- Foto Clara López: Daniel Reina Romero.
2015/11/20
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Una vez conocidos los resultados de la contienda electoral para la Alcaldía de Bogotá, la candidata Clara López, del Polo Democrático, se quejó en varios escenarios del tratamiento que durante la campaña le dieron los medios de comunicación. En carta a revista Semana, López acusó a los medios de un “comportamiento desigual y discriminatorio” y cuando aceptó su derrota declaró que “nunca ha habido una campaña tan cochina contra una mujer en ninguna parte del mundo”.
Tiendo a estar de acuerdo con Clara López cuando asegura que el comportamiento de los medios de comunicación no fue equitativo, y de hecho, creo que los medios privados dominantes se han estado alejando gradualmente del ideal de imparcialidad mediática cuando se trata de cubrir temas relacionados con Bogotá. Pero no creo que ello tenga que ver con la condición de mujer de López. Más bien, creo que el desequilibrio está relacionado con la gran distancia que existe entre las líneas editoriales de los medios dominantes y la inclinación y filiaciones políticas e ideológicas de López. Y esta misma explicación sirve para entender el también muy claro desequilibrio informativo que ha caracterizado el cubrimiento de los temas relacionados con la gestión de Gustavo Petro en la Alcaldía de Bogotá.
Dejemos algo claro antes de que empecemos con las suspicacias: no soy de izquierda, no he votado por la izquierda tradicionalmente concebida y no estoy en la tarea ni de defender su proyecto político ni de victimizarlos. Tampoco voté por Petro ni soy defensora de su gestión. Mi preocupación aquí es con el desempeño de los medios en el tema de Bogotá y es en este espacio en donde creo que hay que empezar a hacer el esfuerzo de llamar las cosas por su nombre: en ningún otro tema es tan claro que los medios dominantes sí tienen línea editorial y que esta, en términos de un continuo ideológico, está ubicada entre el centro y la derecha. Los medios de este país son entonces un reflejo de la sociedad civil: somos un país de derecha y consecuentemente contamos con unos medios de comunicación de derecha.
Habrá quienes respondan a esta aseveración asegurando que los medios son más bien plurales y que siempre les dan espacio a las voces procedentes de todas las tendencias ideológicas. Eso es cierto en el caso de algunos medios. Sin embargo, rara vez la presencia de una persona de izquierda en la mesa de trabajo o una entrevista a un líder político de esa naturaleza desestabiliza la línea editorial preestablecida. Al contrario, la refuerza: si uno compara el tono inquisitorial que se usó en muchos medios para entrevistar a López con el tono cordial y muy levemente cuestionador que se usó con otros candidatos, fácilmente llega a la conclusión de que los espacios se abren solo para reforzar la posición política que se quiere promover desde el medio.
Quiero recordar lo que he escrito en otra columna: no tengo problema con que los medios de comunicación tengan línea editorial y adopten posturas políticas. Con lo que sí tengo problema, porque no lo considero honesto, es con que vendan su labor de informar y analizar como algo libre de contaminación y cubierto por un halo de imparcialidad que es, al final, absolutamente artificial.
Por eso, dudo mucho que algún medio de los dominantes puede salir a decir que vigiló y fiscalizó la gestión de Petro de la misma forma que lo hizo con cualquier otro funcionario elegido popularmente; no muchos podrán decir que en algún momento se cuestionaron si su narrativa apocalíptica sobre la ciudad (que tanto le sirvió a Peñalosa para presentarse como redentor) encajó o no y en qué medida con la realidad; y muy pocos podrán decir que lograron que sus antipatías personales y políticas hacia el alcalde no se interpusieran en su labor de informar y analizar. Y ni hablemos del espinoso tema del conflicto de intereses que generó la cercanía de algún sector del periodismo con grupos de contratistas interesados en meternos el apocalipsis por los ojos. Toda esta constelación de sesgos mediáticos la recibió López y la va a seguir recibiendo la izquierda en Colombia mientras el esquema de propiedad y funcionamiento de los medios de comunicación se mantenga
Mientras esta suerte de simbiosis entre los intereses de la clase política y económica dominante y la labor informativa de los medios exista, es muy difícil pensar que tendremos el chance de tener una democracia verdaderamente pluralista. López y Petro pagaron un alto precio por lo que no se hizo y lo que se hizo mal en Bogotá, que fue mucho. Pero no me cabe duda de que ese precio se incrementó gracias a una “ayudita” bien coordinada e implementada por parte de los medios, “ayudita” que rara vez reciben con tanta eficiencia otros muchísimos políticos tanto o más incompetentes.
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