2012/06/01

COLOMBIA: los procesos de paz que funcionan son más reservados


"Uribe no quería la paz, quería ganar la guerra"

Por Nathan Jaccard, periodista de SEMANA
ENTREVISTAVicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, presenta el Anuario de Paz 2012. SEMANA.COM habló con él sobre la guerra en Colombia, la política de paz del gobierno Santos y las posibilidades de acabar el conflicto.
Jueves 24 Mayo 2012
Desde el 2006, la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona publica un Anuario de Paz donde hace un minucioso seguimiento a negociaciones, diálogos, procesos de paz y conflictos sin resolver en todo el mundo.

En el Anuario 2012, el director de la Escuela, Vicenç Fisas, muestra cómo en el 40 por ciento de los conflictos armados actuales existen diálogos abiertos o exploratorios; hay 20 contextos armados sin negociaciones abiertas; mientras que en el 60 por ciento de las negociaciones hay una mediación externa. Para Colombia la conclusión es deprimente: es el conflicto más antiguo sin negociar.
Pero en diálogo con Semana.com, Fisas es más optimista y dice que desde hacía años no había un clima en Colombia tan favorable para la paz.

El Anuario será presentado este jueves en el Auditorio Huitaca (cra. 8 No. 10-65) de la Alcaldía Mayor de Bogotá por el profesor Fisas. La instalación del evento estará a cargo de Guillermo Asprilla, secretario de Gobierno de Bogotá, y del PNUD. El profesor Medófilo Medina, de la Universidad Nacional, hará los comentarios al estudio.

El documento también está disponible en línea.

SEMANA.COM: La semana pasada Bogotá se estremeció con el descubrimiento de un carro bomba y el atentado contra Fernando Londoño. Muchos acusan a las FARC...

Vicenç Fisas:
 Yo diría que no son las FARC, hay muchas posibilidades de que no sean. No es su estilo, no es el momento. Me extrañaría muchísimo. El atentado se produce el mismo día de la aprobación del Marco Legal para la Paz. No tendría ningún sentido que las FARC dinamitaran este proceso.

Más bien creo que sectores que no creen en este marco son los que dinamitaron esta posibilidad de justicia transicional. Me inclinaría a pensar que es la extrema derecha la autora de este atentado.

SEMANA.COM: En la últimas semanas parece haber un recrudecimiento de la guerra. No sólo fueron las bombas en Bogotá, también los 12 soldados muertos en La Guajira, el secuestro del periodista Roméo Langlois. ¿Qué está pasando? ¿Al fin hay vientos de diálogo o no?

V.F.:
 Creo que esa coyuntura, cada día hay cosas negativas, combates, enfrentamientos, lo que nos impide ver que los procesos de diálogo se desarrollan a mediano plazo.

Hay un hecho innegable, que menciono en el Anuario de paz, y es que en los últimos 30 años, el 80 por ciento de los conflictos armados se han resuelto por negociación. Es un porcentaje muy elevado, que va en aumento. Ahora se negocia más que hace 30 años, y se negocia más rápido. Es una realidad internacional.

Nos tiene que llevar a pensar que el conflicto en Colombia no es interminable. Aquí hemos de ver dos elementos fundamentales:

¿Quiere la insurgencia negociar la paz? Han dicho de forma muy categórica que sí. Y han hecho ofrecimientos para negociar con el presidente Santos.

¿Quiere el presidente Santos la paz? Lo ha dicho desde el primer día. Tiene un empeño personal en ser el presidente de la paz. Eso me lleva a pensar que es posible llegar a este escenario.

El cómo, son las partes que tienen que decidir cómo van a hacerlo. Lo único que sabemos es que el presidente no quiere injerencias. Por tanto, no es previsible que sea a la luz publica ni con mucho acompañamiento. Va a ser una cosa más bien discreta.

SEMANA.COM: Hace unos años, en la presentación de un Anuario de paz, una de las conclusiones era que en Colombia ninguno de los actores tenía interés por acabar la guerra. ¿Cree que eso ha cambiado?
V.F.:
 Sí hay un cambio. Hace unos años no habría apostado que las FARC querían la paz. Las veía mas acomodadas en el conflicto. Ya no. Eso tiene que ver con los golpes que han sufrido y también con las realidades políticas de América Latina, donde la izquierda ha logrado el poder político. La democracia se ha estado imponiendo como sistema de transformación social. Es una lectura que las FARC no pueden dejar de lado. Por fuerza han tenido que tomar nota de que en el momento histórico que estamos viviendo, la lucha de guerrillas no tienen ningún sentido. Creo que en estos momentos el ELN y las FARC están dispuestas a negociar la paz. Éste es el momento.

