Decálogo para detectar a un mal alcalde a tiempo
Algunas señales: espiritualidad y amor repentino hacia su pareja
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Foto: tomada de votenblanco.com
1. La primera impresión
Debe tener en cuenta que un candidato es la versión mejorada de una persona común que demuestra ciertas aptitudes y actitudes para gobernar. Es un concepto, una imagen, una pintura que pretende resaltar los aspectos más positivos de una persona y con una espesa capa de laca para disimular cualquier detalle negativo que deje entrever la naturaleza humana del futuro alcalde. La primera impresión es mala consejera y equivocarse con una persona por cuatro años suele ser doloroso y agobiante. Con calma y tiempo contemple esa imagen y busque esos pequeños detalles que le dejarán ver al hombre debajo del traje. Tome atenta nota de esos momentos en que no está mostrando su mejor cara. Observe cómo se sienta, cómo come, si manotea constantemente, si ve las personas directamente a los ojos; si se distrae fácilmente o si usa el celular mientras le están hablando
2. Formación académica
Indague acerca de la preparación académica y la experiencia laboral del candidato, sus aficiones y hobbies. Para administrar un municipio se necesita de habilidades y destrezas que suelen encontrarse en algunas carreras, en mayor o menor medida. La administración pública se ha tecnificado a tal manera que necesita de preparación previa, conocimientos y experiencia específica en la materia. La experiencia en la política es necesaria o el trabajo en el sector público. Cualquier parroquiano tiene el derecho a ser elegido, pero no cualquier parroquiano debe ser gobernante. Estos personajes que nunca han participado en un cargo de elección popular, y que llegan por arte de magia al poder, pueden ser una mala experiencia. Sin embargo, tenga en cuenta que algunas profesiones son más adecuadas que otras y algunos hobbies o aficiones menos compatibles para el ejercicio de administrar lo público.
Tenga en cuenta que algunas profesiones y hobbies no han sido una buena experiencia con el desempeño de una alcaldía.
Profesiones: abogado, sacerdote, contador, médico, profesor y levantado. Hobbies: caballos, cartas, músico.
3. Explosión de espiritualidad espontánea
Dentro de los comportamientos más dicientes de un futuro mal gobernante son los repentinos deseos de espiritualidad en el candidato; es decir, un árbol torcido que lo llena el espíritu santo y se endereza rápidamente aparece espontáneamente los domingos en misa, no se pierde liturgia, entierro, bautizo, confirmación, la fiesta del santo, la procesión cargando la imagen y se sienta en el primer banco donde pueda ser visto por todos los feligreses. Colabora ampliamente con las rifas, basares, tómbolas y bingos que tengan por objeto captar recursos para la parroquia, pasa a leer la biblia constantemente, reparte mercados a los pobres, se hace prioste, carga imágenes, cruces, adula continuamente al párroco y camina por las calles del brazo o sirviéndole de apoyo al cura del pueblo.
4. El compromiso en el hogar Todo rey debe tener su reina, si sabe cómo mantener su hogar sabrá mantener su reino. Un hombre debe honrar la palabra y ser fiel a los compromisos. Si la esposa no es feliz pues ya sabrá cómo le va a tocar a usted que se casó con ese candidato por cuatro años. Mírela a los ojos. Eso será suficiente. Pero si ella sabe mentir observe estos comportamientos que son comunes entre los futuros malos alcaldes: el repentino desborde de amor hacia su compañera sentimental; parecen novios de primavera. Los besos y caricias son constantes y en momentos precisos, caminan de la mano como si se fueran a perder si se sueltan, pero tenga especial cuidado con los antecedentes del futuro mal alcalde.
En un soltero: un alcalde soltero es medio alcalde. Da rienda suelta a las bajas pasiones y se producen conflictos con el personal femenino de la administración. Las conquistas terminan en secretarías y las que no de beneficiarias de la contratación. Es un galanazo, un buitre de bajo vuelo. Presenta una tendencia a descuidar el componente social, la tercera edad, las madres comunitarias, el deporte y la cultura, son mediocres en la realización de eventos, patrocinan la parranda propias y ajenas, descuidados en la parte ornamental y en el aseo del municipio.
Es casado: mucha atención a los antecedentes de amantes, novias ocultas, amoríos pasajeros, separaciones temporales. Más de una esposa y violencia familiar son claros indicios de un hombre que no ha sabido mantener su palabra. No respeta los compromisos y no cumple sus promesas, ejemplo claro el alcalde de la Bogotá Humana, con tres matrimonios al hombro.
