmente pertinente porque tuvo su origen por la misma época y dentro de la misma matriz política donde nacieron las FARC. Me refiero al movimiento campesino encabezado por Juan de la Cruz Varela en Sumapaz y Oriente del Tolima.
En esas regiones los campesinos tomaron las armas a finales de 1949, combatieron eficazmente contra la policía y las bandas al servicio de los gamonales y caciques conservadores hasta 1953. En octubre de ese año entregaron las armas en Cabrera y se reincorporaron a sus parcelas. Volvieron a ser objeto de persecución sangrienta y nuevamente fueron a la lucha armada en defensa de la vida. Hasta el Sumapaz llegó la honda del la campaña militar desencadenada por el gobierno de Rojas Pinilla entre noviembre de 1954 y mediados del año siguiente contra el movimiento agrario del Oriente del Tolima, conocida como la Guerra de Villarica.
Cuando la Junta Militar que sustituyó a Rojas en 1957 pintó algunas posibilidades de paz, Varela entabló conversaciones y presentó un pliego de demandas que fue aceptado por el gobierno. Años después él mismo evocaría aquel breve período de paz en los siguientes términos: “Las tropas fueron retiradas, nos dieron todas las garantías, salíamos a los pueblos, convivíamos con el Ejército, con la policía y las autoridades. Es un reconocimiento de honor al mérito, porque parecía que nunca hubiéramos estado en guerra” (Rocío Londoño Botero, Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984),Bogotá: Universidad Nacional, 2011, p.570).
Los campesinos volvieron al trabajo en sus propiedades. No se trató ciertamente de una marcha bucólica. Las bandas de terratenientes causaron asesinatos, ocasionaron víctimas y atropellos económicos, pero los campesinos se quedaron, no permitieron el despojo de sus tierras. En ello jugó un papel decisivo el hecho de que los campesinos hubieran podido mantener la organización y la movilización de la gente.
También por los tiempos de “La Violencia” de 1946 a 1964, el movimiento agrario de Viotá negoció acuerdos para el Tequendama, que hicieron de esta región una comarca de paz en medio de la guerra. Debo anotar además que tanto en Sumapaz como en el Tequendama, el Partido Comunista respaldó las alternativas de la paz. Estos casos merecen ser estudiados con detenimiento en el momento actual cuando no obstante el ruido de los tambores de la guerra la paloma de la paz intenta levantar su vuelo.
Comandante Cano, si bien no desconozco que el origen y el desarrollo de los conflictos sociales obedecen a razones objetivas y a causas estructurales, por otra parte subrayo el papel de las decisiones o de las escogencias entre alternativas políticas que llevan a cabo las partes en el conflicto. Si destaco el resultado de escogencias de caminos distintos del que hasta hoy han transitado las FARC, lo hago en virtud de aquella sabiduría elemental según la cual las cosas que comienzan por voluntad de las personas también pueden acabarse por voluntad de las personas.
Paso ahora a conversar, si me disculpa Usted esta ya larga misiva, sobre las razones sobre las cuales las FARC ponen el mayor énfasis para insistir en la lucha armada bajo las circunstancias actuales de Colombia.
Pobreza y desigualdad acuciantes
Comienzo por los factores que harían inevitable la acción armada: las causas estructurales como la pobreza, la monstruosa desigualdad en la distribución del ingreso, la inconmovible concentración de la propiedad sobre la tierra, la imposibilidad de las mayorías para acceder a una educación de calidad o a los servicios de salud….
Por supuesto la lucha armada hunde sus raíces en este océano de privaciones e iniquidades. Creo que pocos negarían la validez del argumento. Paradójicamente los militares que pusieron en marcha la maquinaria de guerra contra campesinos y colonos a mediados del decenio de 1960 introdujeron en el mundo oficial lo que el general Ruíz Novoa, Ministro de Guerra llamó entonces las causas estructurales de la subversión y que en el decenio de 1980 otro general, Landazabal Reyes Ministro de Defensa denominó como los “factores objetivos” de la violencia.
Pero aunque el argumento sea tan convincente en términos éticos y en términos lógicos, no deja, Comandante, de mostrar grietas cuando se lo somete a ciertas preguntas críticas y en el contexto concreto de Colombia.
Preguntas inquietantes
Sin contar sus años de actividad como autodefensa campesina, las FARC ya tienen 47 años de existencia. Es pertinente preguntar: ¿Cuáles son los beneficios que esta lucha abnegada de tres generaciones de hombres y mujeres guerrilleros le han traído a Colombia? ¿Cuáles grupos de trabajadores rurales o urbanos han logrado conquistas socialesduraderas por obra de las FARC durante este medio siglo? Más allá de los recursos polémicos, no descarto que Usted, Comandante, disponga de respuestas que yo ignoro y que sería del más alto interés para todos conocer.
La utilización del Conflicto
En este punto debo aludir al uso del conflicto interno por parte de los sectores dominantes para impulsar sus propios intereses económicos, sociales y políticos. Es evidente que los señores de la guerra, los paramilitares amparados por sectores de las Fuerzas Armadas y otros actores legales o ilegales opuestos al interés de los trabajadores y de las fuerzas democráticas se benefician de maneras muy distintas de la existencia y la prolongación del conflicto interno en contravía de los cambios que las FARC se propusieron desde su creación. Hay en especial razones para pensar que el fenómeno Uribe se gestó en el contexto del con razón llamado “síndrome del Caguán”, un fenómeno político – emocional que arrastró a la mayoría de la opinión y la puso en manos de la extrema derecha.
