2015/02/11

Los verdaderos dueños de #Buenaventura

Los verdaderos dueños de Buenaventura

Llegan en sus aviones privados a las juntas 
y toman los vuelos de regreso en la tarde, 
sin contaminarse, 
sin involucrarse 
con la tragedia local - 

Doce empresarios controlan un negocio que mueve el 60% de las exportaciones de Colombia que representan 2 mil millones de dólares al año; un enclave rodeado de una ciudad en miseria
Los verdaderos dueños de Buenaventura


El pasado 3 de abril, el expresidente César Gaviria se preparaba para viajar a Buenaventura a participar de la celebración de los veinte años del nacimiento de la Sociedad Portuaria de Buenaventura que apareció en su gobierno producto de la liquidación de Puertos de Colombia y la privatización de ésta y todas las operaciones portuarias del país. Estaba programado también el Presidente Santos a quien Gaviria le dio la oportunidad de iniciarse en la vida pública como el primer ministro de Comercio Exterior. Era claro que la situación de Buenaventura no está para brindis y es más bien una vergüenza para cualquier gobernante. Santos sostuvo su viaje pero cambió el propósito: llegó con aires reeleccionistas proponiendo un aumento de pie de fuerza militar para controlar el desborde de la violencia y una inversión millonaria, repitiendo un conocido ritual gubernamental que viene dándose desde el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1968), cuando este prendió las alarmas sobre la realidad social y económica del Puerto y lo declaró de prioridad nacional. De cuento en cuento, antes que mejorar la situación para los 300.000 habitantes, todo se ha deteriorado cada día más.
Para aguar la fiesta los organizadores argumentaron “problemas de logística” porque claramente los ojos de Colombia y el mundo estaban puestos en la miseria y en los asesinatos horrendos de jóvenes que se están dando en la ciudad. Con la celebración por los porteños también Gaviria conmemoraba veinte años del arranque de su política de apertura y privatizaciones que incluía la ley de puertos, –cuestionada por unos, aplaudida por otros- que marcó su gobierno, una agresiva política económica que para muchos no ha hecho otra cosa que profundizar la brecha entre ricos y pobres que en Buenaventura ha adquirido unas dimensiones inimaginables.
Santos y Gaviria
César Gaviria impulsó una política de apertura y privatizaciones que ha dejado una secuela de pobreza y desigualdad de la que aún el país no se recupera. Nombró a Santos ministro de Comercio Exterior
Una de las más sonadas privatizaciones fue la de Puertos de Colombia que se logró en buena medida porque su poderoso sindicato cedió ante la jugosa prebenda que le dio el gobierno al permitirle entrar con un 25% a la naciente Sociedad Portuaria de Buenaventura. Una participación que quedó en manos de los veinte sindicalistas que conformaban la cúpula directiva sin que sus utilidades se drenen al grueso de los trabajadores.
Esta moderna y rentable empresa con veinte años de existencia, controlada por dos grandes grupos familiares, junto con otras dos grandes compañías portuarias, la española de origen catalán –TC Buen- cuyo representante legal en nombre de los españoles ha sido hasta ahora el abogado Camilo Gómez, actual fórmula vicepresidencial de Marta Lucía Ramirez, y el Grupo Portuario S.A manejan el billonario negocio que representa la operación portuaria del puerto de Buenaventura, que mueve cerca de 600.000 contenedores al año, el 80% del café que sale del país y el 60% de todas las exportaciones de Colombia.
La Sociedad Portuaria de Buenaventura sigue siendo la líder del sector. Después de muchas transacciones en compra y venta de acciones estos veinte años, aunque sobrevive un grupo de socios minoritarios atomizados, entre los que están los líderes sindicales Álvaro Ortiz, Víctor Rebolledo, la viuda de Luis Marmato: la Sociedad está controlada por un puñado de dueños que toman las decisiones y se lucran del negocio. Estos son: el Grupo Parody de la familia Parody Décheona, cuyo representante en la junta es Manuel Isaac Parody Décheona, hermano de Gina; el Grupo Harinera del Valle de la familia Paz Bautista, cuyo representante dejó de ser Carlos Arcesio Paz, quien perdió su puesto por una drástica pelea familiar con sus dos hermanos, para darle paso a Alfonso Ocampo Gaviria quien es el presidente de la compañía; le sigue el grupo Ciamsa -Comercializadora internacional de azucares y mieles- conformado por los 12 grandes ingenios del Valle del Cauca, cuyo representante legal es Carlos Mira; y tres entidades públicas: la alcaldía de Buenaventura (15%) cuyo representante en la junta directiva es el alcalde Bartolo Valencia con suplencia de Edinson Martínez; también tienen una pequeña participación el ministerio del transporte (2%) y el de agricultura (0.5%).