SEMANA.COM: ¿Incluso si hay enfrentamientos, soldados muertos?
V.F.:
 Aun si hay combates, son ceremonias de guerra, es muy típico en los procesos de paz que se hacen sin un alto al fuego, sin un cese de hostilidades. Pensemos que muchos procesos fracasan por que los altos al fuego no se cumplen. A veces es más conveniente no apostarle a un alto al fuego definitivo si no hay garantías de que se van a cumplir.

Aunque parezca paradójico, la intensificación de los combates puede ser un signo de que una hipotética mesa de negociación, pues una de las partes quiere tener una posición de fuerza. Es no es extraño, en la mayoría de los procesos ocurre eso.

SEMANA.COM: ¿El hecho que el proceso del Caguán haya sido tan público explica parte de su fracaso?

V.F.:
 Sí, normalmente los procesos de paz que funcionan son más reservados. Es una constante en los procesos que hay en el mundo. Tampoco es una ley, pero el exceso de visibilidad no es aconsejable. Es lo que ocurrió en La Habana con el ELN en el 2005. Cada día el ELN tenía que hacer una rueda de prensa, así como el Gobierno, explicando si había avances. Cualquier negociación esta llena de inconvenientes, pero no lo podían reconocer.

Es mejor que haya menos movimiento mediático y pueda haber una negociación más auténtica, más real.

SEMANA.COM: ¿Usted cree que el gobierno Santos está haciendo negociaciones secretas? 
V.F.: Esto no lo sé, hay un rumor, pero no lo sé. Pero si existieran, habría que dar confianza al presidente. Yo repito que hay voluntad por las partes de avanzar en un proceso, así sea en medio de la guerra. Hay una evolución respecto a los últimos años y entiendo que la paz es posible. Y que el presidente puede lograr avances en este mandato.

SEMANA.COM: ¿Por qué algunos sectores del antiguo gobierno se oponen a estos intentos?

V.F.:
 Es evidente que el presidente Uribe no quería la paz, quería ganar la guerra. Este es lo que lo distingue de Santos. Él dijo que quería ser el presidente de la paz. Eso marca una diferencia muy notable con Uribe. El presidente Santos sabe que tendrá que llegar a una negociación con la subversión. ¿Cuando? No sé, pero un día u otro.

SEMANA.COM: ¿Qué le parece el Marco Legal para la Paz? Hay polémica por una eventual amnistía a la guerrilla.

V.F.:
 Entiendo la polémica, es sano que haya una discusión, pero como analista de los procesos de paz tengo la obligación de decir que en la totalidad de los procesos en el mundo en los últimos 30 años, ha habido una amnistía para los actores armados. Las personas que han dejado las armas no han pagado cárcel. Esto es así.

SEMANA.COM: ¿Para todos los actores del conflicto?

V.F.:
 Para todos. Es muy importante que se defina la cantidad de verdad que se quiere saber. Y entiendo que para ello se tiene que establecer una comisión de la verdad que establezca todo lo que pasó y la responsabilidad de todos los actores. Pero al mismo tiempo la justicia tiene que ser magnánima, muy generosa para que haya una absoluta reconciliación.

SEMANA.COM: ¿Hay que sacrificar parte de la verdad por la paz?

V.F.:
 No, la verdad tiene que salir toda. Se tiene que sacrificar la justicia. Esto es cómo se han desarrollado los procesos en el mundo. Y no creo que Colombia vaya a ser una excepción, porque si no, nadie deja las armas.

SEMANA.COM: ¿Qué opina de la posibilidad de que los guerrilleros participen en política?

V.F.:
 En un proceso de negociación cabe la posibilidad de que las partes acuerden un marco de incompatibilidad en la acción pública por parte de los actores armados durante unos años. Esto se puede negociar. Pero en la mayoría de los procesos de paz, los actores, una vez dejan las armas, entran en política. Pero está sujeto a la negociación.

SEMANA.COM: ¿Se tiene que considerar las Fuerzas Armadas como actores del conflicto, al igual que la guerrilla?