La parapolítica, cuyo camino fue abierto por el paramilitarismo contrainsurgente y mafioso, ha sido el mecanismo más eficaz de reclutamiento de un nuevo personal político. Esa clase política accedió a las esferas de la dirección del Estado y de los partidos, creó sus redes de neo-clientelismo, e indujo a un nuevo balance de las participaciones regionales en el aparato del Estado.
Los apoyos populares de las FARC
Comandante: no tengo duda que a lo largo de su historia las FARC han contado con bases sociales de apoyo. En regiones enteras han sido el único Estado para la población excluida del acceso a bienes y servicios. A la larga se admitirá que por la acción de la insurgencia grandes regiones que por largo tiempo fueron periféricas han entrado paradójicamente en el proceso de la integración nacional. El hecho de que Colombia haya sido un país de colonizaciones y que aún en el siglo XXI haya frontera agraria abierta constituye uno de los fundamentos para entender la sociología de la guerrilla.
También entre las mayorías pobres de las grandes ciudades hay sin duda sectores que apoyan la lucha armada y personas de otros medios sociales que lo hacen por motivos políticos o ideológicos.
De aquí se siguen al menos dos grandes consecuencias. Por una parte no parece realista ni sensata la política de exterminio que proclaman o reclaman algunos sectores. Por otra parte no sería posible que el movimiento guerrillero acepte poner fin al conflicto interno mediante el trámite de una simple reinserción.
Apoyo insuficiente para lograr los cambios
Señalado lo anterior, debo añadir que el balance objetivo de los apoyos sectoriales y regionales al actuar de las FARC no constituye la base sociopolítica que les permita a las FARC encabezar el vasto movimiento político de las masas urbanas y rurales que se hace necesario para lograr cambios profundos en Colombia.
Las potencialidades de transformación que los movimientos armados han podido crear en su larga historia germinarán solo cuando ellos logren ser parte efectiva y por tanto creíble de un movimiento democrático por la paz. Por supuesto: la salida negociada del conflicto no significará el cumplimiento automático de los cambios, pero sin duda contribuirá a crear las condiciones para que la gente luche por ellos de manera políticamente más efectiva y humanamente más constructiva.
El conflicto y la interferencia de Estados Unidos
Comandante: las FARC desde un comienzo reclamaron el desarrollo soberano de Colombia y en especial se opusieron a nuestra subordinación inveterada respecto de Estados Unidos. Pero, otra vez, los sectores dominantes han usado el conflicto para afianzar su alienación irrestricta con los intereses económicos y geopolíticos de ese país.
Cuando el segundo gobierno de Uribe estableció el Acuerdo de Cooperación Militar con el pretexto de combatir “el terrorismo”, el embajador de Estados Unidos William Bronfield trató de tranquilizar a quienes se alarmaron o indignaron, al decir que no se trataba de algo nuevo sino de renovar un acuerdo anterior. Ese acuerdo no era otro que el Pacto Militar Bilateral firmado el 17 de abril de 1952. Tal ocurrencia bien podía tomarse como un desplante cargado de cinismo, en tanto el Pacto del 52 fue un acto de vergonzosa sumisión al interés militar de un país extranjero; corrían los tiempos de la participación de Colombia en la aventura de Estados Unidos en Corea.
No quisiera que esta reflexión mía se tomara como un reclamo al movimiento armado por no haber logrado la adopción de una política internacional independiente. En todo caso esta sería una responsabilidad que trasciende a los alzados en armas. Pero a mi juicio el que Colombia cuente con “la guerrilla más antigua del mundo”, como suele decirse, tampoco ha servido para disminuir la dependencia frente al imperialismo.
Asesinato de los opositores: el exterminio de la Unión Patriótica
Comandante Cano, me refiero ahora a un punto que suele paralizar la discusión con quienes defienden la continuidad de la lucha armada: se trata del asesinato o la persecución de quienes han hecho dejación de las armas por parte de sectores del Estado, de sicarios al servicio de terratenientes, ganaderos, empresarios u otras fuerzas de derecha.
Esta en realidad es la expresión aguda de la intolerancia inscrita en el sistema político colombiano respecto de las corrientes alternativas o de izquierda que pretenden irrumpir en la escena política o impulsar los movimientos sociales.
En su ya mencionado reportaje para Publico.es, recordó Usted la serie bicentenaria de líderes populares que han sufrido la violencia y que va desde el atentado al Libertador hasta los asesinatos de Jaramillo Ossa y Cepeda Vargas, para concluir de manera lapidaria: “Porque en Colombia a la oposición democrática y revolucionaria, la asesina la oligarquía. La masacre de la Unión Patriótica es la muestra palmaria.”
¿Quién podría sensatamente negar que la anterior afirmación tiene bases muy ciertas?
Y sin embargo una vez más es necesario abrir las fórmulas cerradas. La Unión Patriótica fue víctima de una alianza conformada por sectores de las Fuerzas Armadas, mafias del narcotráfico, gamonales políticos y paramilitares. Pero estas fuerzas contaron a su favor con el hecho de que la UP, surgida por convocatoria de las FARC, es decir por un movimiento guerrillero que hacía parte de un proceso de paz, tuvo que cargar con el fardo de sostener la política de combinación de todas las formas de lucha.
