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2020/07/01

SILENCIO…

SILENCIO…

 

¿Te has preguntado cuantos días, incluso semanas, meses o años, pasas sin SILENCIO?

 

El ritmo de nuestra sociedad está lleno, repleto de sonidos: desde el despertador que oímos al levantarnos, ligado a veces a la primera emisora, al programa de TV madrugador, los primeros ruidos de la calle; hasta llegar la noche, nuevamente oyendo TV o música antes de acostarnos.

  

¿En qué momento podemos “aquietarnos”, “calmarnos”, “serenarnos”, en fin, “tranquilizarnos”: si todo el día estamos con nuestra mente agitada no sólo por nuestros pensamientos sino, además, por el ruido?. Estas reflexiones me las hizo, sin decirlas, mi amiga Cece (*) me obligó, sin obligarme, a reflexionar sobre cómo todo el día, aún en nuestra vivienda (vivienda es donde uno, supuestamente “vive”: ¿entonces uno fuera de ella no vive?) no somos capaces de desconectarnos del ruido: casi mecánicamente al llegar a casa, se conecta el TV, sonido, PC y se le pone música y sí, a veces la música relaja, en especial cierta clásica, “nueva era”, pero igual NO nos aquietamos, sigue habiendo más información que procesar, el sólo hecho de colocar música “para” relajarnos nos tensiona: lo mejor es el silencio y uno que otro truco como dedicarse a mirar un punto de la habitación que nos permita pasar a sentir cada parte de nuestro cuerpo, paso a paso, desde la punta de los pies, hasta la de los cabellos para, en verdad, tranquilizarnos.

 

 Pero sí existen posibilidades de tener silencio en el día a día y no es sólo el dormir porque al dormir tampoco paramos el ruido interno, el diálogo interno. Las iglesias son sitios ideales, allí, generalmente el ruido baja a murmullos –cuando algún cura o pastor no la confunde con un festival- son un oasis –aunque prefiero las pequeñas capillas que hay en diversos sitios y donde generalmente no hay nadie: privilegiados aquellos quienes tienen una dentro de su casa…- ello pues cuando se trata de sitios, porque sí hay momentos en los cuales parece haber silencio: las altas horas de la noche, primeras de la madrugada o de las mañanas en días no laborales.

  

¿Por qué o para qué es importante el silencio? para hallarnos, encontrarnos, “oírnos”, pues poco nos oímos: creemos que nos oímos, nos conectamos con nuestros sentimientos, corazones, y los osados u osadas creen que con su alma, cuando esa barrera doble de ruido y pensamiento+pensamiento impide que realmente podamos llegar a esa conexión con nuestra esencia:  sólo superando la barrera del ruido externo y del interno (o bien no pensar, o bien pensar pero seguir) podemos oír nuestra voz interior con más claridad.

  

Tal vez la mejor pregunta es PORQUE NOS DA DIFICULTAD ENTRAR EN EL SILENCIO…y la respuesta sería, POR MIEDO…(no entiendo por qué tienen tanto miedo y se dicen creyentes: ¿SI DIOS ESTÀ CONTIGO A QUE PUEDES TEMERLE? y es un miedo recurrente a la soledad, es como si necesitaras oír una voz humana, una cantante, un locutor, el vecino, o…para sentir que no se está “sólo” y esto es bien dialéctico: solamente en la soledad se supera ese miedo a estar sólo, porque es en la soledad que produce el silencio, el silenciar todos los ruidos externos y especialmente los internos donde entendemos que NO estamos solos porque siempre hay por lo menos tres seres acompañándonos: uno nuestra alma, lo que algunos llaman ese pedazo de Dios que habita dentro de mí, otro nuestro ángel de la guarda, porque todos –si, hasta los “malos”…¿qué es ser malo?- tenemos uno, y otro…algún o algunos seres de luz que está o están a tu lado por alguna razón espiritual. Entonces, aquella anécdota del atracador que cuando ve a la persona pasar “sola” la “ve” con 3 persona más: tal vez no es tan “anécdota” …

 

 PD: Tomada de emocionyespiritu.org Escrita en 2008. Cece es mi esposa desde el 2017. 

 

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