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2008/10/31


Hugo Chávez versus Derechos Humanos

Por: José Miguel Vivanco es Director para las Américas y Daniel Wilkinson es Subdirector para las Américas de Human Rights Watch.




El 18 de septiembre presentamos un libro en Caracas que documenta cómo el Presidente Hugo Chávez ha deteriorado la protección de los derechos humanos en Venezuela. Cuando regresamos a nuestro hotel esa noche, nos esperaban unos 20 agentes de seguridad, algunos de ellos armados y uniformados. Quien los dirigía afirmó—aparentemente, sin ningún tipo de ironía— que era un funcionario de “derechos humanos” del gobierno y que estábamos siendo expulsados del país.


El funcionario, acompañado por un camarógrafo oficial que filmaba nuestra expulsión, actuaba como si estuviera cumpliendo con un procedimiento legítimo. Con total naturalidad nos informó que sus agentes habían ingresado a nuestras habitaciones y habían empacado nuestras maletas


Cuando intentamos comunicarnos por celular con nuestras familias y colegas, toda apariencia de protocolo desapareció abruptamente. Los agentes de seguridad nos rodearon, nos arrebataron violentamente los teléfonos de las manos y extrajeron las baterías. Cuando insistimos en comunicarnos con nuestras embajadas, nos empujaron hasta un ascensor de servicio, nos llevaron al sótano y nos obligaron por la fuerza a ingresar a una camioneta con vidrios polarizados. Cuando preguntamos hacia dónde nos dirigíamos, solamente nos dijeron que estábamos yendo al aeropuerto.


Tres agentes de seguridad se sentaron detrás de nosotros y al menos dos desenfundaron sus armas. Uno de los agentes utilizaba un celular para recibir y transmitir órdenes mientras circulábamos a toda velocidad por las calles de Caracas. Cuando estábamos en la autopista, encendieron la radio para escuchar a la agencia de noticias estatal anunciando nuestra expulsión. Los locutores informaron a su audiencia cautiva —que incluía además a todos los venezolanos que estaban escuchando radio, ya que todas las estaciones están obligadas a transmitir en cadena estos mensajes— que nuestra organización estaba financiada por el gobierno de Estados Unidos y que formábamos parte de una campaña de agresión contra Venezuela.


Human Rights Watch no acepta ni ha aceptado jamás financiamiento del gobierno de Estados Unidos ni de ningún otro gobierno, en forma directa o indirecta. Sin embargo, no es la primera vez que recibimos este tipo de acusaciones falsas, especialmente de gobiernos autoritarios. En ocasiones anteriores, autoridades venezolanas nos han acusado de ser títeres de la CIA, activistas de derecha y, más frecuentemente, “mercenarios del imperio”. En contraste, en la vecina Colombia, las máximas autoridades han intentado reiteradamente desacreditarnos catalogándonos de comunistas, simpatizantes de la guerrilla e, incluso, terroristas. Hace algunos años, luego de presentar un informe en Caracas, el vicepresidente de Chávez nos acusó públicamente de haber colaborado con el ex dictador chileno Augusto Pinochet.


La justificación oficial de nuestra expulsión fue que habíamos violado la Constitución al criticar al gobierno mientras nos encontrábamos en el país con una visa de turista. Esta acusación es falsa, ya que al ingresar al país marcamos en nuestras tarjetas migratorias la casilla que declara que nuestra visita era por motivos de trabajo. De cualquier modo, el Canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, expresó claramente al día siguiente que la decisión del gobierno no estaba vinculada a nuestras visas. “Extranjero que venga a opinar en contra de nuestra patria será expulsado de manera inmediata”, declaró. Si el gobierno hubiera tenido realmente la intención de aplicar la ley, habría respetado nuestros derechos —consagrados en la Constitución promovida por el propio Chávez— de comunicarnos inmediatamente con nuestros respectivos consulados, obtener asesoría jurídica y ser oídos por una autoridad judicial. En lugar de ello, y tal como nos enteramos recién cuando ya nos encontrábamos a bordo de un avión, optó por comprarnos un pasaje a Brasil.


La soltura con la cual el gobierno ignoró estos derechos simplemente confirma la principal conclusión de nuestro informe: el gobierno de Chávez está más que dispuesto a violar su propia Constitución si así lo exige su agenda política. Paradójicamente, fue el propio Chávez quien impulsó la Constitución vigente hace casi una década. Dicha Constitución representó una oportunidad única para que el país fortaleciera el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos.


Sin embargo, esa oportunidad ha sido, en gran medida, desperdiciada. El revés más grave se produjo en abril de 2002, cuando opositores a Chávez lo removieron temporalmente del poder con un golpe de estado. Afortunadamente, el golpe duró menos de dos días. Pero, lamentablemente, desde entonces el gobierno lo ha aprovechado para justificar iniciativas políticas que han terminado degradando la democracia venezolana.


***

Venezuela hoy dista de ser la dictadura que los críticos de Chávez denuncian. Sin embargo, su gobierno ha logrado neutralizar al poder judicial, el principal garante de las libertades y los derechos. Si bien aún existen medios de comunicación independientes y opositores, el gobierno ha diseñado nuevos mecanismos para silenciar a la oposición, así como intimidantes incentivos para que los críticos se autocensuren. A pesar de que todavía hay sindicatos independientes, el gobierno ha vulnerado sistemáticamente los derechos de los trabajadores y ha fomentado el surgimiento de sindicatos alineados con el oficialismo. Pese a que existen defensores de derechos humanos comprometidos con la causa, han sido objeto de un fuerte aluvión de agresiones verbales e incluso acoso judicial.


Durante los más de veinte años que Human Rights Watch ha trabajado en América Latina, jamás un gobierno ha expulsado a uno de nuestros representantes por su trabajo. Ni siquiera lo han hecho las dictaduras de derecha que llevaron a cabo abusos mucho más graves que los cometidos por Chávez. Posiblemente sabían que no era una buena idea. En definitiva, la decisión de Chávez de expulsarnos no ha hecho más que comprobar el principal mensaje de nuestro informe y garantizar que reciba amplia difusión en todo el mundo.


Si esta interpretación es acertada, no es un buen augurio para el futuro de Venezuela.


Texto en Ingles:

Volume 55, Number 17 · November 6, 2008
Hugo Chávez Versus Human Rights
By Jose Miguel Vivanco, Daniel Wilkinson
On September 18, we released a report in Caracas that shows how President Hugo Chávez has undermined human rights guarantees in Venezuela. That night, we returned to our hotel and found around twenty Venezuelan security agents, some armed and in military uniform, awaiting us outside our rooms. They were accompanied by a man who announced—with no apparent sense of irony—that he was a government "human rights" official and that we were being expelled from the country.
With government cameramen filming over his shoulder, the official did his best to act as if he were merely upholding the law. When we said we needed to gather our belongings, he calmly told us not to worry, his men had already entered our rooms and "packed" our bags.
But when we tried to use our cell phones to get word to our families, our colleagues, and the press, the veneer of protocol quickly gave way. Security agents surrounded us, pried the phones from our hands, and removed and pocketed the batteries. When we then insisted on contacting our embassies, they shoved us into a service elevator, took us to the basement, and forced us into the back seat of an SUV with tinted windows. When we asked where we were headed, they told us only that we were going to the airport.
Three security agents sat behind us, at least two with weapons drawn. One used a cell phone to receive and relay orders as we raced through the streets of Caracas and out onto a highway. At one point an order came to turn on the SUV's radio so we could listen as the state news agency announced our expulsion. The announcers told their captive audience—which also included every other Venezuelan listening to the radio, since all stations are required to broadcast such messages—that our organization was funded by the US government and that we were part of a campaign of aggression against Venezuela.