Me parece que en la encrucijada de 1984 se planteaba la disyuntiva: o bien se profundizaba el proceso de paz y la guerrilla se transformaba en una fuerza política sin apoyaturas militares, o bien se continuaba con la acción insurgente renunciando a la creación de una organización política legal.
Usted mismo ha insistido desde hace ya tiempo en un tipo de organización política distinto y por definición, ilegal, lo cual, conceptualmente al menos, tiene más coherencia que la fórmula de 1984.
El intento de sentarse en dos sillas a un mismo tiempo fue una decisión inevitablemente utópico-catastrófica. No soy tan ingenuo para pensar que los exterminadores de la UP se hubieran convertido en palomas de la paz o en defensores de Derechos Humanos ante la decisión de renuncia a las armas por parte de los insurgentes. Sin embargo considero que amplios sectores políticos y corporativos del país se hubieran constituido en dique de contención frente a esa alianza siniestra. Guiados por la ética, o aún por pautas mecánicas del principio de justicia, hay fuerzas de opinión considerables que en casos semejantes han jugado en defensa de quienes optan por dejar las armas.
El M19: las respuestas del gobierno y de la opinión
Quizá, comandante Cano, sea pertinente recordar acá que en los acuerdos preliminares entre el M-19 y el gobierno Barco se adoptaron compromisos que luego fueron parte del proyecto de reforma constitucional que debatía el Congreso en 1989. El gobierno se vio obligado a retirar el proyecto por la inclusión del tema de la extradición que auspiciaron las mafias. Pero si entonces el presidente no estuvo en condiciones de cumplir, los votantes resarcieron al M-19: primero en las elecciones al Congreso de 4 de marzo de 1989 y luego, más ampliamente, en las elecciones a la Constituyente del 9 de diciembre de 1990.
Otra cuestión sería discutir lo que hizo el M-19 con semejante capital político. Pero en aquella encrucijada confluyeron una organización guerrillera en proceso de paz y el vigoroso movimiento ciudadano por una nueva Constitución -la que sería adoptada en el 91.
Respuesta sibilina
No puedo concluir sin referirme a una pregunta que a Ustedes siempre les formulan y con la cual seguramente los seguirán apremiando: la relación de las FARC con los negocios de la droga, dados en especial los altos costos de la guerra en Colombia.
Debo admitir el desconcierto que me produjo su respuesta en la citada entrevista para Público.es: “Quisiera serle taxativo en esto: ninguna unidad fariana, de acuerdo a los documentos y decisiones que nos rigen, (énfasis añadido) pueden sembrar, procesar, comerciar, vender o consumir alucinógenos o sustancias psicotrópicas. Todo lo demás que se diga es propaganda”.
Yo no quisiera figurar entre los propagandistas, pero no puedo ignorar que su remisión a “los documentos y decisiones que nos rigen” fue una manera muy peculiar de respuesta sobre la cual habría que concluir sencillamente que dentro de las FARC sucede lo que ocurre en Colombia: que la ley se obedece pero no se cumple.
Los signos de cambio en América Latina
Los partidarios de la salida política al conflicto solemos buscar los signos que anunciarían la paz en cada coyuntura. No pocas veces se trata de meras proyecciones del deseo; pero esta carta no quiere anticipar escenarios futuros, sino apelar de manera realista o aún desencantada al análisis de los factores e intereses particulares, corporativos o existenciales que sustentan la guerra colombiana, para invitarlo, comandante Cano, a repasar su peso frente a los beneficios que para todos tendría el compromiso efectivo con la salida negociada del conflicto.
Las tendencias sociales, políticas y geopolíticas que desde hace un decenio se vienen observando en América Latina estimulan el análisis y alientan la controversia democrática. En Brasil, en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador en Argentina y Uruguay se vienen ensayando caminos de participación nueva de la gente, se adoptan políticas sociales más o menos profundas según el prisma desde el cual se las mire, se plantean apuestas por el avance de un mundo multipolar contra las formas más aberrantes de la dependencia con respecto al imperialismo, se dan pasos de un mayor control de las riquezas y los recursos propios.
Todos estos países pasaron por experiencias insurgentes a las cuales encontraron término ¿Quién hoy podría invocar como emblemática particularidad colombiana la prolongación de una guerra que no parece que pueda prolongarse sino a costa de descomponer a sus protagonistas militares y de enervar a toda la nación con el culto a los valores de muerte?
La perpetuación de la guerra no puede erigirse en mito nacional ni el programa de la destrucción del adversario en un objetivo colectivo exaltante.
Es una decisión
Comandante Cano: Quisiera concluir con una cita de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra: “A nuestro entender, el conflicto puede tener salida atacando sus causas objetivas, mediante la realización de reformas políticas, económicas y sociales, que permitan mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población colombiana. Pero también, a partir de la voluntad y decisión política expresa de las fuerzas en contienda”. (Encuentro Nacional de Comunidades, afrodescendientes e indígenas por la tierra y la paz en Colombia. “El diálogo es la ruta” Barrancabermeja, Agosto 12-15 de 2011).
Es una aspiración que se fortalecerá en la medida en que las señales aún débiles pero ciertas de paz que se originan en el gobierno y aquellas que Usted y sus compañeros han lanzado en los últimos meses se plasmen en una auténtica y concreta opción por la paz.
Historiador


