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2011/03/03


Thomas L. Friedman

¿Si no es ahora, cuándo?

Por: Thomas L. Friedman
LO QUE ESTÁ OCURRIENDO EN EL mundo árabe hoy es la madre de todas las llamadas de alerta. Y lo que nos está diciendo la voz del otro lado de la línea es tan claro como una campana: "Estados Unidos, construiste tu casa al pie de un volcán. Ese volcán ahora está escupiendo lava desde grietas diferentes y está rugiendo como si fuera a estallar. ¡Mueve tu casa!". En este caso, "mueve tu casa" significa "ponle un alto a tu adicción al petróleo".

Nadie está apoyando con mayor fuerza él éxito de los movimientos por la democracia en el mundo árabe que yo. Sin embargo, incluso si las cosas salen bien, este será un largo y tortuoso camino. Ahora, la acción inteligente a seguir es la imposición de un impuesto de un dólar a la gasolina, que sería introducido gradualmente con cinco centavos de dólar cada mes a partir de 2012, y todo el dinero se destinaría a reducir el déficit. Una legislación sobre un precio mayor por la energía hoy, que entre en vigor en el futuro, anota el economista de Princeton Alan Blinder, dispararía un cambio en las compras e inversión mucho antes de que el impuesto haga efecto. Con un pequeño impuesto a la gasolina podemos tener mayor seguridad económica y estratégica, contribuir a la venta de más Chevy Volts y liberarnos para pugnar abiertamente por valores democráticos en Oriente Medio, sin preocuparnos ya de que eso haría daño a nuestros intereses petroleros. Sí, equivaldría a mayores precios del combustible, pero los precios están subiendo de cualquier forma, amigos. Capturemos una parte de eso para nosotros.

Ya es hora. Durante los últimos 50 años, Estados Unidos (y Europa y Asia) ha tratado a Oriente Medio como si simplemente fuera una serie de grandes gasolineras: estación saudita, estación Irán, estación Kuwait, estación Irak, estación Emiratos Árabes Unidos, etcétera. Nuestro mensaje hacia la región ha sido en verdad consistente: “Amigos (sólo hablábamos con hombres), este es el trato: mantengan abiertas sus bombas, bajos sus precios del petróleo, no molesten mucho a los israelíes y, en lo que a nosotros respecta, pueden hacer lo que quieran allá lejos. Pueden privar a su pueblo de cualquier derecho civil que les plazca. Pueden participar en toda la corrupción que deseen. Pueden predicar cualquier intolerancia que quieran desde sus mezquitas. Pueden imprimir en sus periódicos cualquier teoría conspirativa que les venga en gana sobre nosotros. Pueden mantener a sus mujeres tan analfabetas como quieran. Pueden crear cualquier gran economía de tipo asistencialista, sin capacidad alguna para la innovación, que se les antoje. Pueden darle una educación inferior a su juventud tanto como quieran. Tan sólo mantengan abiertas sus bombas, bajos los precios del petróleo, no molesten mucho a los judíos y pueden hacer lo que les dé la gana por allá”.

Esa actitud fue lo que permitió que el mundo árabe se aislara de la historia a lo largo de los últimos 50 años, que fuera gobernado por décadas por los mismos reyes y dictadores. Bien, la historia ya volvió. La combinación del aumento en los precios de la comida, enormes masas de jóvenes desempleados y redes sociales que están permitiendo a esos jóvenes organizarse en contra de sus dirigentes está rompiendo todas las barreras del miedo que mantuvieron en el poder a estas cleptocracias.

Pero, abróchense sus cinturones. Esto no va a ser un paseo de placer, ya que la tapa está reventando sobre una región entera con instituciones frágiles, escasa actividad social y prácticamente nada de tradiciones democráticas o cultura innovadora. El Informe de la ONU sobre Desarrollo Humano en Árabes de 2002 nos advirtió sobre todo eso, pero la Liga Árabe se aseguró de que ese informe fuera pasado por alto en el mundo árabe, en tanto Occidente se hizo el de la vista gorda. Sin embargo, ese informe —compilado por un grupo de intelectuales árabes encabezados por Nader Fergany, estadístico egipcio— fue profético. Amerita una nueva lectura hoy día a fin de apreciar el grado justo de dificultad que tendrá esta transición.

El informe aseguraba que el mundo árabe está sufriendo tres grandes déficits: déficit de educación, déficit de libertad y déficit de poder para sus mujeres. Un sumario del informe, publicado en el Middle East Quarterly en el otoño de 2002, detallaba la evidencia clave: el producto interno bruto de todo el mundo árabe tomado en conjunto era menor que el de España. La inversión per cápita en educación en países árabes registró una caída de 20% en comparación con la de países industrializados en 1980, quedando en 10% a mediados de los 90. En cuanto al número de publicaciones científicas por unidad poblacional, la producción promedio del mundo árabe por cada millón de habitantes equivalió a casi 2% de la registrada por cualquier país industrializado.

Cuando se compiló dicho informe, el mundo árabe traducía aproximadamente 330 libros al año, una quinta parte de los que traduce Grecia. En los índices de la Freedom House, los países árabes tuvieron el menor puntaje entre siete regiones del mundo en cuanto a libertad hacia finales de los 90. En los albores del siglo XXI, el mundo árabe tenía más de 60 millones de adultos analfabetas, que en su mayoría eran mujeres. Yemen podría ser el primer país del mundo que se quede sin agua en 10 años.

Esta es la “estabilidad” protegida que todos estos dictadores suministraron: la estabilidad de sociedades congeladas en el tiempo.

Para ellos y para el mundo, sería enormemente beneficioso ver a los movimientos árabes por la democracia en Egipto y otras partes teniendo éxito en la modernización de sus países. Nosotros debemos hacer lo que podamos por ayudarles. Sin embargo, nadie debería hacerse ilusiones con respecto al grado de dificultad y las convulsiones que generará el regreso de los árabes a la historia. Vamos a apoyarlo, sin interponernos en el camino.

* Columnista de The New York Times, ganó su tercer Premio Pullitzer a comentarios editoriales en 2002.

Publicada en la edición impresa del 27 de Febrero del 2011: http://www.elespectador.com/impreso/columna-253407-si-no-ahora-cuando

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