2013/03/07

Constituyente cafetera, ya


Constituyente cafetera, ya

en http://www.cronicadelquindio.com/noticia-noticia_opinion-seccion-opnion-titulo-constituyente_cafetera__ya-op-7215.htm

El paro cafetero debe terminar ya, y los caficultores tienen que sentarse a pensar en su constituyente.
La constituyente cafetera debe de ser lo más democrática posible, para que no termine siendo un congreso cafetero extraordinario donde están los mismos de siempre. Es necesario asegurar, en esa constituyente, la representatividad de base, diversa y legítima.

De base porque en el debate deben estar las comunidades más populares de la caficultura, aquellas que identifican la pequeña propiedad campesina familiar. Son campesinos de menos de cinco hectáreas que ven las duras y las maduras para poder mantenerse en el campo.

La constituyente cafetera debe ser diversa porque en ese gran foro deben de confluir, además de los pequeños, los medianos y grandes caficultores del país, también es necesario incluir a otros sectores de la cadena productiva: comercializadores urbanos, esto es, compradores de café, trilladores y exportadores del grano. Y por nada del mundo se deben dejar de lado los pequeños, medianos y grandes tostadores nacionales. En el Quindío ya casi llegan a cien este tipo de productores.

La constituyente debe ser legítima. Esto quiere decir que por nada del mundo se debe permitir la presencia de infiltrados de sectores que solo están allí para desestabilizar y ‘pescar en río revuelto’, como está sucediendo con el paro.

La conformación del comité inicial para la preparación de la constituyente debe extender su influencia a la academia, para que las diferentes facultades de economía, negocios, y sociología participen en el proceso desde el pensamiento y el análisis. Y formar un grupo que vaya a todas las ciudades capitales de influencia cafetera recogiendo las inquietudes para tener un gran documento básico de discusión, que esté listo para cuando se elijan los miembros de esta constituyente.

La escogencia de los constituyentes tiene que pasar por un sistema más allá del utilizado para las elecciones cafeteras que selecciona los miembros de los comités municipales y el comité departamental de cafeteros. Debería utilizarse un sistema más participativo que representativo y realizar una preinscripción de aquellos propietarios de predios cafeteros, pero también de comerciantes formalizados en la compra-venta y exportación del grano, como los tostadores.

El tema es de fundamental importancia. Esa constituyente debe decidir qué hacer con la Federación Nacional de Cafeteros, cuáles deben ser los cambios en la institución. Pero también dedicar gran parte del tiempo a resolver cuál debe ser el papel del gobierno.

La caficultura necesita una modernización absoluta, porque aún en el Eje Cafetero, Antioquia, Tolima, Valle, los departamentos más avanzados, y en el nuevo eje: Huila, Cauca y Nariño, se utilizan las prácticas agrícolas y de transformación del grano de hace cincuenta años. Comprometerse a utilizar las nuevas tecnologías, la mecanización con grandes inversiones públicas, pero también avanzar en la genética y la conservación del paisaje, los bosques y los animales. Para tal fin, también se debe declarar para el caso del Quindío y otras zonas, en esa Constituyente, que el interés del país es la caficultura, no la minería a cielo abierto.

La transformación de la Federación de Cafeteros pasa por cambios definitivos en la comercialización del café. Hay ahí un gran cuello de botella que debemos romper definitivamente. No podemos seguir con la práctica decimonónica de exportar el grano en bruto. Hay que competir en el mercado mundial con cafés elaborados, tostados, molidos, y otras presentaciones. Ese tema es definitivo. Que el productor privado, desde su finca, pueda exportar con libertad sí lo puede hacer, sin las trabas y talanqueras que hoy le pone la Federación.

El paro cafetero debe terminar ya, y los caficultores tienen que sentarse a pensar en la Constituyente Cafetera, en sus detalles, en la forma de elegirla y en los temas que deben debatirse. Y para eso, estamos seguros, el gobierno y la propia Federación de Cafeteros tienen toda la disposición.
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Vamos al fondo de la crisis cafetera



Eduardo Sarmiento

La crisis cafetera

Por: Eduardo Sarmiento


El país operó durante cincuenta años con una política cafetera basada en el diagnóstico de su inelasticidad de la demanda. En virtud del acuerdo mundial del café, los países productores estaban en capacidad de regular la oferta mundial y colocar los precios en las condiciones más favorables. El sector evolucionó con grandes excedentes que permitieron un manejo laxo de los gastos, el patrimonio y los costos de producción.
Las condiciones cambiaron con la eliminación del acuerdo mundial del café en 1988 y el desmonte del estatuto cambiario 444 y la Junta Monetaria en la administración de César Gaviria. El sector quedó a merced de la oferta y la demanda. Dentro de este marco de libertad de mercado, era inevitable que el precio de un producto inelástico se deteriorara progresivamente y castigara en un mayor grado a quienes operan con mayores costos.
Sin embargo, la Federación mantuvo la misma estructura de opulencia. En particular, se negó a entrar en las variedades robustas que pueden cultivarse con mayores productividades (productividad por hectárea). Mientras que el último quinquenio la producción del café arábico colombiano se derrumbó, la del robusta aumento en Brasil y otros lugares.
En contraste, los nuevos productores buscaron desplazar a los tradicionales reduciendo los costos y la calidad. En la actualidad, Colombia importa café de Perú y Ecuador con precios muy inferiores al de exportación y registra costos de producción tres veces mayores que los de Vietnam. El país perdió participación en los mercados internacionales, pasando del segundo al cuarto lugar, y vio esfumar el cuantioso patrimonio de la Federación de Cafeteros. Se configuró un círculo vicioso en que la baja demanda del producto reducía las ganancias, y esto dificultaba la modernización y la ampliación de la producción. El sector sobrevivía por los elevados precios internacionales y la asistencia del Gobierno.
El otro aspecto es el tipo de cambio. El país está montado sobre el sector minero que tiene elevadas necesidades de inversión extranjera y genera la totalidad de sus ingresos en divisas. Así, la producción tiende a concentrarse en la minería y en los servicios y la mayor parte del consumo industrial y agrícola se obtiene abaratado en el exterior.
Como existen serias limitaciones para el empleo y las divisas, surge la abundancia de divisas que revalúa el tipo de cambio y desplaza la producción de bienes transables. Así, la enfermedad holandesa adquiere la forma de extinción de la industria, la agricultura y el empleo.
La verdad es que en la última década, y en especial en el último lustro, el café operó dentro de condiciones de costos y revaluación que no consultaban con las realidades internas y externas. Se pensó que los elevados precios se mantendrían y daban margen para todo. No se advirtió que se trataba de un producto inelástico que tiende al deterioro paulatino de sus cotizaciones.
Luego de cincuenta años de severa regulación del sector e intervención en el mercado, el país le apostó al libre mercado dentro de un marco de permisividad a los dirigentes cafeteros y enfermedad holandesa y terminó en el mismo descalabro del resto de la agricultura y la industria. El Comité del Café, integrado por el Gobierno y la Federación, careció de la visión, el diagnóstico y el manejo para evitar que los costos superaran los precios y colocaran al sector al borde de la quiebra.
La causas de la crisis no hay que buscarlas aguas arriba. Se encuentran en la trivialidad de la política cafetera de producción y costos, el motor de la minería y la modalidad de cambio flexible.
  • Eduardo Sarmiento Palacio | Elespectador.com