5. Dime de qué presumes y te diré de qué careces
Un comportamiento que se vuelve tendencia es presumir un origen humilde como si nacer con comodidades fuese un pecado. Tenga especial cuidado con el candidato que en sus intervenciones públicas hace énfasis en haber nacido en el campo, haber trabajado en el campo. En caso de que esto no aplique, sus padres o abuelos, automáticamente, se convierten en humildes campesinos. De cualquier forma deja en claro su origen humilde, sella este argumento bebiendo una totumada enorme de guarapo recién hecho para demostrar que el estómago tiene la experiencia y la fortaleza para soportar el agua cruda. Suele ufanarse de haber venido trabajando muy duro desde que estaba chiquito, que tenía que recorrer incontables kilómetros para llegar a la escuela y que juntaba los centavos de lo que vendía en los días de mercado para comprarse la mudita de ropa, gracias al estudio llegó a ser lo que es en la vida, que viene de abajo, que fue pión y gracias al trabajo duro salió adelante.
6. Dime con quién andas y te diré quién eres
Un buen termómetro de cómo será una futura alcaldía es indudablemente el equipo que acompaña al candidato, claro es que de este selecto sequito saldrán quienes serán los futuros empleados de la alcaldía y contratistas: la muchacha atenta que reparte las galletas con gaseosa en un futuro cercano puede convertirse en la secretaría de gobierno o secretaría privada; en la auxiliar, en la almacenista, el muchacho que carga el bolso con la plata del candidato puede ser el futuro cuasi escolta conductor; el que maneje la retro o un importante contratista. Utilizar el punto 1 y 2 de este decálogo le ayudará a entender qué tan buenos empleados y contratistas serán. Tenga especial cuidado con algunos personajes que están alrededor y no son muy visibles. Por la sombrita los encuentra, esos son los peores.
7. El abanico de las promesas
Todo candidato basa su campaña en promesas. Por lo tanto, ya tiene un problema: para que pueda existir una promesa debe haber quién la plantee y, consecuentemente, quién la crea; es decir, le están entregando un cheque en blanco y solo se hará efectivo si el futuro alcalde pone algún día su firma en él. No se preocupe. Usted puede saber si ese cheque le va a salir chimbo.
Usted solo debe realizar preguntas sencillas ¿cómo lo va a hacer?; ¿de qué rubro del presupuesto va a sacar la plata?; ¿cuánto va a costar? Si no le contesta, ya tiene un mal Alcalde, y si le sale que gestionara los dineros en el Gobierno Nacional, le acaban de entregar otro cheque en blanco pero el que firma es el Gobernador.
8. La plata no lo es todo
En esta vida nada es gratis y nadie da sin esperar algo a cambio. Esa cerveza, ese aguardiente, esa novilla no son gratis. Lo mismo que no son gratis las tejas, el cemento, la droga, el mercado, los grupos musicales, los viajes de recebo y, en general, toda ayudita que le dan estos candidatos que buscan comprarle su voto. Eso cuesta y esa platica sale del bolsillo del candidato, o de quien o quienes lo patrocinan, y esa platica debe regresar (y con dividendos). Entre más dinero usted vea gastar en una campaña, peor será el alcalde. Entre más plata, más endeudado, y, por lo tanto, más comprometido. Cuando el contrato se amarra, los de la sombrita llegan a cobrar en puestos y contratos, y así la platica mágicamente empieza a perderse y las promesas a incumplirse. Esa carnecita al caldero que le supo tan rica ojalá y le dure los cuatro años porque, posiblemente, no verá nada más.
9. El sentido común
Todo candidato, una vez elegido alcalde, sufre de un proceso de transformación que suele defraudar hasta los más cercanos seguidores. Esta transformación hace parte de un proceso natural. El candidato se convierte en el elegido y el elegido deja de ser ese tipo amable, sencillo, decente, amigo, compañero, el gran hombre que transforma lo imposible en soluciones, es un hombre de carne y hueso, imperfecto, un hombre común y corriente. Para evitar estos traumas poselectorales que sienten los votantes, nunca, pero nunca se deje convencer de un candidato cuando utiliza argumentos cómo: “Está votando por una buen persona, por el salvador del pueblo, por el amigo incondicional, por el compadre, por el doctor, por la mejor opción”; si hace esto lo lamentará, perderá el voto, perderá al amigo, perderá al compadre, no volverá a ver al doctor ni a la mejor opción, lea el programa de gobierno que cada candidato expone, tómese su tiempo para analizarlo y tendrá un 50 % de probabilidades de escoger un buen alcalde. Con el otro 50 %, pídale al señor que lo ilumine.
10. Vote por el que sirve
Puede ser que este panorama le repudie, que odie la política y a los políticos, que usted crea que son unos vulgares ladrones y tiene todo el derecho a pensarlo. En esta democracia usted dirá que siempre están los mismos en el poder y que las cosas no cambian; entonces no vote por los mismos, elija el mejor o por lo menos el menor de los males, en un pueblo todos se conocen, todos saben del pasado de unos y otros; al fin: pueblo chico, infierno grande. Si usted conoce el oscuro pasado de un mal candidato, o el de su familia, no espere que le salga un buen alcalde.