Human Rights Watch does not and has never accepted funding from the US or any government, directly or indirectly. But we are accustomed to such false accusations, especially coming from authoritarian governments. Venezuelan officials have repeatedly denounced us as CIA stooges, right-wing partisans, and, more commonly, "mercenaries of the empire." (By contrast, in neighboring Colombia, officials have repeatedly sought to discredit us with labels like Communist, guerrilla sympathizer, and even terrorist.) Once, after releasing another report in Caracas, one of us was publicly and falsely accused by Chávez's vice-president of having collaborated with former Chilean dictator Augusto Pinochet. This time, a close Chávez ally in the legislature suggested on national TV that the two of us had been sharing a single hotel room where we were indulging our "weaknesses."
The official reason we were given for our expulsion was that we had violated the constitution by criticizing the government while on tourist visas. It was a curious allegation since our immigration cards included a "business" box, which we had dutifully checked off. In any case, Venezuela's foreign minister, Nicolás Maduro, made clear the next day that the government's decision had nothing to do with our visa status. "Any foreigner who comes to criticize our country will be immediately expelled," he declared. Of course, had the Chávez government actually been interested in upholding its laws, it would have respected our rights—enshrined in the Venezuelan constitution—to immediately contact our embassies, obtain legal counsel, and receive a fair hearing. Instead, as we discovered only after we were finally ushered onto a plane at the airport, it bought us a one-way trip to Brazil.
The ease with which the government disregarded these rights only reaffirmed the central finding of our report: the Chávez government is more than willing to violate the country's constitution in pursuit of its own political agenda. Ironically it was Chávez himself who first championed that constitution a decade ago, after he was swept into office promising to overhaul the country's largely discredited political system. Enacted in 1999, the "Bolivarian" Constitution offered a unique opportunity for the country to shore up the rule of law and strengthen human rights protections. But that opportunity has since been largely squandered. The most dramatic setback came in April 2002, when opponents of Chávez temporarily ousted him in a coup d'état. Fortunately, the coup lasted less than two days. Unfortunately, the government has exploited it ever since to help justify policies that have degraded the country's democracy.
Today Venezuela is hardly the brutal dictatorship that some critics of Chávez paint it to be. Yet the country's democratic institutions have suffered considerably since the coup. Chávez and his allies have effectively neutralized the judiciary. While some newspapers and broadcasters are still independent and some are outspoken in their opposition to Chávez, the President and his legislative supporters have strengthened the state's capacity to limit free speech and created powerful incentives for self-censorship. They have, for example, expanded laws making "contempt" for government officials a criminal offense, increased prison sentences for criminal defamation, and abused the state's control of broadcasting frequencies to intimidate and discriminate against stations with overtly critical programming. While there are independent labor unions, the government has systematically violated workers' rights and fostered pro-government unions. There are dedicated human rights advocates. But they have been subjected to a virulent barrage of verbal assaults and even harassment by prosecutors.
A central goal of the "Bolivarian" Constitution is the promotion of a more inclusive democracy in Venezuela. In view of the history of exclusion and the glaring inequalities that plague Venezuela and countries throughout Latin America, it is a goal that deserves to be taken seriously. Yet Chávez's own professed commitment to this vital and ambitious aim is contradicted by his government's willful disregard for the institutional guarantees and fundamental rights that make democratic participation possible.
In the more than twenty years that Human Rights Watch has worked in Latin America, no government has ever expelled our representatives for our work, not even the right-wing dictatorships guilty of far more egregious abuses than those committed by Chávez. Presumably they knew better. After all, Chávez's decision to expel us merely served to confirm the central message of our report and ensure that it received extensive coverage around the globe.
Why did Chávez do it? One Brazilian on the plane on which we were forced to leave Venezuela offered a view that is increasingly widespread throughout Latin America: "Chávez is crazy." But the human rights defenders we work with in Venezuela have drawn a far more sobering conclusion. Chávez, in their view, was sending a deliberate message to his fellow countrymen: he will not allow human rights guarantees to get in his way, no matter what the rest of the world may think.
If their interpretation is right, it does not bode well for the future of Venezuelan democracy.
—October 9, 2008



Este artículo está publicado en el New York Review of Books; copyright 2008 NYREV, Inc.

2008/10/29

VERGÜENZA NACIONAL
imagen de http://www.linkmesh.com/imagenes/temas/momias/avergonzado.jpg

Sòlo me saltan dos reflexiones: ¿cuántas veces sucedió esto en los gobiernos anteriores? ¿que cultura organizacional se ha apoderado de nuestras -si, suyas y mìas tambièn- Fuerzas Armadas como para que se de èste fenómeno?...y la final ¿si un general es responsable, un ministro de defensa lo es? el máximo comandante tambièn lo es?...

en fin...reflexionemos:

Fiscalía investiga 780 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales en http://www.eltiempo.com/colombia/justicia/fiscalia-investiga-780-casos-de-presuntas-ejecuciones-extrajudiciales-_4632140-1
Así lo señala un reporte conocido por EL TIEMPO y que recoge casos desde enero del 2003 hasta septiembre pasado de lo que podrían ser homicidios fuera de combate .

Fueron reportados por unidades militares como bajas en operaciones contra la guerrilla, los 'paras' y la delincuencia común.

La mayoría de denuncias corresponde a unidades militares del Meta y Antioquia, donde algunos de los casos han terminado en condenas contra miembros de unidades militares que operan allí.
Las seccionales de la Fiscalía en Cúcuta, Florencia, Medellín, Manizales, Pasto y Valledupar también manejan un número considerable de investigaciones, aunque la mayor parte de ellas está a cargo de la Unidad Nacional de Derechos Humanos, directamente en Bogotá.
Investigaciones en la Procuraduría

El Ministerio Público investiga por su parte a 2.300 personas, entre uniformados y funcionarios por Derechos Humanos

El procurador General, Edgardo Maya Villazón, aseguró que el Ministerio Público adelanta 930 investigaciones contra miembros de la Fuerza Pública. Indicó que los procesos están relacionados con ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. Al tiempo, el procurador Maya destacó que el Gobierno le hiciera frente a la situación y aplicara sanciones drásticas. Dijo que el Ministerio Público continuará con sus investigaciones disciplinarias.

