2015/02/19

Informe de la Comisión Histórica +Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia + Resumen

Resumen de los ensayos presentados 

Sergio de Zubiría, “Dimensiones políticas y culturales en el conflicto colombiano" 
Este ensayo comparte el enfoque de múltiples causas sistémicas que han desencadenado el conflicto y posibilitado su persistencia. El autor parte de cuatro causas estructurales, que ya desde 1978 identifica Paul Oquist: causas políticas; causas socioeconómicas; causas institucionales; causas psicológicas, culturales y raciales. Resalta que, en 2003, el Informe PNUD destaca como factores desencadenantes: la ausencia de solución al problema agrario; el fracaso del Estado en la prevención y resolución de conflictos; la retirada del Estado, que trae problemas sociales en la regulación de la vida, el uso de prácticas privadas de justicia y la conformación de ejércitos irregulares; y, el vínculo negativo de las elites con el desarrollo del conflicto. El Informe se centra en causas políticas y culturales. Insiste en el peculiar y violento del proceso de construcción del Estado y sus relaciones con el conflicto. Destaca los límites del poder político, de las estructuras de participación política, de los partidos y la persecución a los proyectos políticos alternativos. Realiza una lectura crítica del carácter y actitud frente a las reformas sociales de los sectores dirigentes en Colombia. Cuestiona las concepciones y prácticas de la modernización capitalista. Incita a desenmascarar e investigar la consolidación de una cultura política contra-insurgente, el afianzamiento de los discursos amigos-enemigos y la inflación del miedo y la seguridad, como factores culturales que potencian el conflicto. Ubica sus orígenes en la década del treinta del siglo XX, estableciendo un periodo entre 1929/30 y 1957/58, como la protogénesis del conflicto colombiano. En esta etapa se deciden aspectos centrales de nuestra historia: el modelo capitalista de desarrollo, el carácter de nuestras instituciones estatales, las relaciones inter-partidistas, los límites del reformismo, los grupos de poder, el sentido moderno de la política y la cultura, los rasgos constitutivos de la cultura política y ciertos imaginarios de nuestras identidades culturales. Las múltiples causas y la persistencia del conflicto han tenido impactos cuantitativos y cualitativos en la población. Cada vez afecta más dimensiones de la totalidad social y la intensidad de sus manifestaciones se han ido incrementando. Al lado de los procesos de victimización, se han presentado efectos como: instauración de la violencia como representación de lo político y lo social, incremento del autoritarismo, degradación de los fundamentos morales de la acción política, crisis de legitimidad del sistema político y electoral, deslegitimación de la justicia y las fuerzas armadas, negación de la 2 democracia social y política, eliminación de los proyectos políticos alternativos, etc. La simplificación del conflicto exclusivamente a tipologías penales de victimización es ocultar o evadir la complejidad de nuestro conflicto. 

Gustavo Duncan, “Exclusión, insurrección y crimen” 
Colombia es un país extremadamente excluyente. Basta una mirada desprevenida a los listados de desigualdad para darse cuenta que en cuanto a ingresos, tierras, servicios estatales y muchas otras estadísticas las brechas son enormes. No es extraño entonces que la exclusión haya sido una de las causas más citadas del conflicto. Pero la realidad es más compleja que eso. La desigualdad no necesariamente causa insubordinación, mucho menos una insubordinación violenta. No hay que ir a buscar otros casos, en la misma Colombia proliferan sociedades muy desiguales que han resistido el paso del tiempo con muy poca violencia. Se necesitaron entonces otras causas y otras variables para que en Colombia surgiera un conflicto armado. Este ensayo se centra en la forma cómo la exclusión interactuó con una de esas otras variables, la criminalidad, y dio gran parte de la forma que adquirió el actual conflicto. El interés es en concreto por dos prácticas criminales de uso masivo en Colombia, el secuestro y el narcotráfico. Estas prácticas son importantes porque incidieron en tres atributos fundamentales del conflicto. En primer lugar, perfilaron gran parte de la estrategia de guerra tanto de la insurgencia como del paramilitarismo. Las partes tuvieron que organizar sus aparatos coercitivos y planear sus acciones en el conflicto para acceder a los recursos provenientes de la criminalidad. En segundo lugar, el narcotráfico permitió que una situación de guerra permanente en vez de destruir la economía se convirtiera en una medio de acceso a los mercados, sobre todo para comunidades periféricas con baja acumulación de capital. Finalmente, los efectos no solo se remitieron a la guerra entre insurgencia y contrainsurgencia. También redefinieron las relaciones de poder entre el centro y la periferia. Dado que el estado central era incapaz de ofrecer una protección efectiva en las regiones, las transacciones políticas entre el centro y la periferia estuvieron marcadas por el uso de las élites regionales, tanto legales como ilegales, de la violencia privada y el capital de las drogas como recursos legítimos para defenderse de la insurgencia. Sin embargo, estos recursos terminaron por convertirse en medios 3 de acumulación de poder, bien fuera para controlar el gobierno de las sociedades regionales y/o para influir sobre la política nacional. 

Jairo Estrada Álvarez, “Acumulación capitalista, dominación de clase y rebelión armada” 
Este informe propone una interpretación histórica del conflicto social y armado fundamentada en una tesis central: Contrainsurgencia y subversión son inherentes al orden social capitalista imperante en nuestro país. Si la subversión asumió también la expresión de la rebelión armada, ello se explica esencialmente por las condiciones histórico-concretas de constitución y reproducción de ese orden social. Tales condiciones son abordadas en el Informe aproximando un análisis de la tendencia del proceso de acumulación capitalista y de las formas históricas de organización del poder y la dominación de clase desde la década de 1920 hasta la actualidad. Dicho análisis muestra que a lo largo del proceso histórico se han estructurado y activado múltiples dispositivos de preservación y de reproducción del poder y la dominación de clase, los cuales se han sustentado en la «combinación de las formas de lucha» por parte de lo que en el trabajo se caracteriza como un «bloque de poder contrainsurgente». La apelación al recurso de la violencia y al uso de la fuerza armada para enfrentar la subversión general (sea ésta en el ámbito de la reivindicación y la reforma, o como propósito de cambio revolucionario) ha provocado que el conflicto político y social haya asumido también la expresión de la subversión armada en respuesta a tales disposiciones. Esa respuesta no ha sido sólo reactiva; también ha adquirido un carácter ofensivo dado que se ha buscado la superación del orden existente y se ha manifestado la voluntad de luchar hasta la muerte por ese propósito, como en el caso de las guerrillas revolucionarias. El Informe se ocupa de diversos aspectos que demuestran la naturaleza política y social de la rebelión armada; explora sus razones de existencia y persistencia; y controvierte de manera particular las tesis que consideran que mutó hacia una empresa criminal orientada por la codicia o que degeneró en bandas terroristas. Al ocuparse de los impactos del conflicto, sin dejar de lado sus dramáticas dimensiones y el horror causado por la guerra sobre el conjunto de la organización social, propone la tesis de que la 4 violencia, cuando se considera en forma estructural y sistemática, se ha orientado principalmente a la contención y destrucción (incluido el exterminio físico) de las expresiones políticas, reivindicativas y organizativas del campo popular, y de manera principal contra las proyectos que han representado una amenaza frente al orden social vigente. Ahí se encuentra la médula de los procesos de victimización. Las responsabilidades por los impactos del conflicto, aunque son múltiples, desiguales y diferenciadas, se le imputan al sistema imperante y particularmente al Estado, dado que en él se condensa el poder de clase y la organización de las relaciones que predominan en la sociedad. 

Darío Fajardo, “Estudio sobre los orígenes del conflicto social armado, razones de su persistencia y sus efectos más profundos en la sociedad colombiana” 
Las manifestaciones más reconocidas de la violencia ocurridas a comienzos de la segunda mitad del decenio de 1940 luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán tuvieron antecedentes en episodios de violencia estatal en contra de comunidades indígenas, campesinos y trabajadores en las décadas de 1920 y1930. A comienzos del decenio de 1920 tomaron fuerza las exportaciones de café, petróleo y banano, circunstancias que ampliaron la demanda de mano de obra y alimentos, lo cual generó tensiones con el orden económico y social, sustentado en la gran propiedad. La insuficiencia de estas economías para atender las necesidades del crecimiento económico dio paso a propuestas de reformas económicas y sociales para adecuarlas al desarrollo capitalista, referidas en particular al reparto agrario como base para la construcción y ampliación del mercado interno y la formación de clases medias rurales. Estas expectativas, alimentadas por los efectos de la crisis mundial de 1929 condujeron a la sustitución del gobierno conservador. Sin embargo, la predominancia política de las fuerzas sustentadas en el control de la tierra y su fuerte ascendiente político, ideológico y religioso sobre la población hizo que buena parte de los intentos de transformar el ordenamiento de la sociedad y el régimen de propiedad agraria resultaron frustrados, circunstancia que vino a coincidir con la recomposición económica y política planetaria luego de terminada la segunda guerra mundial. Luego de este conflicto Colombia fue profundamente absorbida dentro de la hegemonía hemisférica de los Estados Unidos, bajo las orientaciones de la doctrina de seguridad nacional. Su aplicación desde los inicios del Frente Nacional ante las expresiones de resistencia campesina a las condiciones de expropiación y concentración de la propiedad y de exclusión política constitutivas de este sistema político 5 condujo el agravamiento del conflicto social armado. La concentración de la propiedad agraria y el limitado desarrollo económico asociado a ella facilitaron la vinculación de Colombia con la economía internacional del narcotráfico con una oferta altamente competitiva. Al mismo tiempo, los cambios del comercio internacional han conducido a la destrucción de la producción alimentaria y a la reprimarización de la economía en medio de una guerra. Como resultados se han producido el agigantamiento de una extensa oferta de mano de obra, sujeta al desmantelamiento de las organizaciones sindicales y el empobrecimiento sostenido de los sectores mayoritarios del país. 

Javier Giraldo, S.J. “Aportes sobre el origen del conflicto armado en Colombia, su persistencia y sus impactos” 
Este aporte quiso partir de una comprensión del conflicto dentro de la tradición jurídica del derecho a la rebelión, suponiendo que la relación entre los ciudadanos y el Estado hay que entenderla como la de socios de una empresa común que tiene como objetivos esenciales la satisfacción de dos bloques de necesidades para todos los asociados: las necesidades biológicas (alimentación, vivienda, trabajo/ingreso, salud y educación) y las necesidades de convivencia (información, participación y protección). La no utilización prioritaria de los recursos que maneja el Estado para estos fines, deteriora progresivamente los vínculos entre ciudadanos o franjas de ciudadanos y Estado, hasta llegar, si las falencias son dramáticas, a disolver los vínculos entre los ciudadanos y el Estado y legitimar progresivamente el derecho a la rebelión, contemplado como último derecho remedial en la tradición jurídica universal y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y claramente diferenciable del “terrorismo” en numerosos documentos de la ONU. Sobre la base anterior, se explora en la historia reciente de Colombia la situación de necesidades básicas de la inmensa mayoría de los colombianos. Teniendo en cuenta que el acceso a la tierra está relacionado con tres necesidades básicas: alimentación, vivienda y trabajo/ingreso, se hace un recuento histórico del conflicto alrededor de la tierra como el mayor detonante del conflicto social y armado en Colombia, recurriendo a conceptos de connotados analistas y a estadísticas de las mismas instituciones estatales, así como a los documentos fundantes de las organizaciones insurgentes. También se hace una exploración de la situación de las demás necesidades biológicas, 6 como empleo, vivienda, alimentación y salud, cuya no satisfacción para capas enormes de población es un factor persistente del conflicto. Se explora luego el campo de las necesidades de convivencia, campo en el cual se revelan características de la configuración histórica del Estado en Colombia que no se compadecen con los parámetros esenciales de una democracia. Más dramática aún es la carencia de justicia, debido, no sólo a la escandalosa impunidad reinante sino a la dramática corrupción interna del aparato judicial. Finalmente se muestra cómo la fuerza pública, bajo directrices de los gobiernos de Estados Unidos, se inscribió en el modelo de “seguridad nacional” adoptando, desde mediados del siglo XX, la doctrina del “enemigo interno, para lo cual ha tenido que violar en forma sistemática los más elementales derechos humanos, vinculando además a grandes capas de la población civil a la guerra mediante estructuras paramilitares (desde 1962) que representan un brazo clandestino del Estado, irresponsable de su barbarie pero protegido por las estructuras militares y judiciales. 

Jorge Giraldo, “Política y guerra sin compasión” 
Durante las últimas tres décadas Colombia ha vivido una guerra civil larga, compleja, discontinua y, ante todo, política. La guerra también ha sido atroz: asoló gran parte del territorio nacional –en especial, Antioquia, Meta y el Suroccidente–, convirtió al 10% de la población civil en víctimas directas, y afectó seriamente las libertades civiles y los indicadores democráticos y de desarrollo humano. No hubo ninguna característica que pueda llamarse «estructural» u «objetiva» que determinara fatalmente la ocurrencia de la guerra. En Colombia la guerra se inició por la voluntad de grupos revolucionarios que desafiaron mediante las armas al gobierno y a la sociedad, y que fueron imitados después por los narcotraficantes. La guerra se mantuvo y acrecentó de manera inusitada. Las «estructuras de oportunidad» que explican esta persistencia incluyeron factores como: la debilidad del Estado, la dificultad de las élites para lograr acuerdos para superarla y la ineficiencia de varios gobiernos para identificar y actuar en coyunturas críticas; dos de las mayores crisis políticas de la historia del país generadas por los carteles de la droga, y estimuladas por el alto grado de corrupción de la clase política; el carácter predatorio de todas las organizaciones armadas, insensibles a la opinión y el sufrimiento de la población; el narcotráfico que sirvió de fuente de financiación de los aparatos armados, las 7 condiciones sociales en el campo que posibilitaron el ingreso de algunos colombianos a los ejércitos privados y el reclutamiento forzado; las múltiples contiendas que, además del conflicto entre Estado e insurgencia, abarcó enfrentamientos de guerrillas, paramilitares y narcotraficantes, y entre cada uno de ellos; el uso de las negociaciones por parte de la insurgencia como táctica para escalar la guerra. Este ensayo enfatiza en las responsabilidades política y moral de los protagonistas directos de esta historia y subraya que cualquier acuerdo para la terminación de la guerra será más sólido mientras mejor trate de entender nuestro drama desde una perspectiva colectiva y mientras más respeto guarde por los que han sufrido. 

Francisco Gutiérrez, “¿Una historia simple?” 
Este estudio se concentra en los factores que puedan explicar no solamente el inicio de la guerra civil en Colombia, sino sus especificidades principales: el que se haya desarrollado sin discontinuidades en la política competitiva, y su extraordinaria persistencia. Incluso con la periodización restringida que se presenta en este texto, el conflicto colombiano es el más largo del mundo. Comienza por los orígenes, destacando cinco factores (herencias de La Violencia, desigualdad agraria creada a través de la asignación política de los derechos de propiedad, exclusiones institucionales del campesinado por debajo del nivel del régimen político, dinámicas centrífugas y bloqueadoras dentro del sistema político, y la reapertura del acceso a la provisión privada de la seguridad). Después, se concentra en la persistencia; allí se escogen otros cinco factores claves, que desarrollan los que permitieron los orígenes (o se superponen a ellos), y analizo sus interacciones mutuas. Dichos factores son: narcotráfico, patrones de violencia de la guerrilla contra los civiles, masiva provisión privada de la seguridad, articulación de ésta a orientaciones estratégicas de agencias nacionales, y articulación densa entre actores legales e ilegales dentro del sistema político. Las consecuencias para el país son devastadoras, cosa que se ilustra en la sección sobre victimización. Pero a la vez se encuentran importantes puertas de salida.

Alfredo Molano, “Fragmentos de la historia del conflicto armado (1920-2010)”
El presente ensayo intenta poner de relieve la matriz de análisis de mi aporte a la narración de la historia del conflicto armado en Colombia. Las acentuadas tendencias hacia la exclusión política y económica de la mayoría de la población colombiana han sido cuna de formidables actos de resistencia civil y de persistentes alzamientos armados desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el presente. 1) La política. La exclusión económica ha sido causa de protestas y movimientos populares estigmatizados como criminales y reprimidos no pocas veces a sangre y fuego. Poderosas corrientes políticas, arraigadas en el aparato estatal, siguiendo prácticas patrimoniales y clientelistas, han bloqueado los intentos de democratización impulsados por fuerzas populares. El liberalismo perdió la Guerra de los Mil Días y fue marginado de la vida política hasta el triunfo de Olaya Herrera en 1930; en los años 20 y 30 las luchas de los campesinos e indígenas en regiones cafeteras de Santander, Cundinamarca, Tolima y Cauca fueron reprimidas brutalmente; liberales y socialistas fueron aterrorizados en los años 40 y 50 a sangre y fuego para impedir su triunfo electoral; el Partido Comunista fue ilegalizado en los años 50 y perseguido durante el Frente Nacional; los partidos tradicionales cerraron el acceso al poder a movimientos alternativos como el MRL, la Anapo y el Frente Unido. En los años 70 y 80 se puso fin al intento de la reforma agraria, un paro nacional fue ahogado en sangre, la Unión Patriótica fue exterminada. En las siguientes décadas los intentos de paz con las fuerzas insurgentes fueron saboteados sistemáticamente por “enemigos agazapados” que terminaron apuntalando al paramilitarismo y beneficiándose del narcotráfico. A fines de la década el orden político hizo crisis y le abrió paso a la Constitución de 1991, que avanzó en el reconocimiento de los derechos humanos, pero también afianzó la internalización de la economía y la dependencia de las poderosas multinacionales.2) La economía. El cultivo campesino del café fue una conquista popular contra la hacienda cafetera, pero los beneficios de esta economía han sido controlados en gran parte por los grupos que manejan su comercialización. La gran ganadería, que ocupa la mitad de la superficie agrícola, se ha expandido a costa de las tierras que los colonos con su trabajo han civilizado ante la mirada impasible del Estado. Los cultivos ilícitos son el efecto de estas condiciones y han facilitado el tráfico de estupefacientes, fenómenos declarados como actividades criminales por parte de EE. UU. y de Colombia. Los programas de sustitución de cultivos han fracasado uno tras otro. Los intereses de terratenientes, gamonales y narcotraficantes han impedido la democratización económica y política de las regiones periféricas donde el Estado es fuerte militarmente y débil socialmente. Los 9 sectores anti reformistas económicos han encontrado apoyo en las Fuerzas Armadas tuteladas y ahormadas por los intereses estratégicos de EE. UU. Para completar el cuadro, los gobiernos han facilitado –cuando no cooperado abiertamente con ella– la organización paralela de grupos armados privados que han atropellado los derechos humanos y han polarizado la opinión pública. Quizás el último intento de usar el viejo molde del statu quo fue el régimen de la Seguridad Democrática. Si los acuerdos con las guerrillas salen hoy adelante y el Estado es capaz de albergar y defender las fuerzas liberadas en tal pacto, el país habrá iniciado un capítulo inédito de su historia. 

Daniel Pécaut, “Una conflicto armado al servicio del statu quo social y político” 
El texto está basado sobre la distinción entre la definición de los contextos y las lógicas de los actores que manejan recursos de violencia. Además en varios momentos las actuaciones de los actores violentos llegan a formar parte del contexto. El otro punto de partida es el énfasis sobre las discontinuidades tanto como las continuidades. La noción de violencia remite a dinámicas muy variadas. Sobre los orígenes. El informe escoge como punto de partida los años 1930 siendo el momento en que se produce lo que va a marcar la diferencia con la evolución de países vecinos: en lugar de la consolidación del Estado central se produce el fortalecimiento de las redes partidistas y de un modelo liberal de desarrollo. Las dos características van a influir sobre: a) la precariedad del Estado; b) la debilidad de las regulaciones sociales y el impacto de las redes de poder privatizadas; c) la centralidad de lo rural y, después, de las periferias, del punto de vista tanto económico (papel del café) como político (papel del clientelismo en lugar de la ciudadanía); d) la institucionalización de las desigualdades. Estos componentes contextuales implican ciertas continuidades. Sin embargo enfatizo las discontinuidades entre los conflictos agrarios de los años 20, la Violencia y el conflicto armado de las últimas décadas. Incluso me parece que los problemas agrarios se modifican a lo largo del tiempo. En los últimos tiempos están, sustituidos por conflictos territoriales.10 Otro punto que enfatizo de manera deliberada es el hecho de que el partido comunista, a pesar de su influencia en sectores del campesinado y obreros, no fue capaz de capitalizar los movimientos de masas que se produjeron después de 1945 (el gaitanismo, la ANAPO, la ANUC). Dada la proximidad entre las FARC y el PCC no es de sorprenderse que las llamadas posteriores de la guerrilla a la insurrección de las masas no alcanzaron la respuesta esperada. El informe recuerda que, a pesar de Marquetalia, las FARC también tuvieron dificultades en aprovechar el momento de radicalización política que siguió la revolución cubana debido entre otros factores a la participación electoral del PCC durante el Frente Nacional al contrario de las nuevas organizaciones guerrilleras. El informe subraya al respecto que la explicación de la lucha armada por el carácter cerrado del Frente Nacional tiene que estar matizada. Más importante es su conservatismo social y cultural. También se pone de relieve el relativo fracaso del conjunto de las guerrillas hasta finales de los anos 70 que se ubicaron en el campo debido a las ilusiones según las cuales la experiencia de la Violencia hubiera dado lugar a un proceso global de maduración política campesina. Otra discontinuidad, pues. Las razones de la prolongación del conflicto. El informe pone el acento sobre el papel desencadenante del narcotraficante en la nueva fase del conflicto. Alejándose de las tesis de Collier, lo hace partiendo de la crisis institucional que provocó, a la cual las acciones del M-19 no fueron ajenas. El fortalecimiento de las organizaciones guerrillas se debe, no solo a los recursos económicos que consiguieron, sino a las nuevas bases sociales rurales que adquirieron y, por supuesto al nuevo contexto de corrupción y de paramilitarismo. El salto decisivo se dio con el exterminio de la UP lo que determinó en el caso de las FARC, su alejamiento de lo que quedaba del PCC y su escogencia de una vía ante todo militar. Si bien el paramilitarismo, apoyado por los narcos y por sectores del Estado y de las elites, tuvo al principio un sentido contrainsurgente termino persiguiendo objetivos políticos e económicos, lo que termino por una mayor concentración de las riquezas. Los efectos sobre la población civil. La tesis del informe es que a medida que se extendieron las zonas en disputa, amplios sectores de la población se encontraron sometidas al miedo y al terror cuya responsabilidad incumbe a todos los actores armados. Son múltiples las formas de victimización pero el total de víctimas se equipara al de las peores guerras civiles, como lo prueba entre otras cosas el número de personas desplazadas. La militarización del conflicto tuvo también como resultado la imposibilidad de movimientos sociales autónomos. Otra anotación es que la 11 evolución del conflicto tuvo que ver, no tanto por los reveses militares de las guerrillas, sino por el deterioro de su imagen político después de las negociaciones del Caguán. No se explica de otra manera el amplio apoyo a Álvaro Uribe. De ahí la conclusión sobre el balance del conflicto: lo mismo que la Violencia, la guerra reciente ha tenido como resultado preservar el statu quo social y político agudizando las desigualdades y la ausencia de ciudadanía. La negociación puede abrir por fin la posibilidad de reformas postergadas desde hace un siglo de atraso. 

Vicente Torrijos, “Cartografía del conflicto: pautas interpretativas sobre la evolución del conflicto irregular colombiano” 
Como podrá apreciarse, la evolución estratégica del conflicto se basa en los intereses de unas organizaciones subversivas que, en procura de fortalecer sus posiciones y la lucrativa explotación ilegal de recursos escasos, se fundaron, con claros criterios de racionalidad organizacional, aprovechando las expresiones de gamonalismo, patrimonialismo y voracidad de algunas élites nacionales y regionales, así como los microvacíos estatales de poder en un país que por su estructura geocultural supone por lo menos cinco realidades regionales diversas. Esto se traduce en que tales microvacíos estatales se hacen aún más visibles en la medida en que, por ensayo y error, algunos círculos dirigentes y de opinión han fomentado, cíclicamente, la idea de que es posible una “solución negociada” con las guerrillas, unas guerrillas que suficientemente poderosas tanto en el uso de la fuerza como en el manejo de sus ingresos, lúcidas en la narrativa y en la renovación del discurso ideológico, y dotadas de una inteligencia estratégica remarcable, han sabido convertir las diferentes experiencias de negociación en acumulación de conocimiento y multiplicación de exigencias orientadas a cogobernar al país sin renunciar a la violencia (directa o indirecta) como metodología política. En definitiva, esta es la problemática de la creciente tensión entre una democracia perfectible [que, incluso, vivió episodios propios de una democracia delegativa o iliberal en la década de los 50 y a finales de los 70] y un autoritarismo subversivo que desafía los valores profundos sobre los que se ha ido consolidando el Estado colombiano.12 Una tensión alimentada constantemente tanto por externalidades como por apetitos internos de poder [políticos y económicos] que han sumido a la sociedad, desde 1964, en un conflicto violento entre las fuerzas del Estado y las agrupaciones subversivas cuya principal característica es que han privilegiado la rapacidad y el terrorismo como método de lucha revolucionaria e interacción política. En definitiva, es la dinámica de los esfuerzos tanto políticos como militares emprendidos contra la subversión por parte de una sociedad diversa y plural interesada en refinar el clima de gobernabilidad democrática que la identifica, esto es, un clima en que los conflictos puedan dirimirse mediante fórmulas no violentas, con base en las libertades públicas e individuales, y promoviendo el desarrollo social. 

Renán Vega, “Injerencia de los Estados Unidos, contrainsurgencia y terrorismo de Estado” 
Se analiza el papel de los Estados Unidos en el conflicto armado de Colombia durante los últimos cincuenta años, enmarcado en una perspectiva histórica amplia que rastrea las características de las relaciones entre los dos países desde la época de la independencia hasta el día de hoy. Los vínculos de Estados Unidos con el Estado colombiano son anteriores a la Guerra Fría y no desaparecen cuando esta finaliza sino que se mantienen hasta el presente. Del tema central, la dimensión internacional del conflicto armado, se deriva el examen de la contrainsurgencia y el Terrorismo de Estado. Se considera el origen y construcción de un “bloque de poder contrainsurgente”, a partir, primero, de la represión y persecución a los movimientos sociales y políticos que en diversos momentos de la primera mitad del siglo XX pusieron en cuestión el orden establecido (como las luchas populares de la década de 1920 y el gaitanismo en la década de 1940) y, segundo, de la sofisticación doctrinaria de la contrainsurgencia por influencia directa de los Estados Unidos a comienzos de la década de 1960. Por contrainsurgencia nativa se entiende la utilización de mecanismos represivos de diversa índole (ideológicos, mediáticos, jurídicos, militares…) para perseguir a los adversarios sociales y políticos, por parte de sectores de las clases dominantes, el bipartidismo, las Fuerzas Armadas y el Estado. Ese proceso se remite a la década de 1920. Se destaca como momento clave de esa 13 contrainsurgencia nativa la formación de pájaros y chulavitas, la politización de la policía y el Ejército para perseguir gaitanistas, comunistas y nueveabrileños, durante las décadas de 1940 y 1950. La contrainsurgencia nativa se entronca con la contrainsurgencia moderna que se implementa tras la Revolución Cubana. Cuando la contrainsurgencia se convierte en una doctrina oficial de las Fuerzas Armadas y del Estado colombiano se erige en uno de los soportes del Terrorismo de Estado, cuyo antecedente más distante es la Masacre de las Bananeras, de 1928. Se exponen los múltiples impactos de la intervención de los Estados Unidos en el conflicto colombiano y los efectos de la contrainsurgencia y del terrorismo de Estado, como el paramilitarismo, los asesinatos de Estado (“falsos positivos”), la creación de redes oficiales de espionaje y persecución (como el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS), las acciones de militares y mercenarios estadounidenses, las fumigaciones aéreas, los bombardeos, las violaciones y tráfico sexual que realizan funcionarios civiles y militares de los Estados Unidos. 

María Emma Wills, “Los tres nudos de la guerra colombiana”
Este ensayo caracteriza al conflicto armado contemporáneo como una “nueva -vieja guerra” que, no obstante la mezcla perversa de motivaciones privadas y reclamos políticos, sigue siendo de carácter nacional y de naturaleza política. El desencadenamiento de esta nueva vieja guerra es el resultado, no de las decisiones de unos u otros actores por separado, sino de unas interacciones no siempre premeditadas que van configurando un escenario complejo donde el conflicto político queda dispuesto de tal manera que puede fácilmente derivar en guerra. Estas interacciones entre actores van configurando tres nudos que desencadenan y alimentan la guerra. El primero nudo alude a la manera cómo el sistema político no ha logrado tramitar y representar los reclamos por un buen vivir de los campesinos y las campesinas colombianos. Desde esta perspectiva, el conflicto de tierras en Colombia se revela más como un problema de representación y reconocimiento políticos que como una situación exclusivamente económica. Esta representación se ha visto truncada por la confluencia de la persecución de la que han sido objeto sus líderes; las miradas radicales agenciadas por corrientes políticas de ambas orillas que 14 descalifican y torpedean las propuestas moderadas; y por las pugnas y sectarismos entre izquierdas que contribuyen a romper los intentos de formación de un movimiento campesino nacional articulado. El segundo nudo es producto de unas instituciones que aún luchan por alcanzar imparcialidad frente a los distintos actores en conflicto y que todavía deben hacer esfuerzos por inculcar en sus funcionarios la capacidad de adherir a procedimientos y reglas establecidas constitucionalmente para actuar en consonancia con ellas. Estas instituciones, y en particular la Fuerza Pública (FP), por la falta de autonomía relativa frente a los actores del conflicto, ha terminado siendo parte de las espirales de violencia política. Solo recientemente ha alcanzado mayores grados de independencia aunque todavía afronta tareas pendientes para su consolidación democrática. El último nudo alude a las fracturas entre la esfera y la agenda política del nivel nacional, y las de los niveles regionales y locales. Estas dislocaciones propician respuestas contradictorias, sobre todo en las instituciones estatales que por su efecto, se debilitan. A partir de la década de los ochenta, estos nudos se articulan y se refuerzan mutuamente, haciendo de la guerra un campo irrigado de repertorios violentos de una enorme ferocidad. La reiteración de esta ferocidad, ejercida contra la población desarmada, termina haciendo de esta guerra una “con pasado pero sin futuro”. 

2015/02/11

Los verdaderos dueños de #Buenaventura

Los verdaderos dueños de Buenaventura

Llegan en sus aviones privados a las juntas 
y toman los vuelos de regreso en la tarde, 
sin contaminarse, 
sin involucrarse 
con la tragedia local - 

Doce empresarios controlan un negocio que mueve el 60% de las exportaciones de Colombia que representan 2 mil millones de dólares al año; un enclave rodeado de una ciudad en miseria
Los verdaderos dueños de Buenaventura


El pasado 3 de abril, el expresidente César Gaviria se preparaba para viajar a Buenaventura a participar de la celebración de los veinte años del nacimiento de la Sociedad Portuaria de Buenaventura que apareció en su gobierno producto de la liquidación de Puertos de Colombia y la privatización de ésta y todas las operaciones portuarias del país. Estaba programado también el Presidente Santos a quien Gaviria le dio la oportunidad de iniciarse en la vida pública como el primer ministro de Comercio Exterior. Era claro que la situación de Buenaventura no está para brindis y es más bien una vergüenza para cualquier gobernante. Santos sostuvo su viaje pero cambió el propósito: llegó con aires reeleccionistas proponiendo un aumento de pie de fuerza militar para controlar el desborde de la violencia y una inversión millonaria, repitiendo un conocido ritual gubernamental que viene dándose desde el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1968), cuando este prendió las alarmas sobre la realidad social y económica del Puerto y lo declaró de prioridad nacional. De cuento en cuento, antes que mejorar la situación para los 300.000 habitantes, todo se ha deteriorado cada día más.
Para aguar la fiesta los organizadores argumentaron “problemas de logística” porque claramente los ojos de Colombia y el mundo estaban puestos en la miseria y en los asesinatos horrendos de jóvenes que se están dando en la ciudad. Con la celebración por los porteños también Gaviria conmemoraba veinte años del arranque de su política de apertura y privatizaciones que incluía la ley de puertos, –cuestionada por unos, aplaudida por otros- que marcó su gobierno, una agresiva política económica que para muchos no ha hecho otra cosa que profundizar la brecha entre ricos y pobres que en Buenaventura ha adquirido unas dimensiones inimaginables.
Santos y Gaviria
César Gaviria impulsó una política de apertura y privatizaciones que ha dejado una secuela de pobreza y desigualdad de la que aún el país no se recupera. Nombró a Santos ministro de Comercio Exterior
Una de las más sonadas privatizaciones fue la de Puertos de Colombia que se logró en buena medida porque su poderoso sindicato cedió ante la jugosa prebenda que le dio el gobierno al permitirle entrar con un 25% a la naciente Sociedad Portuaria de Buenaventura. Una participación que quedó en manos de los veinte sindicalistas que conformaban la cúpula directiva sin que sus utilidades se drenen al grueso de los trabajadores.
Esta moderna y rentable empresa con veinte años de existencia, controlada por dos grandes grupos familiares, junto con otras dos grandes compañías portuarias, la española de origen catalán –TC Buen- cuyo representante legal en nombre de los españoles ha sido hasta ahora el abogado Camilo Gómez, actual fórmula vicepresidencial de Marta Lucía Ramirez, y el Grupo Portuario S.A manejan el billonario negocio que representa la operación portuaria del puerto de Buenaventura, que mueve cerca de 600.000 contenedores al año, el 80% del café que sale del país y el 60% de todas las exportaciones de Colombia.
La Sociedad Portuaria de Buenaventura sigue siendo la líder del sector. Después de muchas transacciones en compra y venta de acciones estos veinte años, aunque sobrevive un grupo de socios minoritarios atomizados, entre los que están los líderes sindicales Álvaro Ortiz, Víctor Rebolledo, la viuda de Luis Marmato: la Sociedad está controlada por un puñado de dueños que toman las decisiones y se lucran del negocio. Estos son: el Grupo Parody de la familia Parody Décheona, cuyo representante en la junta es Manuel Isaac Parody Décheona, hermano de Gina; el Grupo Harinera del Valle de la familia Paz Bautista, cuyo representante dejó de ser Carlos Arcesio Paz, quien perdió su puesto por una drástica pelea familiar con sus dos hermanos, para darle paso a Alfonso Ocampo Gaviria quien es el presidente de la compañía; le sigue el grupo Ciamsa -Comercializadora internacional de azucares y mieles- conformado por los 12 grandes ingenios del Valle del Cauca, cuyo representante legal es Carlos Mira; y tres entidades públicas: la alcaldía de Buenaventura (15%) cuyo representante en la junta directiva es el alcalde Bartolo Valencia con suplencia de Edinson Martínez; también tienen una pequeña participación el ministerio del transporte (2%) y el de agricultura (0.5%).

Inauguración puerto TC Buen
Óscar Isaza, oriundo de Buenventura promovió el proyecto del puerto privado TCBuen del cual es accionista junto a los españoles del Grupo marítimo Barcelona TCB. Foto: Grupotcb.com
Óscar Isaza, un exitoso emprendedor nacido en Buenaventura, quien comenzó su fortuna con una bomba de gasolina de propiedad de su suegro, se empeñó hace más de veinte años en construir un puerto privado capaz de competirle a la Sociedad Portuaria y ofrecer servicios logísticos en el mismo terminal. El primer terminal tuvo como socios a la CVC, al municipio de Buenaventura y a la Gobernación del Valle, el cual fue construido en un lote de la CVC con una inversión de 240 mil dólares (400 millones de pesos). Diez años más tarde, Isaza promovió la idea en Europa y consiguió vincular al grupo marítimo de Barcelona TCB que tiene muelles en España, Brasil, Turquía y en La Habana.
En su reinauguración estuvo presente el empresario Ángel Pérez-Maura, representante de los inversionistas españoles quienes tienen el 51%. El español inauguró la operación con la llegada del buque Rio Verde la Naviera Maersk, en presencia del Presidente Santos y varios de sus ministros. Pero el verdadero anfitrión de aquella ceremonia fue Óscar Isaza, dueño del 41% de este puerto, y además presidente de Gepsa –Grupo empresarial del Pacífico SA-.
Gabriel Echavarria-Acuerdo-Universal
Gabriel Echavarria y José Albeto Vélez firmaron la fusión que los puso a trabajar juntos en junio del 2012, que celebraron con la cúpula del negocio portuario en el restaurante Harry Sasson. Foto: ElUniversal.com.co
Pero hay otros grandes jugadores en Buenaventura como es COMPAS S.A.  -Compañía de Puertos asociados-, una empresa que resultó de la alianza en 2012 de Muelles El Bosque de propiedad de la familia Echavarria Obregón -herederos de don Hernán Echavarría en asocio con el Grupo español Erschip – familia Alvargonzález de Asturias- y el Grupo Argos.
Gabriel Echavarria, cabeza del grupo empresarial que construyó su padre Hernán Echavarría Olózaga celebró la fusión junto a José Alberto Vélez, entonces presidente del grupo Argos, con una gran cena en el restaurante Harry Sasson de Bogotá. Una noche en la que no faltó ninguno de los protagonistas del creciente negocio portuario de Colombia. No había pasado un año de la constitución de Compas, cuyo presidente es Alberto Jiménez, cuando el director de la Agencia Nacional de Infraestructura, Luis Fernando Andrade, quien viene de presidir la oficina Mc Kinsey en Colombia, firmaba la resolución que le entregaba la concesión de la operación del terminal que aspira a facturar más de 70 millones de dólares anuales y superar los 5 millones de toneladas de carga.
Echavarria ha sido el puente con el multimillonario filipino de 52 años Enrique ‘Rickie’ Razon, propietario de la gigante portuaria ICTSI, otro de de los grandes inversionistas internacionales de los muelles de Buenaventura. Se les ha visto juntos en visitas fugaces a visitar los terrenos del terminal Aguadulce que obtuvo en concesión por treinta años y que a través de la Sociedad Puerto Industrial Aguadulce, espera tener marchando en el 2015. Rickie Razon es el tercer hombre más rico de Filipinas, ocupa el lugar 53 en la lista de Forbes, y ve en las aguas de Buenventura una oportunidad de negocios para sumarla a su ya monumental emporio de movimiento de contenedores que heredó de su padre pero que ha multiplicado desde que tomó las riendas del negocio hace veinte años.
Foto: cachibi.com.co
La armada nacional le entregó en arrendamiento el muelle 13 al Grupo Portuario cuyos principales accionistas son Álvaro Rodríguez y Saverio Minervine. Foto: cachibi.com.co
Por el otro lado, a través de un contrato de arrendamiento con el Fondo Rotatorio de la Armada Nacional, quien había obtenido una concesión de la nación para manejar Muelle 13, el Grupo Portuario S.A entró a participar en grande. El grupo funciona en unas ostentosas oficinas en el sector financiero de la Avenida Chile de Bogotá y gracias a las conexiones con distintas bancas de inversión, los principales accionistas Álvaro Rodríguez y Saverio Minervine lograron un cuantioso crédito para fondear la modernización del muelle. Del negocio participan también Fernando Garcés, mano derecha del dirigente conservador vallecaucano Carlos Holguín Sardi, quien vendió su participación original en la Sociedad Portuaria y Edison Delgado.
Al lado de estos grandes de la operación portuaria propiamente dicha está el negocio logístico y las agencias de aduanas que se encargan de la legalización de la carga para entrar y salir al país. Los grandes de la logística son multinacionales como la Naviera Evergreen, Elequip y Maersk. Mientras, que los fuertes en el papeleo legal son las compañías Roldan y CIA, nuevamente el Grupo Parody y el grupo Eduardo L Gerlein S.A
Pobreza y puerto
Contrasta el enclave moderno del puerto con el entorno paupérrimo de Buenaventura. Foto: Nidia Playonero U. Nacional
Son cifras mayúsculas concentradas en muy pocas manos y con una gran inversión de capital que contrasta con la aberrante miseria en que vive más del 90% de los 300.000 pobladores de Buenaventura. La modernización del negocio portuario que compite con los grandes del mundo no se detiene, sin que aparezca la manera de drenarle algo de toda esta riqueza que genera el puerto al entorno social que lo rodea. Solo invierten en los muelles, de puertas para afuera no se ve un solo peso.
Los grandes inversionistas, directivos y propietarios no viven allí. Llegan en sus aviones privados a las juntas y toman los vuelos de regreso en la tarde, sin contaminarse, sin involucrarse con la tragedia local ni con el gobierno de turno atrapados desde hace décadas en la corrupción y cómplices del otro gran negocio del puerto: el narcotráfico. La pequeña y débil dirigencia no logra aunarse en una voz ni identificar un camino que les permita avanzar y trazar un horizonte al futuro más allá de las denuncias y las lamentaciones. La clase política local cooptada por la dirigencia nacional logró imponerse nuevamente en las pasadas elecciones a punta de mermelada, chequera y corrupción, sin que los grandes empresarios se decidan a comprometerse para cambiarle el rumbo a esta fatalidad social llamada paradójicamente: Buenaventura.

2015/02/08

#Colombia #FARC ¿¿¿se esta gestando una piñata de-impunidad???

"Quienes hayan sido responsables de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad deben pagar penas de cárcel, bien sean guerrilleros, militares o paramilitares"


2015/02/05

¿quién representa a la ciudadanía?. La ciudadanía misma.

Egos …y mayorías ciudadanas

¿Porqué será que en Miss Universo siempre gana la del minúsculo planeta tierra? pues porque algún ególatra le dio por decir que la minúscula tierra representa a todo el universo.
Así suele suceder cuando alguien que tiene “Culto, adoración, amor excesivo de sí mismo” le da por hablar en nombre de “la ciudadanía”, “la Gente”, o peor aun cuando hablan en nombre de “Pereira”.
Nadie en ninguna ciudad del mundo es capaz de hablar a nombre de “toda” la ciudadanía. Por más enfermo que tenga el ego. Es imposible. Siempre aún en los peores totalitarismos hay personas que -así sea mentalmente- ni siquiera piensan como las mayorías. Nunca existe “la” totalidad.
Hay unos señores que representan la polis, la ciudad, que se llaman -¡desmáyense pues!- “poli-ticos”. Para eso son electos: para representar a fracciones o a la mayoría de la ciudadanía. Pero ni aún ellos logran representar a “toda” la ciudadanía. Es parte del fracaso de las democracias representativas: nunca son capaces de representar cabalmente tantas posiciones. Pueden representar mayorías. (Y ni eso: el alcalde de Bogotá ni fue mayoría en votos, ni mucho menos de la masa ciudadana).
Nadie entonces puede decir que habla por toda “la ciudadanía”, “la Gente”, “Pereira”. Ni aquí ni en Cafarnaúm.
¿Entonces quién representa a la ciudadanía?. La ciudadanía misma. ¿Cómo?. Como se hace en Suiza, en California, o en otras partes del mundo: se le pregunta y ella decide por mayoría lo que piensa. Equivocada o no. O recogen miles de firmas. O se les encuesta científicamente.
También se puede tratar de “representar” a la mayoría de la ciudadanía. En nuestras ciudades hay un señor o señora llamada alcalde. Si él o ella logra, idealmente, la mitad más uno de los votos, se gana ese derecho. (Los abstencionistas pierden su derecho a elegir cuando deciden no votar y ejercen el derecho a rechazar ésta “democracia”)
Y después de ese señor o señora cuando un concejo (aquí viene una discusión sobre listas partidarias en la que NO entraré) logra, idealmente, la mitad más uno de los votos, y votan por consenso o mayoría absoluta, pueden decir que representan a la mayoría de la ciudadanía. Otros que podrían hablar -dependiendo de su votación en la ciudad- por la mayoría de los ciudadanos que los respaldaron, son los congresistas, diputados, gobernadores.
Los demás por más poderoso que su ego le haga creer (...) que es económica, mediática, moral, comunitaria, académicamente, etc, sólo se representan a él o a ellos mismos y a sus intereses: Punto. Y están en todo su derecho, pero hasta ahí, sin el ego-acto de 1 de un grupo de 30 hablando por “la ciudadanía”, “la Gente”, “Pereira”.
Si quieren representar a la mayoría de la ciudadanía toca hacerse elegir por ésta...o recoger unos cuantos miles de firmas…o consultarla:
TARJETÓN CIUDADANO 25 DE OCTUBRE: (Base de) Pregunta ¿Deben ser los terrenos del Batallón San Mateo y del Zoológico un gran parque público ecológico familiar? Si_ No_
Versión original Publicada el jueves 05 de Febrero de 2015 en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/orlando-parra/145896-egos-y-mayorias-ciudadanas 

La Givolución (y la Policía Rural)

La Givolución

Al iniciar la década de los 2000 me escribí unos emails con Gina Parody. Era la época en que estábamos fundando Convergencia Cívica por Pereira: el Partido Verde de hoy. Buscábamos un “aval”. Nunca más nos relacionamos.
Hoy como Ministra de Educación, estamos asistiendo a la Givolución … curiosamente, a pesar de ser supremamente mediática, ha dejado –correctamente- que los hechos hablen por ella.
La Givolución tiene las siguientes características, seguramente algunas cocinadas por años en el Ministerio de Educación y nunca ejecutadas en medio de una tecnocracia con la que conviví en el 2006:
1. La Givolución LGTBI . Es la primera vez –que recuerde- que un ministro en Colombia dice abiertamente que es LGTBI. Dos de hecho. Esa “salida del closet” es un salto cualitativo que empodera abiertamente (y no closet-mente) a los LGTBI. Se prevé que éste año tengamos aquí candidato al concejo abiertamente LGTBI. Así debe ser.
2. La Givolución de los estudiantes: 10 mil becas de matrícula y sustento por toda la carrera -condicionadas a iniciarla y terminarla- para jóvenes bachilleres de bajos recursos (deben ser Sisben) con altas notas ratificadas en pruebas Saber que les permitirán transforma sus vidas, las de sus familias, y las de comunidades enteras al acceder a universidades públicas o privadas de alto nivel y graduarse como profesionales. Nivelando en los hechos la cancha de las oportunidades a favor de los más pobres. Dicen que aspira a 50 mil becas. ¡Ojalá las mismas sean repartidas en todos los estratos sociales: Los pobres vergonzantes de estrato seis son reales!.
3. La Givolución de los docentes: 3 mil becas de maestría para docentes de colegios públicos. Una viejísima, antiquísima aspiración docente. Por fin una ministra la cumple. ¡Si a ello agregara el año sabático para los mejores y una profunda y radical reforma (¡incluido cierres!) de facultades de educación donde orientan esas maestrías –como se hizo en Dinamarca http://consultoresop.blogspot.com/2013/06/maestros-debe-tener-una-maestr... - sería formidable!
4. La Givolución de los colegios: (Piloto de) Jornada única en los colegios públicos. Si bien puede haber todo un debate pedagógico. Es también un acierto. La experiencia del Galán en Pereira –a prueba hoy en día con la meritoria salida de Jaime Bedoya- demuestra los impactos que en nuestro contexto tiene la jornada única. Que además también nivela la cancha a favor de los más pobres, pues es la normal en los privados.
La Givolución hace parte de algo que sólo en 10-20 años valoraremos: las reformas realizadas por ese (supuesto) traidor de clase social –como la Parody d’Echeona– que es Juan Manuel Santos. Sin el apoyo de Santos, por más bien intencionada que hubieran sido Gina Parody, Alejandro Gaviria, Alfonso Prada, por ejemplo, jamás se hubiera podido realizar estos avances para la Colombia del posconflicto y del siglo XXI que todos nos merecemos… ¡Viva la Givolución!
TRINO: Ya en #ElSalvador parte de desmovilizados entraron al ejército y aquí en #Colombia en los 90 al antiguo DAS ...¿cuál es el escándalo?
Publicada el 
Jueves 29 de Enero de 2015 -en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/orlando-parra/145555-la-givolucion 

2015/01/31

#Islam #Yihad Estados Unidos nunca pidió disculpas, ni mucho menos reconoció la matanza de civiles.

La guerra con el Islam radical
NUEVA YORK – El primer ministro francés Manuel Valls no hablaba metafóricamente cuando dijo que Francia está en guerra con el Islam radical. De hecho, hay en marcha una guerra declarada, de la que los atroces ataques terroristas en París fueron parte. Sin embargo, como la mayoría de las guerras, esta no es solo cuestión de religión, fanatismo e ideología. También lo es de geopolítica, y en la geopolítica reside su solución definitiva.
Crímenes como los cometidos en París, Nueva York, Londres y Madrid (incontables ataques a cafés, centros comerciales, autobuses, trenes y clubes nocturnos) son una afrenta a nuestros valores humanos más básicos, ya que suponen el asesinato de inocentes a sangre fría y buscan esparcir el miedo en toda la sociedad. Estamos habituados a decir que son obra de lunáticos y sociópatas, y nos repele la sola idea de que puedan tener una explicación más allá de la demencia de sus perpetradores
Pero en la mayoría de los casos, el terrorismo no es fruto de la demencia, sino un acto de guerra, aunque una guerra librada por débiles, en vez de ejércitos y estados organizados. El terrorismo islámico es un reflejo, incluso una extensión, de las guerras actuales de Medio Oriente. Y con el involucramiento de potencias externas, esas guerras se están convirtiendo en una única guerra regional, que todo el tiempo se transforma, se expande y se vuelve cada vez más violenta.
Desde el punto de vista yihadista (aquel que, por ejemplo, musulmanes estadounidenses o franceses pueden adoptar en campos de entrenamiento en Afganistán, Siria y Yemen) la vida diaria es ultraviolenta. La muerte es cosa de todos los días, y procede a menudo de las bombas, los drones y las tropas de Estados Unidos, Francia y otras potencias occidentales. Sus víctimas suelen ser “daños colaterales” inocentes de ataques occidentales sobre casas, bodas, funerales y asambleas comunitarias.
En Occidente odiamos reconocer (y la mayoría se niega a creer) que nuestros líderes llevan un siglo destruyendo vidas musulmanas como si nada, en incontables guerras y choques militares instigados por la prepotencia occidental. ¿Qué mensaje transmite a los musulmanes la invasión comandada por Estados Unidos a Irak en 2003? Más de 100.000 civiles iraquíes (según un cálculo muy conservador) murieron en una guerra que se basó en afirmaciones totalmente falsas. Estados Unidos nunca pidió disculpas, ni mucho menos reconoció la matanza de civiles.
Pensemos si no en Siria, donde se estima que la guerra civil (impulsada en buena medida por Estados Unidos, Arabia Saudita y otras potencias aliadas) ya dejó 200.000 sirios muertos, 3,7 millones de refugiados y 7,6 millones de desplazados internos. Desde 2011, la CIA y los aliados de Estados Unidos pusieron armas, financiación y entrenamiento para tratar de derribar al presidente Bashar Al Assad. Para Estados Unidos y sus aliados, la guerra es poco más que una batalla a través de intermediarios para debilitar a los protectores de Assad: Irán y Rusia. A los civiles sirios les tocó ser carne de cañón.
Mucho antes de que en Occidente hubiera terrorismo islamista, el Reino Unido, Francia y Estados Unidos apelaban a estratagemas diplomáticas y organizaban golpes de Estado, guerras y operaciones encubiertas en Medio Oriente para afirmar y mantener el control político de Occidente sobre la región. Es una historia sórdida que los historiadores conocen, pero la mayoría de los occidentales ignoran (en buena medida, porque muchas de las intervenciones fueron secretas). Desde la caída del Imperio Otomano, un siglo atrás, las potencias occidentales buscaron controlar Medio Oriente por una variedad de motivos, entre ellos el uso del petróleo, el acceso a rutas marítimas internacionales, la seguridad de Israel y la competencia geopolítica con Rusia en Egipto, Siria, Irak e Irán.
Estados Unidos tiene más de veinte bases militares en seis países de la región (Afganistán, Baréin, Yibuti, los Emiratos Árabes Unidos, Omán y Turquía) e importantes despliegues militares en muchos otros, incluidos Egipto, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita. Washington lleva décadas financiando la violencia; armó y entrenó a los muyahidines en Afganistán para combatir a los soviéticos (con lo que, en la práctica, creó al precursor de Al Qaeda); impulsó la Guerra de Irak e Irán en los ochenta; invadió Irak en 2003; trata de derribar a Assad desde 2011; y en los últimos años, a todo esto agregó sus implacables ataques con drones.
El hecho de que los atentados yihadistas en Occidente sean relativamente recientes (todos ocurrieron más o menos a lo largo de la última generación) indica que son un contragolpe (o al menos, una extensión) de las guerras de Medio Oriente. Con muy pocas excepciones, los países atacados son aquellos que participaron en las operaciones militares occidentales posteriores a 1990 en Afganistán, Irak, Libia y Siria. Los terroristas mismos describen sus acciones en términos políticos, a los que casi nunca prestamos atención; de hecho, es común que sus palabras apenas aparezcan en las noticias. Pero lo cierto es que en casi todos los ataques en Occidente, o contra embajadas y personal occidentales, los terroristas declararon que lo hacían en represalia por la interferencia occidental en Medio Oriente. En París aludieron a las operaciones de Francia en Siria.
Que quede claro: las acciones de Occidente no dan al terrorismo islamista ni pizca de justificación. Señalo esas acciones para explicar cómo ven los terroristas los atentados en Occidente: como la violencia de Medio Oriente llevada a otro frente. Un frente que, en gran medida, creó Occidente, dando armas a sus facciones favoritas, iniciando guerras por intermediarios y segando incontables vidas de civiles.
Para poner fin al terror del Islam radical hay que poner fin a las guerras de Occidente por el control de Medio Oriente. Felizmente, la Era del Petróleo se está terminando. Debemos acelerar la llegada de su fin: la seguridad climática exige que dejemos enterrados la mayor parte de los combustibles fósiles. Además, los otros viejos motivos para la interferencia occidental ya no son válidos. El Reino Unido ya no necesita proteger sus rutas comerciales a la India colonial, y Estados Unidos ya no necesita un cinturón de bases militares para contener a la Unión Soviética.
Es hora de que Occidente deje al mundo árabe gobernarse a sí mismo y elegir su camino sin interferencia militar occidental. Y hay buenos motivos para creer que un Medio Oriente árabe que se autogobierne elegirá sensatamente convertirse en una pacífica encrucijada global de caminos y en un socio para la ciencia, la cultura y el desarrollo.
El mundo árabe ya tuvo ese papel benéfico en el pasado y puede volver a hacerlo. La región está llena de gente talentosa, y su abrumadora mayoría quiere seguir con sus vidas en paz, educar y criar a sus hijos en salud y seguridad, y participar en la sociedad global. Sus objetivos (prosperidad y seguridad humana) son iguales a los nuestros.
Traducción: Esteban Flamini

2015/01/27

JAIME BEDOYA - Discurso

[editado]
Vigésima segunda promoción de bachilleres galanistas
Noviembre 30 de 2014.       .1-

Agradecimientos a todas las personas que nos acompañan en la mesa principal []

Para comenzar esta reflexión diré que 5, 6 ó 7 años más tarde, al recibir el título de médico, ingeniero, abogado, filósofo o lingüista, cada uno de los nuevos bachilleres habrá de recordar el día cuando sus padres lo llevarán por primera vez a la escuela. Los llantos y arrebatos que sufrieron al soltar la mano de su mamá. Se creían morir. Esa primera gran separación por espacio de 3 ó 4 horas fue realmente eterna. Para nosotros era el acontecer normal de la vida escolar. Veníamos acostumbrados a los mismos llantos y dolores pero con niños distintos el año anterior.

Luego la graduación de preescolar, con toga y diploma incluidos porque los padres damos lora de la buena con cada paso que avanzan los hijos. Así es y así debería ser siempre con todos los niños de la tierra puesto que esos actos los hacen sentir muy bien y constituyen los recuerdos del futuro. Fueron transcurriendo los años hasta llegar al bachillerato, la época más bella de la vida porque ahí vinieron las pilatunas a los profesores, los amores furtivos, los desengaños y otra vez la ilusión.

Pasaba y pasaba el tiempo hasta este día soñado, cuando se entremezclan sentimientos encontrados: de una parte la alegría por la culminación de esta etapa tan decisiva en la vida, cuando encontraron en el complejo pajar del examen del ICFES, la llave maestra para ingresar a la educación superior. Pero de otro lado la incertidumbre de saberse más libres, sin la disciplina de alguien que los despierta en la mañana, que les dice hasta qué horas pueden estar fuera de casa, con quién deben relacionarse, el horario de estudio, la respuesta a las tareas del colegio. Etc.

El tener que asumir responsabilidades de orden mayor como trabajar para ayudar a la casa y sobre todo, el sentimiento de soledad que se experimenta al dejar los amigos, los juegos juveniles, los maestros a quienes nos gustaba  quitar la paciencia, los actos culturales, las campañas para la personería, el triunfo y la derrota, el colegio amado testigo mudo de tantos días felices. Todo esto marca huella indeleble.

Para nosotros también hay un sabor agridulce en este acto: De un lado la alegría de volcar a la sociedad un grupo significativo de adolescentes o ciudadanos a quienes echamos en sus alforjas los elementos mínimos necesarios para seguir triunfando.

Cuántas horas de trabajo de sus maestros intentando hilvanar una idea, un concepto suficientemente claro para la transformación de la conducta académica, ética o estética que son los pilares de la formación humana. Cómo hacer más inteligible el teorema de Euclides, las aporías de Platón, dicen los filósofos y matemáticos. Quién hace entender a estos muchachos que el inglés se escribe de una manera y se lee de otra, que las figuras literarias, ayudan a comprender la lectura y que la geografía nos muestra la evolución de la tierra.

En fin, para unos y otros, aplicarse por la senda del conocimiento es duro porque exige consagrarse a él y dar después cuenta, de trabajos, exposiciones y sobre todo, de exámenes, que aunque duros es la mejor forma de comprobar si alguien aprendió algo.
Después de todo ya nos habíamos acostumbrado a ir juntos por la vida y nos duele esta despedida.

Hemos reflexionado a lo largo de las jornadas, sobre la política, la violencia y a paz y conocen el pensamiento del colegio al respecto. La política en Colombia es sucia y en la mayoría de casos está ejercida por avivatos de derecha e izquierda que se lucran de ella, que no piensan en el Bien Común como insignia suprema en el ejercicio de sus cargos y cuando están próximos a salir de los puestos aceitan las maquinarias para que los sucedan personas de sus mismos intereses, sin tener en cuenta las aspiraciones de los ciudadanos.

La violencia es el resultado de siglos de abandono en el que miles de compatriotas viven sin esperanza de una vida mejor. Y aunque las guerrillas desvirtuaron sus ideales de justicia social, las causas por las cuales se levantaron no han desaparecido del todo. Pero necesitamos la paz física, es decir, que no haya secuestros, ni voladuras de torres o poliductos, ni extorsión porque la guerra se come 30 billones de pesos por año y así no será posible obtener desarrollo social.

Si paramos esta guerra, les he repetido siempre, tanto dinero en seguridad irá a los grandes programas de inversión social. Entonces, en el tema de la paz el colegio estará siempre con el presidente, un valeroso que se atrevió a nadar en contra del río de la guerra que muchos sectores reclaman. Y si como consecuencia de pacificar este país se gana el premio nobel, pues bien merecido lo tiene.

De ese dinero ahorrado, han de salir los recursos para la alameda entre Guacarí y la variante Condina que conduce a la nueva sede del colegio Galán y para las grandes obras de infraestructura que requiere Pereira.

Para terminar, gracias a los nuevos bachilleres por aceptar las orientaciones que el colegio les dio. Saben que sin el suave yugo de la disciplina y el orden no es posible avanzar en la consolidación de una sociedad segura, incluyente y humana. El desorden no genera si no caos y violencia.

Gracias a Claudia Valentina Parra Serna, la señorita personera del colegio que supo mantener el equilibrio entre la justa defensa de los derechos de sus electores, para mediar ante mí o ante los profesores y la exigencia a sus compañeros para la observancia de sus deberes. Su papel de mandataria de los estudiantes nunca le hizo perder el compromiso con su proyecto de vida escolar en el cual el estudio y la disciplina fueron pilares de su formación. Hemos dicho que por primera vez ha habido personera en el colegio. Ella fue un ejemplo de madurez, respecto y compromiso. 

Felicitaciones a los estudiantes que fueron aceptados en las diferentes universidades: 30 a la Universidad Tecnológica, 4 a la Nacional, algunos más a diferentes instituciones privadas.

Hoy inauguramos una nueva experiencia consistente  en que hacia el futuro, el orador principal de este acto será un galanista ya graduado de la universidad. Nos acompaña, la doctora Luisa Fernanda Cano Zamora, médica cirujana de la querida Universidad Tecnológica de Pereira, excelente estudiante del colegio y  bachiller de la promoción 2005. Con ello queremos resaltar a nuestros profesionales egresados del colegio y mostrar que los pobres sí podemos alcanzar los resultados académicos que nos propongamos.

Gracias a todos los padres de familia por la confianza en el colegio. Saben que trabajamos para no defraudarlos.

A todos los docentes, porque han sabido combinar bien la vocación con la profesión, prueba de la cual es el ramillete de bachilleres que entregamos a la sociedad.

También gracias a unos y otros por los homenajes de los que he sido objeto con motivo de mi retiro del cargo de rector. []

Jaime Bedoya Medina
Pereira, noviembre 30 de 2014.


2015/01/24

¿Cómo modernizar a Colombia? (del coautor de ¿Por qué fracasan las naciones?)

13 DIC 2014 - 9:00 PM EN http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/modernizar-colombia-articulo-532967 
Notas desde Apartadó y Cartagena

¿Cómo modernizar a Colombia?

El coautor de ‘¿Por qué fracasan las naciones?’ plantea una vía controversial para el posconflicto de este país: en lugar de tratar de solucionar el problema de la tierra, mejor —y más realista— hacerlo con la educación y las oportunidades. Análisis.
Por: James A. Robinson * Especial para El Espectador


¿Cómo modernizar a Colombia?“Existen muchas sociedades exitosas hoy que resolvieron su problema rural ignorándolo y dejándolo marchitar”, dice el profesor de Harvard./ Presidencia
Hoy, cuando escribo estas líneas, he podido observar dos lados de Colombia. Con frecuencia hablo de esa sociedad dual que existe en este país, pero hoy solo una de ellas fue parte de dicha dualidad: la de los campesinos y activistas en Apartadó. La segunda no fue la usual imagen opuesta a la de los campesinos, esa de las élites (tanto la del tuxedo como la del orangután). Esta vez eran jóvenes educados, creativos, nerds, emocionados con sus computadores, en competencia en Cartagena por el diseño de una aplicación (app) para la paz; jóvenes procedentes de ciudades como Manizales, que tienen más en común con jóvenes en los Estados Unidos que con cualquier persona en Apartadó.
¿Cómo es que Colombia se va a modernizar? Bueno, estos jóvenes que vi hoy ya son modernos. Lo que se requiere es que puedan transformar a la sociedad para que sea como ellos. Max Planck, el gran físico alemán, decía que “la ciencia avanza con cada funeral”. Quizá lo mismo sea cierto para las sociedades.
Pero, ¿cómo sería esa transformación posible? Ciertamente no luchando por la tierra o institucionalizando la pobreza en la periferia con la distribución de “40 acres y una mula”.
El Gobierno colombiano está todavía promoviendo la noción de que la solución del problema agrario pasa por la restitución de tierras y la redistribución de baldíos y de tierras mal habidas. De esta manera, crecen las esperanzas de la gente —cuando todos sabemos que esto es en realidad imposible de conseguir— y se aplaza la posibilidad de que la gente tome la decisión de rendirse y hacer algo distinto.
Al mismo tiempo, la redistribución de la tierra no puede ser la forma de resolver los conflictos en Colombia, porque por su naturaleza la reforma agraria es de suma-cero: o la tengo yo y tú no, o al contrario. Nada es más propenso al conflicto.
Colombia será moderna si esos jóvenes nerds superan al campesinado y hacen a la élite tradicional tan innecesaria y anacrónica como llegó a serlo la aristocracia británica. 
- Ejemplos de otras partes
Existen muchas sociedades exitosas hoy que resolvieron su problema rural ignorándolo y dejándolo marchitar. Las sociedades alrededor de las plantaciones de azúcar en las islas de Barbados y Mauricio lo hicieron. Las mismas familias blancas tradicionales siguen siendo dueñas de los cañaduzales, pero la gente entendió que su futuro estaba en otra parte; y lo estaba.
Inglaterra hizo lo propio. En el siglo XVIII, Inglaterra experimentó los cercamientos rurales y un gran desplazamiento de gente desde el campo, gente que obtenía su sustento del suelo que pisaba. El libro Paseos rurales, de William Cobbett, y El trabajador del campo, de John y Barbara Hammond, son reveladores.
La gente se mudaba a las ciudades y pueblos y durante ese siglo se vieron significativos incrementos en la concentración de la tierra. ¿Por qué no hubo una acción política hacia una reforma agraria o la redistribución de las tierras? Porque el futuro estaba en otra parte.
Podríamos pensar incluso en que los Estados Unidos nunca resolvieron el problema agrario en el sur, y el sur finalmente comenzó a equipararse con el resto del país cuando la mayoría de los afroamericanos comenzaron a emigrar en los años cuarenta del siglo pasado.
Alguna vez le pregunté a un político de la isla Mauricio ¿por qué, cuando toda la tierra era propiedad de “les grand blancs” (“los grandes blancos”), no hubo nunca una reforma de tierras? Me respondió: “¿qué futuro hay en cortar caña; usted querría que su hijo fuera un cortero de caña?”.
Si uno quiere hoy ver a “los grandes blancos” tiene que ir a las carreras de caballos en Port Louis una tarde de domingo. Como también sucede en Inglaterra en las carreras de Ascot, en donde la aristocracia observa los caballos y casa a sus hijos e hijas entre ellos mismos.
Una vez uno toma la ruta de pelear por la tierra, corre el riesgo de terminar como en Zimbabue, en conflicto y declive económico. 
- Contra toda lógica
Esto genera una pregunta importante para la situación en Colombia: ¿Por qué es que incluso quienes fueron brutalmente aterrorizados y desposeídos, como los pobladores de El Salado, quieren retornar y reconstruir sus comunidades, aun cuando su tierra ha sido robada? ¿Por qué ven un futuro en “cortar caña”?
Admiro profundamente su valentía, recursividad y la ayuda que obtienen de organizaciones como la Fundación Semana. Pero cuando visité El Salado vi mucha pobreza, un centro de salud cerrado porque los salarios de los empleados no habían sido pagados y estaban en paro. Las bodegas en donde anteriormente se compraba tabaco, el único producto agrícola comercial, se convirtieron en billares. Hay paz pero no hay empleos y hasta donde pude ver hay pocos prospectos, excepto en la tierra que fue robada y que es ahora usada por los ocupantes de “buena fe” (según la Ley de Víctimas), como Cemento Argos. ¿Qué es lo que atrapa a la gente en situaciones como esta?
Obviamente esto es excelente para las élites colombianas. Después de todo, ¿quién va a cortar los racimos de plátano en Apartadó y a trabajar en el baldío adquirido de forma dudosa en Vichada? Y de pronto esto es parte de la historia de la eterna promesa de la reforma agraria: prometerla hasta el cansancio pero nunca hacerla realidad y así la élite obtiene lo mejor de los dos mundos: nunca en realidad va a sacrificar la tierra, pero se mantiene la fuerza de trabajo en el lugar con la esperanza de que la reforma suceda en algún momento.
Mi madre nació en un barrio trabajador llamado South Bank, a orillas del río Tees, en el norte de Inglaterra, y su único objetivo en la vida era salir de allí para nunca más volver. ¿Cómo lo hizo? Entró a la escuela de gramática en Saltburn. ¿En dónde está esta opción en El Salado?
- Una vía alternativa
La educación es un juego de suma positiva: mi proceso educativo no impide el de los demás y la educación no amenaza los intereses directos de nadie. ¿Por qué entonces no hay una discusión sobre educación en La Habana?
Todo esto se basa en que la gente no sólo tenga acceso a educación, sino que también tenga oportunidades. Esta es, en mi opinión, una discusión mucho más provechosa. Sí, existen toneladas de barreras de entrada y de monopolistas en Colombia, pero dudo que esto sea más difícil de solucionar que el problema de la tierra. No subestimo los problemas de la zonas urbanas en Colombia, que ciertamente no son un paraíso. Sin embargo, la pobreza es menor, los servicios públicos y escuelas son mejores, la política es más progresiva y hay muchas más oportunidades. Esa es la real discusión sobre una Colombia moderna.
Un punto final. Bajo ese modelo, ¿cómo se pacifica el campo? Esto no fue un problema en Barbados, Mauricio o incluso Inglaterra. Creo que, como lo entendió Vicente Castaño, se debe usar a la élite para hacerlo. Castaño dijo: “...en Urabá tenemos cultivos de palma de aceite. Yo mismo he persuadido a empresarios para que inviertan en esos proyectos productivos de largo plazo. La idea es que los ricos inviertan en esos proyectos en diferentes zonas del país. Cuando los ricos lleguen allí, las instituciones del Estado vendrán detrás. Infortunadamente, las instituciones estatales solamente participan en estas aventuras cuando los ricos están metidos. Tenemos que llevarlos a todas las esquinas del país y esa es una de las misiones de nuestros comandantes”.
En algún sentido, esto fue lo que hizo Estados Unidos. Creó inmensos incentivos para que los capitalistas sin escrúpulos construyeran vías férreas e infraestructura y permitieran que las sociedades de frontera funcionaran (solamente harían dinero si la gente iba a esos lugares y eso solamente era posible si había paz y servicios).
Una hipótesis simple sobre el ímpetu de paz en Colombia es que de repente la periferia se ha vuelto un valioso recurso natural y la ruta paramilitar para la pacificación terminó teniendo muchos efectos colaterales. Así es que los intereses económicos quieren la paz, de esa manera pueden hacer dinero, para ello quieren aportes del Estado y tienen la influencia suficiente para que todo ello suceda (a lo Vicente Castaño).
- Élites y paz territorial
¿Hay modelos alternativos? Hay uno, ese del alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, cuando habla de la “paz territorial”. En este modelo, aún en desarrollo, habría un rebalance del poder político hacia la periferia y un proceso de movilidad social que obligaría a las instituciones del Estado a funcionar de una mejor forma: logrando que rinda cuentas y que cumpla con la reforma agraria y la provisión de bienes públicos y, finalmente, terminando los conflictos y el vacío de autoridad que ha creado tantos estragos en los últimos 50 años.
Es un muy buen plan, pero ¿es posible implementarlo? No tengo dudas de que la gente se pueda movilizar. Vi a muchas personas llenas de pasión y articuladas en Apartadó. Pero ¿pueden escapar de la sombra del clientelismo y la violencia? Sólo si el Gobierno realmente tiene la capacidad y el deseo de ayudarlos. ¿Y lo tiene?
En la década de 1960, la movilización de campesinos por una reforma agraria con la creación de la ANUC (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos) fue increíblemente exitosa, pero fracasó porque asustó terriblemente a la élite política colombiana y no tuvo una forma efectiva de interactuar con el Estado para hacerlo funcionar de una mejor forma. Colapsó en una orgía de desilusión y de líderes asesinados. ¿Qué es diferente ahora?
Los colombianos deberían enfrentar la realidad que Vicente Castaño conocía cuando hablaba de la Colombia periférica. La lección de la historia de Inglaterra es que si bien el poder de las élites no puede ser negado, estas sí pueden ser domesticadas y sus energías canalizadas en direcciones socialmente útiles. Esto puede crear un tipo de paz territorial diferente, no tan deseable como la que concibe el comisionado Jaramillo, pero posiblemente más realista. Si el Gobierno quiere que este plan sea real, necesita comprender mejor los obstáculos que enfrenta e imaginar una reorientación dramática en la relación entre la Colombia central y la periférica.
¿Es esto justo y razonable? Probablemente no. Pero la historia no es justa. Miremos a Sudáfrica. Han apostado a poder retirar el estatus de los blancos, pero sin tratar de joder a los blancos para seguir la ruta de Zimbabue. Lo están haciendo con educación, acciones afirmativas y redistribución.
*Deseo agradecer a Tulio Róbinson-Ángel por su ayuda en el trabajo de campo en El Salado. También a la Fundación Semana por su hospitalidad durante nuestra visita a El Salado. 
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