2008/12/06

Los siete déficits mortales: Joseph Stiglitz
23/11/08
Illustration: Guy Billout en http://www.motherjones.com/news/feature/2008/11/the-seven-deadly-deficits.html

Cuando el president George W. Bush asumió el cargo, el grueso de losdescontentos con unas elecciones robadas se consolaron con esta idea:dado nuestro sistema de controles y equilibrios políticos, ¿cuántodañó puede hacer? Ahora lo sabemos: mucho más de lo que podíanimaginar los peores pesimistas. Desde la guerra de Irak hasta elcolapso de los mercados crediticios, las pérdidas financieras apenasresultan concebibles. Y detrás esas pérdidas aún hay que contar lasoportunidades perdidas, todavía mayores.
Tomados de consuno los dineros despilfarrados en la guerra, losdineros despilfarrados en un esquema inmobiliario piramidal queempobreció a los más y enriqueció a unos pocos y los dineros que seesfumaron con la recesión, el hiato entre lo que podríamos haberproducido y lo que realmente produjimos fácilmente rebasará el billóny medio de dólares. Piensen lo que habría podido hacerse con esa sumapara proporcionar asistencia sanitaria a quienes carecen de seguromédico, para mejorar nuestro sistema educativo, para desarrollartecnologías verdes… La lista es infinita.
Y el verdadero coste de las oportunidades perdidas es todavía mayor.Piensen en la guerra. Están, para empezar, los fondos directamenteasignados a ella por el gobierno (unos 12 mil millones de dólaresmensuales, y eso aceptando las estimaciones confundentes de laadministración Bush). Pero es que son mucho mayores todavía, como hadocumentado en su libro La guerra de los tres billones de dólaresLinda Bilmes, de la Kennedy School, los costes indirectos: lasremuneraciones que han dejado de ganar los heridos o los muertos o laactividad económica desplazada (de, pongamos por caso, gastar enhospitales norteamericanos a gastar en empresas nepalesas deseguridad). Esos factores sociales y macroeconómicos podrían llegar amontar más de 2 billones de dólares en el cómputo total de los costesde la guerra.
Pero hay un haz de luz en esos negros nubarrones. Si logramos zafarnosde la pesadumbre, si conseguimos pensar más cuidadosa y menosideológicamente sobre la manera de robustecer nuestra economía y hacerde la nuestra una sociedad mejor, tal vez podamos adelantar algo en elplanteamiento y solución de los enconados problemas que venimosarrastrando.
El déficit de valores.- Uno de los puntos fuertes de Norteamérica essu diversidad, y siempre ha habido una diversidad de puntos de vistaincluso respecto de nuestros principios fundamentales (la presunciónde inocencia, el mandato de habeas corpus, el imperio de la ley). Pero–o eso creíamos, al menos— quienes discrepaban de esos principiosconstituían una pequeña franja marginal, fácilmente ignorable. Ahorahemos aprendido que esa franja no es tan minúscula y que, entre susmiembros, se cuentan el actual presidente y los dirigentes de supartido. Y esa división en los valores no podía haber llegado en peormomento. Percatarse de que podríamos tener menos en común de lo quepensábamos puede dificultar la resolución de problemas que tenemos queencarar juntos.
El déficit climático.- Con ayuda de cómplices como ExxonMobil, Bushtrató de persuadir a los norteamericanos de que el calentamientoglobal era una ficción. No lo es, y hasta la administración haterminado por admitirlo. Pero no hicimos nada durante ocho años, y losEEUU contaminan más que nunca; un retraso que pagaremos carísimo.
El déficit de igualdad.- En el pasado, aun si los que estaban abajorecibían pocos, si alguno, de los beneficios de la expansióneconómica, la vida se percibía como un sorteo equitativa. Lashistorias de quienes se hacían a sí mismos eran parte de las señas deidentidad norteamericanas. Pero la vieja promesa de Horatio Alger suena hoy falsa. La movilidad ascendente se ha hecho cada vez másdifícil. Las crecientes divisiones de ingreso y de riqueza han sidoreforzadas por una legislación fiscal que premia a los afortunados enla azarienta lotería de la globalización. Destruida aquellapercepción, será todavía más difícil encontrar una causa común.
El déficit de responsabilidad.- Los reyezuelos del mundo financieroestadounidense justificaban sus astronómicas remuneraciones apelando asu pretendido ingenio para generar grandes beneficios, supuestamentederramados sobre el país entero. Ahora, los reyes andan desnudos. No supieron gestionar el riesgo; antes bien, sus acciones exacerbaron elriesgo. El capital no fue correctamente asignado; se malgastaroncentenares de miles de millones, un nivel de ineficiencia mucho mayorque el que la gente se ha acostumbrado a atribuir al Estado. Sinembargo, los reyezuelos se largaron con centenares de millones dedólares de los contribuyentes, de los trabajadores, y el conjunto dela economía tuvo que pagar la cuenta.
El déficit comercial.- En el curso de la pasada década, el país havenido tomando préstamos a gran escala en el extranjero: sólo en 2007,unos 739 mil millones de dólares. No es difícil descubrir por qué: conun gobierno incurriendo en enormes deudas y unos hogaresnorteamericanos sin apenas capacidad de ahorro, no había otro sitiodonde pedir. Los EEUU han estado viviendo de dinero y de tiempoprestados, y ha llegado la hora del vencimiento. Acostumbrábamos a darlecciones de buena política económica a los demás. Ahora los demás separten de risa a nuestras espaldas, y de cuando en cuando, hasta nosdan lecciones. Hemos tenido que ir a mendigar a los fondos soberanosde riqueza (la riqueza excedente que otros gobiernos han acumulado yque pueden invertir fuera de sus fronteras). Retrocedemos ante la ideade que nuestro gobierno se haga con un banco, pero parecemos aceptarde grado la idea de que los gobiernos extranjeros puedan convertirseen accionistas de referencia de algunos de nuestros bancos másemblemáticos, instituciones cruciales para nuestra economía. (Tancruciales, en efecto, que hemos dado un cheque en blanco a nuestroTesoro para rescatarlas.)
El déficit fiscal.- Gracias, en parte, a un gasto militardesapoderado, en sólo ocho años nuestra deuda nacional se haincrementado en dos tercios, pasando de 5,7 billones a más de 9,5billones de dólares. Pero, por espectaculares que resulten, esosnúmeros subestiman por mucho las verdaderas dimensiones del problema.Aún tienen que presentarse a cobro muchas facturas de la Guerra deIrak, incluidas las que incorporan los costes de asistencia a losveteranos heridos, y esas facturas podrían representar unos 600 milmillones de dólares. El déficit federal de este año probablementeañadirá otro medio billón a la deuda nacional. Y todo eso, sin contarcon los dineros desembolsados por la Seguridad Social y por Medicarepara asistir a los baby boomers.
El déficit de inversión.- Las cuentas del Estado son distintas de lascuentas del sector privado. Una empresa que tome dinero prestado pararealizar una buena inversión verá su balance contable mejorado, y susejecutivos serán aplaudidos. Pero en el sector público no hay balancecontable, y por lo mismo, demasiada gente se centra miopemente en eldéficit. En realidad, las inversiones públicas sabias proporcionanretornos mucho más elevados que la tasa de interés que el Estado pagapor su deuda; a largo plazo, las inversiones ayudan a reducir losdéficits. Recortar esas inversiones es proceder al modo del ahorradorde salvado y desperdiciador de harina, como pudo verse con los diquesde Nueva Orleáns y con los puentes de Mineápolis.***
Más allá de la simple incompetencia, hay dos posible hipótesis paraexplicar por qué los republicanos prestaron tan poca atención a lacreciente debacle presupuestaria. La primera es, sencillamente, queconfiaron en la teoría económica del lado de la oferta, en la creenciade que, de uno u otro modo, la economía crecería tanto con unosimpuestos bajos, que los déficits serían efímeros. Esa idea se harevelado como lo que es, una ilusión fantasiosa.
La segunda hipótesis es que, permitiendo un déficit cada vez máshinchado, Bush y sus aliados esperaban forzar una reducción del tamañodel Estado. Lo cierto es que la situación fiscal ha llegado a cobrarunas proporciones tan alarmantes, que muchos demócratas responsablesestán comenzando ahora a hacerles el juego a los republicanosempecinados en "asfixiar a la bestia pública", y llaman a un drásticorecorte del gasto público. Pero, preocupados como están los demócrataspor parecer demasiado tibios en materia de seguridad –y por lo mismo,resueltos a considerar sacrosanto el presupuesto militar—, resultaharto difícil recortar gastos sin cercenar las inversiones másimportantes para resolver la crisis.La tarea más perentoria del nuevo presidente será restaurar el vigorde la economía. Dado el volumen de nuestra deuda nacional, esparticularmente importante cumplir esa tarea de manera que semaximicen los resultados de cada dólar gastado, al tiempo que se atacaal menos uno de los déficits capitales. Los recortes fiscalesfuncionan –si funcionan— incrementando el consumo, pero el problema deNorteamérica es que padece un atracón de consumo; prolongar el atracónno hará sino posponer la solución de los problemas más profundos. Amedida que los ingresos se desploman, los estados y los municipiostendrán que hacer frente a restricciones presupuestarias, y a menosque se haga algo, se verán obligados a recortar el gasto, lo que nohará sino ahondar en el declive. A nivel federal, necesitamos gastarmás, no menos. Hay que reconfigurar la economía para adaptarse a lasnuevas realidades (incluido el calentamiento global). Necesitaremosmás trenes de alta velocidad y plantas energéticas más eficientes.Esos gastos estimulan la economía, al tiempo que sientan las basespara un crecimiento sostenible a largo plazo.Sólo hay dos formas de financiar esas inversiones: aumentar losimpuestos o recortar otros gastos. Los norteamericanos de ingresosaltos pueden perfectamente permitirse pagar más impuestos, y muchospaíses europeos han triunfado, no a pesar de tener una fiscalidadelevada, sino precisamente por tenerla: es lo que les ha permitidoinvertir y competir en un mundo globalizado.
Huelga decir que habrá resistencia al aumento de impuestos, de maneraque el foco de atención se moverá hacia los recortes. Pero nuestrosgastos sociales son ya tan esqueléticos, que hay poco que ahorrar. Enrealidad, descollamos entre las naciones industrializadas avanzadaspor lo inadecuado de nuestras protecciones sociales. Los problemas,por ejemplo, del sistema de asistencia sanitaria en los EEUU saltan ala vista: resolverlos no es sólo cuestión de mayor justicia social,sino también de mayor eficiencia económica. (Unos trabajadores mássanos son unos trabajadores más productivos.) Y eso deja sólo un áreaeconómica importante disponible para recortar gastos: la defensa.Nuestros gastos representan la mitad de los gastos militaresmundiales, con un 42% de los dólares del contribuyente que sedestinan, directa o indirectamente, a defensa. Incluso los gastosmilitares no bélicos se han disparado. Con tanto dinero gastado enarmamento inútil contra enemigos que no existen hay mucho margen paraincrementar la seguridad, al tiempo que se recortan los gastos endefensa.
La buena nueva en todo este horizonte de malas noticias económicas esque nos estamos viendo obligados a morigerar nuestro consumo material.Si lo hacemos de forma adecuada, eso ayudará a mitigar elcalentamiento global, y acaso contribuirá también a despertar laconsciencia de que un mayor nivel de vida también es más ocio, no sólomás bienes materiales.Las leyes de la naturaleza y las leyes económicas son implacables, yno perdonan. Podemos abusar de nuestro medio ambiente, pero sólo porun tiempo. Podemos gastar por encima de nuestros medios, pero sólo porun tiempo. Podemos gorronear a cuenta de nuestras inversiones pasadas,pero sólo por un tiempo. Ni siquiera el país más rico del mundo puedeignorar las leyes de la naturaleza y las leyes económicas, si no es endaño propio.
Joseph Stiglitz es profesor en la Universidad de Columbia, ganador delPremio Nobel de Economía en 2001 y coautor de The Three Trilliondollar War.