Inauguración puerto TC Buen
Óscar Isaza, oriundo de Buenventura promovió el proyecto del puerto privado TCBuen del cual es accionista junto a los españoles del Grupo marítimo Barcelona TCB. Foto: Grupotcb.com
Óscar Isaza, un exitoso emprendedor nacido en Buenaventura, quien comenzó su fortuna con una bomba de gasolina de propiedad de su suegro, se empeñó hace más de veinte años en construir un puerto privado capaz de competirle a la Sociedad Portuaria y ofrecer servicios logísticos en el mismo terminal. El primer terminal tuvo como socios a la CVC, al municipio de Buenaventura y a la Gobernación del Valle, el cual fue construido en un lote de la CVC con una inversión de 240 mil dólares (400 millones de pesos). Diez años más tarde, Isaza promovió la idea en Europa y consiguió vincular al grupo marítimo de Barcelona TCB que tiene muelles en España, Brasil, Turquía y en La Habana.
En su reinauguración estuvo presente el empresario Ángel Pérez-Maura, representante de los inversionistas españoles quienes tienen el 51%. El español inauguró la operación con la llegada del buque Rio Verde la Naviera Maersk, en presencia del Presidente Santos y varios de sus ministros. Pero el verdadero anfitrión de aquella ceremonia fue Óscar Isaza, dueño del 41% de este puerto, y además presidente de Gepsa –Grupo empresarial del Pacífico SA-.
Gabriel Echavarria-Acuerdo-Universal
Gabriel Echavarria y José Albeto Vélez firmaron la fusión que los puso a trabajar juntos en junio del 2012, que celebraron con la cúpula del negocio portuario en el restaurante Harry Sasson. Foto: ElUniversal.com.co
Pero hay otros grandes jugadores en Buenaventura como es COMPAS S.A.  -Compañía de Puertos asociados-, una empresa que resultó de la alianza en 2012 de Muelles El Bosque de propiedad de la familia Echavarria Obregón -herederos de don Hernán Echavarría en asocio con el Grupo español Erschip – familia Alvargonzález de Asturias- y el Grupo Argos.
Gabriel Echavarria, cabeza del grupo empresarial que construyó su padre Hernán Echavarría Olózaga celebró la fusión junto a José Alberto Vélez, entonces presidente del grupo Argos, con una gran cena en el restaurante Harry Sasson de Bogotá. Una noche en la que no faltó ninguno de los protagonistas del creciente negocio portuario de Colombia. No había pasado un año de la constitución de Compas, cuyo presidente es Alberto Jiménez, cuando el director de la Agencia Nacional de Infraestructura, Luis Fernando Andrade, quien viene de presidir la oficina Mc Kinsey en Colombia, firmaba la resolución que le entregaba la concesión de la operación del terminal que aspira a facturar más de 70 millones de dólares anuales y superar los 5 millones de toneladas de carga.
Echavarria ha sido el puente con el multimillonario filipino de 52 años Enrique ‘Rickie’ Razon, propietario de la gigante portuaria ICTSI, otro de de los grandes inversionistas internacionales de los muelles de Buenaventura. Se les ha visto juntos en visitas fugaces a visitar los terrenos del terminal Aguadulce que obtuvo en concesión por treinta años y que a través de la Sociedad Puerto Industrial Aguadulce, espera tener marchando en el 2015. Rickie Razon es el tercer hombre más rico de Filipinas, ocupa el lugar 53 en la lista de Forbes, y ve en las aguas de Buenventura una oportunidad de negocios para sumarla a su ya monumental emporio de movimiento de contenedores que heredó de su padre pero que ha multiplicado desde que tomó las riendas del negocio hace veinte años.
Foto: cachibi.com.co
La armada nacional le entregó en arrendamiento el muelle 13 al Grupo Portuario cuyos principales accionistas son Álvaro Rodríguez y Saverio Minervine. Foto: cachibi.com.co
Por el otro lado, a través de un contrato de arrendamiento con el Fondo Rotatorio de la Armada Nacional, quien había obtenido una concesión de la nación para manejar Muelle 13, el Grupo Portuario S.A entró a participar en grande. El grupo funciona en unas ostentosas oficinas en el sector financiero de la Avenida Chile de Bogotá y gracias a las conexiones con distintas bancas de inversión, los principales accionistas Álvaro Rodríguez y Saverio Minervine lograron un cuantioso crédito para fondear la modernización del muelle. Del negocio participan también Fernando Garcés, mano derecha del dirigente conservador vallecaucano Carlos Holguín Sardi, quien vendió su participación original en la Sociedad Portuaria y Edison Delgado.
Al lado de estos grandes de la operación portuaria propiamente dicha está el negocio logístico y las agencias de aduanas que se encargan de la legalización de la carga para entrar y salir al país. Los grandes de la logística son multinacionales como la Naviera Evergreen, Elequip y Maersk. Mientras, que los fuertes en el papeleo legal son las compañías Roldan y CIA, nuevamente el Grupo Parody y el grupo Eduardo L Gerlein S.A
Pobreza y puerto
Contrasta el enclave moderno del puerto con el entorno paupérrimo de Buenaventura. Foto: Nidia Playonero U. Nacional
Son cifras mayúsculas concentradas en muy pocas manos y con una gran inversión de capital que contrasta con la aberrante miseria en que vive más del 90% de los 300.000 pobladores de Buenaventura. La modernización del negocio portuario que compite con los grandes del mundo no se detiene, sin que aparezca la manera de drenarle algo de toda esta riqueza que genera el puerto al entorno social que lo rodea. Solo invierten en los muelles, de puertas para afuera no se ve un solo peso.
Los grandes inversionistas, directivos y propietarios no viven allí. Llegan en sus aviones privados a las juntas y toman los vuelos de regreso en la tarde, sin contaminarse, sin involucrarse con la tragedia local ni con el gobierno de turno atrapados desde hace décadas en la corrupción y cómplices del otro gran negocio del puerto: el narcotráfico. La pequeña y débil dirigencia no logra aunarse en una voz ni identificar un camino que les permita avanzar y trazar un horizonte al futuro más allá de las denuncias y las lamentaciones. La clase política local cooptada por la dirigencia nacional logró imponerse nuevamente en las pasadas elecciones a punta de mermelada, chequera y corrupción, sin que los grandes empresarios se decidan a comprometerse para cambiarle el rumbo a esta fatalidad social llamada paradójicamente: Buenaventura.

2015/02/08

#Colombia #FARC ¿¿¿se esta gestando una piñata de-impunidad???

"Quienes hayan sido responsables de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad deben pagar penas de cárcel, bien sean guerrilleros, militares o paramilitares"


2015/02/05

¿quién representa a la ciudadanía?. La ciudadanía misma.

Egos …y mayorías ciudadanas

¿Porqué será que en Miss Universo siempre gana la del minúsculo planeta tierra? pues porque algún ególatra le dio por decir que la minúscula tierra representa a todo el universo.
Así suele suceder cuando alguien que tiene “Culto, adoración, amor excesivo de sí mismo” le da por hablar en nombre de “la ciudadanía”, “la Gente”, o peor aun cuando hablan en nombre de “Pereira”.
Nadie en ninguna ciudad del mundo es capaz de hablar a nombre de “toda” la ciudadanía. Por más enfermo que tenga el ego. Es imposible. Siempre aún en los peores totalitarismos hay personas que -así sea mentalmente- ni siquiera piensan como las mayorías. Nunca existe “la” totalidad.
Hay unos señores que representan la polis, la ciudad, que se llaman -¡desmáyense pues!- “poli-ticos”. Para eso son electos: para representar a fracciones o a la mayoría de la ciudadanía. Pero ni aún ellos logran representar a “toda” la ciudadanía. Es parte del fracaso de las democracias representativas: nunca son capaces de representar cabalmente tantas posiciones. Pueden representar mayorías. (Y ni eso: el alcalde de Bogotá ni fue mayoría en votos, ni mucho menos de la masa ciudadana).
Nadie entonces puede decir que habla por toda “la ciudadanía”, “la Gente”, “Pereira”. Ni aquí ni en Cafarnaúm.
¿Entonces quién representa a la ciudadanía?. La ciudadanía misma. ¿Cómo?. Como se hace en Suiza, en California, o en otras partes del mundo: se le pregunta y ella decide por mayoría lo que piensa. Equivocada o no. O recogen miles de firmas. O se les encuesta científicamente.
También se puede tratar de “representar” a la mayoría de la ciudadanía. En nuestras ciudades hay un señor o señora llamada alcalde. Si él o ella logra, idealmente, la mitad más uno de los votos, se gana ese derecho. (Los abstencionistas pierden su derecho a elegir cuando deciden no votar y ejercen el derecho a rechazar ésta “democracia”)
Y después de ese señor o señora cuando un concejo (aquí viene una discusión sobre listas partidarias en la que NO entraré) logra, idealmente, la mitad más uno de los votos, y votan por consenso o mayoría absoluta, pueden decir que representan a la mayoría de la ciudadanía. Otros que podrían hablar -dependiendo de su votación en la ciudad- por la mayoría de los ciudadanos que los respaldaron, son los congresistas, diputados, gobernadores.
Los demás por más poderoso que su ego le haga creer (...) que es económica, mediática, moral, comunitaria, académicamente, etc, sólo se representan a él o a ellos mismos y a sus intereses: Punto. Y están en todo su derecho, pero hasta ahí, sin el ego-acto de 1 de un grupo de 30 hablando por “la ciudadanía”, “la Gente”, “Pereira”.
Si quieren representar a la mayoría de la ciudadanía toca hacerse elegir por ésta...o recoger unos cuantos miles de firmas…o consultarla:
TARJETÓN CIUDADANO 25 DE OCTUBRE: (Base de) Pregunta ¿Deben ser los terrenos del Batallón San Mateo y del Zoológico un gran parque público ecológico familiar? Si_ No_
Versión original Publicada el jueves 05 de Febrero de 2015 en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/orlando-parra/145896-egos-y-mayorias-ciudadanas 