V.F.:
 Entiendo que sea polémico, pero en todos los procesos de paz si a la insurgencia se le da inmunidad, una amnistía, las Fuerzas Armadas también tienen que ser amnistiadas. Por la paz vamos a mirar el futuro, y dejar el pasado, con mucha verdad.

Lo explico con un palabra. Si hay un proceso de paz exitoso, las partes llegan a un acuerdo y le ponen un punto final a un enfrentamiento de decenios, es un momento mágico. Sumamente especial.

Políticamente, pero sobre todo socialmente. En ese momento el país se puede dedicar a solucionar otros problemas. Y Colombia los tiene. Tiene problemas de pobreza, de desigualdades. Colombia tiene un impresionante potencial cultural, social, económico. Si un país con un proceso de paz se ahorra el 3 por ciento del PIB destinado a la guerra y puede dedicarlo a inversión social, es un montón de dinero.

SEMANA.COM: ¿Usted piensa que las Fuerzas Armadas estén dispuestas a sacrificar su presupuesto, su poder?

V.F.:
 No les va a quedar más remedio. Hay que decírselo claramente a las Fuerzas Armadas. No hay ningún proceso de paz que implique un estancamiento o un aumento de los gastos militares, sino una reducción de las Fuerzas Armadas. Colombia tendrá que reducirlas como mínimo a la mitad, tendrá que haber una reestructuración muy importante, muchas personas en activo tendrán que pasar a la reserva. Y en eso las Fuerzas Armadas han de tener mucha responsabilidad, han de ser actores de paz.

Sería interesante, si no lo están haciendo, que las Fuerzas Armadas pensaran en el posconflicto.

SEMANA.COM: ¿Hay que incluir a las bacrim en un proceso de paz?

V.F.:
 Por supuesto, pero no en las mismas negociaciones, son procesos diferentes. El año pasado un obispo católico hizo una petición al Gobierno porque tenía una encomienda de un sector importante de las bacrim, que querían desmovilizarse. Hubo una negativa. Me parece un error, no hay que desaprovechar ninguna oportunidad para lograr un arrepentimiento, una desmovilización, una reinserción de las bacrim. Tendrá que haber un proceso de paz con ellos, por supuesto.

SEMANA.COM: ¿Qué piensa de las leyes de posconflicto, como el Marco legal por la paz, en medio de la guerra?

V.F.:
 Lo que es precipitado es hacer el marco cuando todavía no se ha firmado un acuerdo. Creo que hay precipitación, hay que dejar que esto se maneje en la mesa de negociación, los términos de la dejación de armas, los términos de la justicia, esto hay que negociarlo. Y así se ha hecho siempre. Yo no miro a Colombia en exclusiva, miro como se ha hecho en otras partes del mundo. Entiendo que Colombia no puede ser la excepción.

Pero se ha hecho con buena intención, esto hay que reconocerlo. Pero es mejor dar espacio a la negociación, y en el transcurso de la negociación se define que marco jurídico se va a dar. No al revés. 
SEMANA.COM: ¿Qué consejo le daría a Santos para tener una política de paz efectiva?

V.F.:
 Que en Colombia no serviría un modelo de reinserción pura, pedir a la insurgencia que se desmovilice y punto. Es una insurgencia que tiene un proyecto político, unos reclamos, una agenda. El tema agrario va a ser muy importante para las FARC. Para el ELN, el tema energético. Entonces, cualquier acercamiento tiene que tener en cuenta lo que históricamente han demandado.

SEMANA.COM: ¿Qué pueden aprender los colombianos de la negociación de ETA en el país Vasco?

V.F.:
 Es tan diferente, que no hay lecciones que se puedan trasladar. Excepto una cosa, en el país Vasco se intercambió paz a cambio de que la izquierda independista pueda hacer política. Lo que podríamos trasladar como lección a Colombia. Por eso la insurgencia colombiana deberá tener sus espacios para hacer política.

Y aquí hay un hecho histórico que pesa mucho, como lección que no se debe volver a repetir, que es la tragedia de la Unión Patriótica. Si el Gobierno no puede dar las plenas garantías de que esto no se va a repetir, no habrá proceso de paz. En una mesa de negociación las garantías de hacer política van a ser muy importantes. En el país Vasco esto ha sido determinante. 