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Qué es la parapolítica

Parapolítica y narcotráfico: ¿otra forma de lucha política?
en http://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30/3597-parapolitica-y-narcotrafico-iotra-forma-de-lucha-politica.html
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CONFLICTO, DROGAS Y PAZ
Escrito por Gustavo Duncan   
Domingo, 03 de Marzo de 2013 22:04
Piedad Zuccardi y Juan Carlos Martínez son las dos caras de una misma moneda. Lúcida explicación de cómo el narcotráfico lleva a una lucha política para consolidar el nuevo orden social que beneficia a las élites emergentes. ….Y pronto se hablará de la bacrim–política[1].

Gustavo Duncan parapolitica Piedad Zuccardi
Piedad Zuccardi: políticos profesionales de la periferia que aprovecharon las transformaciones en el orden social para acumular poder político.  Foto: Presidencia.  
Qué es una lucha política
La literatura sobre las luchas sociales del siglo veinte describe una situación típica: sectores subordinados y descontentos son dirigidos por una organización política para exigir transformaciones en el orden social. Es decir, para exigir un cambio de las pautas que clasifican a los individuos y a los grupos de acuerdo con sus atributos materiales y simbólicos, de la división del trabajo y de la forma como los excedentes se distribuyen entre los varios grupos[2].
A estas luchas se les reconoce un carácter político, porque exponen de manera abierta las contradicciones entre elites y dominados. No importa el tipo de estrategias utilizadas para reclamar las transformaciones, pueden ser las más violentas o las más pacíficas. Tampoco importa que la mayoría de las veces los líderes de la protesta sean cooptados por las élites dominantes, tras hacer los mínimos ajustes necesarios para evitar una insubordinación social mayor[3].
Lo importante para reconocer el carácter político no parecería ser entonces las transacciones  que ocurren entre las élites dominantes, los dominados y las nuevas élites que encabezan la protesta social, sino la expresión abierta de disconformidad que unos grupos hacen de su situación y sus reclamos por conseguir transformaciones sociales.
El narco como política
Pero en otras situaciones, el descontento no se expresa en la protesta sino en la  transformación del orden por fuera de las instituciones de control de las élites o, incluso, mediante acuerdos con un sector de las élites.
Por ejemplo, cuando una nueva actividad económica, así sea ilegal, es introducida por sectores dominados con profundos efectos sobre la producción y distribución de la riqueza, en el fondo se está resolviendo un descontento con el orden social existente. Así al principio no hubiese habido enfrentamientos ni debates abiertos con las élites ¿no es acaso parte de una alternativa política que encuentran los sectores dominados para transformar su situación? Exactamente lo anterior fue lo que sucedió con el narcotráfico en Colombia:
  • Sectores descontentos aprovecharon la oportunidad de acceder a la fuente inagotable de acumulación originaria de capital que ofrecía una actividad criminal.
  • Con ese capital introdujeron cambios en el orden social de la periferia: las jerarquías, las formas de producción económica y la distribución de la riqueza fueron transformadas silenciosamente por estos sectores.
  • Como resultado de tales transformaciones, la población de la periferia tuvo que someterse a la dominación impuesta de manera parcial y a veces total por organizaciones criminales. Los miembros de los grupos subordinados de la sociedad pudieron convertirse en nuevas élites, mediante el crimen organizado.
Fue así como un sinnúmero de organizaciones de todo tipo comenzaron a defender por la fuerza las transformaciones en el orden social y su posición alcanzada en el nuevo orden social. Y lo hicieron no solo al controlar las principales fuentes de capital en sus comunidades, sino al establecer el control armado de una territorialidad, es decir de una población o al menos de una parte de ella en un territorio dado de la periferia.Mafias, paramilitares, pandillas y demás organizaciones de coerción privada inundaron el paisaje social colombiano. La violencia en sí misma se convirtió en una oportunidad de ascenso en el orden social para jóvenes de sectores excluidos. De la noche a la mañana si eran buenos guerreros podían hacerse al control de un territorio.
El por qué de la parapolítica
Para las élites tradicionales de la periferia el dilema era cómo ajustarse a una serie de cambios que habían rebasado sus posibilidades de dominación. El capital de las drogas implicaba que ellas fueran desplazadas en la nueva división del trabajo social: poseer un millar de hectáreas de tierra y otras tantas cabezas de ganado ahora era irrelevante ante las fortunas del narcotráfico que circulaban en la economía local.
Otros medios y otros atributos definían las jerarquías sociales y había que ajustarse a los cambios. Y no solo eran los medios económicos los que definían el lugar de cada quien. La organización de la violencia por mafias y paramilitares era fundamental para definir las relaciones de poder.
En este dilema está la raíz del proceso 8000, la parapolítica y en un futuro no muy lejano la bacrim-política. El acceso a los medios de poder cambió tan profundamente aquellas sociedades donde la acumulación de capital no era competencia frente al poder del narcotráfico, que las élites que no se ajustaron a las nuevas demandas del entorno naufragaron en el orden social.
Ante sus restricciones de capital y la violencia privada, estas élites ofrecieron lo único realmente valioso que tenían a la mano: su capacidad de mediación política ante las instituciones del Estado y ante las élites del centro del país. La transacción iba a ser apenas natural.
Mafiosos y narcotraficantes necesitaban de protección frente a una eventual intervención del Estado central en sus negocios y en el orden social de la periferia. Y por su parte la clase política necesitaba preservar su acceso a la otra fuente principal de recursos de la periferia: el presupuesto del Estado.
Pero las oportunidades no solo estaban disponibles para los mediadores políticos pertenecientes a sectores tradicionales de las élites. El capital de las drogas podía convertir también en grandes electores a políticos profesionales del origen más humilde. Si tenían las habilidades para ganar el voto de las comunidades y se sentían más sintonizados con los patrones narcotraficantes por su mismo origen social ¿por qué no iban a desplazar a los jefes políticos tradicionales, ahora que tenían los recursos para hacerlo?
La detención de Piedad Zuccardi y de Juan Carlos Martínez son las dos caras de esta misma moneda: la de políticos profesionales de la periferia que aprovecharon las transformaciones en el orden social para acumular poder político.
La gran diferencia es que Zuccardi disponía de los medios para concentrar el poder político en la periferia desde antes de estas transformaciones, solo que si no negociaba con quienes tenían las armas, sus medios de poder se iban a diluir.
Martínez, por su parte, debió su ascenso a las transformaciones del orden social. Sin los medios provistos por el narcotráfico nunca hubiera sido un congresista relevante, de pronto nunca hubiera sido un congresista.
Por algo invitaron a Piedad Zuccardi al matrimonio de la hija del Procurador, pero no invitaron a nadie como Juan Carlos Martínez. Allí no había espacio para emergentes.
La postura de las élites nacionales
Para las élites del centro del país la cuestión era cómo enfrentar al menor costo posible el surgimiento de nuevas instituciones de dominación en la periferia, que eventualmente podían poner en riesgo su poder.
En un principio, la falta de voluntad y decisión para intervenir no fue producto de su miopía. Era simplemente que las transformaciones en el orden social no afectaban ni sus intereses ni su posición en las jerarquías sociales, políticas y económicas de su entorno. Por el alto grado de acumulación del centro del país, el capital de las drogas no alcanzaba a propiciar transformaciones significativas del orden social.
El problema quedó circunscrito a las élites de la periferia hasta cuando los efectos del narcotráfico sobre el poder político desbordaron lo local y tuvieron incidencia sobre la política nacional.
La violencia, por un lado, fue un catalizador de la intervención del centro sobre las regiones. Cuando los grupos armados se salieron de control, el Estado se vio obligado a plantear guerras contra todo tipo de organizaciones: desde Pablos Escobares hasta guerrillas como las FARC. Incluso fue la razón para que Uribe negociara con los paramilitares.
Por otro lado, el narcotráfico propició enormes fracturas en los partidos políticos tradicionales:
  • La disponibilidad de recursos en las bases de la política profesional permitió a muchas figuras de la periferia independizarse de los partidos de Bogotá. 
  • Los parapolíticos armaron sus propios partidos y se apropiaron de una porción del Congreso. Representaban además la defensa de un orden social que no se hallaba ya bajo el control del centro del país. 
  • Ese era el sentido de la representación lograda por una serie de partidos constituidos de manera coyuntural desde las regiones. Podía ser que su nombre fuera la caricatura de una sigla — PIN, ADN, ALAS — pero representaban un poder real que reclamaba ante las instituciones del Estado central el respeto y el reconocimiento de las transformaciones sociales ya ocurridas en la periferia.
Quien presidiera el Estado debía contar con el respaldo de estas colectividades, así fueran indeseables ante los medios de comunicación, para tramitar la agenda de gobierno en el Congreso.La salida ante semejante dilema para las élites del centro del país fueron pactos implícitos y explícitos con las mafias que menos desafiaran los límites de su poder y la represión a las que pretendieran sobrepasarse.
Quienes tenían el apoyo de la clase política de la periferia para trazar unos límites de poder tolerables para el Estado central obtenían protección. Quienes no lo tenían y desafiaban el poder de las élites del centro eran aplastados.
El descontento social materializado por las élites emergentes del narcotráfico tenía sus límites: las transformaciones implicaban una situación intolerable para las élites tradicionales, tanto del centro como de las que mantuvieron su poder en la periferia.
* Máster en Global Security de la Universidad de Cranfield, investigador en temas de construcción de Estado, sociología, conflicto armado y narcotráfico en Colombia.