La Givolución (y la Policía Rural)

La Givolución

Al iniciar la década de los 2000 me escribí unos emails con Gina Parody. Era la época en que estábamos fundando Convergencia Cívica por Pereira: el Partido Verde de hoy. Buscábamos un “aval”. Nunca más nos relacionamos.
Hoy como Ministra de Educación, estamos asistiendo a la Givolución … curiosamente, a pesar de ser supremamente mediática, ha dejado –correctamente- que los hechos hablen por ella.
La Givolución tiene las siguientes características, seguramente algunas cocinadas por años en el Ministerio de Educación y nunca ejecutadas en medio de una tecnocracia con la que conviví en el 2006:
1. La Givolución LGTBI . Es la primera vez –que recuerde- que un ministro en Colombia dice abiertamente que es LGTBI. Dos de hecho. Esa “salida del closet” es un salto cualitativo que empodera abiertamente (y no closet-mente) a los LGTBI. Se prevé que éste año tengamos aquí candidato al concejo abiertamente LGTBI. Así debe ser.
2. La Givolución de los estudiantes: 10 mil becas de matrícula y sustento por toda la carrera -condicionadas a iniciarla y terminarla- para jóvenes bachilleres de bajos recursos (deben ser Sisben) con altas notas ratificadas en pruebas Saber que les permitirán transforma sus vidas, las de sus familias, y las de comunidades enteras al acceder a universidades públicas o privadas de alto nivel y graduarse como profesionales. Nivelando en los hechos la cancha de las oportunidades a favor de los más pobres. Dicen que aspira a 50 mil becas. ¡Ojalá las mismas sean repartidas en todos los estratos sociales: Los pobres vergonzantes de estrato seis son reales!.
3. La Givolución de los docentes: 3 mil becas de maestría para docentes de colegios públicos. Una viejísima, antiquísima aspiración docente. Por fin una ministra la cumple. ¡Si a ello agregara el año sabático para los mejores y una profunda y radical reforma (¡incluido cierres!) de facultades de educación donde orientan esas maestrías –como se hizo en Dinamarca http://consultoresop.blogspot.com/2013/06/maestros-debe-tener-una-maestr... - sería formidable!
4. La Givolución de los colegios: (Piloto de) Jornada única en los colegios públicos. Si bien puede haber todo un debate pedagógico. Es también un acierto. La experiencia del Galán en Pereira –a prueba hoy en día con la meritoria salida de Jaime Bedoya- demuestra los impactos que en nuestro contexto tiene la jornada única. Que además también nivela la cancha a favor de los más pobres, pues es la normal en los privados.
La Givolución hace parte de algo que sólo en 10-20 años valoraremos: las reformas realizadas por ese (supuesto) traidor de clase social –como la Parody d’Echeona– que es Juan Manuel Santos. Sin el apoyo de Santos, por más bien intencionada que hubieran sido Gina Parody, Alejandro Gaviria, Alfonso Prada, por ejemplo, jamás se hubiera podido realizar estos avances para la Colombia del posconflicto y del siglo XXI que todos nos merecemos… ¡Viva la Givolución!
TRINO: Ya en #ElSalvador parte de desmovilizados entraron al ejército y aquí en #Colombia en los 90 al antiguo DAS ...¿cuál es el escándalo?
Publicada el 
Jueves 29 de Enero de 2015 -en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/orlando-parra/145555-la-givolucion 

2015/01/31

#Islam #Yihad Estados Unidos nunca pidió disculpas, ni mucho menos reconoció la matanza de civiles.