Investigan otros casos en Boyacá
Gustavo Adolfo Tobo, Defensor del Pueblo Boyacá, aseguró que hoy debió viajar hoy al municipio La Uvita porque la defensora de la región le reportó cuatro casos similares a los de Soacha, y que indagan para verificar si se trataría de ejecuciones extrajudiciales.
En su departamento, según dijo, pese a que ese tipo de violación de Derechos Humanos no es común, tiene otros dos casos reportados: uno en Pajarito, de este año; y otro en Chita, del año pasado y por que ya hay un proceso en el que están involucrados militares. En este último fue el crimen de un campesino.

Casos en Santander
Ana Felicia Barajas, Defensora de Santander, dice que este año, cuando surgió el escándalo por los jóvenes que aparecieron como dados de baja en Ocaña (Norte de Santander), una madre de familia denunció que su hijo aparentemente había muerto en combate.
Según contó la mujer en la Defensoría, su hijo desapareció en agosto cuando estaba en el parque Antonia Santos de Bucaramanga, donde, de acuerdo con su relato, unos hombres le ofrecieron un mejor trabajo en Ocaña y decidió irse con ellos. A los tres días de su partida, la llamaron de una funeraria a decirle que había muerto en combate en ese municipio.
Barajas aseguró que en manos de la Fiscalía hay tres casos similares que ocurrieron en San José de Miranda, Lebrija, La Laguna de Ortices.
Estos casos, dijo, los venían trabajando con el general Joaquín Cortés, comandante II División de Santander.
Màs: Tres generales, entre los 27 miembros del Ejército retirados por casos de derechos humanos

Lo que encontró la Comisión
en http://www.semana.com/noticias-conflicto-armado/encontro-investigacion-falsos-positivos/117189.aspx
La Comisión encontró fallas de dos tipos en varias de las unidades militares investigadas. Lo primero es que las operaciones militares se estaban llevando a cabo con exceso de informalidad y sin cumplir los requisitos de control y manejo. En el trabajo de inteligencia, la orden de operaciones, el combate, la munición gastada y los resultados, todo debe coincidir. Y de todo ello deben llevarse récords.

Eso no fue lo que encontró al Comisión en Ocaña, ni en Puerto Berrío, donde por ejemplo hay registros que dicen que se gastaron 1.500 cartuchos y un solo muerto. Al contrario, la forma de operar era más bien folklórica, donde los hombres de inteligencia reportaban que tenían a alguien ya identificado, y sin mayores preguntas partía el operativo militar en contra del objetivo.

Esa falta de control en las operaciones, se prestaba para unos miembros corruptos, que tenían lazos con organizaciones criminales que estaban reclutando personas en Bogotá y otras ciudades, aprovechara para matar esas víctimas inocentes y así ganar bendiciones con positivos.

Según explicó un oficial retirado del Ejército a Semana.com, la presión que han hecho algunos generales sobre la necesidad de producir bajas a como dé lugar, también ha contribuido a que ese se torne un logro en sí mismo, ya que dependiendo de las bajas hay ascensos y días de descanso; eso contrariando las directivas recientes del Comando General que hacen explícito el valor estratégico que tiene para las Fuerzas Armadas obtener una desmovilización o una captura por encima de una muerte.

El segundo hallazgo de la Comisión Especial tiene que ver con la indolencia de los comandantes de división y de brigada en investigar lo sucedido. Según los protocolos de justicia internacional, cuando un comandante militar conoce de graves violaciones y no hace nada para investigarlas y castigar a los responsables, puede procesársele como mínimo por incumplir su deber. En algunos casos de otros países, esta actitud negligente se ha calificado de complicidad con el delito, pues ha enviado el mensaje a los subalternos de que no hay problema con que violen la ley. Así por ejemplo, en la División II, el general José Joaquín Cortés, respetado por sus subalternos, había diseñado protocolos especiales para premiar el buen trato a la población civil y a unidades que no tuvieran denuncias por violaciones a los derechos humanos, según dijeron a Semana.com, fuentes que conocían bien su trabajo. El problema fue cuando se le pidió que investigara lo que sucedía bajo su mando en los Santanderes. No fue más allá y se conformó con las explicaciones tibias de sus subalternos. En el caso de la Brigada 14, comandada por el coronel Juan Carlos Barrera, se le pidió insistentemente desde el Comando en Bogotá que investigara lo que se estaba denunciando en su jurisdicción, pero no hizo mayor cosa. Por estas razones fueron retirados del servicio...sigue en http://www.semana.com/noticias-conflicto-armado/encontro-investigacion-falsos-positivos/117189.aspx

2006/12/24


OJO...¡DE NUEVO LA AMENAZA TOTALITARIA!
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Con la admiración que profeso desde los tiempos de la primera Defensoria del Pueblo, por el profesor Madrid-Malo Garizabal, republico este texto aparecido en la versión impresa de EL CATOLICISMO -excelente por cierto- pero disponible digitalmente en http://www.elcatolicismo.com.co/pag5131.pdf

LIMITES DE LA ESTRATEGIA ANTI TERRORISTA

Por Mario Madrid-Malo Garizábal; Abogado y Profesor universitario youes1@gmail.com

El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede een las Naciones Unidas, advirtió ante la Asamblea General de esa organización que “la estrategia antiterrorista no debe sacrificar los derechos humanos en nombre de la seguridad”.

La advertencia del diplomático pontificio es oportuna. Continuamente se oyen voces que censuran las injustas medidas adoptadas en muchos lugares del mundo para prevenir y reprimir el terrorismo.

En desarrollo de esas medidas, de inocultable cariz totalitario, se han lesionado grave mente los derechos y libertades de millones de personas.

Desde el 11 de septiembre de 2001, fecha de los criminales atentados en los E.E.U.U., se ha ido expandiendo en Europa y en América la temible tesis de que para proteger a sus ciudadanos de la violencia terrorista los gobernantes pueden, a su antojo, omitir el cumplimiento de su obligación primaria de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas sujetas a su jurisdicción. Si dicha tesis llega a tener aceptación universal, la humanidad asistirá a un resurgimiento del totalitarismo.

Todo Estado tiene el derecho (y el deber) de impedir la ejecución de actos terroristas, y de sancionar a los responsables de haberlos cometido. Sin embargo, las normas y los procedimientos aplicados con una y otra finalidad han de ajustarse siempre al orden moral objetivo. Para enfrentar el terrorismo no es lícito valerse de aquellas prácticas intrínsecamente perversas que se han empleado, por ejemplo, contra los prisioneros musulmanes de Guantánamo y Abú Ghraib.

La lucha contra la criminalidad terrorista debe desarrollarse dentro de un respeto absoluto por el derecho constitucional, el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Como bien lo señaló en 2001 el Consejo de Europa, esa lucha “tiene por objeto proteger los derechos fundamentales y la democracia, no socavarlos”.