* El perfil del autor lo encuentra en este link.

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marcela_anzola
Medófilo Medina*

"Dos hacen la ciudad: el negocio inmobiliario y los pobres"


ENTREVISTA: JOAN MACDONALD 


ANATXU ZABALBEASCOA 15/05/2011



Es la antítesis de los arquitectos estrella. El trabajo de esta chilena trata de mejorar las viviendas de los 1.000 millones de personas que viven en los tugurios del mundo.

Cumplidos los setenta, la arquitecta chilena Joan MacDonald viaja por el planeta tratando de arreglar las viviendas más pobres de África, Asia y América del Sur. Fue durante la dictadura de Pinochet cuando decidió trabajar en los tugurios. Con la llegada de la democracia se convirtió en viceministra de la vivienda y hoy, como presidenta de la organización laica SELAVIP -sustentada con los intereses que produce la herencia del jesuita belga Josse van der Rest-, decide qué proyectos de asentamientos urbanos urge ayudar. Se trata de dar tiza para marcar el territorio, plásticos para resguardarse de la lluvia o la primera letrina para mejorar un campamento. Los 1.000 millones de pobres del mundo son los clientes de esta arquitecta que, frente a la concesión de un subsidio de vivienda para los necesitados, defiende la autoconstrucción que mantiene la dignidad humana.

"Casa es un plástico bajo el que vive una familia. De ahí arrancamos"

"La vida no se la dieron a uno para estar sentado, sino para jugársela"

¿Qué porcentaje del mundo no tiene casa?No hay gente sin casa. Todos viven debajo de algo, un plástico, un cartón. En tugurios hay 1.000 millones de personas. Además están los desplazados, los refugiados y los allegados, que son los que no tienen casa y duermen en las de familiares.

¿Allegados? Eso destruye las familias. Uno se aferra a sus hijos, al progreso y a la educación que les quiere dar. Eso hace que necesitemos independencia y espacio. En los ambientes en los que la preocupación es sobrevivir, la familia extensa es una posibilidad. Pero en las grandes ciudades las familias son núcleos cerrados competitivos hacia los demás y solidarios hacia el interior.

¿La gente va a seguir yendo a las ciudades aunque la vida sea dura? La ciudad es el vehículo que encuentran los pobres para salir de la pobreza. Cuando sube la organización, baja la pobreza. Las posibilidades están también en ciudades medianas. Hay más pobreza en el campo que en la ciudad.

¿Por qué? El mito de la gallinita que va a evitar que el pobre se muera de hambre no es cierto. Gran parte de los bienes y servicios que requerimos para sobrevivir hay que adquirirlos. No te sirve la gallinita para pagar el colegio. Y el dinero no está en el campo.

¿No hay vuelta atrás? En América Latina, el límite entre lo rural y lo urbano se desdibuja. Pero mientras exista, las ciudades ofrecen más oportunidades. Son el escenario para combatir la pobreza.

¿Cómo? En América Latina no lo hemos hecho muy bien. Sigue habiendo pobreza y aceleración de la injusticia. Al vivir juntos, se hace más doloroso vivir de forma muy pobre observando a quien lo tiene todo. Eso genera resentimiento del que tiene menos hacia quien tiene más, y miedo, muchas veces infundado, del que tiene más, que teme que se lo roben. Nuestras clases medias y altas tienen la paranoia de que los pobres son malos por definición. Y al revés. Y eso se traduce urbanísticamente en condominios cercados con vallas eléctricas.

¿Cómo solucionarlo? Se puede actuar donde está todo por hacer. Hay que evitar que se perpetúen esos patrones de segregación. Pero intentar hacerlo en Santiago con una periferia de pobreza profunda y un sector rico duro es muy difícil. Los mismos poderes inmobiliarios refuerzan ese proceso: expulsan a los pobres. En América Latina, el poder de los más débiles para permanecer en las ciudades es poco. Hay una escasísima tolerancia a la diversidad.

¿A partir de qué se puede hablar de casa? Casa es donde se vive, un plástico bajo el que vive una familia. Los arquitectos lo usan para describir un edificio y eso ha distorsionado lo que es una vivienda. Lo que hay que hacer es tomar ese lugar al que da sentido una familia y tratar de ver con ellos cómo mejorarlo. De ahí arrancamos. Partimos del hecho humano, del grupo. A esos es a los que hay que apoyar para que lleguen a tener una vivienda mejor.

¿Cómo deciden en su organización, selavip.org, qué proyectos apoyar?Hacemos una convocatoria a los países en desarrollo. Llegan peticiones y elegimos proyectos que parten de algo concreto: una letrina, un jardín infantil... Las acciones reivindicativas no sirven si no llegan a soluciones concretas.