La guerra con el Islam radical
NUEVA YORK – El primer ministro francés Manuel Valls no hablaba metafóricamente cuando dijo que Francia está en guerra con el Islam radical. De hecho, hay en marcha una guerra declarada, de la que los atroces ataques terroristas en París fueron parte. Sin embargo, como la mayoría de las guerras, esta no es solo cuestión de religión, fanatismo e ideología. También lo es de geopolítica, y en la geopolítica reside su solución definitiva.
Crímenes como los cometidos en París, Nueva York, Londres y Madrid (incontables ataques a cafés, centros comerciales, autobuses, trenes y clubes nocturnos) son una afrenta a nuestros valores humanos más básicos, ya que suponen el asesinato de inocentes a sangre fría y buscan esparcir el miedo en toda la sociedad. Estamos habituados a decir que son obra de lunáticos y sociópatas, y nos repele la sola idea de que puedan tener una explicación más allá de la demencia de sus perpetradores
Pero en la mayoría de los casos, el terrorismo no es fruto de la demencia, sino un acto de guerra, aunque una guerra librada por débiles, en vez de ejércitos y estados organizados. El terrorismo islámico es un reflejo, incluso una extensión, de las guerras actuales de Medio Oriente. Y con el involucramiento de potencias externas, esas guerras se están convirtiendo en una única guerra regional, que todo el tiempo se transforma, se expande y se vuelve cada vez más violenta.
Desde el punto de vista yihadista (aquel que, por ejemplo, musulmanes estadounidenses o franceses pueden adoptar en campos de entrenamiento en Afganistán, Siria y Yemen) la vida diaria es ultraviolenta. La muerte es cosa de todos los días, y procede a menudo de las bombas, los drones y las tropas de Estados Unidos, Francia y otras potencias occidentales. Sus víctimas suelen ser “daños colaterales” inocentes de ataques occidentales sobre casas, bodas, funerales y asambleas comunitarias.
En Occidente odiamos reconocer (y la mayoría se niega a creer) que nuestros líderes llevan un siglo destruyendo vidas musulmanas como si nada, en incontables guerras y choques militares instigados por la prepotencia occidental. ¿Qué mensaje transmite a los musulmanes la invasión comandada por Estados Unidos a Irak en 2003? Más de 100.000 civiles iraquíes (según un cálculo muy conservador) murieron en una guerra que se basó en afirmaciones totalmente falsas. Estados Unidos nunca pidió disculpas, ni mucho menos reconoció la matanza de civiles.
Pensemos si no en Siria, donde se estima que la guerra civil (impulsada en buena medida por Estados Unidos, Arabia Saudita y otras potencias aliadas) ya dejó 200.000 sirios muertos, 3,7 millones de refugiados y 7,6 millones de desplazados internos. Desde 2011, la CIA y los aliados de Estados Unidos pusieron armas, financiación y entrenamiento para tratar de derribar al presidente Bashar Al Assad. Para Estados Unidos y sus aliados, la guerra es poco más que una batalla a través de intermediarios para debilitar a los protectores de Assad: Irán y Rusia. A los civiles sirios les tocó ser carne de cañón.
Mucho antes de que en Occidente hubiera terrorismo islamista, el Reino Unido, Francia y Estados Unidos apelaban a estratagemas diplomáticas y organizaban golpes de Estado, guerras y operaciones encubiertas en Medio Oriente para afirmar y mantener el control político de Occidente sobre la región. Es una historia sórdida que los historiadores conocen, pero la mayoría de los occidentales ignoran (en buena medida, porque muchas de las intervenciones fueron secretas). Desde la caída del Imperio Otomano, un siglo atrás, las potencias occidentales buscaron controlar Medio Oriente por una variedad de motivos, entre ellos el uso del petróleo, el acceso a rutas marítimas internacionales, la seguridad de Israel y la competencia geopolítica con Rusia en Egipto, Siria, Irak e Irán.
Estados Unidos tiene más de veinte bases militares en seis países de la región (Afganistán, Baréin, Yibuti, los Emiratos Árabes Unidos, Omán y Turquía) e importantes despliegues militares en muchos otros, incluidos Egipto, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita. Washington lleva décadas financiando la violencia; armó y entrenó a los muyahidines en Afganistán para combatir a los soviéticos (con lo que, en la práctica, creó al precursor de Al Qaeda); impulsó la Guerra de Irak e Irán en los ochenta; invadió Irak en 2003; trata de derribar a Assad desde 2011; y en los últimos años, a todo esto agregó sus implacables ataques con drones.
El hecho de que los atentados yihadistas en Occidente sean relativamente recientes (todos ocurrieron más o menos a lo largo de la última generación) indica que son un contragolpe (o al menos, una extensión) de las guerras de Medio Oriente. Con muy pocas excepciones, los países atacados son aquellos que participaron en las operaciones militares occidentales posteriores a 1990 en Afganistán, Irak, Libia y Siria. Los terroristas mismos describen sus acciones en términos políticos, a los que casi nunca prestamos atención; de hecho, es común que sus palabras apenas aparezcan en las noticias. Pero lo cierto es que en casi todos los ataques en Occidente, o contra embajadas y personal occidentales, los terroristas declararon que lo hacían en represalia por la interferencia occidental en Medio Oriente. En París aludieron a las operaciones de Francia en Siria.
Que quede claro: las acciones de Occidente no dan al terrorismo islamista ni pizca de justificación. Señalo esas acciones para explicar cómo ven los terroristas los atentados en Occidente: como la violencia de Medio Oriente llevada a otro frente. Un frente que, en gran medida, creó Occidente, dando armas a sus facciones favoritas, iniciando guerras por intermediarios y segando incontables vidas de civiles.
Para poner fin al terror del Islam radical hay que poner fin a las guerras de Occidente por el control de Medio Oriente. Felizmente, la Era del Petróleo se está terminando. Debemos acelerar la llegada de su fin: la seguridad climática exige que dejemos enterrados la mayor parte de los combustibles fósiles. Además, los otros viejos motivos para la interferencia occidental ya no son válidos. El Reino Unido ya no necesita proteger sus rutas comerciales a la India colonial, y Estados Unidos ya no necesita un cinturón de bases militares para contener a la Unión Soviética.
Es hora de que Occidente deje al mundo árabe gobernarse a sí mismo y elegir su camino sin interferencia militar occidental. Y hay buenos motivos para creer que un Medio Oriente árabe que se autogobierne elegirá sensatamente convertirse en una pacífica encrucijada global de caminos y en un socio para la ciencia, la cultura y el desarrollo.
El mundo árabe ya tuvo ese papel benéfico en el pasado y puede volver a hacerlo. La región está llena de gente talentosa, y su abrumadora mayoría quiere seguir con sus vidas en paz, educar y criar a sus hijos en salud y seguridad, y participar en la sociedad global. Sus objetivos (prosperidad y seguridad humana) son iguales a los nuestros.
Traducción: Esteban Flamini

2015/01/27

JAIME BEDOYA - Discurso

[editado]
Vigésima segunda promoción de bachilleres galanistas
Noviembre 30 de 2014.       .1-

Agradecimientos a todas las personas que nos acompañan en la mesa principal []

Para comenzar esta reflexión diré que 5, 6 ó 7 años más tarde, al recibir el título de médico, ingeniero, abogado, filósofo o lingüista, cada uno de los nuevos bachilleres habrá de recordar el día cuando sus padres lo llevarán por primera vez a la escuela. Los llantos y arrebatos que sufrieron al soltar la mano de su mamá. Se creían morir. Esa primera gran separación por espacio de 3 ó 4 horas fue realmente eterna. Para nosotros era el acontecer normal de la vida escolar. Veníamos acostumbrados a los mismos llantos y dolores pero con niños distintos el año anterior.

Luego la graduación de preescolar, con toga y diploma incluidos porque los padres damos lora de la buena con cada paso que avanzan los hijos. Así es y así debería ser siempre con todos los niños de la tierra puesto que esos actos los hacen sentir muy bien y constituyen los recuerdos del futuro. Fueron transcurriendo los años hasta llegar al bachillerato, la época más bella de la vida porque ahí vinieron las pilatunas a los profesores, los amores furtivos, los desengaños y otra vez la ilusión.

Pasaba y pasaba el tiempo hasta este día soñado, cuando se entremezclan sentimientos encontrados: de una parte la alegría por la culminación de esta etapa tan decisiva en la vida, cuando encontraron en el complejo pajar del examen del ICFES, la llave maestra para ingresar a la educación superior. Pero de otro lado la incertidumbre de saberse más libres, sin la disciplina de alguien que los despierta en la mañana, que les dice hasta qué horas pueden estar fuera de casa, con quién deben relacionarse, el horario de estudio, la respuesta a las tareas del colegio. Etc.

El tener que asumir responsabilidades de orden mayor como trabajar para ayudar a la casa y sobre todo, el sentimiento de soledad que se experimenta al dejar los amigos, los juegos juveniles, los maestros a quienes nos gustaba  quitar la paciencia, los actos culturales, las campañas para la personería, el triunfo y la derrota, el colegio amado testigo mudo de tantos días felices. Todo esto marca huella indeleble.

