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2010/02/21

PODER POLÍTICO III
Orlando Parra G.

Que si pienso que el poder político es una expresión concentrada de la economía…y que, de hecho la guerra (la violencia direccionada) es la continuación de la política por otros medios, y que, por ende, todas las violencias que en Colombia (y el mundo) dicen ser políticas en el fondo sólo defienden intereses económicos…sí, esa es la piedra angular a partir de la cual busco comprender algo del agua putrefacta que veo correr debajo de los puentes.
Entonces, nuestros gobernantes, en el ejecutivo o en el legislativo, esencialmente lo que representan son intereses económicos, muchas veces los directamente relacionados con sus propios bolsillos: si algún día se hiciera un seguimiento no a las necias declaraciones públicas de renta, sino a los tentáculos de testaferratos de la mayoría de nuestros congresistas, ministros y gobernantes, se podrían entender varias cosas: más allá de qué intereses representa la ley 100 o los decretos de la emergencia, casi todas las leyes, decretos, o grandes decisiones de los gobernantes –desde el pueblito hasta el “hegemon” del planeta- está mediada por esos intereses que representan directa o indirectamente: e insisto: es en todas las democracias, especialmente, en las representativas...¿hay alguna democracia “participativa” en el planeta?

Por eso los partidos Colombianos son un mal chiste. Y son prácticamente todos los que tienen alguna real incidencia, pues curiosamente, los que podrían ser considerados partidos políticos: con ideologías, con programas, con militantes, con alguna dirigencia disciplinada, donde los congresistas, o los ocasionales gobernantes obedecen a sus militantes, a sus partidos a sus congresos (y no al revés) son en nuestro país los más pequeños, los que menos influyen. Los demás son sumatorias de egos, sumatorias de personajes, sumatorias de caudillos y sumatorias de intereses económicos por defender. ¿Qué tiene de partido serio aquel congregado alrededor de una camarilla que rodea a un personaje? ¿O la de los partidos o movimientos donde ni siquiera hay camarilla sino un dictador omnímodo? ¿O la de aquel donde los parlamentarios forman la camarilla que luchando contra sus egos intenta ser dizque alternativa? ¿O la del que se forma alrededor de 2,3 caudillos?...Camarillas con clientelas, eso es lo que tenemos en Colombia como la expresión de partidos políticos. Obvio cada caudillo con o sin camarilla defiende unos intereses económicos, intereses legales o ilegales, y sus rivales otros intereses; empero hay poderes económicos tales, que son capaces de influirlos a todos.
Corría el gobierno de Cesar Augusto Gaviria Trujillo, y Rudolf Hommes era su Ministro de Hacienda. Propuso un impuesto sobre la Cerveza. Y, en el debate parlamentario al respecto, jamás olvidaremos la figura del presidente de Bavaria (Grupo Económico Santo Domingo en esa época) parado en las gradas del congreso mirando cómo se desenvolvían sus títeres. Si Mancuso años después dijo que los paras tenían congresitas: los grandes poderes económicos, legales o ilegales, desde hace mucho los han tenido y los tienen. ¿Quién nos gobierna? ¿Quién es el poder real, tras el poder formal, a nivel local, nacional e internacional?. Nuestros Presidentes de la República, en el nivel donde uno supone que, al menos allá, pueden ser algo libres de esas dependencias económicas, son, por el contrario, de los más dependientes: Gaviria fue permeado por el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo; Samper gobernó (se salvó) bajo la égida del grupo Santo Domingo; Pastrana volvió a caer en manos de Sarmiento; Uribe llegó en los hombros del Sindicato Antioqueño (otros dicen que unas igual de poderosas y algo más siniestras…). Esos son los intereses que realmente los eligen y por ende, defienden.

Así las cosas, la democracia Colombiana (y casi todas) es una obra de teatro, unos las protagonizan mejor que otros, pero en el fondo, son los directores económicos los que toman SIEMPRE las decisiones: afortunadamente hay malos actores y peores expectadores… (continuará…)

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