Para infortunio de la familia humana, la “estrategia antiterrorista” desarrollada en varios países ha originado asesinatos, torturas, detenciones arbitrarias, injerencias ilegales en la privacidad, simulacros judiciales y condenas amañadas. Al incurrir en estas conductas delictivas las autoridades imitan a los terroristas en su desprecio por la dignidad de la persona, sujeto, razón y fin de las instituciones.

Según el Arzobispo Migliore, “las medidas antiterroristas y la protección de los derechos humanos no son objetivos contrastantes”. Otra cosa piensan algunos gobiernos que, con el pretexto de proteger el orden público, quebrantan, incluso, normas perentorias e inderogables del ordenamiento internacional. Para esos gobiernos todo vale a la hora de poner a los terroristas en situación de no poder causar más daños, y así logran que la primera víctima del antiterrorismo sea el sistema democrático.

El Estado no puede convertirse en delincuente para aplastar la delincuencia, ni subversivo para derrotar la subversión, ni terrorista para vencer el terrorismo. Si cae en tal extremo, se convierte en agresor injusto de sus ciudadanos y lesiona gravemente el bien común. Como lo recuerda la doctrina social de la Iglesia, la comunidad política se constituye para servir a la sociedad civil, no para violentar a las personas y a los grupos que la componen.

Nadie puede sentirse seguro en un país dentro del cual las autoridades privan arbitrariamente de la vida, torturan con fines inquisitivos o punitivos, encarcelan a quien les viene en gana, escuchan en forma subrepticia las comunicaciones telefónicas, penetran sin motivo justificado en los domicilios, celebran juicios amañados o condenan con base en pruebas deleznables. El derecho a la seguridad implica, ante todo, estar a salvo del abuso criminal del poder.

El más grande favor que un gobierno puede hacer a los violentos es emplear contra ellos medios injustificables. Esto no deben olvidarlo nunca los que en Colombia diseñan y desarrollan la política de “seguridad democrática”, en cuya aplicación no han faltado irregularidades y desmanes.

2009/02/14

¡!!CRISIS HUMANITARIA Y TERRITORIAL EN EL PUEBLO AWÁ.
CRÓNICA DE UNAS MASACRES ANUNCIADAS!!!

DE http://www.onic.org.co/actualidad.shtml?x=35757


ComunicaONIC 015. Jueves, 12 de Febrero de 2009 / 1:20 m.
• Ante organismos de derechos humanos, denunciaremos a los autores de lamasacre.
• Al secretariado de las FARC que se pronuncie, o desmienta con argumentos.
• Al Estado y el gobierno nacional de la Seguridad Democrática, que asuma la responsabilidad de los hechos.
• Otros tres indígenas desaparecidos. Dos mujeres estarían entre los asesinados de la primera masacre.
Cientos se la juegan y salen de sus territorios.•