Para nosotros también hay un sabor agridulce en este acto: De un lado la alegría de volcar a la sociedad un grupo significativo de adolescentes o ciudadanos a quienes echamos en sus alforjas los elementos mínimos necesarios para seguir triunfando.

Cuántas horas de trabajo de sus maestros intentando hilvanar una idea, un concepto suficientemente claro para la transformación de la conducta académica, ética o estética que son los pilares de la formación humana. Cómo hacer más inteligible el teorema de Euclides, las aporías de Platón, dicen los filósofos y matemáticos. Quién hace entender a estos muchachos que el inglés se escribe de una manera y se lee de otra, que las figuras literarias, ayudan a comprender la lectura y que la geografía nos muestra la evolución de la tierra.

En fin, para unos y otros, aplicarse por la senda del conocimiento es duro porque exige consagrarse a él y dar después cuenta, de trabajos, exposiciones y sobre todo, de exámenes, que aunque duros es la mejor forma de comprobar si alguien aprendió algo.
Después de todo ya nos habíamos acostumbrado a ir juntos por la vida y nos duele esta despedida.

Hemos reflexionado a lo largo de las jornadas, sobre la política, la violencia y a paz y conocen el pensamiento del colegio al respecto. La política en Colombia es sucia y en la mayoría de casos está ejercida por avivatos de derecha e izquierda que se lucran de ella, que no piensan en el Bien Común como insignia suprema en el ejercicio de sus cargos y cuando están próximos a salir de los puestos aceitan las maquinarias para que los sucedan personas de sus mismos intereses, sin tener en cuenta las aspiraciones de los ciudadanos.

La violencia es el resultado de siglos de abandono en el que miles de compatriotas viven sin esperanza de una vida mejor. Y aunque las guerrillas desvirtuaron sus ideales de justicia social, las causas por las cuales se levantaron no han desaparecido del todo. Pero necesitamos la paz física, es decir, que no haya secuestros, ni voladuras de torres o poliductos, ni extorsión porque la guerra se come 30 billones de pesos por año y así no será posible obtener desarrollo social.

Si paramos esta guerra, les he repetido siempre, tanto dinero en seguridad irá a los grandes programas de inversión social. Entonces, en el tema de la paz el colegio estará siempre con el presidente, un valeroso que se atrevió a nadar en contra del río de la guerra que muchos sectores reclaman. Y si como consecuencia de pacificar este país se gana el premio nobel, pues bien merecido lo tiene.

De ese dinero ahorrado, han de salir los recursos para la alameda entre Guacarí y la variante Condina que conduce a la nueva sede del colegio Galán y para las grandes obras de infraestructura que requiere Pereira.

Para terminar, gracias a los nuevos bachilleres por aceptar las orientaciones que el colegio les dio. Saben que sin el suave yugo de la disciplina y el orden no es posible avanzar en la consolidación de una sociedad segura, incluyente y humana. El desorden no genera si no caos y violencia.

Gracias a Claudia Valentina Parra Serna, la señorita personera del colegio que supo mantener el equilibrio entre la justa defensa de los derechos de sus electores, para mediar ante mí o ante los profesores y la exigencia a sus compañeros para la observancia de sus deberes. Su papel de mandataria de los estudiantes nunca le hizo perder el compromiso con su proyecto de vida escolar en el cual el estudio y la disciplina fueron pilares de su formación. Hemos dicho que por primera vez ha habido personera en el colegio. Ella fue un ejemplo de madurez, respecto y compromiso. 

Felicitaciones a los estudiantes que fueron aceptados en las diferentes universidades: 30 a la Universidad Tecnológica, 4 a la Nacional, algunos más a diferentes instituciones privadas.

Hoy inauguramos una nueva experiencia consistente  en que hacia el futuro, el orador principal de este acto será un galanista ya graduado de la universidad. Nos acompaña, la doctora Luisa Fernanda Cano Zamora, médica cirujana de la querida Universidad Tecnológica de Pereira, excelente estudiante del colegio y  bachiller de la promoción 2005. Con ello queremos resaltar a nuestros profesionales egresados del colegio y mostrar que los pobres sí podemos alcanzar los resultados académicos que nos propongamos.

Gracias a todos los padres de familia por la confianza en el colegio. Saben que trabajamos para no defraudarlos.

A todos los docentes, porque han sabido combinar bien la vocación con la profesión, prueba de la cual es el ramillete de bachilleres que entregamos a la sociedad.

También gracias a unos y otros por los homenajes de los que he sido objeto con motivo de mi retiro del cargo de rector. []

Jaime Bedoya Medina
Pereira, noviembre 30 de 2014.


2015/01/24

¿Cómo modernizar a Colombia? (del coautor de ¿Por qué fracasan las naciones?)

13 DIC 2014 - 9:00 PM EN http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/modernizar-colombia-articulo-532967 
Notas desde Apartadó y Cartagena

¿Cómo modernizar a Colombia?

El coautor de ‘¿Por qué fracasan las naciones?’ plantea una vía controversial para el posconflicto de este país: en lugar de tratar de solucionar el problema de la tierra, mejor —y más realista— hacerlo con la educación y las oportunidades. Análisis.
Por: James A. Robinson * Especial para El Espectador