 Gustavo Duncan parapolitica narcotrafico RazonPublica
Gustavo Duncan RazonPublica
Gustavo Duncan*























A estas luchas se les reconoce un carácter político, porque exponen de manera abierta las contradicciones entre dominados y élites. No importa el tipo de estrategias utilizadas para reclamar las transformaciones, pueden ser las más violentas o las más pacíficas.




































Sectores descontentos aprovecharon la oportunidad de acceder a la fuente inagotable de acumulación originaria de capital que ofrecía una actividad criminal.











































































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2013/03/05

En Brasil hoy no hay izquierda


FREI BETTO
Saudades de la izquierda revolucionaria.
POR JUAN PABLO VILLALOBOS / FOTOS DE DUDA COVETT
Carlos Alberto Libanio Christo, Frei Betto.
El 19 de julio de 1980, en Managua, Carlos Alberto Libânio Christo, Frei Betto, y Luiz Inácio da Silva, Lula, asisten a la conmemoración del primer aniversario de la revolución sandinista. Por la noche, el padre Miguel d'Escoto, ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, los lleva a la casa del escritor Sergio Ramírez, vicepresidente de la República. Es la fiesta de los VIP, a las celebraciones populares diurnas le sigue esta recepción íntima, aunque tumultuosa, en la que confraternizan los invitados internacionales con la nueva élite política nicaragüense. En algún momento de la noche, el tumulto íntimo se alebresta, vibra emocionado: Fidel Castro entra en escena. Saluda uno a uno a todos los presentes, estrecha las manos del teólogo de la liberación Frei Betto y del líder sindical Lula y se encierra en la biblioteca a atender asuntos trascendentes. Ésta es la insólita misión que la noche le depara al comandante: apaciguar a los empresarios que tienen miedo de la revolución. A las dos de la madrugada, Miguel d'Escoto avisa a los compañeros brasileños: "El comandante ya terminó la cola de empresarios, ¿quieren conversar con él?".

Frei Betto está exultante porque Nicaragua es un sueño realizado: la primera vez en la historia que los cristianos habían luchado al lado de los comunistas. ¡Y habían ganado! Es quizás esta felicidad la que le insufla la confianza para importunar al líder cubano:

Frei Betto: Comandante, ¿por qué el partido y el Estado en Cuba son confesionales?
Fidel: ¿Cómo confesionales? Somos ateos.
Frei Betto: Afirmar o negar la existencia de Dios es confesional y la modernidad exige partidos y estados laicos.


Madrugada adentro, conociendo la pésima relación que existía entre la Iglesia católica y la Revolución cubana, Frei Betto expone al comandante tres hipótesis:

La primera es que la revolución persigue a la Iglesia católica, si es así le presta un buen servicio al imperialismo, al capitalismo, que quieren probar la incompatibilidad entre cristianismo y revolución. La segunda es que la revolución es indiferente a la Iglesia católica, de ser así presta un buen servicio a la contrarrevolución interna, que usa a la Iglesia como trinchera de cuestionamiento de la revolución. La tercera es que la revolución es un ente político que tiene que buscar el diálogo y las buenas relaciones con todas las instituciones cubanas, incluyendo a la Iglesia. (Con tal de ser fiel a lo acontecido, el autor ha sacrificado el estilo al repetir seis veces la cacofónica palabra "revolución" en este párrafo. El compromiso con la verdad es un lastre. Disculpas del autor.)