2012/05/20

La socialdemocracia en crisis como consecuencia imprevista de su propio éxito


LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA

El declive del ciclo socialdemócrata

La socialdemocracia entra en crisis al romperse la alianza entre la clase media y la de los trabajadores industriales

¿Asistimos al final del ciclo histórico de hegemonía progresista? Para entender la decadencia de la socialdemocracia puede ser útil atender los planteamientos sociológicos de Colin Crouch (La postdemocracia, Taurus, 2004) o Emmanuel Todd (Después de la democracia, Akal, 2010), que analizan su declive en clave infraestructural. Según esta perspectiva, por socialdemocracia puede entenderse la coalición histórica que se construyó entre el movimiento obrero organizado y las nuevas clases medias de funcionarios, empleados de servicios y profesionales por cuenta ajena (no confundir con las viejas clases medias de agricultores, comerciantes, artesanos y profesionales autónomos). Los intereses de ambos bloques no tenían por qué coincidir, al estar separados por la barrera de su desigual dotación en capital humano: en el movimiento obrero predominaban los estudios primarios y la formación profesional mientras que las nuevas clases medias poseían titulaciones secundarias y superiores, actuando en origen el bachillerato como barrera de clase. De ahí el tradicional desencuentro entre trabajadores de cuello blanco y de cuello azul, que históricamente se reflejó en la desconfianza entre el reformismo socialista de extracción burguesa y el revolucionarismo obrero de anarquistas o comunistas. Pero esa distancia de clase pudo ser salvada mediante el acuerdo socialdemócrata que estableció un pacto de mutua colaboración entre ambos bloques para unir sus fuerzas conquistando el poder por medios pacíficos y electorales.
Un acuerdo mediante el que la parte obrera (blue collars) aceptaba supeditarse al liderazgo burgués (white collars) a cambio de que el gobierno común garantizase a todas las clases populares su acceso a los canales de movilidad social ascendente e igualdad de oportunidades. Este programa común que selló la coalición entre la clase obrera industrial y las clases medias urbanas es el que pudo desarrollarse en toda Europa tras la segunda guerra mundial, dando lugar a los célebres treinta años gloriosos (1945-1975) que crearon la sociedad de la afluencia presidida por el Estado de bienestar. Y lo menos que puede decirse es que semejante programa común se vio coronado por el éxito más completo. Pues en efecto, la coalición socialdemócrata conquistó el poder y se mantuvo en él por varias legislaturas mientras a la vez se desarrollaban los mecanismos meritocráticos que extendieron a todas las clases sociales la escolarización tanto secundaria como universitaria, además del resto de derechos sociales (salud, pensiones y servicios universales).
La socialdemocracia ha muerto como consecuencia imprevista de su propio éxito
Ahora bien, si consideramos el inicio de la década de los 70 como el apogeo del ciclo socialdemócrata es porque a partir de esa fecha comenzó su progresivo declive, asociado al impacto de la crisis económica internacional tras el choque petrolífero de 1974. Una crisis que también modificó el sistema capitalista, pasando del modelo keynesiano afín al estatalismo socialdemócrata al modelo monetarista afín al planteamiento liberal-conservador partidario del libre mercado. No obstante, tras ciertos retrocesos iniciales, la socialdemocracia se pudo recomponer mediante la denominada Tercera Vía de adaptación al mercado que teorizó el sociólogo Anthony Giddens, logrando resistir en el poder hasta bien entrado el siglo XXI. Pero finalmente, el estallido de las sucesivas burbujas crediticias (punto.com en 2001, hipotecas subprime en 2007,eurodeuda en 2010) ha terminado por alejar cada vez más a la socialdemocracia del poder, aunque ocasionalmente todavía gane ciertas elecciones. En suma, todo indica que el declive de la socialdemocracia ya se ha consumado. ¿Cómo se puede explicar su decadencia aparentemente irreversible? Exploremos algunas razones.