URGE MINGA HUMANITARIA!!! CON LA GUARDIA INDÍGENA ENTRAREMOS!!“
El arraigo a su territorio, el concebirse como un pueblo con autonomía, con gobierno propio y su identidad son los pilares de la cosmovisión del Pueblo Awä; no estar sometidos a ninguna ideología, a ningún actor armado, sino basados en la autodeterminación”, así lo expresó en rueda de prensa, Luis Evelis Andrade Casama, Consejero Mayor de la ONIC, quien denunció detalles de la reciente masacre en dos resguardos del pueblos Awá en Nariño, sur de Colombia. Luis Evelis, consideró los actos de las FARC como demenciales y lamentó que aunque esto se venía denunciando el gobierno no haya tomado las medidas de prevención para salvaguardar la vida y la integridad de este pueblo que desde hace décadas viene padeciendo el rigor del conflicto armado que vive Colombia. Sólo al pueblo Awá, desde septiembre del 2008, que comenzó la Minga Nacional de Resistencia Indígena y Popular, les han asesinado 44 de sus miembros, cifra que puede aumentar con las masacres de esta semana. Precisó igual, que en los 43 días del 2009, han sidoasesinados según lo que se puede registrar más de 58 indígenas en el país.Los más recientes hechos que siguen afirmando el color negro de la desesperanza a los pueblos indígenas, ocurrieron este miércoles 11 de febrero, cuando en la comunidad de Tangarial, entre los resguardos El Sande y Tortugaña, a dos días de camino del municipio de Samaniego, fueron masacrados más de 10 indígenas cuando se aprestaban a desplazarse, del territorio. “no es fácil el acceso, son dos días de camino de herradurahasta Tangarial, y otras dos comunidades más que hacen parte del resguardo El Sande, como El Recodo y Charco Largo, donde viven más de 400hermanos, de quienes no sabemos su suerte”, así lo manifestó una autoridad indígena de la zona.De modo que hasta esta hora, ninguna comisión ha podido llegar a las comunidades de las masacres, para saber con certeza la dimensión de lamasacre anunciada, el secretario de la UNIPA, Oscar Ortiz, manifestó a la ONIC, que a los 17 hermanos asesinados y que siguen sus cuerpos sinser rescatados, se le suman otros 3 más desaparecidos quienes en medio de la desesperación se arriesgaron a meterse al territorio en búsqueda desus familiares y no han regresado”.Los primeros 17 hermanos Awá, entre los cuales hay dos mujeres, responden a los nombres de: WALTER, ANCISAR, VICTORIO, ADONIAS, JUVENCIO, ESTORGIO, ROBINSON, JAIRO y JAIME CUASALUZAN; CLELIO, ADOLDO y OMAIRA GARCIA; OSCAR NASTACUAS, WALTERIO PALADÍN; ISAIAS, MAURICIO y PATRICIA GUANGA.El consejero Mayor de la ONIC, ratificó que el exterminio de los hermanos Awá, “ocurre a pesar de la advertencia de las autoridades indígenas, a los informes, alertas tempranas y la Resolución Defensoría de la Defensoría del Pueblo del año pasado, la cual salió casi un año después de realizada”. Indicó a su vez, que los hechos se dan, “en el marco de la Política de Seguridad Democrática que no protege a los indígenas, sino que ha llevado la guerra a sus territorios ancestrales. El Pueblo Awá ha sido además sometido a bombardeos, ametrallamientos por parte de la Fuerza Aérea y del Ejército, a fumigaciones aéreas sin aviso, cuyos comandantes niegan incluso los combates previos y posteriores a la masacre cometidas por las FARC, o por otro actor armado en la zona”.Así mismo, denunció que “los militares violan los derechos humanos de las comunidades Awa y en general de los pueblos indígenas y el DerechoInternacional Humanitario. Violan el principio a la proporcionalidad de fuerzas y el principio del respeto por la población civil, incluso sus propias directivas diferenciales”.Ante la pregunta de varios medios sobre ¿ Qué hay detrás de esta masacre?, Andrade explicó que el departamento de Nariño es una zona estratégica de frontera donde están en proyección muchos proyectos económicos y de infraestructura, además del control territorial que se disputan losactores armados legales e ilegales, y como si fuera poco también es corredor de tráfico de drogas. Por esta zona, donde viven los indígenas se proyecta incluso el paso de una línea de infraestructura como es el IIRSA, el mas ambicioso megaproyecto del capitalismo, desde el Caribe ylas Américas; “una serie de intereses sobre los recursos naturales existentes se juegan allí y esto hace que haya una fuerte militarización para proteger la entrada de las multinacionales que vienen a explotar las riquezas. A esto se suma los constantes enfrentamientos entre guerrillasde las FARC y ELN, entre estas y el Ejercito nacional, entre guerrillas y paramilitares, entre narcotraficantes, que cada cual quiere controlar elterritorio, irrespetando la Autonomía y el Gobierno Propio de los Indígenas, violando así sus derechos como pueblos, los humanos y el DIH”.“Dolor e impotencia es lo que sentimos ante hechos de barbarie, con todo ello no le tenemos miedo a las FARC, ni a ningún actor armado ilegal, ni compartimos sus métodos de violencia, por el contrario les exigimos respeto por nuestra Autonomía y Gobierno Propio y por nuestros derechos”.“La ONIC le exige a las FARC devolver inmediatamente a las personas desaparecidas sin ninguna condición y sobre todo que no se involucre eneste, a los niños y se han devueltos de inmediato a sus comunidades, también le exige que devuelvan los cadáveres, que salgan ya de susterritorios, que no siembren más minas antipersonas, que se pronuncien y si no fueron ellos, que con argumentos desmientan entonces O que diganante la comunidad internacional por qué están masacrando a los indígenas Awa”.Al final, la ONIC le exige a las FARC que entreguen los responsables materiales e intelectuales de estas masacres para ser juzgados por la Justicia Indígena.INVOCAMOS LA SOLIDARIDAD NACIONAL E INTERNACIONAL.Las autoridades de la Organización Nacional Indígena de Colombia - ONIC, pidieron una vez más la solidaridad nacional e internacional ante estoshechos de la cadena de exterminio de los pueblos indígenas en Colombia. Planteó, el desarrollo de una MINGA HUMANITARIA integrada por organismos,organizaciones de Derechos Humanos, medios de comunicación, la Guardia Indígena que será reforzada por otras organizaciones indígenas, pararealizar la verificación de los hechos, rescatar las personas desaparecidas y sobre todo a los niños y comunidades que se encuentran confinadas en la zona a causa de los hechos y la militarización de la zona. “Exigimos todas las garantías del gobierno para la realización de esta Minga Humanitaria de manera URGENTE y no se vengan a salir por la tangente que nosotros no colaboramos”, así enfatizó el Consejero Mayor de la ONIC.Por su parte, al gobierno nacional le exigió, “no mentir