Les piden plásticos. Sí. Los refugiados de Sudán que están regresando al área sur nos piden eso: poder volver a los terrenos donde los echaron para plantar cuatro postes, un plástico y quizá un par de planchas de zinc.

También les piden tierra, pero el fundador de SELAVIP, Josse van der Rest, está en contra de comprar tierra... Y tiene razón. Sentimos que la tierra es una responsabilidad del gobierno. Apoyamos que la gente incluso... invada terrenos. Josse lo explica muy claro. La tierra está tan cara porque los mismos pobres han pagado sus impuestos y con eso se han hecho las infraestructuras y ha aumentado el coste de la tierra. Los pobres han financiado una plusvalía que ahora les impide ocupar la tierra. Es muy injusto que no puedan acceder a ella. No tenemos ningún problema moral en que se produzca la toma de tierra. Pero somos conscientes de que en muchas ciudades vivir en un terreno ilegal pone a los pobres en una situación de vulnerabilidad. Como dice Josse, "el pobre o vive fuera de la ley o muere dentro de la ley".

Poca elección... En tierra no gastamos un euro. O la ponen los Gobiernos o la toma la gente. Pero una vez la consiguen, todo es rápido. En Fortaleza (Brasil) pusieron ladrillos por la noche. Mejoraron el lugar y por eso ya solo podían expulsarlos con un juicio. Si hubieran puesto cañas, el dueño habría podido quitarlas. Pero con material sólido ya no puede intervenir. Con un juicio por delante hay tiempo para que se movilicen personas y políticos. Hay posibilidad de negociación.

¿Los dueños de los terrenos los suelen ceder temporalmente? En Tailandia se negocia 15 años de estancia. A todos les conviene resolver los problemas de forma pacífica. Los pobres saben que en todo ese tiempo no van a llegar las excavadoras por la noche para tirar el poblado. Los ricos saben que recuperarán las tierras.

¿Hablan con los políticos de los lugares donde trabajan? Sí. Nos escuchan. Nuestra fuerza son los 1.000 millones sin casa. Si están organizados, se hacen oír. En general, los Gobiernos, en las grandes ciudades asiáticas donde hay mucho, mucho tugurio, están abiertos al diálogo. Por otro lado está la fuerza inmobiliaria, que es potente, engañosa y terrible. Los engañan con lo que les van a ofrecer. Se aprovechan de ellos. Pero ahí es donde aparecen profesionales y gente comprometida que les advierte: ojo, les están prometiendo algo que no va a poder ser.

¿Cómo contactan con gente de cada país? Somos una especie de banco de segundo piso. No hacemos casas por el mundo. Apoyamos a los de cada lugar. Cuando uno llega a un país no llega a decir cómo tienen que ser las cosas. Uno se sienta a escuchar.

¿De dónde obtienen el dinero? De una fundación belga que montó el padre Josse van der Rest con un fondo donde puso el dinero que heredó de su familia. Nuestro fuerte es ese, pero también estar en contacto con la gente, viajando y respondiendo en Internet.

¿Recaudan dinero? No. Trabajamos con los intereses del fondo. Pero cada proyecto crece.

¿Selavip es una organización religiosa? Es absolutamente laica. Nos interesa que quede claro. Que no haya ningún sesgo en ese sentido.

¿Tienen que dar explicaciones a cúpulas religiosas? En absoluto. El fundador es un jesuita, un religioso de acción. Yo también soy de acción, por eso me siento cómoda con ellos. Me motiva la vocación que tienen de buscar la parte más difícil. Yo me he arrastrado por el Congo con la guerrilla hace dos años. Ellos buscan las fronteras físicas, pero también las del conocimiento. Quieren darle otra vuelta a las cosas. Y eso es fundamental.

¿Qué es "El fondo de los pobres decentes"? Empezaron en Tailandia. Ellos se pusieron el nombre. "No nos gusta que quienes no son pobres digan quiénes lo son. Vamos a tomar la responsabilidad social de echar adelante a nuestros más pobres", decían. Son todos pobres. Pero hay una señora que quedó viuda, otro al que le cortaron la pierna. Hay gente más vulnerable que otra aunque todos tengan problemas. La idea es que cuando lleguen los proyectos de vivienda -en los que el pobre siempre debe poner algo- nadie deba ser expulsado por no poder contribuir. Con el poco dinero van a hacerse cargo de quien no puede. Pero su criterio no va a ser solo la necesidad. Tendrá ayuda aquel que la merezca porque a veces la pobreza puede ser pereza y no se le puede dar un premio adicional. Ellos querían premiar a los pobres decentes. A la señora que, a pesar de sus dificultades, cuida a sus chicos.

¿Es usted religiosa? Sí, puede ser... sí.

¿Fue eso importante para iniciar su trabajo? No. Soy católica, pero empecé luterana porque mi familia es de origen alemán y anglicano. Pero no fue eso. Desde que entré en la escuela de arquitectura fui buscando por ese lado. Cuando ejercí como docente, me decían que lo que yo enseñaba no era arquitectura, que parecía trabajo social.