LA VERSION EN INGLES EN



http://www.motherjones.com/news/feature/2008/11/the-seven-deadly-deficits.html







The Seven Deadly Deficits
NEWS: What the Bush years really cost us, and how President Obama can get the economy back on track.
By Joseph E. Stiglitz
November/December 2008 Issue




When president George W. Bush assumed office, most of those disgruntled about the stolen election contented themselves with this thought: Given our system of checks and balances, given the gridlock in Washington, how much damage could be done? Now we know: far more than the worst pessimists could have imagined. From the war in Iraq to the collapse of the credit markets, the financial losses are difficult to fathom. And behind those losses lie even greater missed opportunities.
Put it all together—the money squandered on the war, the money wasted on a housing pyramid scheme that impoverished the nation and enriched a few, and the money lost because of the recession—and the gap between what we could have produced and what we did produce will easily exceed $1.5 trillion. Think what that kind of money could have done to provide health care for the uninsured, to improve our education system, to build green technology...The list is endless.
And the true cost of our missed opportunities is likely even greater. Consider the war: First there are the funds directly allocated to it by the government (an estimated $12 billion a month even according to the misleading accounting of the Bush administration). Much larger, as the Kennedy School's Linda Bilmes and I documented in The Three Trillion Dollar War, are the indirect costs: the salaries not earned by those wounded or killed, the economic activity displaced (from, say, spending on American hospitals to spending on Nepalese security contractors). Such social and macroeconomic factors may account for more than $2 trillion of the war's overall cost.
There is a silver lining in these clouds. If we can pull ourselves out of the malaise, if we can think more carefully and less ideologically about how to make our economy stronger and our society better, perhaps we can make progress in addressing some of our long-festering problems. As a road map for where to begin, consider the seven major shortfalls the Bush administration leaves behind.
the values deficit: One of the strengths of America is its diversity, and there has always been a diversity of views even on our fundamental principles—innocent until proven guilty, the writ of habeas corpus, the rule of law. But (so we thought) those who disagreed with these principles were a fringe, easily ignored. We have now learned that the fringe is not so small and includes among its numbers the president and leaders of his party. And this division of values could not have come at a worse time. The realization that we may have less in common than we thought may make it difficult to solve the problems we must address together.
the climate deficit: With the help of corporate accomplices such as ExxonMobil, Bush tried to persuade Americans that global warming was fiction. It is not, and even the administration has finally admitted as much. But for eight years we did nothing, and America pollutes more than ever—a delay that will cost us dearly.
the equality deficit: In the past, even if those at the bottom saw little or any of the gains from economic expansion, life was viewed as a fair lottery. Up-by-your-bootstraps stories are part of America's sense of identity. But today, the promise of the Horatio Alger legend rings false. Upward mobility is becoming increasingly difficult. Growing divisions in income and wealth are reinforced by a tax code that rewards those who have lucked out in the globalization sweepstakes. As that realization sinks in, it will be even harder to find common cause.
the accountability deficit: The moguls of American finance justified their astronomical compensation by their ingenuity and the great benefits it supposedly bestowed upon the country. Now the emperors have been shown to have no clothes. They did not know how to manage risk; rather, their actions exacerbated risk. Capital was not well allocated; hundreds of billions were misspent, a level of inefficiency much greater than what people typically attribute to government. Yet the moguls walked away with hundreds of millions of dollars while taxpayers, workers, and the economy as a whole were stuck with the tab.
the trade deficit: Over the past decade, the nation has been borrowing massively abroad—some $739 billion in 2007 alone. And it is easy to see why: With the government running up huge debts, and with Americans' household savings close to zero, there was nowhere else to turn. America has been living on borrowed money and borrowed time, and the day of reckoning had to come. We used to lecture others about what good economic policy meant. Now they are laughing behind our backs, and even occasionally lecturing us. We've had to go begging to the sovereign wealth funds—the excess wealth that other governments have accumulated and can invest outside their borders. We recoil at the idea of our government running a bank. But we seem to accept the notion of foreign governments owning a major share in some of our iconic American banks, institutions that are critical to our economy. (So critical, in fact, we have given the Treasury a blank check to bail them out.)
the budget deficit: Thanks in part to runaway military spending, in just eight short years our national debt has increased by two-thirds, from $5.7 trillion to more than $9.5 trillion. But as dramatic as they are, these numbers vastly understate the problem. Many of the Iraq War bills, including the cost of benefits for injured veterans, have not yet come due, and they could amount to more than $600 billion. The federal deficit this year is likely to add up to another half-trillion to the nation's debt. And all this is before the Social Security and Medicare bills for the baby boomers.
the investment deficit: Government accounting is different from that in the private sector. A firm that borrows to make a good investment will see its balance sheet improved, and its leaders will be applauded. But in the public sector there is no balance sheet, and as a result, too many of us focus too narrowly on the deficit. In reality, wise government investments yield returns far higher than the interest rate the government pays on its debt; in the long run, investments help reduce deficits. To cut them is penny-wise but pound-foolish, as New Orleans' levees and Minneapolis' bridge attest.
There are two hypotheses (besides simple incompetence) about why Republicans paid so little attention to the growing budget shortfall. The first is that they simply trusted in supply-side economics—believing that, somehow, the economy would grow so much better with lower taxes that deficits would be ephemeral. That notion has been shown for the fantasy that it is.
The second theory is that by letting the budget deficit balloon, Bush and his allies hoped to force a reduction in the size of government. Indeed, the fiscal situation has grown so scary that many responsible Democrats are now playing into the hands of these "starve the beast" Republicans and calling for drastic cuts in expenditures. But with Democrats worrying about appearing soft on security—and therefore treating the military budget as sacrosanct—it is hard to cut spending without slashing the investments most important to solving the crisis.
The most urgent task for the new president will be to restore the economy's strength. Given our national debt, it is especially important to do that in ways that maximize the bang for our buck and help address at least one of the major deficits. Tax cuts work—if they work—by increasing consumption, but America's problem is that we have been on a consumption binge; prolonging that binge just postpones dealing with the deeper problems. States and localities are about to face real budget constraints as tax revenues plummet, and unless something is done, they will be forced to cut spending, deepening the downturn. At the federal level, we need to spend more, not less. The economy must be reconfigured to reflect new realities—including global warming. We will need fast trains and more efficient power plants. Such expenditures stimulate the economy while providing the foundation for long-term sustainable growth.
There are only two ways to pay for these investments: raise taxes or cut other expenditures. Upper-income Americans can well afford to pay higher taxes, and many countries in Europe have succeeded because of, not despite, high tax rates—rates that have enabled them to invest and compete in a globalized world.
But needless to say, there will be resistance to tax increases, and so the focus will shift to cuts. But our social expenditures are already so bare-bones that there is little to spare. Indeed, we stand out among the advanced industrial countries in the inadequacy of social protection. The problems with America's health care system, for example, are well recognized; fixing them means not only greater social justice, but greater economic efficiency. (Healthier workers are more productive workers.) That leaves but one major area in which to cut—defense. We account for half of all the world's military expenditures, with 42 percent of tax dollars spent directly or indirectly on defense. Even nonwar military expenditures have soared. With so much money spent on weapons that don't work against enemies that don't exist, there is ample room to increase security at the same time that we cut defense expenditures.
The good news about today's bad economic news is that we're being forced to curb our material consumption. If we do it in the right way, it will help limit global warming and may even force the realization that a truly high standard of living might entail more leisure, not just more material goods.
The laws of nature and the laws of economics are unforgiving. We can abuse our environment, but only for a while. We can spend beyond our means, but only for a while. We can free ride on the investments made in the past, but only for a while. Even the richest country in the world ignores the laws of nature and the laws of economics at its peril.
Nobel Prize-winning economist Joseph E. Stiglitz is the coauthor of The Three Trillion Dollar War.Guy Billout has done illustrations for dozens of publications and many children's books.
Illustration: Guy Billout

2008/11/20


Aumenta La Población Mal Alimentada En E.U.

http://www.portafolio.com.co/archivo/documento/MAM-3195119
Los hogares bajo la llamada línea de pobreza pasaron de 11,1 millones en el 2000, a 13 millones en el 2007, periodo en el cual la población aumentó de 273 millones a 297 millones de habitantes. De esa forma el índice de pobreza subió de 10,5 por ciento a 11,1 por ciento, en los 7 años contabilizados.
Según la encuesta sobre seguridad alimentaria que realiza el Departamento de Agricultura, dentro de los hogares de bajos ingresos, un total de 4,7 millones de familias enfrentan severa limitación en su dieta nutricional. En promedio una familia típica estadounidense gasta 42,5 dólares a la semana por persona, en su consumo de alimentos; pero los más pobres apenas gastan en promedio 32,5 dólares, por persona.
Lo anterior ocurre no obstante el amplio cubrimiento del programa alimentario del Gobierno que atiende 26 millones de personas, con un presupuesto que el ultimo año superó los 33.000 millones de dólares y que representa en promedio un gasto de 96 dólares por persona al mes, los cuales se otorgan como un subsidio directo en efectivo. El programa de almuerzos escolares atiende a 31 millones de estudiantes en promedio al día, que asisten a un total de 100.000 escuelas públicas, de los cuales la mitad reciben el menú gratis. También hay subsidios a embarazadas y niños menores de 5 años.
11,1 por ciento es el actual índice de pobreza de los ciudadanos de Estados Unidos


Población de escasos recursos en E.U. está mal alimentada, reveló Departamento de Agricultura

en http://www.portafolio.com.co/internacional/euycanada/2008-11-19/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_PORTA-4672589.html
Aunque está dotada con prácticamente todos los servicios básicos, muchos de ellos están subalimentados, según las estadísticas sobre inseguridad alimentaria que lleva el Gobierno desde 1995.
Los hogares bajo la llamada línea de pobreza pasaron de 11,1 millones en el 2000, a 13 millones en el 2007, periodo en el cual la población aumentó de 273 millones a 297 millones de habitantes. De esa forma el índice de pobreza subió de 10,5 por ciento a 11,1 por ciento, en los 7 años contabilizados.Según la encuesta sobre seguridad alimentaria que realiza el Departamento de Agricultura, dentro de los hogares de bajos ingresos, un total de 4,7 millones de familias enfrentan severa limitación en su dieta nutricional. En promedio una familia típica estadounidense gasta 42,5 dólares a la semana por persona, en su consumo de alimentos; pero los más pobres apenas gastan en promedio 32,5 dólares por persona.Lo anterior ocurre no obstante el amplio cubrimiento del programa alimentario del Gobierno, que atiende 26 millones de personas, con un presupuesto que el último año superó los 33.000 millones de dólares y que representa en promedio un gasto de 96 dólares por persona al mes, los cuales se otorgan como un subsidio directo en efectivo. El programa de almuerzos escolares atiende a 31 millones de estudiantes en promedio al día, que asisten a un total de 100.000 escuelas públicas de primaria y bachillerato, de los cuales la mitad recibe el menú gratis. También hay subsidios a embarazadas, gestantes y niños menores de 5 años.
Germán Duque / Especial para PORTAFOLIO

2008/11/17

2008/11/16


Casos aislados (Vergüenza Nacional 4)

imagen de: ttp://www.elespectador.com/opinion/caricaturista/garzon/imagen-cartones-de-garzon-18



Amén del reciente retiro de 27 militares (3 generales, 17 oficiales y 7 suboficiales) por su responsabilidad (acción u omisión) en la desaparición y ejecución de civiles, cabe recordar algunos otros “casos aislados” semejantes que han sido reseñados por la prensa sólo entre junio y octubre de 2008:
— Capitán del Ejército confiesa participación en el asesinato de ocho personas, entre ellas tres niños, el 21 de febrero de 2008 en San José de Apartado (El Tiempo, 2 de agosto).
— Cabo del Ejército condenado por secuestro y violación de niña de cinco anos (El Tiempo, 16 de agosto).
— Condenan a tres militares a 18 años de cárcel por crimen de indígenas a quienes reportaron luego como muertos en enfrentamiento (El Tiempo, 30 de agosto).
— Comandante de las Fuerzas Especiales del Ejército y tres oficiales más son destituidos por la Procuraduría General de la Nación por asesinato de tres sindicalistas en un lugar cerca de Saravena (El Tiempo, 3 de septiembre).
— Condenado a cuarenta años de cárcel sargento del Ejército por la muerte de cuatro indígenas (El Tiempo, 6 de septiembre).
— De enero a septiembre de 2008, 1.248 hombres de las Fuerzas Armadas —entre ellos alrededor de 30 oficiales— han sido retirados por líos judiciales y disciplinarios. La Procuraduría y la Fiscalía tienen bajo investigación a 3.546 uniformados (El Tiempo, 15 de septiembre).
— Capturan a cuatro militares por homicidio de agricultor en 2006 (El Tiempo, 18 de septiembre).
— Dos militares pagarán 40 años de cárcel por secuestro y homicidio de dos ex guerrilleros del Eln (El Tiempo, 20 de septiembre).
— Hay 750 investigaciones a militares por ejecuciones extrajudiciales: han sido acusados 180 y condenados 50 (Semana, 29 de septiembre).
— La Procuraduría abre pliego de cargos contra capitán del Ejército y cuatro militares más por la muerte de Gustavo Zuleta en julio de 2006, quien fue presentado como miembro de ‘Los Machos’ cuando en realidad murió en estado de indefensión (El Tiempo, 14 de octubre).
— De acuerdo con estadísticas cruzadas de la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía y la Procuraduría, en lo que va corrido de 2008 cien personas han sido reportadas como desaparecidas en nueve departamentos, personas que han sido luego señaladas por el Ejército como muertas en combate (El Tiempo, 15 de octubre).
— Según la Fiscalía, 1.015 personas han sido asesinadas y presentadas como muertas en combate por las Fuerzas Militares. 728 miembros de las Fuerzas Militares están vinculados a procesos por falsos positivos y 42 han sido ya condenados (El Espectador, 30 de octubre).
Ignacio Escobar Uribe. Bogotá

2008/11/15


CONOCES A:

la red, la www, es, también, para esto, para superar los mecanismos tradicionales -Y CONTROLADOS- de difusión o de comercialización, es la promesa de una democracia global...

por ello

CONOCES A TRICKY -musica-

No? da click aquí
y si te gusta...
ya sabes Ares...y etc...
Breve historia del portatil...aunque en Colombia, aún es futuro...

LA PUTA, LA SICARIA Y LA MONJA
apartes de éste texto (2005) que recoge tres historias de vida elaborado por el autor
dando click en Beharbidasoa.org
(Ong española de solidaridad internacional)
ó aquí

2008/11/14


LA PAZ EN COLOMBIA

Por Fidel Castro

2008

Editoria Polìtica





EPÍLOGO
LAS realidades objetivas de las que habló Belisario Betancur
condujeron a Pastrana a lo que sin duda no deseaba cuando
asumió su período de cuatro años como presidente de Colombia
entre 1998 y 2002.
Estados Unidos no es amigo de los pueblos de América Latina.
Durante más de un siglo y medio intervino en sus asuntos internos,
les arrebató territorios, saqueó sus recursos naturales, agredió
su cultura, les impuso el intercambio desigual, saboteó los intentos
unitarios desde la época de la independencia, promovió los conflictos
entre nuestros países, explotó las grandes diferencias en el seno
de nuestras sociedades. Las naciones de América Latina han sufrido
olas de inflación y crisis económica mientras otras partes del
mundo se desarrollaban. A pesar de las emigraciones, el número de
los que padecían pobreza extrema se elevaba, y también el número
de niños obligados a pedir limosnas en las grandes urbes.
Durante los últimos 50 años, los golpes militares y las tiranías
sangrientas, promovidos por Estados Unidos, han significado cientos
de miles de desaparecidos, torturados y asesinados en Centro
y Suramérica. En las escuelas militares de ese país se han formado
los golpistas y torturadores.
A pesar de la gravedad del crimen cometido contra el pueblo
de Estados Unidos por la acción terrorista perpetrada en Nueva York
el 11 de septiembre de 2001 —en la que para nada se toma en
cuenta la responsabilidad por negligencia del Presidente y las deficiencias
de los cuerpos de seguridad de su gobierno—, no se justificaba
el apoyo a la guerra declarada por Bush contra “60 o más
oscuros rincones del mundo”, entre los que pueden ser incluidos los
países latinoamericanos.

Pastrana, que tantas veces se reunió con el jefe guerrillero, sin
duda podía comprobar la diferencia entre la sinceridad de Marulanda
y el cinismo de Bush. Son hechos absolutamente contradictorios
la paz con Bush y la guerra contra Marulanda.
El problema de las drogas, que hoy constituye un azote para los
pueblos de América Latina, en realidad fue originado por su enorme
demanda en Estados Unidos, cuyas autoridades nunca se decidieron
a combatirlo con energía, mientras asignaban esa tarea únicamente
a los países donde la pobreza y el subdesarrollo impulsaban
a masas de campesinos a cultivar la hoja de coca o la amapola en
vez de café, cacao y otros productos subvalorados en el mercado
de Estados Unidos.
No en balde Raúl Reyes le contó a Arbesú que el Departamento
de Estado hizo contacto con las FARC, interesado en su colaboración
para luchar contra las drogas. “Era lo único que les interesaba”
—dijo Reyes. ¡Para solicitarle tal “cooperación” las FARC no
eran terroristas!, podemos añadir nosotros.
Marulanda era partidario de la sustitución de esos cultivos acompañada
de programas sociales y compensaciones económicas. Con
gran realismo, no veía otra forma de liquidarlos.
Así lo hizo Cuba con los cultivos ilícitos cuando triunfó la Revolución.
Durante muchos meses, en las montañas ni siquiera sabíamos
cómo era una planta de marihuana. Los pocos que la cultivaban eran
los más astutos en filtrarse de un lado a otro de las líneas enemigas.
Algunos extremistas nuestros querían comenzar a juzgar a los responsables.
Yo recomendé esperar el fin de la guerra. Así se erradicaron
tales cultivos, aunque no existía, desde luego, el grave y complejo
problema actual de Colombia.
Raúl Reyes y Manuel Marulanda ya no viven. Murieron en
la lucha. Uno, por ataque directo con nuevas tecnologías desarrolladas
por los yanquis; el otro, por causa natural.
Yo discrepaba con el jefe de las FARC por el ritmo que asignaba
al proceso revolucionario de Colombia, su idea de guerra excesivamente
prolongada. Su concepción de crear primero un ejército
de más de 30 000 hombres, desde mi punto de vista, no era correcta
ni financiable para el propósito de derrotar a las fuerzas adversarias

de tierra en una guerra irregular. Hizo cosas extraordinarias con
unidades guerrilleras que, bajo su dirección personal, penetraban en
la profundidad del terreno enemigo. Cuando alguien fallaba en el cumplimiento
de una misión parecida, estaba listo siempre para demostrar
que era posible. En cierta ocasión, estuvo dos años recorriendo
la mitad de Colombia con una unidad de 40 hombres.
Las FARC, por sus concepciones operativas, nunca cercaron
ni obligaron a la rendición a batallones completos con el apoyo de
artillería, unidades blindadas y fuerza aérea a su favor, experiencia
que nosotros llegamos a conocer y así vencer unidades aun mayores
de sus tropas élites. No ocurrió así con las FARC, pese a la
enorme calidad de sus combatientes.
Es conocida mi oposición a cargar con los prisioneros de
guerra, a aplicar políticas que los humillen o someterlos a las durísimas
condiciones de la selva. De ese modo nunca rendirían las
armas, aunque el combate estuviera perdido. Tampoco estaba de
acuerdo con la captura y retención de civiles ajenos a la guerra.
Debo añadir que los prisioneros y rehenes les restan capacidad de
maniobra a los combatientes. Admiro, sin embargo, la firmeza revolucionaria
que mostró Marulanda y su disposición a luchar hasta la
última gota de sangre.
La idea de rendirse nunca pasó por la mente de ninguno de los
que desarrollamos la lucha guerrillera en nuestra patria. Por eso
declaré en una Reflexión que jamás un luchador verdaderamente
revolucionario debía deponer las armas. Así pensaba hace más de
55 años. Así pienso hoy.
Invertí más de 400 horas de intenso trabajo en este esfuerzo.
Lo revisé cuidadosamente bajo el impacto de los huracanes que
golpearon con extrema violencia a Cuba. Me satisfizo hacerlo. Aprendí
mucho. He cumplido mi promesa.
Fidel Castro Ruz
Septiembre 16 de 2008
3 y 15 p.m
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Versión en Ingles (translate.google.com)
EPILOGUE THE objective realities of speaking Belisario Betancur Pastrana led to what certainly did not want when took up his four-year term as president of Colombia between 1998 and 2002. America is no friend of the peoples of Latin America. For over a century and a half intervened in its internal affairs, they wrested territory, plundered its natural resources, assaulted their culture, imposed unequal exchange, sabotaged attempts unit since the time of independence, promoted conflicts between our countries, blew the big differences within of our societies. The nations of Latin America have suffered waves of inflation and economic crisis while other parts of developed world. Despite the emigration, the number of those suffering from extreme poverty rose, and also the number children forced to seek alms in big cities. Over the past 50 years, military coups and tyrannies Bloody, promoted by the United States, have meant hundreds of thousands of disappeared, tortured and murdered in Central and South America. In military schools in this country have been trained the coup and torturers. Despite the seriousness of the crime committed against the people U.S. perpetrated by the terrorist action in New York The Sept. 11, 2001, in which nothing is taken for has the responsibility for negligence and shortcomings of the President of the security forces of their government, was not justified support for the war declared by Bush against "60 or more dark corners of the world ", which may be including Latin American countries. Pastrana, who so often met with the guerrilla leader, without certainly could see the difference between the sincerity of Marulanda and the cynicism of Bush. They are absolutely contradictory facts peace with Bush and the war against Marulanda. The drug problem, which today is a scourge for Peoples of Latin America, was actually caused by their huge Demand in the United States, whose authorities are never decided to fight it vigorously, while assigned that task alone to countries where poverty and underdevelopment pushed to masses of peasants to grow coca or poppy in Instead of coffee, cocoa and other products on the market undervalued U.S.. Not in vain Raul Reyes told him that the Department Arbesú State made contact with the FARC, interested in their collaboration to combat drugs. "It was all they were interested" "Said Reyes. To ask such "cooperation" not the FARC were terrorists!, us we can add. Marulanda was in favor of replacing those crops together of social programs and economic compensation. With great realism, he saw no other way to settle. It did so with Cuba illicit crops when the revolution triumphed. For many months, in the mountains or even knew how it was a marijuana plant. The few that were cultivated the most cunning in filtered from side to side of enemy lines. Some extremists wanted our start to prosecute those responsible. I recommend waiting for the end of the war. So were eradicated such crops, although there was, of course, the serious and complex current problem of Colombia. Raul Reyes and Manuel Marulanda no longer live. Died in the struggle. One, by direct attack with new technologies developed by the Yankees, the other by natural causes. I disagreed with the head of the FARC at the pace it attached the revolutionary process in Colombia, his idea of excessive warfare prolonged. His first design to create an army over 30 000 men, from my point of view, was not correct nor affordable for the purpose of defeating the opposing forces of land in an irregular warfare. Did extraordinary things with guerrilla units under his personal direction, entering the depth of enemy ground. When someone failed in meeting a similar mission, he was always ready to demonstrate that was possible. On one occasion, spent two years touring half of Colombia with a unit of 40 men. The FARC, for its operational concepts, never closed or forced to surrender a full battalion with support from artillery, armored units and air force in its favor, experience we got to know well and win even more units of its elite troops. Not the case with the FARC, despite the tremendous quality of their fighters. My opposition is known to be charged with the prisoners of War, to implement policies that humiliate or subjecting them to harsh conditions of the jungle. Thus the never surrender weapons, although the battle was lost. Nor was According to the arrest and detention of civilians outside the war. I should add that prisoners and hostages them less capacity maneuver to the fighters. I admire, however, the firm revolutionary showed that Marulanda and his willingness to fight to the last drop of blood. The idea of giving up never went through the minds of any of the we develop the guerrilla struggle in our homeland. Therefore I stated in a reflection that never really a fighter revolutionary should lay down their arms. Well thought over 55. So I think today. Invested more than 400 hours of intensive work in this effort. We carefully checked under the impact of hurricanes beaten with extreme violence to Cuba. I was pleased to do so. I learned a lot. I have fulfilled my promise. Fidel Castro Ruz September 16, 2008 3 and 15 p.m.
Versión en Frances (translate.google.com)
EPILOGUE L'objectif de parler des réalités Belisario Betancur Pastrana a conduit à ce qui n'a certainement pas voulu lors de a pris son mandat de quatre ans en tant que président de la Colombie entre 1998 et 2002. L'Amérique est pas un ami des peuples de l'Amérique latine. Depuis plus d'un siècle et demi, est intervenu dans ses affaires intérieures, ils ont arraché le territoire, pillé ses ressources naturelles, agressé leur culture, échange inégal imposé, saboté les tentatives unité depuis l'époque de l'indépendance, la promotion des conflits entre nos deux pays, a fait sauter les grandes différences au sein de de nos sociétés. Les nations d'Amérique latine ont subi vagues de l'inflation et de crise économique, tandis que d'autres parties du monde développé. En dépit de l'émigration, le nombre de ceux qui souffrent de l'extrême pauvreté a augmenté, et aussi le nombre des enfants obligés de chercher l'aumône dans les grandes villes. Au cours des 50 dernières années, des coups d'Etat militaires et des tyrannies Bloody, promue par les États-Unis, ont fait des centaines de milliers de disparus, torturés et assassinés dans la centrale et en Amérique du Sud. Dans les écoles militaires dans ce pays ont été formés le coup et les tortionnaires. En dépit de la gravité du crime commis contre le peuple États-Unis perpétrés par les actions terroristes à New York Le 11 septembre 2001, dans laquelle rien n'est pris pour a la responsabilité de la négligence et les faiblesses du Président des forces de sécurité de leur gouvernement, n'était pas justifiée soutien pour la guerre déclarée par Bush contre "60 ou plus coins sombres du monde ", qui inclura mai Pays d'Amérique latine. Pastrana, qui si souvent rencontré le chef de la guérilla, sans certainement pu voir la différence entre la sincérité de Marulanda et le cynisme de Bush. Ils sont absolument contradictoires des faits Bush à la paix et la guerre contre Marulanda. Le problème de la drogue, qui est aujourd'hui un fléau pour les Peuples de l'Amérique latine, a été effectivement causé par leur énorme Demande aux États-Unis, dont les pouvoirs ne sont jamais décidé à combattre vigoureusement, alors que cette mission seul vers des pays où la pauvreté et le sous-poussé aux masses des paysans à cultiver la coca ou du pavot en Au lieu du café, du cacao et autres produits sur le marché sous - États-Unis. Non en vain Raul Reyes lui a dit que le Département Arbesú État a pris contact avec les FARC, à leur collaboration de lutte contre la drogue. "Il est d'autant qu'ils étaient intéressés" "Saïd Reyes. Pour poser ces «coopération» de ne pas les FARC étaient des terroristes!, nous, nous ajouter mai. Marulanda a été en faveur du remplacement de ces cultures ainsi programs sociaux et économiques de compensation. Avec grand réalisme, il ne voit pas d'autre moyen de régler. Elle l'a fait avec Cuba, les cultures illicites lors de la révolution a triomphé. Pendant de nombreux mois, dans les montagnes ou même savait comment elle a été une usine de marijuana. Les rares qui ont été cultivées le plus rusé dans filtré de part et d'autre de lignes ennemies. Certains extrémistes voulaient notre départ pour poursuivre les responsables. Je recommande d'attendre la fin de la guerre. Ainsi, ont été éliminés ces cultures, bien qu'il y ait eu, bien sûr, les graves et complexes problème actuel de la Colombie. Raul Reyes, Manuel Marulanda et ne vivent plus. Mort à la lutte. Un, par une attaque avec de nouvelles technologies mises au point par les Yankees, l'autre par des causes naturelles. Je désaccord avec le chef des FARC au rythme qu'il attache le processus révolutionnaire en Colombie, son idée de la guerre trop prolongée. Son premier dessin ou modèle pour créer une armée plus de 30 000 hommes, de mon point de vue, n'est pas correcte ni abordables dans le but de vaincre les forces de la terre dans une guerre irrégulière. Avez des choses extraordinaires avec unités de guérilla, sous sa direction personnelle, d'entrer la profondeur du terrain ennemi. Quand quelqu'un n'a pas de réunion une mission semblable, il était toujours prêt à démontrer cela est possible. À une occasion, a passé deux ans en tournée la moitié de la Colombie avec une unité de 40 hommes. Les FARC, quant à lui des concepts opérationnels, jamais fermé ou forcés de renoncer à un bataillon complet avec le soutien de l'artillerie, des unités blindées et de l'armée de l'air en sa faveur, l'expérience nous sommes arrivés à bien connaître et de gagner encore plus d'unités de ses troupes d'élite. Pas le cas avec les FARC, en dépit de la formidable qualité de leurs combattants. Mon opposition est connu pour être chargé avec les prisonniers de Guerre, à mettre en œuvre des politiques que d'humilier ou de les soumettre à rude conditions de la jungle. Ainsi, la remise jamais d'armes, bien que la bataille a été perdue. Ni a été Conformément à l'arrestation et la détention de civils à l'extérieur de la guerre. Je tiens à ajouter que les prisonniers et les otages moins de capacité manœuvre pour les combattants. Je l'admire, toutefois, l'entreprise révolutionnaire a montré que Marulanda et de sa volonté de lutte à la dernière goutte de sang. L'idée d'abandonner ne sont jamais allés à travers l'esprit de l'un quelconque des nous développons la lutte de guérilla dans notre patrie. Par conséquent Je l'indiquais dans une réflexion qui n'a jamais vraiment un combattant révolutionnaire doit déposer les armes. Eh bien pensée plus 55. Alors, je pense aujourd'hui. Investi plus de 400 heures de travail intensif dans cet effort. Nous avons soigneusement vérifié sous l'impact des ouragans battu avec une extrême violence à Cuba. J'ai été heureux de le faire. J'ai appris beaucoup. J'ai rempli ma promesse. Fidel Castro Ruz 16 septembre 2008 3 et 15 h

2008/11/05

INFORME DE AMNISTIA INTERNACIONAL SOBRE COLOMBIA 2008

República de Colombia
Jefe del Estado y del gobierno: Álvaro Uribe Vélez
Pena de muerte: abolicionista para todos los delitos
Población: 47 millones
Esperanza de vida: 72,3 años
Mortalidad infantil (<5 años) (h/m): 30/26 por cada 1.000
Población adulta alfabetizada: 92,8 por ciento


La persistencia del conflicto entre paramilitares respaldados por el ejército, grupos guerrilleros y fuerzas de seguridad tuvo como consecuencia graves abusos contra los derechos humanos, especialmente en algunas regiones y áreas rurales. Todas las partes implicadas en el conflicto, que se prolongaba desde hacía 40 años, cometieron violaciones del derecho internacional humanitario, como crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, murieron menos civiles que en años recientes. Persistían los secuestros, y los grupos guerrilleros fueron responsables de la mayor parte de los relacionados con el conflicto, si bien se recibieron menos informes de casos que en años anteriores. El homicidio en junio de 11 rehenes cautivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) provocó la condena general y renovadas peticiones para que las FARC liberasen a todos sus rehenes. Continuaron produciéndose ataques contra defensores y defensoras de los derechos humanos, así como contra activistas de la sociedad civil; de la mayoría de esas agresiones se culpó a grupos paramilitares.
Los grupos paramilitares mataron a menos personas que en años anteriores. Sin embargo, aumentaron los informes sobre homicidios de civiles a manos de las fuerzas de seguridad. Los grupos paramilitares siguieron activos en muchas partes del país pese a su supuesta desmovilización. También aumentó el número de personas que se vieron obligadas a huir de sus hogares a causa del conflicto. Se culpó a las FARC de muchos de los homicidios de candidatos en la campaña electoral de los comicios locales de octubre.
Se realizaron algunos progresos en varias investigaciones destacadas sobre abusos contra los derechos humanos, aunque la impunidad siguió siendo motivo de honda preocupación. Aproximadamente 40 miembros del Congreso aparecieron implicados en las investigaciones judiciales que continuaban indagando los vínculos entre autoridades estatales y grupos paramilitares. A cambio de una reducción en las penas de prisión, varios líderes paramilitares «desmovilizados» prestaron declaración ante tribunales especiales sobre su implicación en violaciones de los derechos humanos y sus vínculos con las fuerzas de seguridad.
Homicidios cometidos por las fuerzas de seguridad
Según los informes, los miembros de las fuerzas de seguridad ejecutaron extrajudicialmente al menos a 280 personas en el periodo de 12 meses concluido en junio de 2007. Los militares a menudo presentaban a sus víctimas, en su mayoría campesinos, como «guerrilleros muertos en combate». La mayoría de los homicidios se remitían al sistema de justicia militar, que habitualmente procedía al archivo de tales casos sin realizar ningún intento genuino de hacer rendir cuentas a los responsables.
El 22 de abril, soldados de la XVI Brigada del ejército irrumpieron en el domicilio de Ernesto Cruz Guevara en el municipio de Aguazul, departamento de Casanare, y lo interrogaron en relación con actividades guerrilleras. Antes de marcharse, los soldados dijeron a su esposa que se lo llevaban a la oficina local de la Fiscalía General de la Nación. La familia de Ernesto Cruz identificó posteriormente su cuerpo sin vida; el ejército dijo que era un guerrillero muerto en combate.
En junio, el Ministerio de Defensa Nacional expidió la Directiva Permanente No. 10, que reiteraba que las ejecuciones extrajudiciales eran una violación del derecho a la vida.