más a la comunidad internacional con respecto los actos de guerra –bombardeos, fumigaciones y ametrallamientos- en territorios del Pueblo Awá”. Así, como de “abstenerse de pregonar que la Seguridad Democrática garantiza y protege la vida de los pueblos indígenas; que disponga sus recursos y condiciones para atender la crisis humanitaria de los Awa, tal como se ha comprometido y que designe la comisión para rescatar los cadáveres, en consulta con las autoridades indígenas”.A Acción Social que disponga o designe la Comisión para atender a los desplazados que salieron del territorio ante estos hechos de violencia, con carácter de URGENCIA!!!! Así mismo la ONIC, pidió a la comunidad nacional e internacional que repudie y condene estos actos de violencia y que acompañen a los pueblosindígenas en la realización de la Minga Humanitaria al territorio del pueblo Awá. A la Comisión de DDHH de la Corte Interamericana de DerechosHumanos que se pronuncie ante esta situación y que adopte las medidas necesarias para garantizar la vida, integridad personal y territorial de las comunidades del pueblo Awá. .Por último, agradeció a los medios lo que han divulgado y les instó a seguir visibilizando no sólo las masacres, si no a estar atentos a las alertas y dar cuenta de las fortalezas de los pueblos; por mucha desinformación ha habido un desconocimiento total de la idiosincrasia Awá por parte de los actores de la guerra, la fuerza pública, el gobierno, las ONGs. Los Awá son gente del silencio, son personas muy pacificas, algunos no comprenden bien el idioma español y por eso los han asesinado porque muchas veces por decir que no dicen si, la mayoría de las veces dicen que si sin comprender cual fue la pregunta o sonríen, y por eso los bandos en conflicto al interrogarlos les han asesinado y acusado de ser colaboradores del bando enemigo. Esto no lo conocen los actores de la guerra”.Ante los recientes hechos que han causado la vida de muchos miembros de los Pueblos Indígenas, la ONIC recordó que en los primeros 43 días de este año han sido asesinados 58 indígenas y en los últimos 408 días murieron más de 1200 indígenas a causa del conflicto armado. “Por lo anterior como Autoridad Nacional de Gobierno Indígena, exigimos que todos los actores armados, sin excepción, desmilitaricen y acaben con al ocupación de nuestros territorios indígenas”.El Consejero Mayor de la ONIC aseguró, que estudia el proceso para solicitar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que emita las Medidas Cautelares para el Pueblo Awa; mientras al gobierno nacional le exige que haga la invitación oficial al Relator Especial de Naciones Unidas, James Anaya, tal como lo prometió el año pasado en el marco de la Minga, para que visite a Colombia, a los Pueblos Indígenas, en especial a esta zona de Nariño. Al igual que, “hemos convocado a las autoridades indígenas a nivel nacional a una Asamblea Extraordinaria para tomar unaposición conjunta frente a estos hechos y así demandar a los responsables de estos crímenes de lesa humanidad, contra nuestras comunidades y pueblos”, puntualizó Andrade Casama.Anexamos, el comunicado que se entregó a los medios de comunicación en la conferencia de prensa.… CRONICA DE UNA MUERTE ANUNCIADASolamente en las mentes de los líderes de la FARC, puede caber la idea que asesinando indígenas indefensos, que masacrando al pueblo Awá, puedenacceder al poder y presentar una alternativa revolucionaria para transformar la sociedad colombiana.No puede existir ningún tipo de razón o argumento político, para justificar los crímenes de lesa humanidad, el exterminio genocida y las infamias que las FARC contra el pueblo Awá.Quienes asesinan a los Awá no son únicamente las FARC. También han traído el terror a este pueblo el Ejercito Nacional, la policía y los paramilitares. Desde Septiembre de 2008 a lo que va corrido de 2009, han sido asesinados y masacrados 44 indígenas Awá, por determinar otros. Enlos 43 días de este año, han sido asesinados 58 de nuestros hermanos en el territorio nacional. En los últimos siete años han sido asesinados enColombia 1.303 indígenas, cifra que puede aumentar, ya que muchos no son denunciados, por miedo.El exterminio de los Awá, ocurre a pesar de informe Defensorial, Alertas Tempranas y la Resolución Defensorial, instrumentos emitidos por laDefensoría del Pueblo, la UNIPA y la ONIC. Ocurre en el marco de la política de Seguridad Democrática que ha llevado la guerra a los territorios indígenas de este pueblo quien además ha sido sometido a bombardeos y ametrallamientos constantes por parte de la Fuera Aérea. Ocurre cuando el Ejército Nacional de manera mentirosa niega públicamente los combates previos y posteriores a las masacres cometidas por las FARC. Por lo tanto:Exigimos a la FARC:1. Que le digan a la comunidad nacional e internacional porque están masacrando a los indígenas Awá.2. Que regrese sanos y salvos a los niños que se llevaron del resguardo Tortugaña Telembi.3. Que no continúe sembrando de minas antipersona el territorio del pueblo Awá y desactive inmediatamente las existentes.4. Qué respeten la autonomía y gobierno propio de nuestras autoridades.5. Qué salgan inmediatamente de nuestros territorios.6. Que nos entreguen a los responsables materiales e intelectuales deestas masacres para que sean juzgados por nuestra justicia propia.Al Gobierno nacional.1. Que no le mienta a la comunidad nacional e internacional negando los actos de guerra que viene efectuando en los territorios del pueblo Awá.Como bombardeos, ametrallamiento, y enfrentamientos con la guerrilla colocando en inminente riesgo al pueblo Awá.2. Que despliegue sus recursos para atender la crisis humanitaria del pueblo Awá.3. Que brinde todas las garantías para la realización de la minga humanitaria al pueblo Awá.4. Que se abstenga de pregonar que la seguridad democrática garantiza y protege la vida de los pueblos indígenas. Demandamos de la comunidad internacional su solidaridad, para:1. Que repudie y condene estos actos de barbarie.2. Que nos acompañe en la realización de la Minga Humanitaria al territorio del pueblo AwáSolicitamos a la comisión Interamericana que:1. Se pronuncie sobre estos hechos y adopte las mediadas necesarias para garantizar la vida, la integridad personal y territorial del pueblo Awá.Finalmente, exigimos que todos los actores armados sin excepción desmilitaricen y acaben con la ocupación de nuestros territorios indígenas. Febrero, 12 de 2009AUTORIDAD NACIONAL DE GOBIERNO INDÍGENA - ONIC.Contacto: Contacto: Consejero Mayor, 315-8572995 / secretario General: 311-5042055.ComunicaONIC: 312-6394123 y 314-3597016.AUTORIDADES AWA: 310-4159377, 320-6137158, 311-3104372.