¿Qué hace que una arquitecta se interese por quien no podrá pagar una casa? Es que a mí no me interesan las casas. Me interesan las personas. Una vez en Burundi apoyamos unas casas de adobe. Llegamos a visitarlas y estaba una señora fuera con un bebito. Me dijo: "Este chico nació anoche". Y me lo pasa. "¿Nació anoche en esta casa que acaban de terminar?". Una semana antes habría nacido debajo de una palmera. Pero ahora tenía techo. Esa satisfacción no la obtienes haciendo un rascacielos.

¿Qué la convirtió en el tipo de arquitecta que es hoy? La formación no me caló hasta que encontré al profesor Fernando Castillo Velasco y me apoyó. La mitad de los profesores no entendieron mi proyecto de final de carrera, una vivienda social. La encontraron chica, fea y precaria. Pero la otra mitad sí. Luego empecé a hacer investigación. Cuando llegó la dictadura a Chile me expulsaron de la universidad, así es que me fui al terreno, a los tugurios de la periferia de Santiago.

Fue vicesecretaria de Vivienda en el primer Gobierno democrático de Patricio Aylwin. Pensé que si creía en eso, debía pasar a la política. Armé el programa de vivienda. Eso me abrió la mente a las distintas posiciones.

Cuando iba a los tugurios, ¿cómo reaccionaba la gente? Yo viví siempre en las minas. Mi padre era ingeniero, y en los enclaves mineros mis amigos eran los hijos de los mineros. Ahí crecí. Los estratos no pesaban. No eran tema.

Pero luego se formó en el colegio alemán. Mis padres tuvieron una visión muy rara. Para que las dos familias, escocesa y alemana, estuvieran contentas nos dividieron. Mis dos hermanos estudiaron en colegio inglés y a mí me tocó el alemán.

¿Cuántas casas tiene? Una desde hace 40 años. Y espero mantenerla porque el esquema en Chile es que a partir de cierta edad una tiene que irse a un apartamento. Me gusta mi casa. La disfruto. Mis hijos ya no viven conmigo.

¿Cuántos tiene? Cuatro. El mayor es veterinario; el segundo, ingeniero metalúrgico; el tercero, sí, arquitecto, me está coordinando África, y el cuarto, ingeniero forestal.

¿Su paso no ofrece vuelta atrás? Lo que uno va acumulando en la vida permite comprender a todos los sectores. Entender sus reglas. Aunque no esté de acuerdo, sé dialogar con ellos. Cuando estoy con un ministro sé dónde tengo que apretar el botón para que responda.

¿Dónde aprieta? No ofrezco caminos sin salida. Debes ofrecer una salida que le convenga políticamente. Yo busco que no siempre pierdan los mismos. Y en ese sentido, rescato mi parte académica.

¿Cómo? No es real que el mejor práctico es el que baja al barro. Solo en el barro no se ve bien. Hay que conocer la película desde muchos ángulos. Es importante pensar qué está pensando el Banco Mundial, conocer las cifras... La investigación o los números ofrecen certezas útiles para el trabajo en el terreno.

¿Cuántos viajes hace al año? Como mínimo, dos a cada continente más los extra.

¿Le queda poco tiempo en casa? Ahora que soy abuela no tengo obligaciones y me puedo dedicar.

¿Cómo conoció Selavip? El padre Josse dio una charla en la escuela de arquitectura. Sintonizamos. Y desde entonces trabajamos juntos.

¿Por qué es importante tomarse un vaso de agua -que puede estar contaminada- con alguien? El idioma corporal es fuerte. Tengo gran facilidad para conectarme, sobre todo con los africanos. Y si supiera bailar, aún sería mejor. Me demoro dos segundos para reírme con una mujer africana. Me conmueve ver, en uno de los proyectos que tenemos para gente con sida, cómo ha desaparecido toda una generación de adultos. Está la abuela, que casi no se mueve de la cama, y sus nietos. Familias de niños que son como pandillas, porque ya no tienen padres. Andan vagando, y el que manda, que es el más fuerte, tiene a veces doce años. Cuando usted ve eso ya sabe que tiene que seguir.

¿Nunca se ha sentido hundida ante tanta miseria? Al contrario. Siempre me levanta porque soy muy porfiada.

¿Viaja sola? Sí. Es caro. Soy como el doctor que mira la cara y diagnostica. No necesito mucho tiempo. Hago mucho ruido y si me quedo más de un día, la gente se molesta, se preguntan cuándo se irá esta vieja para seguir trabajando. No me llevo una visión completa, pero sí amplia.

¿Tiene marido? Falleció hace dos años. Era arquitecto también. Pero se quedaba en casa.

Fue política durante cuatro años. ¿Por qué no se solucionan las cosas desde la política? La concepción de la política de la vivienda es complicada. La vivienda social nace de un interés de las empresas constructoras por meterse en un campo donde antes no hacían negocio. Lo que hacen es bajar los estándares, pero siguen con sus mismos preconceptos de clase media. Está enfocado desde la oferta, no desde la necesidad, a diferencia de lo que sucede en medicina, donde el enfermo es el que genera las políticas a partir de sus enfermedades. La vivienda digna, como la entienden los arquitectos, es muy cara. No está al alcance de los pobres. Se hacen pocas y el tema no se resuelve. Mientras tanto, la gente vive y arregla sus casas, y eso es un potencial fabuloso. Creo que esa es la clave.

