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2010/04/14

PODER Y OPOSICIÓN (VI)

Por Orlando Parra G.

¿Porqué se insiste en “sorprenderse de que el Partido Liberal se haya mantenido como la tercera fuerza en el senado y la segunda en la cámara, si ha estado en la oposición por ocho años…”? dicen los oráculos santafereños. Perdóneseme pero esto es ignorancia. Ignorancia en torno a cómo funciona el clientelismo en Colombia desde la constitución de 1991.


Los oráculos creen que todo está asociado a quien controla la Presidencia, los ministerios, los grandes institutos nacionales y se les olvidan dos cosas: uno, los micro acuerdos que hacen, precisamente los directores, los gerentes, los ministros etc, en el congreso de la república, muchas veces con actores de esa oposición para avanzar en el trámite de sus iniciativas o “para que dejen de molestar” (recordemos siempre que el poder tiene tres caras: el poder de construir, el de destruir: de “atravesarse” y el de conciliar) entonces, puede que las cúpulas de estos aparatos estatales hayan estado en manos del uribismo, pero “pipetas de oxígeno contractual” si han repartido a casi todos los congresistas, indistintamente de si son oposición o no. Así funciona el estado colombiano lo demás es creer que la luna es de pan de queso.


Pero eso es Santa fé porque en las provincias el tema es aún más sencillo. Los congresistas liberales, duchos en las lides políticas, herederos de una cultura política putrefacta desde antes de 1991, simplemente han negociado alianzas para las alcaldías y gobernaciones: baste el caso de Risaralda donde en la gobernación y en las alcaldías, en general, tienen participación directa en la burocracia estatal local y mucho más extendida a nivel de la enorme contratación estatal que es la que realmente alimenta los bolsillos de los congresistas y sus clientelas. Cabría entonces preguntarse: cuál oposición?, cuál desierto de la oposición?...a veces se nos olvida la enorme capacidad de maniobrar que tienen los colombianos y en la que la vieja casta de profesionales de la política es maestra. Obviamente una cosa es que un o los congresistas liberales tengan capturado (si, el término es medio delincuencial, pero es ese…) al Ministro, o al director o gerente del instituto nacional (porque de la Presidencia se pueden despedir otra vez) y otra cosa es que tengan que retornar al escenario anterior de maniobrar (¿Chantajear?, como lo reconoce el expresidente Gaviria “comprar sus mayorías en cada proyecto (de ley) con puestos y contratos?...se le olvidó agregar: “como en mi gobierno”).


Empero, lo que los oráculos santafereños deberían entender, es que, por eso a los políticos tradicionales, esencialmente, les interesa lo que pase en su feudo parroquial, pues, como se ha demostrado, la clave para su sobrevivencia es lo que pase en sus localidades, y en un segundo medio lejano lugar, lo que pase en Santafé: por ello poco hacen campaña presidencial: prácticamente es lo que haga o deje de hacer el candidato presidencial y su equipo.


Muy seguramente he aprendido a ver las cosas así porque soy escéptico, mucho, pues hago parte de la “generación del desencanto”, la “X” (30-49 años).


Estamos a días de la primera vuelta presidencial y en el escenario hay dos polarizaciones: la ya vieja y desgastada entre Uribistas versus Antiuribistas y la que se abre entre el viejo país y el nuevo país…Creo que el liberalismo, el conservatismo, y posiblemente el Polo se van a fraccionar en la segunda vuelta entre Santos y Mockus/Fajardo…/Peñalosa/Lucho/ pero eso será secundario: estas presidenciales las van a definir los que dejaron de votar o nunca han votado (¿escépticos?) y votarán, precisamente, por todo lo que se diferencie de su, precisamente: odiada política tradicional.