La primera explicación es infraestructural y se debe al debilitamiento ineluctable de uno de los dos bloques fundadores de la coalición socialdemócrata: la clase obrera. Como consecuencia del advenimiento de la sociedad postindustrial teorizado por el sociólogo Daniel Bell, se ha producido una creciente desestructuración del sistema de clases que ha fragmentado y descompuesto a todas ellas. Pero sobre todo, la que ha sufrido ese proceso de desarticulación en mayor medida ha sido la vieja clase obrera de trabajadores industriales o blue collars, que ha visto reducirse sus efectivos en términos absolutos y relativos, obligando a sus hijos a desertar de ella mientras asistía a la llegada de nuevos contingentes inmigrantes de trabajadores manuales sin cualificar destinados a la agricultura, la construcción y los servicios personales. Por tanto, las clases medias cualificadas ya no tienen nada que ganar manteniendo su coalición con las clases industriales en retroceso, y de ahí que tiendan a romperla cayendo en una creciente volatilidad electoral. Sobre todo si tenemos en cuenta que también ellas han perdido gran parte de su poder e influencia, aunque no en términos cuantitativos pues siguen siendo las más numerosas, pero sí cualitativos como vamos a ver.
Y es que la otra explicación del declive de la izquierda resulta paradójica, pues podría decirse que la socialdemocracia ha muerto (o al menos se extingue) como consecuencia imprevista de su propio éxito. En efecto, el desarrollo del Estado de bienestar, con su provisión universal de derechos sociales, ha generado dos efectos no queridos que han resultado contraproducentes para la coalición socialdemócrata. El primero es que, al ofrecer servicios públicos de protección social provistos por redes formales administrativas, ha suplido primero y ha terminado por sustituir después a las redes sociales informales de confianza, solidaridad y compromiso colectivo (grupos de ayuda mutua, movimiento asociativo, etcétera) que antes articulaban el tejido social dotándolo de espesor y densidad cívica. En consecuencia, tanto las clases trabajadoras como las clases medias urbanas han ido viendo cómo se devaluaba y amortizaba su anterior capital social, pasando a disgregarse y atomizarse hasta caer en el aislamiento de la individualización y el familismo amoral. Algo que no puede ser compensado por las redes virtuales tipo Facebook que comercializa elmarketing de la industria digital.
Habría que regenerar el capital social de la izquierda
Y la segunda consecuencia no querida del éxito socialdemócrata es la devaluación del sistema educativo a causa de su democratización universal, que ha terminado por amortizar su potencial meritocrático. Cuando sólo la clase media cursaba estudios superiores, sus títulos eran muy apreciados porque dotaban de un fuerte impulso selectivo hacia la movilidad ascendente. En cambio, cuando la universidad se masifica y amplía a todas las clases sociales, sus títulos dejan de ser selectivos y por tanto se devalúan al dejar de proporcionar movilidad ascendente: es el fenómeno del mileurismo (o depreciación de los profesionales urbanos) que surge cuando la inversión académica en titulación superior ya no puede rentabilizarse tanto en el mercado de trabajo. Y este efecto contraproducente, que está devaluando la meritocracia y amortizando el capital humano, es el que más ha hecho por romper la anterior coalición socialdemócrata entre trabajadores de cuello azul y profesionales de cuello blanco, al perder aquellos su capital social y estos su capital humano. En suma, como señala Todd, la socialdemocracia ha entrado en decadencia porque las clases medias tituladas, por temor a su desclasamiento, han dejado de solidarizarse con los trabajadores sin titular: de ahí su rebelión fiscal, su cinismo político y su transfuguismo electoral.
¿Es irreversible el declinar del ciclo socialdemócrata? ¿O cabe esperar que se reactive por efecto de una nueva oscilación pendular? Si el anterior análisis es acertado, la recuperación de la socialdemocracia exigiría tres requisitos difíciles de reunir. Ante todo se debería recuperar la revalorización del trabajo como fuente de realización personal, tras caer en el desprecio a causa del consumo mimético. Después habría que regenerar el capital social de la izquierda, reconstruyendo sus redes informales de confianza y reciprocidad, lo que exige superar el sectarismo amoral y la xenofobia etnocéntrica. Y además se precisa un nuevo tipo de liderazgo tipo 15M, capaz de tender puentes interculturales creando nuevas coaliciones mayoritarias. Factores que podrían entrar en reacción sinérgica si la crisis actuase como agente catalizador. Pero ello no resultará posible sin una estrategia que anude compromisos con posibles aliados, un proyecto que visualice metas comunes a alcanzar y un relato que lo haga creíble despertando emociones entusiastas. Es el puerto prometido que aguarda más allá del sombrío horizonte actual.
Enrique Gil Calvo es catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