Pero los políticos no inauguran bolsas de plástico convertidas en casas.¿El ministro de Salud se luce por tener lindos hospitales o por sus cifras de curados...? Con la vivienda debería suceder lo mismo.

¿Cuál es la relación entre negocio y miseria? Hay dos que hacen la ciudad: el negocio inmobiliario y los pobres. El interés inmobiliario es el que moviliza a los Gobiernos y a las grandes empresas internacionales. Y es el que hace la vivienda desde su perspectiva de maximizar la utilidad. Por el otro lado están los pobres tratando de sobrevivir y de mejorar su calidad de vida. La única posibilidad es que no se molesten y que se respeten mutuamente. Por mucho que quieran las inmobiliarias hacerlas perfectas, una ciudad no va a funcionar bien mientras los pobres sigan ahí. El conflicto encarece las ciudades que gastan más dinero en poner vigilancias y fomentar la segregación que en tratar de solucionarla. A nadie le conviene una mala ciudad. ¿Por qué no encontrar una fórmula para hacer negocios con restricciones?

El presidente chileno actual, Sebastián Piñera, es empresario. ¿Qué opina de él? En Chile, el sistema de subsidios ha permitido hacer muchas casas. Le ha convenido a los constructores. Pero no le ha hecho bien a la gente. Se ha convertido en un premio a la pobreza. Hoy los pobres son muy exigentes, pero nada autoexigentes.

¿La actitud paternalista genera casas pero hunde a las personas? ¿Por qué esforzarse si te lo dan? Tras el último seísmo de Chile, ocurrido en una zona rural con gran capacidad de la gente para la autoconstrucción, nadie se puso a trabajar. La gente comenzó a esperar. Hoy el 50% de las personas vive en tiendas. Esperando.

¿Le ha movido más su ideología o su educación? La sensación de que en esto puedo servir para algo. Si hubiera sido académica, hoy estaría llena de publicaciones, pero aburrida y fuera de la realidad. Tras cuatro años de política sentí que ese espacio era muy rígido para hacer lo que quería.

¿Qué ocurrirá en el momento en que no pueda viajar? Me he dado un plazo de cinco años para tener el equipo armado. Estoy entregando las coordinaciones de los proyectos. Pero hay que ver... Cambian las condiciones y cambian los momentos. Avanzamos con la idea de que el mundo está cambiando. Dejemos que sea la gente la que haga el cambio, no la élite.

¿Ha sacrificado mucho para hacer lo que hace? No lo siento como un coste. Hemos pasado momentos difíciles porque cuatro hijos... -cinco, porque uno falleció-, pero al final uno termina por mirar atrás y piensa: bueno, la vida no se la dieron a uno para estar sentado. La vida se la dieron para jugársela, y si uno se la puede jugar para hacer un cambio en el mundo...

Original de: 

http://www.elpais.com/articulo/portada/hacen/ciudad/negocio/inmobiliario/pobres/elpepusoceps/20110515elpepspor_7/Tes

Arquitecta atípica

Joan MacDonald (Santiago de Chile, 1940) eligió el camino atípico de los clientes que no tienen con qué pagar. Fue una rara avis en la Escuela de Arquitectura hasta que el profesor Fernando Castillo le dijo que quizá ella se estaba centrando en lo que debe ser. Y la apoyó. Desde joven ha combinado el trabajo en los tugurios con la teoría. Pero fue la fundación laica SELAVIP la que la llevó a viajar por el mundo para ayudar a mejorar las viviendas de los más pobres.

Su abuelo alemán, geólogo, fue uno de los fundadores de la Universidad de Chile. "Yo llego a Mongolia y me ubico. No creo que fuera tan fácil sin una formación amplia", cuenta. Asegura que darle techo a una familia da más satisfacción que levantar un rascacielos.

2011/07/15

c.c. Calle 13 y la formalidad

¿Vamos a juzgar el fracaso/parcial de San Andresito? ¿El de la política represiva (que costó un bombazo a El Caimán)? ¿El del centro comercial de la 17? ¿El del adoquinamiento del centro, de sus peatonales? Incluso ¿el éxito/momentáneo de los bazares populares? Obvio, todo es investigable, teniendo claro que una cosa es “actuar de buena fe” y otra “robar”.
En esa senda ¿Juzgamos a las 120 grandes empresas que venden productos en las calles? ¿A los mega-mayoristas (ejem…) que proveen el comercio en calle? ¿a quienes han sido reubicados varias veces?, ¿Investigamos a los que han rechazado y boicotean los procesos que buscan darle orden a las calles? El tema tiene más de 30 años. Se han invertido miles de millones. Si. Casi todos los alcaldes, con sana intención, le han buscado una salida. El Centro Comercial Calle 13 fue otro ejercicio. El plan de alternativas -pendiente de financiación- del Pacto Cívico, también lo es. Todos entienden que el espacio público, sin olvidar que “NO es solo comercio en calle” se ha vuelto Kaótico en todos los sitios de alta circulación de ciudadanos=compradores. Ha faltado continuidad institucional y se ha mantenido la politiquería.
Este despelote está asociado a la salida al desempleo que da la oportunidad comercial callejera, agréguele que cuando una persona con bajas posibilidades de empleo formal, por su edad, por su falta de formación, llega a la calle (sin pedirle permiso a nadie, sin pagar un solo impuesto por el uso y aprovechamiento de ese espacio público) comprende que vendiendo ciertos productos puede tener buenas ganancias. Cuando un empresario descubre el gran negocio que es poner un puesto callejero o una gran empresa, o un mayorista comprende todo lo que gana con una enorme cantidad de vendedores a los que NO les paga ni salarios, ni prestaciones sociales, pero igual venden sus productos en las calles; cuando lo comprenden ninguno quiere salirse luego de ese espacio público. ¿Usted lo haría? ¿Boicotearía?: seguramente. Pero comerciantes en calle hay en Europa: la diferencia es sencilla: a. hay control/Orden del estado: es la policía la que controla el tema y b. Hay más empleo formalizado.