¿Cómo modernizar a Colombia?“Existen muchas sociedades exitosas hoy que resolvieron su problema rural ignorándolo y dejándolo marchitar”, dice el profesor de Harvard./ Presidencia
Hoy, cuando escribo estas líneas, he podido observar dos lados de Colombia. Con frecuencia hablo de esa sociedad dual que existe en este país, pero hoy solo una de ellas fue parte de dicha dualidad: la de los campesinos y activistas en Apartadó. La segunda no fue la usual imagen opuesta a la de los campesinos, esa de las élites (tanto la del tuxedo como la del orangután). Esta vez eran jóvenes educados, creativos, nerds, emocionados con sus computadores, en competencia en Cartagena por el diseño de una aplicación (app) para la paz; jóvenes procedentes de ciudades como Manizales, que tienen más en común con jóvenes en los Estados Unidos que con cualquier persona en Apartadó.
¿Cómo es que Colombia se va a modernizar? Bueno, estos jóvenes que vi hoy ya son modernos. Lo que se requiere es que puedan transformar a la sociedad para que sea como ellos. Max Planck, el gran físico alemán, decía que “la ciencia avanza con cada funeral”. Quizá lo mismo sea cierto para las sociedades.
Pero, ¿cómo sería esa transformación posible? Ciertamente no luchando por la tierra o institucionalizando la pobreza en la periferia con la distribución de “40 acres y una mula”.
El Gobierno colombiano está todavía promoviendo la noción de que la solución del problema agrario pasa por la restitución de tierras y la redistribución de baldíos y de tierras mal habidas. De esta manera, crecen las esperanzas de la gente —cuando todos sabemos que esto es en realidad imposible de conseguir— y se aplaza la posibilidad de que la gente tome la decisión de rendirse y hacer algo distinto.
Al mismo tiempo, la redistribución de la tierra no puede ser la forma de resolver los conflictos en Colombia, porque por su naturaleza la reforma agraria es de suma-cero: o la tengo yo y tú no, o al contrario. Nada es más propenso al conflicto.
Colombia será moderna si esos jóvenes nerds superan al campesinado y hacen a la élite tradicional tan innecesaria y anacrónica como llegó a serlo la aristocracia británica. 
- Ejemplos de otras partes
Existen muchas sociedades exitosas hoy que resolvieron su problema rural ignorándolo y dejándolo marchitar. Las sociedades alrededor de las plantaciones de azúcar en las islas de Barbados y Mauricio lo hicieron. Las mismas familias blancas tradicionales siguen siendo dueñas de los cañaduzales, pero la gente entendió que su futuro estaba en otra parte; y lo estaba.
Inglaterra hizo lo propio. En el siglo XVIII, Inglaterra experimentó los cercamientos rurales y un gran desplazamiento de gente desde el campo, gente que obtenía su sustento del suelo que pisaba. El libro Paseos rurales, de William Cobbett, y El trabajador del campo, de John y Barbara Hammond, son reveladores.
La gente se mudaba a las ciudades y pueblos y durante ese siglo se vieron significativos incrementos en la concentración de la tierra. ¿Por qué no hubo una acción política hacia una reforma agraria o la redistribución de las tierras? Porque el futuro estaba en otra parte.
Podríamos pensar incluso en que los Estados Unidos nunca resolvieron el problema agrario en el sur, y el sur finalmente comenzó a equipararse con el resto del país cuando la mayoría de los afroamericanos comenzaron a emigrar en los años cuarenta del siglo pasado.
Alguna vez le pregunté a un político de la isla Mauricio ¿por qué, cuando toda la tierra era propiedad de “les grand blancs” (“los grandes blancos”), no hubo nunca una reforma de tierras? Me respondió: “¿qué futuro hay en cortar caña; usted querría que su hijo fuera un cortero de caña?”.
Si uno quiere hoy ver a “los grandes blancos” tiene que ir a las carreras de caballos en Port Louis una tarde de domingo. Como también sucede en Inglaterra en las carreras de Ascot, en donde la aristocracia observa los caballos y casa a sus hijos e hijas entre ellos mismos.
Una vez uno toma la ruta de pelear por la tierra, corre el riesgo de terminar como en Zimbabue, en conflicto y declive económico. 
- Contra toda lógica
Esto genera una pregunta importante para la situación en Colombia: ¿Por qué es que incluso quienes fueron brutalmente aterrorizados y desposeídos, como los pobladores de El Salado, quieren retornar y reconstruir sus comunidades, aun cuando su tierra ha sido robada? ¿Por qué ven un futuro en “cortar caña”?
Admiro profundamente su valentía, recursividad y la ayuda que obtienen de organizaciones como la Fundación Semana. Pero cuando visité El Salado vi mucha pobreza, un centro de salud cerrado porque los salarios de los empleados no habían sido pagados y estaban en paro. Las bodegas en donde anteriormente se compraba tabaco, el único producto agrícola comercial, se convirtieron en billares. Hay paz pero no hay empleos y hasta donde pude ver hay pocos prospectos, excepto en la tierra que fue robada y que es ahora usada por los ocupantes de “buena fe” (según la Ley de Víctimas), como Cemento Argos. ¿Qué es lo que atrapa a la gente en situaciones como esta?
Obviamente esto es excelente para las élites colombianas. Después de todo, ¿quién va a cortar los racimos de plátano en Apartadó y a trabajar en el baldío adquirido de forma dudosa en Vichada? Y de pronto esto es parte de la historia de la eterna promesa de la reforma agraria: prometerla hasta el cansancio pero nunca hacerla realidad y así la élite obtiene lo mejor de los dos mundos: nunca en realidad va a sacrificar la tierra, pero se mantiene la fuerza de trabajo en el lugar con la esperanza de que la reforma suceda en algún momento.
Mi madre nació en un barrio trabajador llamado South Bank, a orillas del río Tees, en el norte de Inglaterra, y su único objetivo en la vida era salir de allí para nunca más volver. ¿Cómo lo hizo? Entró a la escuela de gramática en Saltburn. ¿En dónde está esta opción en El Salado?
- Una vía alternativa
La educación es un juego de suma positiva: mi proceso educativo no impide el de los demás y la educación no amenaza los intereses directos de nadie. ¿Por qué entonces no hay una discusión sobre educación en La Habana?
Todo esto se basa en que la gente no sólo tenga acceso a educación, sino que también tenga oportunidades. Esta es, en mi opinión, una discusión mucho más provechosa. Sí, existen toneladas de barreras de entrada y de monopolistas en Colombia, pero dudo que esto sea más difícil de solucionar que el problema de la tierra. No subestimo los problemas de la zonas urbanas en Colombia, que ciertamente no son un paraíso. Sin embargo, la pobreza es menor, los servicios públicos y escuelas son mejores, la política es más progresiva y hay muchas más oportunidades. Esa es la real discusión sobre una Colombia moderna.
Un punto final. Bajo ese modelo, ¿cómo se pacifica el campo? Esto no fue un problema en Barbados, Mauricio o incluso Inglaterra. Creo que, como lo entendió Vicente Castaño, se debe usar a la élite para hacerlo. Castaño dijo: “...en Urabá tenemos cultivos de palma de aceite. Yo mismo he persuadido a empresarios para que inviertan en esos proyectos productivos de largo plazo. La idea es que los ricos inviertan en esos proyectos en diferentes zonas del país. Cuando los ricos lleguen allí, las instituciones del Estado vendrán detrás. Infortunadamente, las instituciones estatales solamente participan en estas aventuras cuando los ricos están metidos. Tenemos que llevarlos a todas las esquinas del país y esa es una de las misiones de nuestros comandantes”.
En algún sentido, esto fue lo que hizo Estados Unidos. Creó inmensos incentivos para que los capitalistas sin escrúpulos construyeran vías férreas e infraestructura y permitieran que las sociedades de frontera funcionaran (solamente harían dinero si la gente iba a esos lugares y eso solamente era posible si había paz y servicios).
Una hipótesis simple sobre el ímpetu de paz en Colombia es que de repente la periferia se ha vuelto un valioso recurso natural y la ruta paramilitar para la pacificación terminó teniendo muchos efectos colaterales. Así es que los intereses económicos quieren la paz, de esa manera pueden hacer dinero, para ello quieren aportes del Estado y tienen la influencia suficiente para que todo ello suceda (a lo Vicente Castaño).
- Élites y paz territorial
¿Hay modelos alternativos? Hay uno, ese del alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, cuando habla de la “paz territorial”. En este modelo, aún en desarrollo, habría un rebalance del poder político hacia la periferia y un proceso de movilidad social que obligaría a las instituciones del Estado a funcionar de una mejor forma: logrando que rinda cuentas y que cumpla con la reforma agraria y la provisión de bienes públicos y, finalmente, terminando los conflictos y el vacío de autoridad que ha creado tantos estragos en los últimos 50 años.
Es un muy buen plan, pero ¿es posible implementarlo? No tengo dudas de que la gente se pueda movilizar. Vi a muchas personas llenas de pasión y articuladas en Apartadó. Pero ¿pueden escapar de la sombra del clientelismo y la violencia? Sólo si el Gobierno realmente tiene la capacidad y el deseo de ayudarlos. ¿Y lo tiene?
En la década de 1960, la movilización de campesinos por una reforma agraria con la creación de la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos) fue increíblemente exitosa, pero fracasó porque asustó terriblemente a la élite política colombiana y no tuvo una forma efectiva de interactuar con el Estado para hacerlo funcionar de una mejor forma. Colapsó en una orgía de desilusión y de líderes asesinados. ¿Qué es diferente ahora?
Los colombianos deberían enfrentar la realidad que Vicente Castaño conocía cuando hablaba de la Colombia periférica. La lección de la historia de Inglaterra es que si bien el poder de las élites no puede ser negado, estas sí pueden ser domesticadas y sus energías canalizadas en direcciones socialmente útiles. Esto puede crear un tipo de paz territorial diferente, no tan deseable como la que concibe el comisionado Jaramillo, pero posiblemente más realista. Si el Gobierno quiere que este plan sea real, necesita comprender mejor los obstáculos que enfrenta e imaginar una reorientación dramática en la relación entre la Colombia central y la periférica.
¿Es esto justo y razonable? Probablemente no. Pero la historia no es justa. Miremos a Sudáfrica. Han apostado a poder retirar el estatus de los blancos, pero sin tratar de joder a los blancos para seguir la ruta de Zimbabue. Lo están haciendo con educación, acciones afirmativas y redistribución.
*Deseo agradecer a Tulio Róbinson-Ángel por su ayuda en el trabajo de campo en El Salado. También a la Fundación Semana por su hospitalidad durante nuestra visita a El Salado. 
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¿Y de la Paz Territorial? ¿de la Colombia Rural qué?...(pregunta el coautor de Por qué fracasan los países)