2012/05/16

Finanzas Públicas Municipales, el caso Pereira


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Alcaldía...¿endeudarnos más?

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La alcaldía de Pereira, al igual que la gobernación de Risaralda, tiene graves problemas de financiamiento. Un solo dato como abrebocas, casi el 52%, 52 de cada 100 pesos que tiene el municipio para operar, son del “Sistema General de Participación”, es decir la plata que llega del centro, de la nación, de Bogotá, para unas tareas concretas, y que son intocables.
Del total de recursos para inversión, una cifra que se lee enorme, pues son más de $366 mil millones al año, la alcaldía tiene escasos “recursos propios” pues el 80.3%  tienen destinación específica. La más grande es el “Fondo Municipal de Salud”  que para este año tiene 41 mil millones de pesos, y que entre 2012 y 2016 manejará 183 mil millones de pesos. Como dice el procurador general de la nación “Si se utilizaran bien tendríamos uno de los mejores sistemas (de Salud) del mundo” http://ow.ly/aVkJF (...).   
Puede que no al nivel del debate  que se dio la semana pasada sobre la financiación en la Asamblea Departamental, pero sí cercano, está el tema en el Concejo Municipal, pues el plan de desarrollo sólo éste año valdría $580 mil millones (2.5 billones en total). La noticia positiva es que se parte de 291, la mitad, que son del Sistema General de Participación y las rentas de destinación específica, pero se requiere salir a buscar el resto. Quienes crean que se pueden usar las sobretasas a la gasolina, deporte, recreación o los impuestos a espectáculos, cigarrillo, etc, ya los contamos. ¿Y las regalías? En el Decreto 4950 del 2011, aparecen grandes recursos, pero son regionales ó departamentales.
La alcaldía aspira a obtener por “recursos propios” , que esencialmente son el Predial e Industria y Comercio, $52 mil millones en 2012, que constituye el 18% de los “recursos para inversión”. Las otras fuentes de financiamiento del municipio son débiles, las encabeza: ¡sorpréndase! el aeropuerto Matecaña, del cual se espera recibir este año más de $26 mil millones, luego viene Aguas y Aguas con $23 mil millones, y Megabús del que sólo se esperan este año $6.700 millones –curiosamente se proyectan “cero” pesos en los años siguientes http://ow.ly/aVn1T  (pág. 559)  ¿porqué?-,  también llama la atención que en los ingresos esperados de las empresas de servicios públicos domiciliarios, la joya de la corona: la Telefónica tampoco esté…¿porqué?...Igual esos son $64 mil millones, vamos en $116mil millones, y todavía faltan $175 mil milloncitos.
Es aquí donde aparecen los “Recursos Externos” que según nuestras fuentes, son $41 mil millones de Regalías, asociadas exclusivamente a un proyecto de Acueducto y Saneamiento; $60 mil millones de vivienda (¿los famosos subsidios que ya prometieron para los  planes A y B de la reelección presidencial?) y siguen faltando $74 mil millones sólo en 2012. Entonces vienen las grandes apuestas políticas. Las que implican darse la pela, y dársela ya, antes de que las campañas electorales estén a pleno vapor…
Tal vez el parque temático, o el centro de convenciones alcancen a captar regalías, pero, ¿porqué, por ejemplo, el acuerdo 078 del 2008 que estableció el uso y APROVECHAMIENTO económico del espacio público, ni siquiera se cuantifica aparte? ¿O es que nadie usa o aprovecha el espacio público, están vacías de día y DE NOCHE la Circunvalar, la 30 de agosto, la plaza de Bolívar, Ciudad Boquia, etc, etc? ¿Qué otras fuentes hay de ese tipo? ¿Valorización?,¿Se va a dar la anunciada  descapitalización de la empresa de energía y/o de la telefónica?
Disiento abiertamente de la más mínima posibilidad de seguir endeudándonos, la deuda pública del municipio en la “evolución de la participación del gasto” se mueve entre el  4 y el 9%. Hasta 9 de cada 100 pesos, han sido para pagar deuda. Esto es absurdo cuando en recursos del balance, lo que queda del año anterior, quedaron casi $18 mil millonesen 2011? ¡para qué entonces nos endeudamos! lo que se necesita es macro gerencia financiera ¿Quién la lidera?

2012/05/09

¿impuesto a las gaseosas?