Grupos paramilitares
El gobierno aseguró que se había desmovilizado a más de 31.000 combatientes y que ya no había paramilitares activos. Las autoridades atribuyeron la continuada violencia a bandas criminales dedicadas al narcotráfico. Si bien es verdad que determinados grupos paramilitares se habían transformado en bandas criminales relacionadas con las drogas y que cierta violencia estaba vinculada a disputas entre esos grupos, había claros indicios de que los grupos paramilitares tradicionales seguían operando en muchas partes del país con nombres nuevos, como los «Águilas Negras» y la «Organización Nueva Generación». Continuó habiendo informes sobre connivencia entre paramilitares y fuerzas de seguridad.
La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia, de la Organización de los Estados Americanos, publicó en febrero su octavo informe trimestral, donde afirmaba que había identificado 22 nuevas estructuras compuestas por aproximadamente 3.000 integrantes, aunque otras fuentes sugirieron que la cifra era muy superior. En el periodo de 12 meses concluido en junio de 2007, al menos 230 homicidios de civiles se atribuyeron a los paramilitares, ya fuera actuando por su cuenta o en connivencia con fuerzas de seguridad.
El 23 de febrero, Alba Milena Gómez Quintero y su hijo Miguel Antonio, de 18 años de edad, viajaban en un taxi por la carretera que comunica San Juan de Arama con Granada, en el departamento del Meta. Dos presuntos paramilitares los sacaron del vehículo, en un lugar situado entre dos controles del ejército, y los mataron. Según los informes, Alba Milena Gómez había presentado una demanda formal contra el ejército, pues, según denunciaba, la habían acusado falsamente de ser una auxiliar de la guerrilla.
Omisión de la verdad sobre los abusos de los paramilitares
Sólo un 10 por ciento aproximadamente de los más de 31.000 paramilitares desmovilizados reunían los requisitos necesarios para acogerse a las disposiciones de la Ley de Justicia y Paz, conforme a la cual, quienes dejaran las armas podían beneficiarse de penas de prisión considerablemente reducidas a cambio de confesar violaciones de derechos humanos y otorgar reparación a sus víctimas. En cualquier caso, el proceso discurría con lentitud, dado que sólo se disponía de unas 20 unidades de investigación para ocuparse de miles de casos.
Gracias a las confesiones de algunos dirigentes paramilitares se conoció cierta información sobre las personas a las que habían matado, pero los datos sobre la identidad de sus víctimas y el paradero de sus cadáveres siguieron siendo muy vagos. Entre 2006 y el final de 2007 se exhumaron más de 1.100 cuerpos de numerosas fosas comunes, aunque muchas de ellas se descubrieron gracias a la información proporcionada por paramilitares sin rango y al margen del proceso de la Ley de Justicia y Paz. La gran mayoría de los cadáveres seguían sin ser identificados. Aún estaban sin delimitarse la mayor parte de los al menos cuatro millones de hectáreas de tierra que se calculaba que los paramilitares habían robado. Muy pocas tierras se habían devuelto a sus legítimos propietarios.
La mayoría de los paramilitares eludieron ser sometidos a investigación efectiva gracias al Decreto 128 y a la Ley 782, que concedían amnistía de facto a quienes no estuvieran siendo investigados por abusos contra los derechos humanos y admitieran ser miembros de grupos paramilitares, delito conocido como «concierto para delinquir». En julio, sin embargo, la Corte Suprema de Justicia resolvió que la pertenencia a grupos paramilitares no era un crimen político y que, como tal, no le eran aplicables amnistías. Esta resolución dejó a unos 19.000 paramilitares en un limbo legal.
Según parece, los paramilitares mataron a varias víctimas y a quienes las representaban en el proceso de la Ley de Justicia y Paz.
Hombres armados no identificados mataron el 7 de febrero en el municipio de Apartadó, departamento de Antioquia, a Carmen Cecilia Santana Romaña, representante de víctimas que solicitaban la devolución de sus tierras y su derecho a participar en las vistas del proceso de la Ley de Justicia y Paz.
Unos hombres armados de los que se sospechaba que estaban relacionados con los paramilitares mataron a tiros el 31 de enero en Montería, departamento de Córdoba, a Yolanda Izquierdo, representante de sobrevivientes y ella misma también sobreviviente, en la vista del proceso de la Ley de Justicia y Paz sobre el líder paramilitar Salvatore Mancuso.
Escándalo «para-político»
La Corte Suprema de Justicia sometió a investigación a más de 40 legisladores por su presunta relación con los paramilitares; casi la mitad se encontraban detenidos al finalizar el año. En diciembre, uno de ellos, Erik Morris, fue condenado a seis años de prisión. Centenares más de autoridades del Estado, entre ellas gobernadores, alcaldes y miembros de las fuerzas de seguridad, estaban siendo sometidos a investigación por la Fiscalía General de la Nación y la Procuraduría General de la Nación. En noviembre, a causa de sus vínculos con los paramilitares, la Procuraduría General inhabilitó para empleo o cargo público durante 18 años a Jorge Noguera, ex director del Departamento de Seguridad Administrativa. Según los informes, varios magistrados de la Corte Suprema que investigaban el escándalo, y sus familias, recibieron amenazas.
Impunidad
La impunidad seguía siendo la norma en la mayoría de los casos de abusos contra los derechos humanos. Aunque se registraron algunos progresos en varios casos emblemáticos, en otros muchos no hubo avance alguno en la determinación de responsabilidades en la cadena de mando.
En noviembre, un capitán del ejército fue detenido por su papel en la matanza de ocho personas de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, municipio de Apartadó, departamento de Antioquia, en febrero de 2005. La Fiscalía General de la Nación aseguró que los homicidios habían sido perpetrados por el ejército en connivencia con los paramilitares. En febrero, la Fiscalía General había anunciado que estaba investigando a 69 soldados por esos homicidios. Desde 1997 habían muerto de forma violenta más de 160 miembros de la Comunidad de Paz.
En noviembre se hizo público que un equipo de la Fiscalía General de la Nación había reabierto las investigaciones sobre 294 de los miles de homicidios de miembros de la formación política de izquierdas Unión Patriótica que habían tenido lugar desde 1985. Se creía que los paramilitares y las fuerzas de seguridad habían sido responsables de la mayoría de estos homicidios.
En octubre, el ex ministro de Justicia y senador Alberto Santofimio fue condenado a 24 años de cárcel en relación con el homicidio del candidato presidencial Luis Carlos Galán, cometido en 1989.
En septiembre, tres miembros de la fuerza aérea fueron condenados por un juez civil a seis años de arresto domiciliario por lo que se describió en el fallo como homicidio accidental de 17 personas en Santo Domingo, municipio de Tame, departamento de Arauca, en 1998. El sistema de justicia militar había absuelto con anterioridad a los tres hombres con el argumento de que las muertes se habían producido por la explosión de un camión que pertenecía a la guerrilla. En el fallo de septiembre se concluía que la causa de los homicidios había sido una bomba de racimo lanzada desde un helicóptero de la fuerza aérea.
En agosto, cuatro miembros del ejército y un civil fueron condenados a 40 años de prisión por el homicidio de tres sindicalistas en el municipio de Saravena, departamento de Arauca, en agosto de 2004. El ejército había asegurado que se trataba de guerrilleros muertos en combate.
En julio, el coronel retirado del ejército Alfonso Plazas Vega fue detenido por su participación en la desaparición forzada de 11 personas durante el asalto del ejército al Palacio de Justicia de Bogotá en noviembre de 1985. La operación se llevó a cabo tras haber sido ocupado el edificio por guerrilleros del M-19, que tomaron como rehenes a quienes había en el interior. Más de un centenar de personas murieron durante el asalto del ejército, entre ellas 12 magistrados de la Corte Suprema. En septiembre, el fiscal general Mario Iguarán dijo que había claros indicios de que muchos de los que luego desaparecieron estaban vivos al salir del edificio.
Grupos guerrilleros
Las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) siguieron cometiendo abusos contra los derechos humanos y graves y reiteradas violaciones del derecho internacional humanitario, como el homicidio de civiles y la toma de rehenes. Más de 210 homicidios de civiles se atribuyeron a los grupos guerrilleros en el periodo de 12 meses concluido en junio de 2007.
Según los informes, el ELN mató el 14 de marzo a cuatro personas en San Joaquín, municipio de Mercaderes, departamento del Cauca.
Al parecer, las FARC mataron el 1 de enero a cuatro personas en el municipio de Yarumal, departamento de Antioquia. Al menos dos de las víctimas eran dirigentes comunitarios.
Parte de la población del departamento de Arauca huyó de sus hogares a causa de las escaramuzas armadas y del homicidio selectivo de civiles derivados del continuado conflicto entre las FARC y el ELN. Entre las víctimas había dirigentes sociales y comunitarios a los que cada bando acusaba de apoyar al otro.
Las FARC siguieron teniendo en su punto de mira a personas que desempeñaban cargos designados por elección, y al parecer fueron también responsables de la mayor parte de los 29 homicidios de aspirantes a cargos municipales que se cometieron durante la campaña para las elecciones locales celebradas el 28 de octubre.
Entre el 7 y el 10 de julio se dio muerte a cuatro titulares de alcaldías y concejalías de los departamentos de Caquetá, Chocó y Valle del Cauca.
Seguía siendo generalizado el uso de minas terrestres antipersonal por parte de los grupos guerrilleros. En 2007 murieron por su causa más de 180 civiles y miembros de las fuerzas de seguridad (que seguían siendo las principales víctimas de esos artefactos), y 680 personas resultaron heridas.
Los días 14 y 15 de julio murieron en el municipio de Ricaurte, departamento de Nariño, cinco miembros de la comunidad indígena awá, entre ellos dos niños, a causa de minas terrestres antipersonal colocadas, según los informes, por las FARC.
En agosto quedaron suspendidas las conversaciones preliminares de paz entre gobierno y ELN por desacuerdos sobre las condiciones para el alto el fuego.
Secuestros y toma de rehenes
Fue generalizada la condena del homicidio, ocurrido en circunstancias inciertas el 18 de junio, de 11 de los 12 diputados de la Asamblea Departamental del Valle del Cauca que habían sido secuestrados por las FARC en abril de 2002. Las FARC aseguraron que las muertes se habían producido en el fuego cruzado de un combate con un grupo armado no identificado, pero las autoridades pusieron esta versión en duda.
La comunidad internacional se implicó cada vez más en las conversaciones sobre el intercambio de presos de las FARC por rehenes en manos del grupo guerrillero tras autorizar el presidente Uribe la puesta en libertad en junio de Rodrigo Granda, «representante diplomático» de las FARC, y la excarcelación simultánea de más de un centenar de presos sentenciados de las FARC. El presidente Uribe autorizó al presidente venezolano, Hugo Chávez, a mediar para tratar de alcanzar un acuerdo, y en noviembre se celebró en Caracas una reunión entre el presidente Chávez y dirigentes de las FARC. Sin embargo, ese mismo mes, el presidente Uribe dio por terminado el papel mediador de Venezuela debido a que, según los informes, el presidente Chávez se había puesto en contacto con el jefe del ejército colombiano, contraviniendo así el acuerdo previo de no conversar directamente con jefes militares de Colombia sobre la cuestión de los rehenes. Esta situación provocó un deterioro de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Al finalizar el año no se había materializado la muy esperada liberación por las FARC de tres rehenes de alto perfil.
Aunque siguió reduciéndose el número de secuestros –de los 687 de2006 a los 521 de 2007–, las cifras seguían siendo muy elevadas. Los grupos guerrilleros, principalmente las FARC y en mucho menor grado el ELN, fueron responsables del secuestro de aproximadamente 150 personas; la mayoría de esos secuestros estaban relacionados con el conflicto, mientras que la mayor parte de los secuestros restantes fueron obra de bandas criminales. Hubo alrededor de 125 secuestros que no pudieron atribuirse a ningún autor concreto.
Violencia contra las mujeres
Todas las partes del conflicto continuaron sometiendo a mujeres y niñas a abusos sexuales y otras formas de violencia. Se obligaba a mujeres guerrilleras a abortar o a tomar anticonceptivos, conculcando de ese modo sus derechos reproductivos.
Según los informes, soldados del ejército irrumpieron el 23 de mayo en una vivienda del municipio de Toribío, departamento del Cauca, en la que intentaron abusar sexualmente de una niña de 11 años.
Según los informes, cinco paramilitares de los «Águilas Negras» –dos mujeres, dos menores y un hombre– entraron el 26 de marzo en la casa de dos hermanas, de 14 y 10 años de edad, en el municipio de Bello, departamento de Antioquia. Al parecer, algunos de los paramilitares golpearon a las dos niñas y abusaron sexualmente de la mayor y la mataron. José Mendieta, de 60 años de edad y vecino de las hermanas, acudió en auxilio de las muchachas pero, según los informes, murió acuchillado por los asaltantes.
Según los informes, paramilitares y bandas criminales reclutaron a la fuerza en varias partes del país a mujeres y niñas como trabajadoras sexuales. En el departamento de Putumayo se dio muerte al menos a cinco de esas mujeres.
Civiles en peligro
La población civil seguía siendo la más castigada por el conflicto, especialmente las personas pertenecientes a comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, muchas de las cuales vivían en tierras de interés económico para las partes beligerantes. Al menos 1.340 civiles murieron de forma violenta o fueron víctimas de desaparición forzada en el periodo de 12 meses concluido en junio de 2007. También hubo más de 305.000 nuevos casos de desplazamiento interno en 2007. La cifra de personas desplazadas internamente desde 1985 era de entre tres y cuatro millones.
En septiembre, casi un millar de indígenas awá, aproximadamente la mitad de ellos menores, se vieron desplazados del Resguardo Inda Sabaleta, en el municipio de Tumaco, departamento de Nariño, debido a los combates entre el ejército y grupos guerrilleros.
En abril, más de 6.000 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares en el departamento de Nariño a causa de los reiterados enfrentamientos entre el ejército y grupos guerrilleros.
Los paramilitares y la guerrilla seguían reclutando a menores de edad. El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) calculó que en Colombia había entre 6.000 y 7.000 niños y niñas soldados.
También se produjeron varios atentados con bomba en áreas urbanas, algunos de los cuales las autoridades atribuyeron a las FARC.
El 9 de abril hizo explosión un coche bomba ante un edificio de la policía en Cali, departamento del Valle del Cauca. Un civil resultó muerto y hubo más de 30 heridos.
El 16 de marzo hizo explosión un artefacto en Buenaventura, departamento del Valle del Cauca. Cuatro personas resultaron muertas, y siete, heridas.
Defensores y defensoras de los derechos humanos y otros activistas
Defensores y defensoras de los derechos humanos, sindicalistas, activistas sociales y comunitarios y periodistas siguieron siendo objeto de ataques, sobre todo por parte de grupos paramilitares.
Durante el año se produjeron asaltos y robos de información sensible en oficinas de varias ONG de derechos humanos, entre ellas Reiniciar, Corporación Jurídica Yira Castro, Movimiento de Reconciliación y Justapaz.
En febrero, según informes, unas 70 ONG, sindicatos y otras organizaciones sociales recibieron amenazas de muerte de paramilitares a través del correo electrónico. En junio, ocho ONG de derechos humanos del departamento de Nariño recibieron amenazas de muerte telefónicas y a través del correo electrónico enviadas por el grupo paramilitar Organización Nueva Generación, según informes. Este grupo había enviado amenazas similares a 13 ONG de Nariño en marzo.
El 4 de noviembre, dos hombres encapuchados y armados atacaron a Yolanda Becerra, presidenta de la Organización Femenina Popular, en su domicilio en Barrancabermeja, departamento de Santander. Según la información disponible, la empujaron contra la pared, la amenazaron con un arma de fuego y le dieron un plazo de 48 horas para abandonar la ciudad.
El 4 de abril, Judith Vergara, activista comunitaria de la Comuna 13 de Medellín, departamento de Antioquia, fue muerta a tiros cuando viajaba en autobús por la ciudad.
Al menos 39 sindicalistas murieron de forma violenta en 2007. En enero comenzó a funcionar la Representación Permanente de la Organización Internacional del Trabajo en Colombia, establecida para observar los derechos de los sindicalistas en el país y el trabajo de la unidad especial creada dentro de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación para investigar casos relacionados con atentados contra la vida y la integridad física de sindicalistas.
La inquietud que el homicidio de sindicalistas colombianos suscitó en el Congreso estadounidense dificultó los esfuerzos para lograr un acuerdo de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos.
El presidente Uribe hizo nuevos comentarios que daban a entender que las organizaciones de derechos humanos tenían vínculos con grupos guerrilleros. En julio, el presidente dijo: «Ahora la estrategia guerrillera es otra: cada vez que se le da una baja a la guerrilla, ahí mismo moviliza a sus corifeos en el país y en el extranjero para decir que fue una ejecución extrajudicial».
Ayuda militar estadounidense
La ayuda de Estados Unidos a Colombia ascendió en 2007 aunos 727 millones de dólares, de los que aproximadamente el 82 por ciento se destinó a las fuerzas de seguridad. Unos 595 millones de dólares del monto total procedían de los presupuestos para Operaciones Exteriores, y de ellos el 25 por ciento dependía de los avances del gobierno colombiano en determinados indicadores de derechos humanos. En abril, la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, certificó que Colombia estaba realizando progresos en el ámbito de los derechos humanos y autorizó el pago del total del 25 por cierto de los fondos condicionados a esa materia del ejercicio fiscal 2006. No obstante, el Congreso estadounidense retuvo la cesión de los fondos destinados a las fuerzas armadas, que ascendían a unos 55,2 millones de dólares, a causa de la preocupación generada en torno las ejecuciones extrajudiciales y el escándalo para-político. Pese a la celebración de tres rondas de preguntas y respuestas, el Congreso no aceptó los argumentos para que se certificasen los avances de Colombia en materia de derechos humanos y, al finalizar el año, el dinero seguía retenido.
En diciembre, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, firmó la entrada en vigor de importantes cambios en la ayuda estadounidense a Colombia. Las ayudas a las fuerzas militares y policiales de los presupuestos para Operaciones Exteriores se redujeron en un 31 por ciento y la ayuda social y económica se incrementó en un 70 por ciento. La condición de cumplir determinados requisitos en materia de derechos humanos se amplió al 30 por ciento de la ayuda y se requirió de las autoridades colombianas el desmantelamiento de los «grupos armados sucesores», con lo que se reconocía por parte del gobierno estadounidense que la actividad paramilitar continuaba en Colombia. La cifra total de asistencia a Colombia fue de 44 millones de dólares menos que la solicitada por el presidente Bush para 2008.
Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos
En septiembre, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos anunció que el gobierno había acordado prorrogar por tres años el mandato de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Con respecto a la aplicación por parte del gobierno de las recomendaciones sobre derechos humanos formuladas por la ONU, el Informe sobre Colombia de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, publicado en marzo, manifestaba que «el cuadro de implementación era todavía variado, particularmente en el caso de las recomendaciones sobre la revisión de los archivos de inteligencia, la reducción de los índices de impunidad, la cesación de vínculos entre servidores públicos y miembros de grupos paramilitares, y la mejoría de la calidad de las estadísticas sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario». En el informe se expresaba también preocupación por la continuada presencia de paramilitares, los crecientes informes sobre ejecuciones extrajudiciales perpetradas por las fuerzas de seguridad y las infracciones del derecho internacional humanitario por parte de los grupos guerrilleros, y en particular las FARC.
MAS EN: http://thereport.amnesty.org/esl/regions/americas/colombia