Las calles de nuestras ciudades, todas, se seguirán llenando si no se cumple con tres mínimos: 1- Recuperar el control del público /estado sobre esos espacios: TODO el que llegue a comerciar en calle tiene que legalizarse; pedir permiso al ESTADO, ser notificado de que NO se puede quedar en la calle permanentemente (pues eso es privatizar un bien público); el ESTADO es quien le dice dónde se puede o NO hacer (hay sitios donde NO cabe ni uno más), ingresado en una base pública con la Hoja de Vida de su comportamiento, base que además permita conocer a quienes aceptan procesos y después regresan a la calle, etc. 2- Todos deben pagar por el uso TEMPORAL del espacio público: altos, medianos o bajos impuestos: pero PAGAR formalizándose.

3- Adulto que demuestre encontrar su “mínimo vital” en la calle y se le autorice momentáneamente su uso (pagando) debe ser inscrito y comprometido en programas de emprendimiento o sociales, los cuales le aseguren que pasados ciertos semanas/meses tendrá las herramientas para salir de las calles y formalizarse. Y SÍ, vale y valdrá otros miles de millones de pesos más: es parte de la deuda social que nos recuerda el nuevo presidente de la Cámara de Comercio poniendo como ejemplo a l@s viejit@s que, sorprendentemente, sobreviven a diario con un “plante” (capital) en sus “chazas” de dulces y cigarrillos inferior a 50 mil pesos…

http://www.latarde.com/index.php?option=com_jumi&fileid=1&idnota=44447

en

2011/07/13

Don Germán Calle Zuluaga

En 1998, con Pereiranos por la Paz, comencé a tratar continuamente dirigentes gremiales-empresariales. Siempre me llamó la atención la gran amabilidad y la distancia que ponían con sus interlocutores. Hasta que conocí a Don Germán.

“Calle”, como le dicen sus cercanos, es hijo de uno de los ferreteros de mayor tradición y amabilidad que tuvo Pereira en la zona comercial de lo que antiguamente fue “la galería”. Tal vez desde ese entonces Germán aprendió el “Don de gentes” que lo caracteriza. Un buen comerciante tiene claro que, de su amabilidad en el trato, depende su clientela.

Desayunando con él, y con Juan Antonio Ruiz, tuvimos un primer acercamiento, recién electo presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, capítulo Risaralda; donde en esencia le dije que Pereira y la vida misma le habían dado mucho, y que desde Fenalco (y la Cámara de Comercio, a donde también acababa de llegar) él comenzaba a retribuir lo recibido.

“Mi papá era un hombre que se levantaba, se bañaba, desayunaba y se iba para la ferretería, luego venía a medio día, almorzaba, hacía la siesta, se iba para la ferretería, regresaba a la casa, comía, se acostaba a ver televisión, oía algo de radio y se dormía. Los fines de semana a veces iba a la finca, al club…pero la persona que encuentro ahora es un dirigente que vive muy ocupado”, nos dijo hace algunos semestres uno de sus hijos luego de un susto con su salud.

Luego lo vi ser elegido (sin que lo busque, sin ninguna campaña) en no menos de 7 juntas cívico gremiales de la ciudad y el departamento. Tal vez las alcanza porque, realmente, carece de “intereses personales”: es un sobreviviente del “civismo puro Matecaño”. Soy testigo de que le han ofrecido el oro y el moro, y, especialmente, de que sigue siendo el mismo hombre: cero “poder envilecedor”, un ser humano con una capacidad sorprendente de relacionarse con todos los estratos sociales, desde el más humilde hasta el más ego-encopetado.

“Calle” tiene una frase: “La paz se construye en los andenes, la paz se construye reconociendo a los demás”. Impacta en la voz de una persona que se codea con Presidentes de la República, Ministros, etc, suena a “puente social”. Ojalá hubiera muchísimos “Don Germán”, tal vez la tan anhelada paz con justicia social hubiera sido alcanzada hace mucho rato. Ahora ha sido elegido presidente de la Cámara de Comercio -el faro gremial- en un momento en que la ciudad debe asumir el liderazgo del Eje Cafetero, en que sus responsabilidades como lo dice su gran amigo Luis Carlos Villegas E, “van más allá de la parroquia, son regionales”. Que Dios y el universo lo iluminen en su nueva tarea.

Leído para parte de la radio popular Pereirana (Colombia), en Caracol-Oxigeno,el 15 de Julio del 2011, a las 7.30am