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¿Gobernación/es quebradas? (I)

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La gobernación de Risaralda tiene una deuda de $67 mil millones, algo así como 40 millones de dólares.
  ¿De dónde salió esa deuda? ¿Siempre hemos debido tanto? ¿ Los demás departamentos están igual, mejor, o peor endeudados? ¿Son viables, sostenibles? ¿De qué carajos viven los departamentos? Después de dialogar con varios gobernadores ó diputados anteriores o actuales de éste y otros departamentos, sacamos algunas reflexiones.
Lo primero es que las deudas son descomunales, Antioquia debe 700 mil millones de pesos, por ejemplo, pero mientras ellos tienen recaudos anuales sobre 1 billón de pesos, nosotros los tenemos por debajo de los 100 mil…Risaralda entre el 2009 y 2010 bajó su autofinanciamiento 2,3%, su inversión se redujo también 1.1%, la capacidad de ahorro cayó 6,3% . En el 2010, la gobernación tomaba 39 de cada 100 pesos de Ingresos corrientes de Libre Destinación para gastos de funcionamiento, es decir unos 25 mil -de esos 65 mil millones de pesos-  al año, poco más de 2 mil millones al mes. En saldo de la deuda que nos corresponde a cada habitante “estamos en la mitad de la tabla”. 
Llama la atención que a la gobernación, el Departamento Nacional de Planeación la calificaba con un “incumple” la ley 617 en torno al límite para funcionamiento de la asamblea departamental y de la contraloría departamental (¡!) pues se pasaba de los 2399 y 2320 millones anuales que se autorizaban http://ow.ly/aMdMB;  pero se exaltaba que era la segunda gobernación con el más alto ahorro corriente: 58%. Curiosamente “sólo” dependía un 52% de las transferencias nacionales: ¡había departamentos con un 92% de dependencia!  
En 2010, Planeación Nacional decía que sólo había UNA gobernación “solvente”, la de Atlántico, había 6 “en riesgo”: el vecino Chocó era una de ellas, y 3 “vulnerables”. La situación, pasada la campaña electoral del 2011, parece haber empeorado.
Las gobernaciones, como dice Gustavo Alvarez Gardeazabal, “sobreviven de una renta medieval”: el impuesto a los vicios, al cigarrillo, la cerveza, licores que representan alrededor del 61%, circulación y tránsito con el  7% y sobretasa a la gasolina con el 8%, aparte de el rubro “otras” que aproximadamente está sobre el 31% entre las cuales están estampillas, pasaportes...es decir carecen de recursos, son débiles por naturaleza
En casi todas partes se han dado restructuraciones, nosotros tuvimos la propia, pues casi todos los departamentos estaban quebrados en 1998, para ese año la gobernación de Risaralda debía más o menos $50.000 millones, una cifra descomunal hace 14 años...¿sólo queda cobrarle un impuesto a las gaseosas?...continuará. 
ADD: Llama la atención LaTarde, Martha Rotavista, “En Pereira los ‘verdes’  están por estrato” http://ow.ly/aMxGh en torno a que la desigualdad que vivimos, además de social, es de arborización. Por cada seis/cinco arboles sembrados en comunas estrato 5/6 hay uno o menos en los estratos 1-2 . Y eso que le faltó el comparativo por población. ¿Se irá a pronunciar el Concejal del Partido Verde sobre esto, o el Concejal ExCarder, y harán que se tomen medidas (con presupuesto) para equilibrar esos pulmones verdes? A propósito ¿esa sería otra función del Instituto Municipal de Promoción y Defensa del Espacio Público que propone el Comité Intergremial? ¿Quedó en el Plan de Desarrollo?

El monopolio de la violencia legítima es la primera condición para que haya Estad


Ilegalización del oro y legalización de las drogas

La minería ilegal, manejada por grupos criminales, está generando violencia en países latinoamericanos