Resaltados, edición y notas del Blogger

“¿Cuál es el plan que ustedes proponen?”, plantea James Robinson a sus críticos

Colombia: ¿esta vez es diferente?

Tras el gran debate que generó su último artículo, el coautor de ‘Por qué fracasan los países’ insiste en discernir el proyecto que resulta viable para la “Colombia que realmente existe”.
Por: James A. Robinson, Especial para El Espectador, Universidad de Harvard



Colombia: ¿esta vez es diferente?Los negociadores del gobierno Humberto de la Calle (C), el general Jorge Enrique Mora (I) y el comisionado Sergio Jaramillo (D) . / AFP
En diciembre 13 (2014) escribí en este diario sobre el futuro de Colombia desde una perspectiva diferente. Esta vez mis reflexiones generaron una gran controversia.(clic aquí para leer el anterior).  Cuando desde Tumaco critiqué al presidente Santos por su aspiración de llevar a Colombia por la “Tercera Vía” nadie se quejó. Pero cuando cuestioné el Santo Grial de la reforma agraria muchos se indignaron. Sin embargo, los temas son los mismos.
Permítanme volver a exponer mi argumento. Por un lado, desde 1961 cuando la Ley 135 fundó el Incora (o incluso desde los años 30) el Gobierno colombiano ha intentado resolver el “problema agrario”. Hoy en día se podría decir con cierta seguridad que la tierra está distribuida de manera más desigual de lo que estaba en ese momento. Por otro lado, hacia el final de la Violencia se observaron considerables reformas educativas. Estoy de acuerdo con mis críticos en que el sistema educativo colombiano está plagado de clientelismo, los fondos son frecuentemente desviados y la calidad promedio de la educación es considerablemente baja frente a los estándares internacionales. Sin embargo, en contraste con el problema agrario, ha habido mejoras sustanciales en el “problema del capital humano”.
Esto no es una coincidencia. Para darle capital humano a alguien no hay que quitarle algo a otra persona. El problema del capital humano es, por naturaleza, menos conflictivo. Por supuesto que hay que evitar que los políticos se roben el dinero, pero este es un problema de segundo orden en comparación con tener que quitarle la tierra a alguien para asignarla a otra persona.
Es muy diciente que hoy en día en Colombia, por ejemplo bajo el gobernador Sergio Fajardo en Antioquia, haya progreso real en educación. ¿En dónde está la analogía agraria de sus parques educativos?
No estoy diciendo que en el tema de tierras no haya habido experiencias exitosas. Por ejemplo, la Ley 70 de 1993 ha sido un importante triunfo democrático y moral para los afrocolombianos en particular y los colombianos de forma más general. ¿Pero quién cree que tal ley pudiera ser aprobada por la legislatura colombiana actual? La Ley 70 fue fruto de una brillante iniciativa política en medio de un momento muy anómalo de crisis nacional cuando la Constitución estaba siendo reescrita. Por lo tanto, no creo que la Ley 70 sea un modelo a seguir para resolver el problema de la reforma rural.
Es posible que la naturaleza intrínsecamente conflictiva de la reforma agraria no sea un argumento convincente por sí mismo. Como muchos de mis críticos señalan, muchos países en la historia reciente, como Corea del Sur o Taiwán, han rediseñado de forma radical la distribución de la tierra generando, potencialmente, efectos positivos (sin embargo, hasta donde tengo conocimiento, esto no ha sido investigado de forma adecuada). Otros países como Estados Unidos y Canadá fueron exitosos económicamente con base en un modelo de economía rural de pequeños terratenientes.
No estoy negando estos hechos. Mi único punto es que Colombia perdió hace varios siglos la oportunidad de ser Estados Unidos o Canadá. Colombia no puede empezar una hoja en blanco y, de hecho, como lo señalé, el desarrollo del sur de Estados Unidos hace esta experiencia aún más compleja de lo que usualmente se argumenta. Las experiencias de Corea del Sur o de Taiwán tampoco son relevantes. Las circunstancias políticas que permitieron que el invasor Kuomintang expropiara a las élites terratenientes en Taiwán o que permitieron al gobierno de Corea del Sur expropiar a los japoneses o sus simpatizantes propietarios de tierra son poco relevantes para Colombia. Una mejor analogía sería el caso de Filipinas, en donde ha habido varios intentos de redistribución de tierra desde 1960 en un contexto de Estado débil y clientelista que ha fallado en generar desarrollo económico o paz.
Todos estos ejemplos apuntan hacia un factor crucial del que Colombia carece: un Estado efectivo. Estados Unidos no sólo pasó la Ley de Asentamientos Rurales en 1862; también entregó títulos de propiedad y los hizo respetar. Colombia tuvo su famosa expansión igualitaria en la frontera de Antioquia, ¿pero quién recibió títulos de propiedad?
De hecho, el caso de Antioquia ilustra de manera brillante el problema con este modelo para Colombia. Allí, con un Estado ausente, incluso un modelo equitativo de distribución de tierra no conlleva a paz y prosperidad. En cambio, es el hogar del paramilitarismo en Colombia y es el departamento con las dos terceras partes de todas las masacres registradas en el país.
Este ejemplo también saca a relucir otro tema que se mencionó en el debate y sobre el cual no estoy convencido: “El origen de los problemas en Colombia es el conflicto sobre la tierra”. La manera de hacer política en Colombia y el Estado débil que ésta ha generado son las raíces de los problemas del país. Los episodios históricos de violencia fueron creados por conflictos políticos, no por problemas en la tenencia de la tierra. (aquí el Blogger discrepa ...es lo uno transfigurado en lo otro...al menos en la violencia de los 40-50) Por supuesto, los conflictos sobre la tierra generan agravios y divisiones que se pueden multiplicar pero muchos otros factores generan descontento y violencia cuando no hay ni ley ni orden. El muy buen libro de Adolfo Atehortúa sobre la historia de Trujillo en el Valle muestra cómo la violencia empezó en una pelea de gallos. (el informe del centro de memoria sobre Trujillo dando click aquí )