2008/11/02

VERGÜENZA NACIONAL (II)
tratando de entender...el fondo...el fondo...la forma dejemosla a los efectos Alka Seltzer de los telenotisangrelight...
Los porqués de una derrota ética
Por: Ricardo García Duarte*.
Varios factores, entreverados, pueden influir para que la seguridad del Estado incorpore en cualquier nivel este tipo de lógicas propias de actores ilegales o, incluso, criminales.
De una parte, el propio efecto de escalada —característico de todo conflicto armado— arrastra consigo esas derivas que se traducen en prácticas atentatorias del derecho de gentes.
Y si a la dinámica de escalada militar se añade la polarización ideológica que viene envuelta en el empaque de un discurso excesivamente simplificador respecto del enemigo, entonces en el curso del enfrentamiento, la tentación de violar la norma internacional humanitaria estará siempre a la orden del día.
La deriva que representan los delitos de lesa humanidad es alimentada por la intervención corruptora de un actor que, como el narcotráfico, posee los recursos financieros y el interés explícito de exterminar o de expulsar de ciertas regiones al mismo enemigo que el Estado ha venido combatiendo.
Finalmente, la contemporización de un sector de las élites con estas prácticas ilegales y con los agentes estatales que las llevan a cabo, le sirve como un escudo protector, bajo la excusa de que están defendiendo a quienes han sido injustamente acusados por cumplir con su deber de patria.
Ese marco de lógicas que se mueven alrededor de la política de seguridad explica la adopción de conductas ilegales y de prácticas violatorias de los derechos humanos, que resultan funcionales al interés de combatir al enemigo interno.
Así parece haber ocurrido dentro de las distintas violencias y a lo largo de sus varios períodos históricos. Por estos días se ha vuelto a hablar de otra forma de la “guerra ilegal“, a raíz de las matanzas de Trujillo y del nuevo proceso judicial al cual fuera llamado el general (r) Rito Alejo del Río.
Algo indica que se trata de líneas constantes, que atraviesan los distintos modelos o doctrinas dentro de la seguridad del Estado, líneas que inficionan esta política y que consiguen sobreponerse a los propios autocontroles que se impone el Estado.
Con los cuerpos inertes e inermes de los jóvenes desaparecidos se pretendía significar la derrota del enemigo terrorista. En realidad, de probarse la conjetura de que no murieron en combate sino asesinados para que lo parecieran, dichos cuerpos probarían todo lo contrario: la derrota ética del Estado o, al menos, la de los agentes que de ese modo lo comprometen en desviaciones tan contrarias a la ley.