Pese a que los homicidios en toda Colombia están descendiendo, en los lugares donde existen yacimientos de oro, estos están aumentando desde que los precios del mismo se dispararon compitiendo en rentabilidad con la cocaína. En Colombia y Perú la minería ilegal, manejada por sectores informales o grupos criminales, está generando violencia. No hay noticias de que eso mismo esté ocurriendo en Estados Unidos o Canadá, que son grandes productores de oro. Este efecto contrastante con respecto al oro, que es un producto legal, entre Estados con desarrollos desiguales, hace dudar sobre si la causa fundamental de la violencia en algunos países latinoamericanos son las drogas, cuando las evidencias apuntan más hacia graves rezagos en la construcción de Estado.
Las debilidades y vacíos de Estado generan oportunidades para actividades criminales. En México, por ejemplo, se roban el 30% de la gasolina de los oleoductos de PEMEX. Durante la Guerra Fría surgieron interpretaciones que planteaban que las causas de la violencia eran el Comunismo y la Teología de la Liberación y no el carácter autoritario de los Estados.
La violencia ha sido históricamente determinante en la construcción del Estado y sus instituciones. El monopolio de la violencia legítima es la primera condición para que haya Estado. Monopolio implica inexistencia de poderes armados que cuestionen la autoridad en el territorio y, en la actualidad, legitimidad implica respeto a los derechos humanos. En la segunda mitad del siglo pasado hubo en Latinoamérica insurgencias que se explicaban, entre otras razones, por la falta de neutralidad política del poder coercitivo. Fruto de aquella violencia surgieron instituciones democráticas. Ejércitos y policías terminaron siendo neutrales y las izquierdas pudieron por fin gobernar. Ahora estamos frente a una violencia criminal que ha evidenciado debilidades de los Estados y que, igual, obliga a construir institucionalidad, no importa que los delincuentes no tengan propuesta política.
Los problemas de: ineficiencia e insuficiencia de las policías, funcionamiento de la justicia, calidad de las prisiones, ausencia de Estado en el territorio y pobreza y desatención social a población con proclividad al delito; son, en algunos países, gigantescos. En Honduras se incendian prisiones y en El Salvador se cree en milagrosas negociaciones con criminales. En la mayoría de países la seguridad está en manos de instituciones no reformadas heredadas del autoritarismo. Los regímenes autoritarios delegaron en personas violentas el monopolio de la violencia en representación del Estado. Policías y ejércitos se llenaron de matones, ignorantes y corruptos, mal pagados, pero leales al poder. Violencia, corrupción e ilegalidad han sido antivalores tolerados entre militares y policías. No ha existido una barrera moral entre autoridades y delincuentes. Ejércitos y policías fueron preparados para combatir rebeliones y evitar golpes de Estado. Muchas de esas viejas estructuras han colapsado o han sido cooptadas por los criminales. Por otro lado, la liberalización económica redujo las capacidades de los Estados al multiplicar la seguridad privada en detrimento de la seguridad pública. Las drogas son entonces parte del problema, pero no la causa.
El monopolio de la violencia legítima es la primera condición para que haya Estado
La violencia de México ha tenido tal impacto, que puso el tema de la legalización o despenalización de las drogas en la agenda de la reciente Cumbre de las Américas. La esperanza es encontrar una ruta rápida para acabar con la violencia. Inmediatamente esta demanda fue considerada una causa progresista porque permitía culpar a EE UU, rechazaba el conservadurismo moralista de la prohibición y no se comprometía con los temas de ley y orden que son considerados de derechas. Sin embargo, al menos para Latinoamérica, el debate estaría entre dejar que las drogas sean reguladas por el mercado, como han hecho las derechas con todo en los últimos años, o se resuelven los temas de fondo de construcción de Estado. La alergia de la academia y los progresistas por la agenda de seguridad dejó este tema con mucha gente en las graderías exigiendo, pero pocos en la cancha resolviendo; se ha aceptado implícitamente que la seguridad no es un tema científico, sino de matones.
Es un error hablar de guerra contra las drogas, porque las guerras terminan y la producción y el consumo de drogas no terminará nunca. Sin embargo, la legalización como “solución mágica” puede convertirse en escusa para “dejarlas pasar”, en vez de fortalecer al Estado. El resultado sería la institucionalización del crimen. A Colombia la lucha contra el crimen la está transformando en un mejor país, la seguridad y la justicia son ahora más eficientes y el Estado, después de décadas de ausencia, ha comenzado a volverse política, económica y socialmente responsable de todo el territorio. La violencia está obligando a Brasil a ocuparse, por fin, de las favelas y a México a depurar y modernizar sus tradicionalmente corruptas policías.
En Guatemala los ejércitos privados tienen tres veces más hombres que el Estado, los ricos se resisten ferozmente a pagar impuestos, los policías son escandalosamente corruptos, los criminales dominan extensos territorios y en los años ochenta los militares asesinaron a más de 100.000 personas. El gobierno de este país, con un general de presidente, se ha convertido ahora en el abanderado de la causa “progresista” por la legalización de las drogas.
Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales.