“Debido a (la) primordial hostilidad entre los hombres, la sociedad civilizada se ve constantemente al borde de la desintegración” dice Freud en El malestar en la cultura ([i]). Recomiendo leerlo. Para mantener a raya esa hostilidad, existe el estado. Y el estado en los barrios y veredas tiene representante propio: La o el Inspector o Corregidor (de Policía).
El inspector o el
corregidor es la figura legal de autoridad en el sector donde se encuentre. Es
una autoridad adscrita a la secretaria
de gobierno municipal y cumple con la función legal de hacer respetar y cumplir el “Código de convivencia y seguridad ciudadana”
([ii]),
tratando temas como ruido, espacio público, basuras, mascotas, problemas de
vecindad, escombros, infracciones urbanísticas, comparendos por covid, y en sí,
todos aquellos comportamientos contrarios a la convivencia. Es un trabajo arduo,
una especie de juez natural que define -en primera instancia- los problemas de
la comunidad.
Hace poco tiempo, cuando
era secretario de hacienda el actual alcalde Maya, se aumentó su salario, pero aún
sigue siendo poco para el cúmulo de trabajo y la responsabilidad que acarrea.
Carecen de equipo humano, sólo cuentan con un auxiliar, que en la gran mayoría
de casos no cumple con el perfil, pues debería ser por lo menos estudiante de
los últimos semestres de derecho para que sirva de apoyo al inspector o
corregidor. Lo ideal es que tuvieran su propio equipo de trabajo -ojalá de
planta- compuesto por asistente, abogado, psicólogo; un equipo que aporte a
solucionar pacíficamente los conflictos del sector y pueda ejercer ese valor de
conciliación y efectividad en los procesos que trae la ley.
Las infracciones
urbanísticas –por ejemplo- pasaron de los alcaldes a los inspectores o
corregidores de policía con el nuevo Código, permitiendo UN RETROCESO en el derecho urbano, pues ellos carecen de las
herramientas. Incluso, parece que después de esa ley, se han aumentado las construcciones
sin licencias, los asentamientos informales, la ocupación de espacio público.
Una explicación es esa: necesitan equipo de trabajo. Varios han demostrado, aun
así, su buen ejercicio en los últimos meses en la ciudad.
Y decimos “varios”, porque también hay entre
ellos, los que sólo les interesa dejar pasar los días y echarle la culpa al
mandatario de turno por la falta de acompañamiento; o sólo buscan pensionarse;
otros, como se escucha en los pasillos o en “la calle del tuvo” reciben dádivas,
etc… Afortunadamente, con el concurso de méritos y la nueva administración municipal,
gran parte fueron reemplazados y, como siempre, se espera que sean mejores.
Ser Inspector,
Corregidor, es un honor que cuesta. Muchas veces entre más efectivo es el
funcionario: más dificultades posee, más presiones recibe. Amenazas que llegan
hasta el “o plata o plomo” tal cual se percibe en la forma como se
dilatan conocidas decisiones en sitios de todos
los estratos sociales (…). Es en tal ocasión donde la habilidad de estos
ALTOS FUNCIONARIOS debe ser superior para manejar con prudencia, a veces hasta
con “malicia indígena positiva” las
presiones económicas, sociales, políticos, delincuenciales, etcétera.
Todo el estado,
todas sus ramas, la judicial, el ejecutivo, los que legislan, las fuerzas
armadas, y toda la sociedad, debemos hacerles SENTIR que están acompañados que,
si bien exigimos que actúen: también estamos a su lado. Hay que buscar la
posibilidad de instancias colegiadas, de
varias ramas del estado, para que asuman el conocimiento de ciertos asuntos a
fin de que se pueda imponer, aplicar y ejecutar nuestras leyes en todos los
barrios y veredas: manteniéndonos “civilizados”
y alejados de “la primordial
hostilidad” humana.
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