Pero, ¿en qué momento las personas sienten que pueden comenzar a saquear?
Durante esta semana ha sido posible presenciar cómo en medio de edificios en llamas y batallas campales en las calles, hay gente que -sin ninguna vergüenza- entra en una tienda y sale con un televisor pantalla plana bajo el brazo.
Muchos de los saqueadores ni siquiera se han molestado en cubrir sus rostros mientras asaltan licorerías, almacenes deportivos y tiendas de aparatos electrónicos. Otros, incluso, han posado para fotografías que luego publican con orgullo en las redes sociales.
El profesor John Pitts, un criminólogo que asesora a varias autoridades locales de Londres en temas relacionados con jóvenes y pandillas, explica que los saqueos le "otorgan poder inmediato a aquellos que no lo tienen" y eso es "muy contagiante".
Según Pitts, un gran número de jóvenes está involucrado en estos disturbios porque se encuentran en plenas vacaciones escolares y porque las noches en verano son más largas.
"El número de participantes en un motín es muy importante. El panorama cambia cuando los manifestantes sienten que tienen el control. Los disturbios no pueden llevarse a cabo por una sola persona. Una gran multitud sí puede sentir que tiene el dominio al momento de enfrentarse a la policía", asegura.
Tendencias psicópatas
Psicólogos afirman que una persona pierde su identidad moral cuando se encuentra en medio de un grupo grande. Además, la empatía y la culpa -dos cualidades que nos impiden comportarnos como delincuentes- se corroen.
"La moralidad es inversamente proporcional al número de observadores. Cuando estás acompañado de un gran grupo relativamente anónimo, es posible hacer lo que quieras", explica James Thompson, profesor honorario de psicología en la University College de Londres.
"Parte de eso se debe a la seguridad que ofrecen los números. Aunque 20 o 30 personas lideren el disturbio, la presencia de varios cientos de espectadores produce la sensación de que existen menos probabilidades de que te atrapen".
Thompson rechaza la idea de que algunos de los saqueadores sigan la corriente de manera pasiva una vez comenzada la violencia. Insiste en que siempre hay una decisión que tomar.
Ver a la gente salirse con la suya también puede servir como una motivación para que otros comiencen a saquear, dice el psicólogo Lance Workman.
"Los seres humanos son los mejores imitadores del planeta. Tendemos a imitar todo aquello que tiene éxito. Si ves que la gente está saliendo de una tienda con un televisor de alta definición y zapatos deportivos, piensas ¿por qué no hacerlo?".
Workman sostiene que algunos de los participantes pueden adoptar un código moral para ese momento específico. Algo como: "estos ricos tienen cosas que yo no tengo, así que puedo tomarlas".
Sin embargo, "hay pruebas que indican que los líderes de pandillas poseen tendencias psicópatas", dice.
La mentalidad de masa también se pone en práctica en la violencia relacionada con el fútbol.
Tony O'Reilly, exhooligan del Manchester United, asegura que existe una similitud entre los saqueos de esta semana y la violencia en el fútbol en la que participó durante tres décadas.
"Es una emoción de la que cuesta liberarse. El rugido de la multitud, la sensación de que algo está ocurriendo", dice O'Reilly.
Para la mayoría, la motivación es la emoción. Las "cosas gratis" son sólo un bono extra. Sin embargo, no es así para los cabecillas de la mafia que manipulan a las masas para atacar tiendas de alto valor.
O'Reilly recuerda un alboroto en el distrito de Swiss Cottage de Londres, en la década de 1980, cuando aficionados del Manchester United terminaron saqueando una joyería. "La masa no estaba buscando joyas, pero los criminales sí, y la gente los siguió por puro entusiasmo".
"Simple vandalismo"
Para los ciudadanos que respetan las leyes, el hecho de prenderle fuego a un autobús o robar una tienda es simplemente impensable. Sin embargo, los académicos aseguran que los factores socioeconómicos no pueden dejarse fuera de la ecuación.
Paul Bagguley, sociólogo de la Universidad de Leeds, dice que los hombres jóvenes son -por lo general- quienes participan en las confrontaciones con la policía, mientras que los saqueadores tienden a incluir mujeres y niños.
"Es muy probable que una gran cantidad de la gente que está robando las cosas no lo haya hecho antes. Existe la creencia de que en estas situaciones las reglas usuales no se aplican".
Bagguley sostiene que los hechos de esta semana podrían bautizarse como "disturbios de la sociedad de consumo".
"Si estos saqueos se comparan con los ocurridos durante la década los 80, resulta evidente que ahora hay muchas más cosas que se pueden robar con facilidad: aparatos electrónicos portátiles, teléfonos móviles y televisores pantalla plana".
"Para muchos saqueadores es una oportunidad que los lleva a pensar: ¿de qué otra manera podría obtener estas cosas?".
El profesor Pitts recalca que los disturbios son actos complejos que no pueden ser explicados como "simple vandalismo".
Es importante que los jóvenes sean vistos en el contexto de "malestar creciente" debido al desempleo, las oportunidades de educación y las disparidades en los ingresos.
Según Pitts, la mayoría de los manifestantes provienen de estados pobres y no les interesa cumplir las reglas porque no tienen nada que perder.
"No tienen una carrera en que pensar. No forman parte de un colectivo. Viven al margen, molestos y decepcionados, y son capaces de hacer cosas terribles".