Haz Plural V
Opinar o no opinar
@orlandoparrag ciberplural@gmail.com
El 9 de Junio de 1991 comencé éste ejercicio. Hace ya 22 años. Cuando tenía la edad de algunos de mis lectores. Ésta columna ha pasado por cuatro fases, ésta es la V, y siempre me he preguntado, qué es ser un buen columnista. A fines del año pasado Juan(it)a León, una de las periodistas que más respeto,http://ow.ly/gI3LB, escribió una valiosa reflexión:
“Un buen columnista es una persona que tiene una opinión original sobre un asunto y argumentos sólidos para sustentarla. El columnista, por definición, no es ‘objetivo’ porque precisamente lo que busca una columna es persuadir a los lectores de un punto de vista particular y subjetivo. Nada peor que esos columnistas que tratan de satisfacer a todos los ‘lados’ y no pisar ningún callo. Un buen columnista, en el mejor de los casos, cambia las opiniones de sus lectores. A veces, les ayuda a ver un ángulo de una situación que habían pasado por alto. Si no logra ninguna de las anteriores, por lo menos le ayuda a comprender a los usuarios cuáles son los argumentos de una persona que tiene una percepción radicalmente diferente a la de ellos.
Uno a veces lee columnistas para odiarlos, pero los lee porque quiere saber qué es lo que piensan los que piensan diferente a uno. Una columna de opinión es buena si detona en los usuarios el deseo irreprimible de controvertirla con otros argumentos que al final permiten perfilar las diferentes visiones que están en juego”.
La directora de la @lasillavacia dice algo esencial: “Todo columnista tiene un pasado, tiene un oficio actual, pertenece a ciertos círculos, es amigo de unos y no de otros. Nada de eso debería importar si cuando estas circunstancias entran en conflicto con lo que se escribe se hace transparente el conflicto de intereses. Lo importante en un columnista es si sus argumentos son leales, no si ratifica los de los lectores (la tentación de complacerlos es gigantesca). El columnista es leal si hace un esfuerzo por basar sus ideas en información que es veraz. Si escribe lo que realmente cree y no lo que alguien le está pagando por escribir (así no sea con plata). Si no utiliza el espacio privilegiado de una columna para tramitar sus rencillas personales”. Y concluye: “Un columnista es bueno si después de uno leer la columna alguna idea nueva le queda rondando en la cabeza. Hay pocas cosas en el periodismo más difíciles que tener una opinión seria todas las semanas. Y es un privilegio cuando un medio encuentra alguien que cumpla con todas estas condiciones”…
Una pregunta dura, especialmente para quienes opinamos y más para quienes tienen como profesión u oficio comunicar es ¿si estuviéramos de acuerdo en que por respeto se deben abstener de opinar los que poseen una relación “positiva” con un sujeto o un tema? ¿Acaso los que poseen una relación “negativa” con ese sujeto o con ese tema también deberían hacerlo? Creo que ambos deberían abstenerse: es un tema ético.
Cada persona decide su camino: Consciente que las manifestaciones de un Columnista (o Periodista…) están sujetas a escrutinio e investigación y que es de mi yo interno decidir sobre qué opinar y el sentido de esa opinión, si bien en privado seguiré opinando de lo que me parezca, en público sólo opinaré de aquellos temas donde NO esté recibiendo honorarios. Hay que respetar a quien lo lee, escucha o ve a uno, buscando algún grado de objetividad, de seriedad, sobre aquello en lo que se opina o informa…
en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/108700-opinar-o-no-opinar
1 comentario:
Opinar o no opinar
De manera imperceptible, a través de su pregunta y de su propia respuesta, Orlando Parra nos hace cuestionar el papel y la ética del columnista de opinión, desde la perspectiva de quienes habitualmente desarrollamos esa actividad y como es habitual en sus disquisiciones intelectuales, poniéndonos en los escenarios extremos, de tener intereses positivos o negativos en el tema objeto del texto.
Las columnas de opinión carecen de los parámetros establecidos para otros géneros periodísticos, lo que, a primera vista, da una idea de la dificultad de su definición y, por ende, de su valoración técnica. En consecuencia, cualquier cosa que se diga del género, no será más que una opinión
Desde mi criterio, más que revelar la percepción del autor sobre un tema, las columnas deberían estar dirigidas a formar la opinión de los lectores, haciéndoles ver hechos dentro de contextos o vistas de aristas diferentes de ese tema.
Begoña Zalbidea Bengoa, de la Universidad del País Vasco, en “Los límites a la opinión e información” parte de “La ética informativa vista por los ciudadanos” citada en el blog “Consultorio Ético” del Maestro Javier Darío Restrepo, describe breve y contundentemente el oficio: “El columnista lee el contenido de los hechos, examina sus antecedentes, su contexto y sus consecuencias, les halla lugar dentro de procesos y escruta lo que va a seguir. Al hacer este ejercicio el columnista presta un servicio informativo de alta calidad para el ciudadano: hacerle entender los hechos.”
Pero el camino de “hacer entender los hechos”, pasa, necesariamente por la forma de entender y valorar los hechos del autor de la columna, lo genera una licencia exclusiva para los columnistas, pues a diferencia de los autores de otros contenidos periodísticos, la valoración de los hechos, desde su propia perspectiva, es un insumo indispensable de su trabajo.
Lo que, si debe proscribir la ética de su actividad, es que detrás de esa valoración de los hechos, se oculten intereses personales, de cualquier tipo, del columnista, pues ellos vulneran la credibilidad de su opinión.
En este contexto, el texto de la columna, con sus argumentos y la información que contiene, se convierte en objeto de examen para el lector, que fundará sobre él su propia reflexión y le dará un valor, al compartir, o no, las valoraciones del autor, e incorporarlas, o no, a su propia opinión.
James Fonseca M
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