Lógicas ilegales
Cualquier cosa podrá sobrevenir entonces, si la Seguridad llegara a medirse en términos de cuerpos sin vida. La estrategia de controlar al enemigo para minimizar los daños que pueda causar sería sustituida por un desenfreno con ribetes de esquizofrenia, en medio del cual los muertos serían la medida de la derrota que se infringe al enemigo.
A juzgar por las revelaciones hechas por los jefes “paramilitares” en las audiencias de Justicia y Paz, ese parecía ser el signo de su loca carrera por eliminar guerrilleros y por controlar territorios. Ahora bien, el caso de los muchachos desaparecidos en Toluviejo, en Soacha o en Ciudad Bolívar, y encontrados bajo tierra como N.N. en Ocaña o en Cimitarra, estaría evidenciando –si se comprueba que no murieron en combate– la incorporación en la Seguridad del Estado de esa lógica insensata de eliminar pobladores sin discriminación alguna, con tal de expulsar a los guerrilleros de una zona.
En el caso de los jóvenes desaparecidos, esa irracionalidad alcanza contornos inesperados. Contornos de comercio fríamente calculado y de farsa bien montada. Comercio y farsa que, si no tuvieran de por medio víctimas inocentes, parecerían rayar con la comedia. Ya no se trataría siquiera de eliminar vecinos del lugar, bajo la sospecha o el pretexto de que simpaticen con la guerrilla. Se trataría de eliminar personas que nada tienen que ver con el contexto social o geográfico del conflicto para hacerlos figurar como enemigos armados.
En tal caso, el medio, que consiste en abatir a alguien, se distancia completamente del fin que es doblegar al enemigo para preservar la Seguridad del Estado. El medio queda completamente distanciado, si no divorciado, del fin. Sencillamente el dar muerte a un joven desempleado de Soacha nada tiene que ver con debilitar o doblegar a un frente guerrillero en Norte de Santander o en Cimitarra. El medio se agota en sí mismo, se vuelve sobre sí, antes de llegar materialmente al fin al que debía apuntar. En realidad, el acto mediador, que es la eliminación física de otro, no tiene nada que ver con el fin de doblegar a un frente enemigo. El medio que es matar se resuelve en sí mismo, sin que se vincule directamente con el objetivo de doblegar a un enemigo del Estado. Este objetivo se vuelve distante y queda envuelto en la niebla de la simulación.
Ese medio violento que es, en todo conflicto, la desaparición física del enemigo, se torna así más densamente ilegal. La eliminación de un enemigo fuera de combate y sin formula de juicio, sería ya enteramente ilegal. Pero la ejecución extrajuicio es doblemente ilegal si no se trata de un “enemigo” combatiente; y lo es mucho más si la ejecución tiene lugar para crear el efecto simulado de que se ha terminado con un enemigo combatiente, previa una serie de actos premeditados y organizados.
Que este tipo de actuaciones puedan ser ejecutadas por agentes oficiales, sin importar su rango, indica las posibilidades de amalgamamiento entre conductas legales e ilegales, justas e injustas, humanizadas o deshumanizadas que, a cubierto de la Seguridad, se vertebran dentro del Estado en función del fin superior de derrotar a un enemigo interno. Y de una manera tal que la aproximación a ese fin debe medirse por la cantidad de cuerpos abatidos.
*Análisis de razonpublica.org.co. Politólogo con estudios de Doctorado en el Instituto de Estudios Políticos de París (SciencesPo). Magíster en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales Contemporáneos.
Más en http://www.elespectador.com.co/impreso/nacional/articuloimpreso87374-seguridad-resquebrajada?page=0,0

2008/10/31


Hugo Chávez versus Derechos Humanos

Por: José Miguel Vivanco es Director para las Américas y Daniel Wilkinson es Subdirector para las Américas de Human Rights Watch.




El 18 de septiembre presentamos un libro en Caracas que documenta cómo el Presidente Hugo Chávez ha deteriorado la protección de los derechos humanos en Venezuela. Cuando regresamos a nuestro hotel esa noche, nos esperaban unos 20 agentes de seguridad, algunos de ellos armados y uniformados. Quien los dirigía afirmó—aparentemente, sin ningún tipo de ironía— que era un funcionario de “derechos humanos” del gobierno y que estábamos siendo expulsados del país.


El funcionario, acompañado por un camarógrafo oficial que filmaba nuestra expulsión, actuaba como si estuviera cumpliendo con un procedimiento legítimo. Con total naturalidad nos informó que sus agentes habían ingresado a nuestras habitaciones y habían empacado nuestras maletas


Cuando intentamos comunicarnos por celular con nuestras familias y colegas, toda apariencia de protocolo desapareció abruptamente. Los agentes de seguridad nos rodearon, nos arrebataron violentamente los teléfonos de las manos y extrajeron las baterías. Cuando insistimos en comunicarnos con nuestras embajadas, nos empujaron hasta un ascensor de servicio, nos llevaron al sótano y nos obligaron por la fuerza a ingresar a una camioneta con vidrios polarizados. Cuando preguntamos hacia dónde nos dirigíamos, solamente nos dijeron que estábamos yendo al aeropuerto.


Tres agentes de seguridad se sentaron detrás de nosotros y al menos dos desenfundaron sus armas. Uno de los agentes utilizaba un celular para recibir y transmitir órdenes mientras circulábamos a toda velocidad por las calles de Caracas. Cuando estábamos en la autopista, encendieron la radio para escuchar a la agencia de noticias estatal anunciando nuestra expulsión. Los locutores informaron a su audiencia cautiva —que incluía además a todos los venezolanos que estaban escuchando radio, ya que todas las estaciones están obligadas a transmitir en cadena estos mensajes— que nuestra organización estaba financiada por el gobierno de Estados Unidos y que formábamos parte de una campaña de agresión contra Venezuela.


Human Rights Watch no acepta ni ha aceptado jamás financiamiento del gobierno de Estados Unidos ni de ningún otro gobierno, en forma directa o indirecta. Sin embargo, no es la primera vez que recibimos este tipo de acusaciones falsas, especialmente de gobiernos autoritarios. En ocasiones anteriores, autoridades venezolanas nos han acusado de ser títeres de la CIA, activistas de derecha y, más frecuentemente, “mercenarios del imperio”. En contraste, en la vecina Colombia, las máximas autoridades han intentado reiteradamente desacreditarnos catalogándonos de comunistas, simpatizantes de la guerrilla e, incluso, terroristas. Hace algunos años, luego de presentar un informe en Caracas, el vicepresidente de Chávez nos acusó públicamente de haber colaborado con el ex dictador chileno Augusto Pinochet.


La justificación oficial de nuestra expulsión fue que habíamos violado la Constitución al criticar al gobierno mientras nos encontrábamos en el país con una visa de turista. Esta acusación es falsa, ya que al ingresar al país marcamos en nuestras tarjetas migratorias la casilla que declara que nuestra visita era por motivos de trabajo. De cualquier modo, el Canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, expresó claramente al día siguiente que la decisión del gobierno no estaba vinculada a nuestras visas. “Extranjero que venga a opinar en contra de nuestra patria será expulsado de manera inmediata”, declaró. Si el gobierno hubiera tenido realmente la intención de aplicar la ley, habría respetado nuestros derechos —consagrados en la Constitución promovida por el propio Chávez— de comunicarnos inmediatamente con nuestros respectivos consulados, obtener asesoría jurídica y ser oídos por una autoridad judicial. En lugar de ello, y tal como nos enteramos recién cuando ya nos encontrábamos a bordo de un avión, optó por comprarnos un pasaje a Brasil.


La soltura con la cual el gobierno ignoró estos derechos simplemente confirma la principal conclusión de nuestro informe: el gobierno de Chávez está más que dispuesto a violar su propia Constitución si así lo exige su agenda política. Paradójicamente, fue el propio Chávez quien impulsó la Constitución vigente hace casi una década. Dicha Constitución representó una oportunidad única para que el país fortaleciera el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos.


Sin embargo, esa oportunidad ha sido, en gran medida, desperdiciada. El revés más grave se produjo en abril de 2002, cuando opositores a Chávez lo removieron temporalmente del poder con un golpe de estado. Afortunadamente, el golpe duró menos de dos días. Pero, lamentablemente, desde entonces el gobierno lo ha aprovechado para justificar iniciativas políticas que han terminado degradando la democracia venezolana.


***

Venezuela hoy dista de ser la dictadura que los críticos de Chávez denuncian. Sin embargo, su gobierno ha logrado neutralizar al poder judicial, el principal garante de las libertades y los derechos. Si bien aún existen medios de comunicación independientes y opositores, el gobierno ha diseñado nuevos mecanismos para silenciar a la oposición, así como intimidantes incentivos para que los críticos se autocensuren. A pesar de que todavía hay sindicatos independientes, el gobierno ha vulnerado sistemáticamente los derechos de los trabajadores y ha fomentado el surgimiento de sindicatos alineados con el oficialismo. Pese a que existen defensores de derechos humanos comprometidos con la causa, han sido objeto de un fuerte aluvión de agresiones verbales e incluso acoso judicial.


Durante los más de veinte años que Human Rights Watch ha trabajado en América Latina, jamás un gobierno ha expulsado a uno de nuestros representantes por su trabajo. Ni siquiera lo han hecho las dictaduras de derecha que llevaron a cabo abusos mucho más graves que los cometidos por Chávez. Posiblemente sabían que no era una buena idea. En definitiva, la decisión de Chávez de expulsarnos no ha hecho más que comprobar el principal mensaje de nuestro informe y garantizar que reciba amplia difusión en todo el mundo.


Si esta interpretación es acertada, no es un buen augurio para el futuro de Venezuela.


Texto en Ingles:

Volume 55, Number 17 · November 6, 2008
Hugo Chávez Versus Human Rights
By Jose Miguel Vivanco, Daniel Wilkinson
On September 18, we released a report in Caracas that shows how President Hugo Chávez has undermined human rights guarantees in Venezuela. That night, we returned to our hotel and found around twenty Venezuelan security agents, some armed and in military uniform, awaiting us outside our rooms. They were accompanied by a man who announced—with no apparent sense of irony—that he was a government "human rights" official and that we were being expelled from the country.
With government cameramen filming over his shoulder, the official did his best to act as if he were merely upholding the law. When we said we needed to gather our belongings, he calmly told us not to worry, his men had already entered our rooms and "packed" our bags.
But when we tried to use our cell phones to get word to our families, our colleagues, and the press, the veneer of protocol quickly gave way. Security agents surrounded us, pried the phones from our hands, and removed and pocketed the batteries. When we then insisted on contacting our embassies, they shoved us into a service elevator, took us to the basement, and forced us into the back seat of an SUV with tinted windows. When we asked where we were headed, they told us only that we were going to the airport.
Three security agents sat behind us, at least two with weapons drawn. One used a cell phone to receive and relay orders as we raced through the streets of Caracas and out onto a highway. At one point an order came to turn on the SUV's radio so we could listen as the state news agency announced our expulsion. The announcers told their captive audience—which also included every other Venezuelan listening to the radio, since all stations are required to broadcast such messages—that our organization was funded by the US government and that we were part of a campaign of aggression against Venezuela.

Human Rights Watch does not and has never accepted funding from the US or any government, directly or indirectly. But we are accustomed to such false accusations, especially coming from authoritarian governments. Venezuelan officials have repeatedly denounced us as CIA stooges, right-wing partisans, and, more commonly, "mercenaries of the empire." (By contrast, in neighboring Colombia, officials have repeatedly sought to discredit us with labels like Communist, guerrilla sympathizer, and even terrorist.) Once, after releasing another report in Caracas, one of us was publicly and falsely accused by Chávez's vice-president of having collaborated with former Chilean dictator Augusto Pinochet. This time, a close Chávez ally in the legislature suggested on national TV that the two of us had been sharing a single hotel room where we were indulging our "weaknesses."
The official reason we were given for our expulsion was that we had violated the constitution by criticizing the government while on tourist visas. It was a curious allegation since our immigration cards included a "business" box, which we had dutifully checked off. In any case, Venezuela's foreign minister, Nicolás Maduro, made clear the next day that the government's decision had nothing to do with our visa status. "Any foreigner who comes to criticize our country will be immediately expelled," he declared. Of course, had the Chávez government actually been interested in upholding its laws, it would have respected our rights—enshrined in the Venezuelan constitution—to immediately contact our embassies, obtain legal counsel, and receive a fair hearing. Instead, as we discovered only after we were finally ushered onto a plane at the airport, it bought us a one-way trip to Brazil.
The ease with which the government disregarded these rights only reaffirmed the central finding of our report: the Chávez government is more than willing to violate the country's constitution in pursuit of its own political agenda. Ironically it was Chávez himself who first championed that constitution a decade ago, after he was swept into office promising to overhaul the country's largely discredited political system. Enacted in 1999, the "Bolivarian" Constitution offered a unique opportunity for the country to shore up the rule of law and strengthen human rights protections. But that opportunity has since been largely squandered. The most dramatic setback came in April 2002, when opponents of Chávez temporarily ousted him in a coup d'état. Fortunately, the coup lasted less than two days. Unfortunately, the government has exploited it ever since to help justify policies that have degraded the country's democracy.
Today Venezuela is hardly the brutal dictatorship that some critics of Chávez paint it to be. Yet the country's democratic institutions have suffered considerably since the coup. Chávez and his allies have effectively neutralized the judiciary. While some newspapers and broadcasters are still independent and some are outspoken in their opposition to Chávez, the President and his legislative supporters have strengthened the state's capacity to limit free speech and created powerful incentives for self-censorship. They have, for example, expanded laws making "contempt" for government officials a criminal offense, increased prison sentences for criminal defamation, and abused the state's control of broadcasting frequencies to intimidate and discriminate against stations with overtly critical programming. While there are independent labor unions, the government has systematically violated workers' rights and fostered pro-government unions. There are dedicated human rights advocates. But they have been subjected to a virulent barrage of verbal assaults and even harassment by prosecutors.
A central goal of the "Bolivarian" Constitution is the promotion of a more inclusive democracy in Venezuela. In view of the history of exclusion and the glaring inequalities that plague Venezuela and countries throughout Latin America, it is a goal that deserves to be taken seriously. Yet Chávez's own professed commitment to this vital and ambitious aim is contradicted by his government's willful disregard for the institutional guarantees and fundamental rights that make democratic participation possible.
In the more than twenty years that Human Rights Watch has worked in Latin America, no government has ever expelled our representatives for our work, not even the right-wing dictatorships guilty of far more egregious abuses than those committed by Chávez. Presumably they knew better. After all, Chávez's decision to expel us merely served to confirm the central message of our report and ensure that it received extensive coverage around the globe.
Why did Chávez do it? One Brazilian on the plane on which we were forced to leave Venezuela offered a view that is increasingly widespread throughout Latin America: "Chávez is crazy." But the human rights defenders we work with in Venezuela have drawn a far more sobering conclusion. Chávez, in their view, was sending a deliberate message to his fellow countrymen: he will not allow human rights guarantees to get in his way, no matter what the rest of the world may think.
If their interpretation is right, it does not bode well for the future of Venezuelan democracy.
—October 9, 2008



Este artículo está publicado en el New York Review of Books; copyright 2008 NYREV, Inc.

2008/10/29

VERGÜENZA NACIONAL
imagen de http://www.linkmesh.com/imagenes/temas/momias/avergonzado.jpg

Sòlo me saltan dos reflexiones: ¿cuántas veces sucedió esto en los gobiernos anteriores? ¿que cultura organizacional se ha apoderado de nuestras -si, suyas y mìas tambièn- Fuerzas Armadas como para que se de èste fenómeno?...y la final ¿si un general es responsable, un ministro de defensa lo es? el máximo comandante tambièn lo es?...

en fin...reflexionemos:

Fiscalía investiga 780 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales en http://www.eltiempo.com/colombia/justicia/fiscalia-investiga-780-casos-de-presuntas-ejecuciones-extrajudiciales-_4632140-1
Así lo señala un reporte conocido por EL TIEMPO y que recoge casos desde enero del 2003 hasta septiembre pasado de lo que podrían ser homicidios fuera de combate .

Fueron reportados por unidades militares como bajas en operaciones contra la guerrilla, los 'paras' y la delincuencia común.

La mayoría de denuncias corresponde a unidades militares del Meta y Antioquia, donde algunos de los casos han terminado en condenas contra miembros de unidades militares que operan allí.
Las seccionales de la Fiscalía en Cúcuta, Florencia, Medellín, Manizales, Pasto y Valledupar también manejan un número considerable de investigaciones, aunque la mayor parte de ellas está a cargo de la Unidad Nacional de Derechos Humanos, directamente en Bogotá.
Investigaciones en la Procuraduría

El Ministerio Público investiga por su parte a 2.300 personas, entre uniformados y funcionarios por Derechos Humanos

El procurador General, Edgardo Maya Villazón, aseguró que el Ministerio Público adelanta 930 investigaciones contra miembros de la Fuerza Pública. Indicó que los procesos están relacionados con ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. Al tiempo, el procurador Maya destacó que el Gobierno le hiciera frente a la situación y aplicara sanciones drásticas. Dijo que el Ministerio Público continuará con sus investigaciones disciplinarias.

Investigan otros casos en Boyacá
Gustavo Adolfo Tobo, Defensor del Pueblo Boyacá, aseguró que hoy debió viajar hoy al municipio La Uvita porque la defensora de la región le reportó cuatro casos similares a los de Soacha, y que indagan para verificar si se trataría de ejecuciones extrajudiciales.
En su departamento, según dijo, pese a que ese tipo de violación de Derechos Humanos no es común, tiene otros dos casos reportados: uno en Pajarito, de este año; y otro en Chita, del año pasado y por que ya hay un proceso en el que están involucrados militares. En este último fue el crimen de un campesino.

Casos en Santander
Ana Felicia Barajas, Defensora de Santander, dice que este año, cuando surgió el escándalo por los jóvenes que aparecieron como dados de baja en Ocaña (Norte de Santander), una madre de familia denunció que su hijo aparentemente había muerto en combate.
Según contó la mujer en la Defensoría, su hijo desapareció en agosto cuando estaba en el parque Antonia Santos de Bucaramanga, donde, de acuerdo con su relato, unos hombres le ofrecieron un mejor trabajo en Ocaña y decidió irse con ellos. A los tres días de su partida, la llamaron de una funeraria a decirle que había muerto en combate en ese municipio.
Barajas aseguró que en manos de la Fiscalía hay tres casos similares que ocurrieron en San José de Miranda, Lebrija, La Laguna de Ortices.
Estos casos, dijo, los venían trabajando con el general Joaquín Cortés, comandante II División de Santander.
Màs: Tres generales, entre los 27 miembros del Ejército retirados por casos de derechos humanos

Lo que encontró la Comisión
en http://www.semana.com/noticias-conflicto-armado/encontro-investigacion-falsos-positivos/117189.aspx
La Comisión encontró fallas de dos tipos en varias de las unidades militares investigadas. Lo primero es que las operaciones militares se estaban llevando a cabo con exceso de informalidad y sin cumplir los requisitos de control y manejo. En el trabajo de inteligencia, la orden de operaciones, el combate, la munición gastada y los resultados, todo debe coincidir. Y de todo ello deben llevarse récords.

Eso no fue lo que encontró al Comisión en Ocaña, ni en Puerto Berrío, donde por ejemplo hay registros que dicen que se gastaron 1.500 cartuchos y un solo muerto. Al contrario, la forma de operar era más bien folklórica, donde los hombres de inteligencia reportaban que tenían a alguien ya identificado, y sin mayores preguntas partía el operativo militar en contra del objetivo.

Esa falta de control en las operaciones, se prestaba para unos miembros corruptos, que tenían lazos con organizaciones criminales que estaban reclutando personas en Bogotá y otras ciudades, aprovechara para matar esas víctimas inocentes y así ganar bendiciones con positivos.

Según explicó un oficial retirado del Ejército a Semana.com, la presión que han hecho algunos generales sobre la necesidad de producir bajas a como dé lugar, también ha contribuido a que ese se torne un logro en sí mismo, ya que dependiendo de las bajas hay ascensos y días de descanso; eso contrariando las directivas recientes del Comando General que hacen explícito el valor estratégico que tiene para las Fuerzas Armadas obtener una desmovilización o una captura por encima de una muerte.

El segundo hallazgo de la Comisión Especial tiene que ver con la indolencia de los comandantes de división y de brigada en investigar lo sucedido. Según los protocolos de justicia internacional, cuando un comandante militar conoce de graves violaciones y no hace nada para investigarlas y castigar a los responsables, puede procesársele como mínimo por incumplir su deber. En algunos casos de otros países, esta actitud negligente se ha calificado de complicidad con el delito, pues ha enviado el mensaje a los subalternos de que no hay problema con que violen la ley. Así por ejemplo, en la División II, el general José Joaquín Cortés, respetado por sus subalternos, había diseñado protocolos especiales para premiar el buen trato a la población civil y a unidades que no tuvieran denuncias por violaciones a los derechos humanos, según dijeron a Semana.com, fuentes que conocían bien su trabajo. El problema fue cuando se le pidió que investigara lo que sucedía bajo su mando en los Santanderes. No fue más allá y se conformó con las explicaciones tibias de sus subalternos. En el caso de la Brigada 14, comandada por el coronel Juan Carlos Barrera, se le pidió insistentemente desde el Comando en Bogotá que investigara lo que se estaba denunciando en su jurisdicción, pero no hizo mayor cosa. Por estas razones fueron retirados del servicio...sigue en http://www.semana.com/noticias-conflicto-armado/encontro-investigacion-falsos-positivos/117189.aspx