LA VERSION DE HERNANDO GOMEZ BUENDIA SOBRE SU SACADA DE LA REVISTA SEMANA
Dos periodistas impunes
HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA
La llaman “el cuarto poder”, pero es el primero: la prensa define lo que pasa en un país. Este oficio es sagrado, y el periodista tiene límites. No los que quiera el gobernante, sino los que exigen la Constitución y la decencia. La única garantía contra los abusos de la prensa es la ausencia de monopolios.
Según el Estudio General de Medios, El Tiempo controla cerca del 55% del mercado en periódicos, 15 % en revistas y 10% en televisión. Su aliada en radio, Caracol, tiene 40% de la audiencia. El segundo grupo es Semana, con 30% de los lectores de revistas.Alejandro Santos es el delfín de los Santos y dirige Semana: el periodista más poderoso del país.
Hace poco se topó con el Consejo Superior de la Judicatura, que controla a los jueces. Semana difamó al Magistrado Escobar Araújo y un juez penal le ordenó rectificar “con los mismos caracteres, colores y tamaño del artículo original”, como tiene que ser. Santos, con su cohorte de abogados, quiso pasar de agache. Publicó dos notas escondidas, y el juez insistió que rectifique de frente.En Caracol Santos anunció su heroísmo de “ir a la cárcel” (por tres días) en defensa de “los derechos humanos”. Cuenta con el apoyo unánime de los medios y de las dos entidades que velan por los periodistas: la SIP, que preside su padre; y la FLIP, que preside su empleada.
No es la primera vez que Semana aporta un mártir a la libertad. El año pasado fue su otro delfín, Daniel Samper, quien plagió el afiche de “La Última Cena”, de Girbaud, y lo demandó un grupo de cristianos indignados. No había Magistrado de por medio y bastó con la campaña radial de Sánchez Cristo, tutor de Samper, para que no hubiera rectificación ni peligro de cárcel.
No conozco al magistrado Araújo, pero conozco bien a Semana. Durante 5 años fui su columnista, y siempre defendí el interés público. Eso crea enemigos poderosos. Aprovecharon un descuido: dejé que desgrabaran y publicaran una charla ante un grupo de estudiantes sin revisarla. Los periodistas al servicio de dos jefes liberales me montaron un escándalo, como si después de publicar como 40 libros, me hubiera dado por copiar, no algún escrito exótico, sino un manual de todas las universidades y sin tomarme siquiera el trabajo de maquillarlo.Esto no lo digo yo. Lo dijeron en dos fallos separados los “tribunales éticos” que me nombraron Soho y Semana. Estos jueces – Javier Darío Restrepo, Carlos Gaviria Díaz, el padre Alfonso Llano y el profesor Alejandro Sanz- concluyeron que procedí “con total ausencia de mala fe”, y sin faltas a la ética.
En vez de publicar el fallo o informar a los lectores que fui absuelto, Semana me despidió con el pretexto inaudito de que había repetido en dos columnas mis propias ideas sobre qué es “terrorismo” y qué “conflicto interno”. De ñapa, después Samper y Santos me siguieron calumniando en Caracol, y hasta mis ex jueces protestaron. Semana escondió la carta de protesta y yo demandé tarde.Igual que los señores de Semana, no creo del todo en nuestros jueces, pero sí que el periodismo merece transparencia.
Invito a Santos y a Samper a someter su conducta al dictamen ético de las cuatro personas intachables que ellos mismos designaron (o a las personas que éstas designaran). En un país de monopolio y confusión, sería una ocasión rarísima para que dos periodistas poderosos honren su oficio y sus apellidos. Yo me someto de antemano a lo que digan esos jueces.
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