en http://www.onic.org.co/actualidad.shtml?x=35757

2012/05/08

sobre el Marco Juridico para la Paz (2a)


8 DE MAYO DE 2012
Washington D.C.,
Dr. Juan Carlos Esguerra
Ministro de Justicia y del Derecho
Ministerio de Justicia y del Derecho
Bogotá D.C., COLOMBIA
De mi mayor consideración:
Tengo el honor de dirigirme a Ud. en relación con su carta del 3 de mayo[1], en la cual responde a nuestras críticas sobre el proyecto de enmienda constitucional que se conoce como “Marco Jurídico para la Paz”[2]. Quisiera aprovechar esta oportunidad para responder a las principales observaciones formuladas en su carta y explicar, nuevamente, por qué resulta indispensable que el Presidente Juan Manuel Santos y la coalición parlamentaria de gobierno corrijan los problemas fundamentales de su proyecto de acto legislativo.
I.
En la carta, Ud. señala que “la intención del Gobierno y del Congreso por supuesto no ha sido la de abrir espacios de impunidad frente a las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por guerrilleros, paramilitares o agentes del Estado”. Sin embargo, al permitir que autoridades colombianas excluyan a guerrilleros, paramilitares y militares de responsabilidad penal por delitos atroces, el resultado de la enmienda sería facilitar la impunidad de jure —con fundamento en la Constitución—de quienes han participado en violaciones graves de derechos humanos.
De hecho, su carta no menciona ningún argumento que refute nuestro señalamiento de que el proyecto permitiría a quienes cometieron atrocidades—e incluso innumerables crímenes de lesa humanidad— eludan la investigación y persecución penal. No obstante, Ud. indica que “al contrario de lo que [José Miguel Vivanco] sugiere, serían precisamente las masacres, las desapariciones forzadas y las violaciones sexuales, entre otros delitos, los que serían perseguidos penalmente”. Quisiéramos, al respecto, reiterar que la enmienda permitiría a los fiscales renunciar a la investigación penal de delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra y otras atrocidades simplemente porque quienes los cometieron no califican como “máximos responsables.” La otra posibilidad es que, en el mejor de los escenarios, los funcionarios judiciales investiguen todos los hechos atroces, pero solamente juzguen a los “máximos responsables” de cada caso. De cualquier manera, en ambos casos, qué duda cabe que la enmienda permitiría a la Fiscalía limitar el juzgamiento de atrocidades a los “máximos responsables” y eximir de responsabilidad penal a aquellos que participaron en la planificación, ejecución y el encubrimiento de los peores crímenes en Colombia[3].
Su carta tampoco formula ningún argumento que refute nuestra afirmación de que la reforma autorizaría al Congreso a suspender la ejecución de penas de prisión dictadas contra guerrilleros, paramilitares o militares que cometieron los más graves abusos, incluidos aquellos que se consideren los “máximos responsables”. Por consiguiente, su carta confirma nuestro temor que se permita al Congreso garantizar que los “máximos responsables” condenados como resultado de la reforma no cumplan ni un día en prisión, y convertir de este modo los escasos juicios penales que se lleven a cabo en nada más que una parodia de justicia.
II.
Su carta hace hincapié en los resultados deficientes de la Ley de Justicia y Paz como justificación para la reforma (señala que se dictaron “sólo 7 sentencias” luego de casi 7 años de vigencia). Compartimos su opinión de que la Ley de Justicia y Paz, en gran medida, no ha permitido obtener justicia por los delitos cometidos por paramilitares, y así lo hemos señalado en varios informes de Human Rights Watch.
Sin embargo, debemos ser claros al respecto: las alternativas para Colombia no son la Ley de Justicia y Paz o el “Marco Jurídico para la Paz”. Como lo expresamos en nuestra carta, Colombia podría dar prioridad al juzgamiento de aquellos casos relacionados con los más graves delitos y sus máximos responsables. Conforme a una estrategia de este tipo, los funcionarios judiciales concentrarían su tiempo y recursos en el esclarecimiento de un conjunto de casos importantes, manteniendo su compromiso de investigar penalmente otras atrocidades. De ese modo, Colombia evitaría los errores de la Ley de Justicia y Paz sin renunciar a la posibilidad de juzgar a personas responsables de delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, como podría suceder si se adopta la reforma propuesta.
III.
Además, ha señalado en su respuesta que, a fin de garantizar efectivamente los derechos de víctimas de agentes del Estado, deben aplicarse a estos las medidas de justicia transicional. No comprendemos cuál sería la lógica que sustenta esta afirmación, ya que las dos principales medidas de justicia transicional autorizadas por la enmienda son 1) excluir a personas que cometieron hechos atroces de la posibilidad de ser juzgadas penalmente y 2) disponer su excarcelación. La consecuencia lógica de estas medidas sería negar a las víctimas, y no asegurar, su derecho fundamental a la justicia.
Su carta también indica que “la posibilidad de incluir a los agentes del Estado en los procesos de justicia transicional no supone que se les vaya a dejar de investigar, ni que los instrumentos diseñados para los demás actores [armados] también les sean aplicables a ellos”. Sin embargo, la única razón plausible para incluir a agentes del Estado en la reforma es permitir que se beneficien de la renuncia a la persecución penal y la suspensión de la ejecución de penas. Si Colombia desea aplicar otros tipos de medidas de justicia transicional a agentes del Estado —como por ejemplo, conformar comisiones de la verdad— no habría ninguna necesidad de incluirlos en este proyecto de acto legislativo. Por ejemplo, la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras ofrece indemnizaciones y otras formas de resarcimiento a víctimas de agentes del Estado, y para ello no fue necesario aprobar una reforma constitucional.
IV.
Se citan en su carta dos oraciones tomadas de informes de Human Rights Watch y se afirma que “este proyecto de Acto Legislativo recoge las sugerencias de Human Rights Watch con el espíritu de esclarecer los hechos ocurridos en el conflicto armado y establecer responsabilidades por los mismos”. Una revisión elemental de los documentos en cuestión permitiría advertir que tales frases, contenidas en informes donde se insta a Colombia a asegurar que se juzguen los delitos cometidos por paramilitares, fueron sacadas de contexto[4]. Los informes en ningún momento apoyan ni legitiman la actual iniciativa del gobierno para eximir de responsabilidad penal a quienes cometieron graves abusos.
Por ejemplo, su carta señala: “en 2008 [Human Rights Watch] nos sugiri[ó] concentrarnos en los crímenes más graves y los máximos responsables y explorar la ‘responsabilidad del superior, y otras formas de participación en la planificación y ejecución de los delitos’”. Nuestra recomendación de que se investigue a personas por su responsabilidad del mando se debe a que en Colombia, históricamente, no se ha juzgado a individuos que han tenido alto grado de responsabilidad por delitos atroces. Asignar carácter prioritario a la investigación penal de tales personas es una medida absolutamente legítima y razonable. Sin embargo, en ningún momento hemos recomendado a Colombia que se limite a juzgar únicamente a los autores de más alto rango que hayan participado en estos delitos, y excluir a los demás responsables. Una recomendación de este tipo, al igual que la reforma propuesta, se opondría directamente a lo dispuesto por el derecho internacional de los derechos humanos.
V.
Por último, Ud. ha señalado que incluir la “selección” de casos —en referencia a la práctica por la cual se eximen ciertos casos de persecución penal— en la estrategia de justicia transicional de Colombia constituiría una medida “en cumplimiento de [las] obligaciones internacionales [de Colombia] derivadas del Estatuto de Roma y otros instrumentos”. En relación con el Estatuto de Roma, quisiera reiterar que el “Marco Jurídico para la Paz”, en su redacción actual, podría exponer a Colombia a la posibilidad de ser investigada por la Corte Penal Internacional (CPI). El proyecto de acto legislativo daría en el futuro sustento constitucional a la sanción de leyes que podrían eximir de persecución penal a personas responsables de delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra. Como lo expresamos en nuestra primera carta, cuando la legislación de un país procura que algunas personas que cometieron delitos aberrantes eludan su responsabilidad penal, la CPI podría investigar, acusar y enjuiciarlas en razón de que el Estado no está en condiciones o no tiene intención de juzgar en forma genuina a los responsables de estos abusos.[5]
En conclusión: para asegurar la rendición de cuentas de los abusos aberrantes cometidos por los actores armados colombianos, apoyamos resueltamente el diseño de una estrategia que asigne prioridad a casos importantes. Sin embargo, el “Marco Jurídico para la Paz” no constituye una estrategia para que los fiscales se concentren inicialmente en ciertos casos e investiguen posteriormente los demás. Por el contrario, la reforma permitiría que el Congreso exima de persecución penal a los responsables de delitos de lesa humanidad y asegure que incluso los “máximos responsables” de los delitos más graves no cumplan un día en prisión. Al permitir que quienes han cometido violaciones de derechos humanos eludan la acción de la justicia avalados por la propia Constitución, se socavaría irreversiblemente el estado de derecho y Colombia se expondría a las instancias internacionales.
Aprovecho esta oportunidad para expresarle los sentimientos de mi más alta consideración y estima.
José Miguel Vivanco
Human Rights Watch
CC: Su Excelencia Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia
CC: Dr. Angelino Garzón, Vicepresidente de Colombia
CC: Dra. María Ángela Holguín, Ministra de Relaciones Exteriores
CC: Dr. Eduardo Montealegre, Fiscal General de la Nación
CC: Dr. Sergio Jaramillo, Alto Asesor de Seguridad Nacional
CC: Dr. Juan Manuel Corzo, Presidente del Senado
CC: Dr. Simón Gaviria, Presidente de la Cámara de Representantes
CC: Dr. Luis Fernando Velasco, Presidente de la Comisión Primera del Senado
CC: Dr. Roy Barreras, Senador de la República de Colombia

[1]Carta enviada por Juan Carlos Esguerra, Ministro de Justicia y el Derecho de Colombia, a José Miguel Vivanco de Human Rights Watch, el 3 de mayo de 2012.
[2]Carta enviada por José Miguel Vivanco de Human Rights Watch a Juan Carlos Esguerra, Ministro de Justicia y el Derecho de Colombia, el 1 de mayo de 2012.
[3]El texto más actualizado del proyecto de enmienda establece que el Congreso, por iniciativa del gobierno, podrá, “…autorizar la renuncia condicionada a la persecución judicial penal de todos los casos no seleccionados.” El proyecto de enmienda no estipula qué tipo de condiciones se exigirían. (La contribución efectiva al esclarecimiento de la verdad, la reparación de las víctimas y la no repetición de las graves violaciones a los derechos humanos serían algunos de las posibles condiciones, según dispone el “Pliego Modificatorio” de la ponencia para el sexto debate parlamentario. Informe de ponencia para segundo debate (segunda vuelta) al proyecto de acto legislativo N.° 14 de 2011 Senado – 094 de 2011 Cámara, 24 de abril de 2012.
[4]Human Rights Watch, Las apariencias engañan: la desmovilización de grupos paramilitares en Colombia, 1 de agosto de 2005,http://www.hrw.org/sites/default/files/reports/ColombiaResumenyRecs.pdf; Human Rights Watch,¿Rompiendo el Control?: Obstáculos a la Justicia en las Investigaciones de la Mafia Paramilitar en Colombia, 16 de octubre de 2008, http://www.hrw.org/reports/2008/10/16/breaking-grip-0.
[5]Estatuto de Roma, art. 17(1)(a). El artículo dispone que “La Corte teniendo en cuenta  el décimo párrafo del preámbulo y el artículo 1, resolverá la inadmisibilidad de un asunto cuando: a)  El asunto sea objeto de una investigación o enjuiciamiento por  un Estado que tenga jurisdicción sobre él salvo que éste no esté dispuesto a llevar a cabo la investigación o el enjuiciamiento o no pueda realmente hacerlo.” Estatuto de Roma, art. 17(2)(a) El artículo dispone que “A fin de determinar si hay o no disposición a actuar en un asunto determinado, la Corte examinará…si se da una o varias de las siguientes circunstancias, según el caso: … que la decisión nacional haya sido adoptada con el propósito de sustraer a la persona de que se trate de su responsabilidad penal por crímenes de la competencia de la Corte…”
http://www.hrw.org/es/news/2012/05/08/respuesta-al-dr-esguerra-sobre-el-marco-juridico-para-la-paz

2008/05/14

Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) preocupada por la extradición de paras

Washington, 14 de mayo de 2008 - La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) expresa su preocupación por la extradición de líderes paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que limita seriamente el esclarecimiento de graves crímenes perpetrados durante el conflicto armado en Colombia.