Entonces, mi argumento no es que en un universo paralelo no sería muy bueno tener una economía de pequeños terratenientes o una reforma agraria radical que mejorara las cosas. Yo también considero que, económicamente hablando, esto podría ser más productivo y que podría convertir un problema de suma cero en uno de suma positiva. Mi argumento es que en la “Colombia que realmente existe” tal economía y tales políticas son políticamente inviables. Para aquellos que duden de esto, deberían leer detenidamente el reporte publicado recientemente por Amnistía Internacional sobre el fiasco de la restitución de tierras en los últimos dos años y medio (http://www.amnesty.org/en/library/info/AMR23/031/2014/en )
El reporte contiene información sobre cómo, por ejemplo, apenas un poco más de 300 personas han logrado que su tierra sea devuelta; también que muchos de ellos no la han recibido, pues la tierra fue ocupada por personas de “buena fe”, como Cementos Argos; o que ¡el 25% de la tierra restituida en el Meta terminó en manos de una sola persona! Entonces, durante los 10 años que durará la implementación de esta ley solamente alrededor de 1.200 colombianos se beneficiarán. ¿Problema resuelto?.(la versión en español se descarga dando click aquí 
En la columna pasada sostuve que la situación actual representa el mejor de los mundos para la élite colombiana y el peor de los mundos para el resto del país: ausencia de reforma y una fuerza laboral rural atrapada con la promesa de reforma. Con esto no quería insinuar, como algunos lo interpretaron, que se debe fortalecer a esta élite rural. Nada debilitaría más a esta élite que perder el control sobre la fuerza laboral en áreas rurales, pero esto no va a pasar sin que dicha fuerza laboral tenga mejores opciones. Y por esto: educación, educación, educación. Mi sugerencia tampoco pretendía defender el modelo rural de desarrollo de Vicente Castaño. Mi punto al citarlo era señalar que este ya es el modelo de desarrollo rural que impera en Colombia y es uno que se debe enfrentar en lugar de desear que no fuera así. Mi objetivo era simplemente exponer este problema y tratar de pensar en formas prácticas para avanzar. (clic aquí para leer el anterior). Mi sugerencia es menos ambiciosa en comparación con las aspiraciones de otras personas, pero de hecho es bastante esperanzadora dado el desastre que es la “Colombia que realmente existe”.
Por lo tanto, mi argumento no contradice de ninguna manera mis columnas anteriores o lo que expongo en mi libro Por qué fracasan los países. Colombia necesita encontrar una manera práctica para salir de sus instituciones extractivas. Sencillamente estoy presentado evidencia real para promover una idea que ha funcionado en otros lugares. ¿Cuál es el plan que ustedes proponen?
Uno es el de los 529 años, que es lo que estima la Fundación Forjando Futuro va a tomar para que la Unidad de Restitución de Tierras procese todos los reclamos que se han recibido (y sin duda reconocer oficialmente a los ocupantes de “buena fe”). A los Robinson les tomó tres generaciones para llegar de pescadores en Bea Sands, Devon a Harvard vía South Bank, Yorkshire. Nada mal comparado con 529 años.
Pero de pronto lo que describo es el pasado. ¿Ahora en Colombia las cosas son diferentes? Ustedes pueden leer todo esto y decir: “Está bien, entonces lo que Colombia realmente necesita es un proyecto de construcción de Estado que finalmente pueda crear una institución que tenga la capacidad (¿y voluntad?) de crear una nueva Colombia rural”. En las respuestas de mis críticos leí muy poco sobre cómo lograr esto.
Cuando la Ley de Víctimas fue aprobada, un distinguido economista colombiano y servidor público me preguntó: “¿Explícame cómo es que en este país todos se sienten tan satisfechos con ellos mismos cuando pasan una ley que saben que no se puede implementar?” ¿Quién dijo que los economistas no pueden hacer predicciones?
El mensaje central es que este es un problema político. ¿Está la política lo suficientemente madura para que se pueda resolver este problema? Soy escéptico cuando el Gobierno nombra como superministro al abogado del hombre más rico en el país más desigual de América Latina, quien tiene una fortuna parcialmente basada en la antítesis de reforma agraria en Vichada. En Estados Unidos hay una expresión para esto: “Haga usted las cuentas”.
Pero algunos permanecen optimistas. El alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, diría que sí hay esperanza. El acuerdo de paz con las Farc va a crear una ventana de oportunidad para extender el alcance del Estado a lugares en donde antes no ha estado presente, va a crear una nueva forma de hacer política y va a reorganizar la sociedad rural. Jaramillo puede tener razón y si mis críticos quieren imaginar una Colombia diferente a la que describo, deberían entonces apoyar su visión a capa y espada.
Debería ser responsabilidad de estas personas optimistas proponer cómo va a suceder esto. La Ley de Víctimas fue diseñada para fracasar, la estructura institucional simplemente no está ahí. Si la paz territorial del alto comisionado Jaramillo va a ser exitosa, es necesario encontrar una forma de cortar el nudo gordiano de fracasos institucionales, debilidad estatal e intereses que compiten entre sí. ¿Cómo va a suceder esto? ¿Cuál es el plan a poner en marcha? ¿Cuáles son los obstáculos específicos y cuál estructura institucional puede superarlos? Cada uno de nosotros debería hacer una sugerencia que pueda ayudarlo a él a hacer de esta paz territorial una realidad, en vez de sólo desear que ésta existiera.