A las seis de la mañana, las impertinencias de Frei Betto parecen haber calado hondo en la conciencia del comandante, quien se despide con una invitación: ¿Usted puede ayudar a reaproximarnos a la iglesia?
"Me ven como si fuera un dinosaurio porque yo sigo defendiendo que la humanidad no tiene futuro fuera de una sociedad socialista", me dice Frei Betto la tarde del 2 de julio de 2012, casi treinta y dos años después; para ser exactos, treinta y un años y cincuenta semanas en los que, entre otras cosas, cayó el Muro de Berlín, "Gorbachov entregó la Unión Soviética al capitalismo" y "la izquierda teórica desapareció".


Habla de manera pausada y mastica cada frase razonada de manera cuidadosa o convocada ágilmente desde esa memoria en la que se almacena la historia de la izquierda revolucionaria de las últimas cuatro décadas. La lenta cadencia de su discurso me permitirá transcribir la entrevista con calma días más tarde; las pausas en su dicción marcarán mis pausas en la grabación.

Para un mexicano, todos los dinosaurios son priistas, por eso el apodo con el que la izquierdamoderna califica a Frei Betto me deja descolocado. Puesto a especular, aventuro que si Frei Betto fuera un dinosaurio no sería un feroz, carnívoro, enorme y pesado tiranosaurio, ni tampoco un ágil y sangriento velociraptor. Frei Betto sería un titanosaurio lento, majestuoso, cuadrúpedo, herbívoro, de dientes planos y espatulados: un trigonosaurio, el saurópodo encontrado en la mina Caieira, cerca de Peirópolis, en Minas Gerais.

Estamos en el convento Santo Alberto Magno, sede de la orden de los dominicos en São Paulo, en el barrio clasemediero de Perdizes. Se trata de un terreno ajardinado con dos predios sobrios: la casa —donde se encuentran los pequeños cuartos de los frailes, la cocina, el comedor, salas de lectura y oración— y el salón en el que departimos, que parece servir como lugar de reuniones, entrevistas y capacitaciones. Al lado está la biblioteca, dos habitaciones repletas de libros más bien viejos —es obvio que su esplendor fue en los años ochenta—, de donde podría entresacarse, consultando por aquí y por allá, la obra completa de Leonardo Boff. Al fondo de todo hay un baño sin agua. (Aprovecho para disculparme de nuevo: no fue por mi anticlericalismo que dejé allí ese recuerdo de mi visita, ¿cómo iba a saber que no había agua? El autor promete no volver a disculparse y aclara que tanta culpa es por haber crecido en los Altos de Jalisco.)

Es la una de la tarde, y antes almorzamos junto con otros tres frailes en el comedor comunal, una mesa en "L" frente a una pequeña barra donde reposaba un modesto buffet: bisteces fritos con cebolla, arroz integral, frijoles, lechuga, tomate, agua y jugo de acerola. La comida no sabía a nada y, a pesar de que había saleros, pimienta, vinagre o aceite de oliva, me pareció que usarlos sería un gesto superfluo e irrespetuoso. Por supuesto, ni mi paladar ni mi estómago agradecieron el gesto ascético —y gratuito—. Frei Betto, al presentarme, ha explicado que soy mexicano, a lo que los frailes han respondido con exaltada emoción ensalsando la figura de fray Bartolomé de las Casas, quien da nombre a la provincia brasileña de los dominicos. Ha sido un almuerzo extraño, a la comida insípida se ha sumado una conversación desconcertante, ráfagas de preguntas y comentarios ininteligibles o fuera de contexto seguidos de silencios trabajados con mucho esfuerzo. Parece que por ahí no pasan muchos foráneos. Frei Betto no ha estado cómodo, más tarde me diría que acostumbra reunirse en restaurantes, "porque aquí no se puede hablar".

"Hoy muchos ex compañeros de la izquierda pueden ser burgueses sin culpa", insiste Frei Betto y me habla de su poema "Seqüestro da linguagem", en el que un izquierdista resignado acepta renunciar a la guerrilla, a los sueños revolucionarios, al socialismo, al trabajo por los pobres, todo sacrificado a cambio de la palabra "democracia". Los tres últimos versos del poema repiten lo que Frei Betto acaba de decirme y que es una de sus obsesiones actuales: la desaparición de la izquierda revolucionaria y la cooptación de sus ex camaradas por la democracia burguesa:Então, nasceu em mim, / A liberdade de ser burguês. / Sem culpa.
Carlos Alberto Libânio Christo nació en 1944 en Belo Horizonte, Minas Gerais. Su padre era un furibundo anticlerical que escribía crónicas para los periódicos locales. Su madre, que era una reconocida cocinera —autora de libros sobre gastronomíamineira—, militaba en la asociación progresista Ação Católica, en la que Carlos Alberto, Betto, hijo al fin y al cabo de una pareja dialéctica, iniciaría su activismo religioso, social y político desde la adolescencia. A los diecisiete años ya era el dirigente nacional juvenil, cargo que ocupó durante tres años en los que recorrió Brasil dos veces de punta a punta. Aunque Betto reconocía su vocación de escritor desde edad muy temprana —recuerda con cariño que un profesor le diagnosticó: "Usted no será escritor sólo si no quiere"—, ingresó en la facultad de Periodismo por modestia, porque creía que "eso de ser escritor era para genios".


El 1 de abril de 1964, cuando Betto tenía veinte años, un golpe militar instauró una dictadura que habría de perdurar un año más de los que había vivido hasta entonces, es decir, veintiún años, con cinco presidentes militares consecutivos, hasta 1985. Pero no nos adelantemos tanto en espera de sucesos dignos de reseñar, hace falta sólo avanzar dos meses, hasta junio de 1964, cuando Betto fue encarcelado por vez primera por un breve periodo de quince días.

Un año más tarde, Betto decidió entrar en la orden de los dominicos —los más progresistas de la Iglesia brasileña, muy cercanos a Ação Católica—, con el pensamiento de que la acción política y la acción religiosa son indisociables: "Desde el punto de vista ético y religioso, yo tengo el principio de Jesús: hay que estar al lado de los pobres. La cuestión de ser de izquierda no es una cuestión ni de marxismo ni de socialismo, es una cuestión de defensa de los derechos de los pobres".

FREI BETTO
Saudades de la izquierda revolucionaria.
POR JUAN PABLO VILLALOBOS / FOTOS DE DUDA COVETT
"Entré a los dominicos para salir, entré para estar seguro de que esto no era lo mío", confiesa Frei Betto, con ese Frei antes del Betto que delata que no ha salido cuarenta y siete años después. Pero no nos adelantemos tanto-tanto, hasta este presente en que lo entrevisto, hasta este 2012 que resulta de sumar 1965 más cuarenta y siete, o sea, hasta esta actualidad en la que los jóvenes revolucionarios de entonces son socialdemócratas o dinosaurios. Basta con ir hasta 1969, época de dictaduras y de movimientos revolucionarios como Dios manda.

En 1969, decíamos, Carlos Alberto, Betto, que ya es Frei Betto, vivía en Pôrto Alegre, en el sureño estado de Rio Grande do Sul, donde realizaba acciones de apoyo al grupo guerrillero Ação Libertadora Nacional (ALN), de Carlos Marighella. Su contribución consistía en ayudar a escapar a los miembros de la organización en fuga a Uruguay o Argentina. Y ahora no es necesario ir ni siquiera un año hacia adelante: el mismo 1969, Frei Betto fue nuevamente encarcelado, pero esta vez no tuvo la fortuna de la brevedad, esta vez se quedaría encerrado por cuatro años.

Cuando tenía ocho años, Socorro Acioli escribió el Pipoqueiro João, la historia de un vendedor de palomitas —pipocas— que un día desaparece de manera misteriosa, justo como había sucedido con el pipoqueiro de su escuela. Alguien de su familia le hizo llegar el libro a Frei Betto, quien en respuesta le envió una carta en la que decía lo mucho que se había preocupado con la desaparición del pipoqueiro, pero que se había quedado tranquilo cuando al final lo habían encontrado. "Hasta ese momento nadie me había comentado nada sobre la anécdota del libro", me dice por teléfono Socorro, quien vive en Fortaleza, en el estado de Ceará, en el noreste brasileño. Socorro guardó la carta y se la mostró a Frei Betto más de diez años después, cuando estudiaba periodismo. Ella dice que gracias a esa carta se volvió escritora. Por intermediación de Frei Betto, además, acabaría escribiendo la biografía de fray Tito, un fraile cearense que también fue encarcelado y torturado y que acabó suicidándose. Fray Tito se convirtió en un símbolo de la brutalidad de la dictadura. Con el paso de los años, su relación con Frei Betto se estrecharía al grado de que él apadrinaría a su hija. "No hay manera de hablar de la dictadura brasileña sin hablar de Frei Betto —asegura Socorro—. Lo curioso vino cuando hicieron la película de Batismo de sangue. Frei Betto se volvió una especie de pop star. Recuerdo que la gente que sabía que yo lo conocía venía a hablarme como si lo que le había pasado fuera algo emocionante, digno de admiración". Batismo de sangue, publicada en 1983, es la novela en la que Frei Betto narra la resistencia de los frailes dominicos al régimen militar brasileño y que fue adaptada al cine en 2006 por el director Helvécio Ratton.

Frei Betto ha escrito más de cincuenta libros, que han sido publicados en más de veinte países. Ganó dos veces, en 1982 y en 2005, el Jabuti, el premio literario más prestigioso de Brasil. Se considera escritor compulsivo: "Si paso más de cuarenta y ocho horas sin escribir me siento mal". En su agenda de cada año bloquea ciento veinte días "sagrados" para la escritura y trabaja paralelamente en dos o tres libros. Una de sus fantasías es la de establecer un monasterio para escritores, un refugio al que puedan acudir los autores en busca de silencio y cuidados. "La creatividad exige un ocio silencioso", lamenta Frei Betto, quien no acaba de entender cómo se puede escribir en medio del fragor urbano y mediático.

Autor de memorias, ensayos, perfiles, crónicas y entrevistas, intenta ahora dedicarle más tiempo a la ficción, que es lo que realmente le gusta escribir, aunque para ello deba luchar contra "la camisa de fuerza de su intensa militancia política" y afrontar, de vez en cuando, la incomprensión de los lectores: "Mucha gente se sorprende de que siendo fraile escriba escenas eróticas, pero nadie me preguntó si yo degollé a una persona, como describí en Hotel Brasil", dice riendo, en referencia a una novela policiaca en la que el método del asesino es la decapitación.

Le pido al escritor paulista Marçal Aquino, autor de novelas policiacas de gran éxito entre los lectores y la crítica, varias de ellas llevadas al cine, que me resuma la aportación literaria de Frei Betto: "Es un autor inquieto y combativo —me escribe Marçal en un correo electrónico—, dueño de una obra vasta y variada, cuyo punto central parece ser la búsqueda incansable de un sentido ético de la vida. Libros como Batismo de sangue y Cartas da prisão son documentos indispensables para la comprensión de un periodo de la historia reciente brasileña".

Además de la escritura de libros, Frei Betto publica seis columnas mensuales en diferentes revistas y periódicos y sobrevive de dar conferencias sobre ética, educación y "crisis de la modernidad". Los dominicos tienen que trabajar para sustentarse, la parte principal de sus ingresos la destinan a la orden y se reservan el resto para gastos personales. 

No extraña, por tanto, que además sea un gran orador y que emita frases citables una detrás de otra. Reviso la transcripción de la entrevista para marcar las evidencias. "Jesús no se casó por una lógica 'cheguevariana'". "El pueblo va a la iglesia y no le importa lo que dicen los curas, el pueblo se entiende directamente con Dios". "Gorbachov era un hombre enteramente equivocado". "Desde el punto de vista macro, en Brasil hoy no hay izquierda". "Wall Street significa la calle del muro, cayó el Muro de Berlín, pero mientras no caiga este otro muro, la humanidad no tiene futuro". "La publicidad es la catequesis del consumista". "Los ricos piden la salvación eterna. Los pobres piden vida en esta vida". "Hay pastores que pregonan que Jesús es el camino, pero están ahí para cobrar el peaje". "El proyecto que Jesús anuncia es un proyecto político".

Cada frase es un artículo en potencia. Estoy seguro de que ordeñaría veinte mil caracteres de cada una de estas frases. Frei Betto es el tipo de personaje que parece exigir la escritura de una reseña y no la de un perfil, un hombre hecho de palabras, como él mismo sugiere entre líneas: "Lo que de verdad me hace feliz es orar y escribir". Palabras y más palabras. Y cifras: "hay mil millones de personas en el mundo con hambre crónica", "en Brasil hay treinta y seis millones de personas en la miseria", "2% de los propietarios rurales tienen 50% de las tierras", "¡36%!, una de las cargas tributarias más altas del mundo", "en Rio 20 no fueron aprobados treinta mil millones para proyectos de desarrollo sustentable", "el G20 aprobó cuatrocientos treinta y seis mil millones para salvar al sistema financiero".

Los datos y las anécdotas fluyen junto con citas de libros o frases dichas por grandes personajes. ¿Qué es un dinosaurio si no un mecanismo de memoria contra el olvido?

De 1969 a 1973, mientras mis padres se casaban, tenían a mi hermano mayor, lo malcriaban con caprichos y por fin se decidían a procrearme a mí, me doy cuenta ahora, Frei Betto habitaba la cárcel de la dictadura brasileña, a la que dice haber sobrevivido gracias, "literalmente", a la literatura, a la escritura de cartas que considera que tuvieron un efecto terapéutico: "La prisión fue una experiencia muy rica. No guardo heridas, por el contrario, yo soy un antes y un después de la prisión. La prisión se metió mucho con mi subjetividad, con mis valores, la vida se hizo más fácil para mí, porque dejé de dar importancia a muchas cosas".

Habla de la tortura sin inmutarse visiblemente, orgulloso incluso de poder hacerlo sin derrumbarse: "Nunca tuve miedo del dolor, y no es por valentía, es por fatalismo. Yo sabía desde el primer momento que no tenía ninguna posibilidad de evitar que me hicieran sufrir, eso me dio tranquilidad". Para la escritura de la biografía de fray Tito, Socorro Acioli intentó entrevistar a varios frailes dominicos que vivieron la misma experiencia: "Frei Betto fue el único con el que pude hablar de manera tranquila, incluso con cierta frialdad. Otros frailes torturados no pueden hablar, hay quienes no aguantan, lloran. Él dice que es por las cartas que escribió, que fueron terapéuticas".

Sus cartas de la prisión fueron compiladas por una amiga, la novelista Maria Valéria Rezende, quien las envió a Italia, donde fueron publicadas por Mondadori y se convirtieron en un best sellerCartas da prisão sólo fue publicado en Brasil en 1974, después de su liberación: "Fue el primer libro de un preso político publicado en Brasil —relata Frei Betto—. Se vendieron cinco mil ejemplares en nueve días, fue una locura, porque todo el mundo creía que la dictadura incautaría el libro".

FREI BETTO
Saudades de la izquierda revolucionaria.
POR JUAN PABLO VILLALOBOS / FOTOS DE DUDA COVETT
La sugerencia unánime que recibió al salir de la prisión fue que abandonara el país, podía elegir cualquier convento del mundo, donde los dominicos, dice, "me recibirían con los brazos abiertos, yo era el pobre que había estado preso, que había sido torturado". Pero Frei Betto eligió quedarse e irse a vivir a una favela de la ciudad de Vitória, en el estado de Espírito Santo. Le siguieron cinco años de trabajo en las llamadas "comunidades eclesiásticas de base", el trabajo de la Iglesia al lado de los pobres, la actividad en el mundo real de la teología de la liberación.

En 1980 aconteció el encuentro con Fidel Castro en Managua, del que habrían de derivar múltiples visitas a Cuba para ayudar al restablecimiento de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. La cineasta cubana Rebeca Chávez filmó, en 1986, el documental Esa invencible esperanza, en el que da cuenta de este delicado proceso: "Primero tuve las noticias que llegaban de la Nicaragua sandinista —escribe Rebeca en un testimonio que me envía por correo electrónico desde La Habana—. Allí aparece Frei Betto. Estamos en los años ochenta. Los cubanos vivíamos en aquella tierra una segunda oportunidad, volvíamos a vivir nuestra propia vida pero algo diferente, con una distancia que objetivaba y permitía comparar lo vivido y lo que se vivía. Y allí Betto solucionaba, en su hacer, una contradicción entre creyentes y revolucionarios que parecía insalvable. Demostraba que era posible y necesario, que las conciencias podían seguir cada una su personal derrotero, pero libres de coincidir en puntos de interés. Milagro que permitía a muchos disfrutar de la espiritualidad sin mala conciencia".

Los dos frutos más visibles de este trabajo son el libro Fidel y la religión. Conversaciones con Frei Betto sobre el marxismo y la teología de la liberación, publicado en más de veinte lenguas y que vendió un millón de ejemplares sólo en Cuba, y la visita de Juan Pablo II a la isla en 1998, ¿1998?, ¡dieciocho años después! La Iglesia es lenta, ya se sabe, pensemos que apenas hace cuatro años se disculpó con Galileo, y la burocracia socialista no es un prodigio de velocidad. (Habría que comprobarlo en Jamaica.)

Pero volvamos atrás, o no nos adelantemos tanto-tanto-tanto, porque otra cosa relevante sucedió en los años ochenta: Frei Betto, reconocido por su trabajo en Cuba, fue llamado como asesor por los gobiernos de diferentes países socialistas. Entre 1980 y 1991, su peregrinar incluyó Rusia, Letonia, Estonia, Lituania —curiosamente, Frei Betto no dice: "Unión Soviética"—, Polonia, Checoslovaquia, Alemania Oriental y China: "China, en aquella época, imagínatelo, la China cerrada —dice y vuelve a asombrarse de haber visitado otro planeta—, la gente venía a vernos comer, se paraban alrededor de la mesa para ver cómo comíamos".

De aquella época recuerda que "en Europa del Este, por cada líder que conocía, yo sentía una gran amargura en el corazón, era la versión socialista de los políticos burgueses que yo conocía en Brasil. Eran oportunistas que querían el poder por el poder, no por principios". Y asegura que "felizmente, aquella propuesta del socialismo burocrático, autocrático, estalinista, fracasó".

Y ahora sí habremos de desplazarnos desvergonzadamente varios años, hasta 2003 y 2004, que fueron los años en que Frei Betto colaboró con el gobierno de Lula en Fome Zero, "hambre cero", el proyecto estatal para erradicar la hambruna en Brasil. Frei Betto abandonaría el gobierno por desavenencias con el partido de Lula, el Partido dos Trabalhadores (PT), un partido que a su juicio "cambió su proyecto de Brasil por un proyecto de poder".

Afonso Borges, mineiro como Frei Betto, es un agitador cultural que por medio del proyecto Sempre um Papo ha organizado más de cuatro mil quinientos eventos literarios por todo Brasil en los últimos veintiséis años. Su primer invitado fue Frei Betto, con quien mantiene una amistad cercana, al igual que con su familia. "Frei Betto es un pensador con los pies en el suelo —me dice Afonso—, una persona fuera de lo común, que ha vivido toda su vida en función del prójimo". Asegura que para Belo Horizonte, la ciudad donde ambos nacieron, es un orgullo tenerlo como hijo, pero que no es una personalidad que goce de unanimidad: "Es normal, porque permanentemente está expresando sus opiniones, a menudo controvertidas, además de que se le identifica como un hombre que estuvo siempre cerca de Lula".

En la sociedad brasileña, la valoración de la figura de Frei Betto resulta siempre obvia dependiendo de la ideología de quien la expresa: es venerado por los izquierdistas; respetado, temido y mirado con suspicacia por los socialdemócratas, y repudiado por los derechistas más conservadores. Entre los últimos destacan, por su virulencia, los ataques del periodista ultraconservador Olavo de Carvalho, quien acusa a Frei Betto de ser fake hasta en el nombre —por apellidarse Christo y no Cristo—, y lo apodó "broma del diablo" en uno de sus incendiarios programas de radio. (Y luego dicen que la "Ch" es muda: no sólo no es muda, sino que delata a los impostores enviados por el demonio.) A menudo este tipo de acusaciones se explican por la fobia de los derechistas a Fidel Castro y Lula, dos personajes que sirven como prisma a través del cual se analiza lo que hace o dice Frei Betto.

"Hay encuentros fortuitos que tejen lazos indelebles", escribe Frei Betto sobre el origen de su amistad con Lula en La mosca azul. Reflexión sobre el poder en Brasil, libro en el que disecciona al PT y al gobierno de Lula y en el que narra su primer encuentro, en enero de 1980, con el entonces líder sindical. Cuestionado sobre el ex presidente brasileño, que actualmente se recupera de un cáncer de laringe, Frei Betto intenta primero curarse en salud diciendo que para él es difícil separar al Lula-político del Lula-amigo y defiende que, a pesar de todo, los gobiernos de Lula y Dilma han sido los mejores de la democracia brasileña.

Sin embargo, su descontento con el rumbo que ha seguido el PT es público y lo manifiesta allí donde se planta: "Yo siempre le digo a los amigos que tengo en el PT: ustedes están equivocados, ustedes no están en el poder, ustedes están en el gobierno, el poder está en otra parte, no piensen que por estar en el gobierno están en el poder, abran los ojos, sólo hay una solución, que es no seguir priorizando esa gobernabilidad 'por arriba' y volver a sus orígenes populares, que fue lo que permitió que, en un país tan elitista como Brasil, un metalúrgico como Lula llegara a la presidencia". Y concluye, enfático, que al PT se le ha olvidado que "Lula llegó al poder como resultado de cuarenta años de trabajo popular".

La gobernabilidad "por arriba" hace referencia a las alianzas que el PT ha debido tejer en el Congreso con otros partidos y que han sido fuente constante de corrupción, incluyendo el famoso mensalão, que juzga actualmente a diversos colaboradores de Lula por pagar mensualidades a congresistas para comprar su apoyo y que es denominado por un sector de la prensa —no sin oportunismo político— "el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil".

Pero a Frei Betto lo que más le inquieta es que los avances logrados en los últimos años se evaporen: "En Brasil hubo una reducción efectiva de la miseria gracias al gobierno de Lula, y ahora al gobierno de Dilma, pero no hubo un cambio estructural que garantice que ese proceso no se va a revertir". Se enerva e impacienta al hablar sobre la deriva del PT hacia la socialdemocracia, al explicar, como ejemplo, que el dinero que Brasil destina al mercado de capitales es mucho mayor que el que va a políticas sociales. "El camino de Brasil no es un camino definitivo, porque no se ha cambiado la estructura social del país, que es una estructura excluyente, desigual, injusta, elitista, esa estructura continúa. ¿Que el país mejoró? Mejoró, claro que mejoró, pero aún falta mucho para ser un país justo y sin miseria".

Quizás el carácter dinosáurico de Frei Betto surja de su vocación de permanencia, de su persistencia en las mismas causas, sean Cuba y Fidel, Lula y el PT, la izquierda revolucionaria o la pedagogía de Paulo Freire, a pesar de todo. El trigonosaurio erguido entre la nube de polvo del meteorito respira como si nada. Sin duda, la más conflictiva de estas permanencias es la suya propia dentro de la Iglesia, en la que continúa a pesar de la censura, de las reprimendas, de los castigos.

FREI BETTO
Saudades de la izquierda revolucionaria.
POR JUAN PABLO VILLALOBOS / FOTOS DE DUDA COVETT
Al hablar de la iglesia mexicana ríe pícaramente al recordar que en 1992, cuando asistió a un congreso de teología de la liberación en Cuernavaca, intentaron prohibirle la entrada al país. Y que en otra ocasión, los sinarquistas quisieron reventar una de sus conferencias en una universidad mexicana al grito de "¡viva Cristo Rey!, ¡viva Cristo Rey!, ¡viva Cristo Rey!".

Es ésta la Iglesia en la que parece difícil que un religioso, que defiende que las mujeres tengan acceso al sacerdocio, que se acabe con el celibato obligatorio o que se asuma que la homosexualidad es tan natural como la heterosexualidad, pueda sentirse abrigado: "Dentro de la posmodernidad, la Iglesia, que es premoderna, está todavía más premoderna, volviendo a la clausura, volviendo a los movimientos de exagerado individualismo, salvación personal, una visión negativa del mundo, una visión de que el mundo está en crisis de valores, de que el mundo es enemigo de la Iglesia. La Iglesia, contrario al Concilio Vaticano II, mira al mundo como si el mundo fuera obra del diablo y ella fuera obra de Dios, y por lo tanto tiene que haber un conflicto, estamos volviendo a un nuevo maniqueísmo". Por eso le parece lógico el auge de las Iglesias evangélicas, a las que él critica sardónicamente acusándolas de "cristianismo prêt-à-porter", Iglesias que prometen cura y prosperidad, "un lenguaje muy adecuado al capitalismo neoliberal".

"A la luz del Evangelio la Iglesia no tiene el derecho de tratar a nadie como homo o hetero, sino como hijo de Dios", escribió el año pasado en un artículo titulado "Los gays y la Biblia", que provocó una áspera polémica y le valió severas críticas de los sectores más conservadores de la Iglesia, mientras lo catapultaba a la fama dentro del movimiento gay, especialmente en Europa. Ante la agitación, el trigonosaurio repite impávido: "Donde hay amor, hay Dios".

Son las cinco de la tarde y estamos terminando después de cuatro horas de entrevista, interrumpida en varias ocasiones por el fotógrafo Duda Covett, quien argumentaba cambios de luz en la tarde paulistana que debían ser aprovechados. "Al intermediario le dicen gato —señala Frei Betto, explicando los mecanismos de la esclavitud moderna en las haciendas de Brasil—. Nunca ves dinero, siempre debes, teóricamente puedes irte, pero siempre y cuando saldes tu deuda. Si huyes, van atrás de ti, te agarran, te pegan...". La grabación recoge una última frase dicha como gran conclusión, mientras comenzamos a despedirnos: "Es brutal la desigualdad aquí, es brutal".

Antes de salir del convento, acompaño a Frei Betto a su habitación a buscar un ejemplar deBatismo de sangue, que quiere agregar a mi mochila, en la que ya reposan ocho libros. Me quedo en la puerta del cuarto y atisbo el interior: un espacio de cuatro o cinco metros cuadrados con una cama y una mesa de trabajo. Sobre la mesa hay una computadora portátil y una pila de libros. De hecho hay libros por todos lados. Una auténtica celda monacal, en versión posmoderna. También hace pensar en la cárcel, en una de esas prisiones confortables de los países nórdicos. A mitad del cuarto hay una maleta abierta llena a medias, es difícil concluir si Frei Betto acaba de volver de un viaje y todavía no deshizo la maleta o si viajará pronto y no ha terminado de prepararla. "Siempre tengo una maleta ahí —dice al adivinar mis especulaciones—, siempre estoy viajando". Frei Betto no encuentra el libro.

Vamos a un almacén a continuar la búsqueda. Es una pequeña bodega con estantes atiborrados de ejemplares en diferentes idiomas. Agarro libros al azar: una novela en italiano, el libro de entrevistas a Castro en holandés, varias novelas en español... "¿Prefieres una novela policiaca o una novela histórica?", le pregunta Frei Betto a Duda, mostrándole Hotel Brasil y Minas de Ouro, un libro en cada mano. "Histórica", responde Duda, y pierde puntos en mi simpatía. ElBatismo de sangue no aparece. "Te lo mando por correo", me promete Frei Betto.

Salimos a la tarde eternamente gris de São Paulo. Cae la lluvia finísima que inventaron los paulistanos con el precioso nombre de garoa. Hablamos de comida mientras nos despedimos, la conversación más natural entre un mineiro y un mexicano. Nos decimos até mais y Frei Betto me aprieta el brazo derecho con cariño: "Cuando salga la revista, me la mandas". 

la grandeza de nuestros dirigentes


Haz Plural V
Si Bucaramanga pudo…¿Nosotros?

“Sin darnos cuenta esa Bucaramanga que nos superaba en índice de pobreza en el 2003 cuando ellos tenían 34 de cada 100 personas en la pobreza y nosotros 29, quebró, rompió esa distancia y desde el 2008 nos aventajan: el año pasado en Pereira había 21 de cada 100 personas en la pobreza y 2 en la miseria pero en Bucaramanga había LA MITAD: sólo 10 en la pobreza y 1 en la miseria” decíamos en http://ow.ly/ilSH7 

Antier se reseñaba que el director del Observatorio para la Competitividad de Bucaramanga “Horacio Cáceres Cristancho estuvo en Pereira explicando la receta exitosa de la capital de Santander y que ha permitido proyectar a la ciudad en los últimos años con buenos indicadores a nivel de empleo y desarrollo”...”Consideró como fundamental para el éxito de una ciudad, la unión entre empresa, universidad y estado”.

¿Sabía usted que así se cerrara Ecopetrol, Bucaramanga seguiría marcando altos indicadores? ¿que Ardila Lulle es uno más de los inversionistas en Santander?...¿Sabía, entonces, que es un mito el que éxito de Bucaramanga dependa de Ecopetrol y Ardila Lule, de hecho, si así fuera, entonces porqué estaban tan regular-mal años atrás, cuando Ecopetrol y Ardila Lulle ya estaban?...¿entonces?...algo pasó, algo pasa, en algo acertaron.

Tenemos una manía absurda de compararnos con Medellín, con Bogotá, hasta con Barranquilla, Cali…absurdo! La alcaldía de Pereira completa cabe en UNA secretaria o instituto de estas ciudades!...nuestras grandes empresas pueden ser secciones o departamentos de algunos monstruos afincados allá!...por favor: comparémonos con Bucaramanga, Santa Marta que son ciudades un poco más pobladas que la nuestra, o con Villavicencio, Valledupar, Pasto: un poco menos pobladas…¿Qué tal si en estos 150 años se realiza un encuentro de experiencias exitosas al cual se invite a los alcaldes y a los presidentes de los comités intergremiales y/o cámaras de comercio o ANDIS de esas ciudades? …¿Qué tal si lo convocan sus pares de Pereira?...

Bucaramanga, tiene unos 500 mil habitantes (con su Área Metropolitana llega a 1’2 millones) nosotros tenemos un poco menos. ¿Qué sucedió?. Según relataba Cristancho, hace poco tiempo llegó a la dirigencia un joven que lideró escenarios de prospectiva los cuales pusieron como clave la competitividad. A partir de allí, los gremios promovieron el CUEES “Comité Universidad Empresa Estado” que ya va por su reunión CINCUENTA…(http://ow.ly/ioY6i ); han generado herramientas como la Agencia para el Desarrollo Económico y Local, el Instituto Municipal de Empleo y fomento empresarial (instrumentos que, hace rato, se propone asuma de manera clara, directa, oficial, el INFI o La Promotora…) con participación de las organizaciones de Trabajadores y algo clave: Convocados periódicamente por la Cámara de Comercio, con los miembros del  bloque parlamentario se comparten periódicamente los asuntos de interés y las necesidades de la región”…y, obviamente, hay un guía: Empresario, de cierta edad, cero aspiraciones electorales…: Don Augusto Martínez Carreño (http://ow.ly/ilZvR )…ahí están los resultados.

¿Se puede hacer algo similar en Pereira? ¿Puede ser ese “EL” regalo a Pereira en sus 150 años?...Veremos la grandeza de nuestros dirigentes, veremos más que el discurso, los hechos, las acciones de Rectores, Empresarios y…de la “casta política”, sin la cual, sin su compromiso COMUN, en “Bloque”, en 3-7 temas, difícilmente avanzaremos… ¿El guía? respetuosamente, puede ser, Monseñor Rigoberto Corredor.

NOTA: La gestión para la visita de Cristancho la realizó el coordinador saliente de “Pereira como Vamos” Juan Pablo Montoya Roldán, quien lo hizo muy bien en esa herramienta cívica: buen viento y buena mar para él.