El martes 13 de mayo, el Estado informó sobre la extradición a los Estados Unidos de 14 líderes paramilitares, entre ellos Salvatore Mancuso, "Jorge 40" y "Don Berna" para ser juzgados por delitos de narcotráfico. Las personas extraditadas se habían acogido a los beneficios de la Ley de Justicia y Paz, destinada al juzgamiento de los crímenes cometidos contra la población civil por miembros de grupos armados al margen de la ley en Colombia.



La Comisión observa que esta extradición afecta la obligación del Estado colombiano de garantizar los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación de los crímenes cometidos por los grupos paramilitares. La extradición impide la investigación y el juzgamiento de graves crímenes por las vías establecidas por la Ley de Justicia y Paz en Colombia y por los procedimientos criminales ordinarios de la justicia colombiana. También cierra las posibilidades de participación directa de las víctimas en la búsqueda de la verdad sobre los crímenes cometidos durante el conflicto y limita el acceso a la reparación del daño causado. Asimismo, este acto interfiere con los esfuerzos por determinar los vínculos entre agentes del Estado y estos líderes paramilitares.



La CIDH ha dado estrecho seguimiento al proceso de desmovilización en Colombia desde su inicio, con base a un mandato del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y a sus competencias conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En este marco, ha expresado en numerosas oportunidades la importancia de que el Estado garantice el derecho de las víctimas del conflicto armado a la verdad, la justicia y la reparación.

2008/12/09

LA SOLUCION FACIL DEL CAUDILLO...
entrevista a Fernando Hinestrosa (Rector de la Universidad Bogotana El Externado) (http://portal.uexternado.edu.co/index.html)

C.O.T.- Regreso al presente, y vuelvo a la pregunta inicial: ¿Qué relación establece entre esas duras épocas y la de ahora, cuando se promueven nostalgias por Núñez?
R.F.H.- En general, el mundo está en un periodo adverso y perverso de reescribir la historia. La del siglo XIX del periodo radical fue reescrita por los victoriosos. Es como la historia de Roma escrita por los cristianos. Un ministro japonés acaba de caer porque quiso reescribir la historia del Japón en la Segunda Guerra Mundial. En Italia, el régimen ha venido haciendo lo mismo para poder pintar a Mussolini como inocente. Es la historia de la historia contada por los gatos que, a su manera, resultan inclusive vegetarianos.
C.O.T.- ¿Será que estamos regresando realmente al pasado?
R.F.H.- La nostalgia del autoritarismo, del conductor, del Duce, es una manía muy incrustada. El respeto a la individualidad se ve como perverso y malsano. Lo que importa es el rebaño. Por eso, el símil del pastor y la grey es universal se emplea en religión, en política, en la familia. El autoritarismo exalta al ‘pater’, al ‘padre de la patria’, al ‘salvador’. Cuando hay dificultades, incertidumbre e inseguridad, se busca refugio.
C.O.T.- ¿Por qué parece el país patinar siempre en esa fórmula?
R.F.H.- El credo de libertad, el culto a la democracia de autonomía, es difícil. Así como la gente prefiere la recomendación y la intriga al concurso, prefiere la solución fácil del caudillo, a la autonomía. Y es muy fácil desacreditar la democracia diciendo que es ingobernable. Entonces, vamos todos tras del flautista de Hamelin

...

C.O.T.- Hay ciertas similitudes que he notado en detalles en uno y otro tiempo. Por ejemplo, en la época de Núñez se hablaba de…

R.F.H.- … Regeneración o catástrofe…

C.O.T.- Sí señor. A mí me suena a catástrofe y a hecatombe.

R.F.H.- Uno no puede, con toda sinceridad, asimilar criterios. Yo veo otras maneras de restringir libertades, distintas de la fuerza de antaño. Claro que entonces no fue solamente la fuerza sino la compra de conciencias con contratos, con favores a los áulicos. El caricaturista de la época pintó en una escena, el árbol de la Regeneración. De ahí caían las bellotas y los cerdos las comían. Pero hoy, existen otros factores muy distintos.

C.O.T.- ¿Cuáles?

R. F.H.- Hay algo muy significativo: el siglo XX, que fue el siglo del totalitarismo -y muchas de las expresiones que yo pueda usar están marcadas por ese signo de la persecución y el exterminio del contendor-, concluye con un grito de libertad y de consideración de los derechos humanos. El lema de derechos respecto de la dignidad humana, ha avanzado enormemente. Hoy no se puede vulnerar derecho fundamental, y menos masivamente, sin que todo el mundo se entere de ello. Los medios de comunicación y la posibilidad de que simultáneamente en todas partes esté la escena de la violación, así como la existencia de grupos militantes de los derechos humanos, establecen la diferencia porque hay sensibilidad y solidaridad.

C.O.T.- ¿Disminuyen las violaciones por el control externo?

R.F.H.- No me refiero solo al ‘coco’ de la Corte de justicia internacional, sino a algo más espectacular: los diversos mecanismos de denuncia. Claro, se pueden mencionar unas cuántas excepciones y están ahí a la vista. Pero hoy, las posibilidades de defensa individual y colectiva de las libertades son mucho mayor
...
C.O.T.- Es paradójico que mientras el mundo avanza en la cultura de derechos humanos en el mundo, en Colombia poco nos preocupemos por las libertades o por las instituciones ¿Hay un retroceso o un estancamiento en esa materia? R.F.H.- Cuando hay peligros, amenazas grandes, la gente va a lo que considera fundamental en su existencia y está dispuesta a pagar el precio que sea. Lo hemos vimos en las preguerras; en los conflictos de guerra fría y en los internos en los distintos países y continentes: la eliminación del enemigo o de la amenaza, están por encima de todo. Después vendrán las amnistías, las leyes de perdón y olvido. No es de sorprender que pase como en la fábula de Michín: “mamita dame palo pero dame qué comer”. Aquí decimos “dame seguridad y estabilidad pero dame tranquilidad”.
...
entrevista completa en http://www.elespectador.com/impreso/articuloimpreso94655-gente-no-ha-aprendido-ser-libre-o-respetar-al-otro?page=0,0