La política: todo sigue igual
Y ahí surge una inquietud con respecto a las maneras como en Pereira se establecen las relaciones de poder: ¿porqué persiste una relación de subordinación del ciudadano y de las instituciones que los representan hacia los políticos?
Un personaje muy conocido de la comarca, simboliza lo anterior, y las relaciones que establece son como de un agregado de finca hacia su patrón. El patrón, por supuesto es el político. A quien se trata no como un ser de este mundo, sino casi que como un Dios humanado al que nunca se le exigen cuentas por lo que hace o deja de hacer, sino que se le rinde una pleitesía absurda.
En ese orden de ideas, sólo los políticos en Pereira parecen tener las respuestas al desarrollo, a la inversión en infraestructura, a lo que hay que hacer para surgir.
¿Sólo ellos tienen respuesta? Por supuesto que son muy importantes para tramitar inquietudes ciudadans y resolver tareas de presupuesto de los recursos estatales. Pero aquí se les da además la condición de ser los únicos que tienen opinión y en cuyas manos se dejan las decisiones.
Mala cosa. Porque como se puede dar con gente preparada, con valores éticos y morales altos, con ideas claras sobre el progreso, con ciudadanos ejemplares, se puede caer en manos de corruptos o ineptos, o lo peor, en un individuo al que le ‘adornen’ estas dos últimas condiciones.
¿Porqué no hay sanción social o política (mediante el voto), para quienes han actuado en contra de los intereses ciudadanos? ¿Porqué en lugar de ello se les sigue premiando? ¿Por temor? Si muchos de esos políticos hubieran hecho lo que les correspondía, la situación social del departamento sería otra.
¿Por qué después de 20 años, no ha habido cambio generacional en la política? ¿Por pereza de unas capas formadas académicamente a hacer parte de lo público y de ser protagonistas de los cambios?
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