2010/04/12

DECLARACIÓN "LA UNIÓN HACE LA FUERZA"
El Partido Verde y Compromiso Ciudadano por Colombia hemos decidido hacer una alianza y unir nuestros esfuerzos.
Desde cada uno de nuestros orígenes y trayectorias hemos probado ser visionarios, hemos puesto nuestro compromiso al servicio de la transformación, hemos luchado por el país que soñamos y hemos demostrado que se puede ganar la batalla contra el hambre. Nuestros resultados están a la vista de todos, hablamos con hechos: mejoramos la vida de millones de personas en las dos ciudades más grandes del país. Tenemos la autoridad moral que nos da el haber jugado limpio, con coherencia, fieles siempre a nuestros principios.
Hoy nos encontramos en nuestras coincidencias y ponemos a un lado nuestras diferencias para luchar por un mejor país. Hoy convocamos a los colombianos y las colombianas a que, como lo hemos hecho nosotros, sumemos nuestras experiencias y multipliquemos nuestros logros. Que cada quien aporte lo mejor de sí con su decisión y su talento, para que todos seamos protagonistas de la transformación de nuestro destino.
Optamos por la política para impulsar el respeto por la vida, promover y defender la diversidad y el pluralismo, fomentar una mejor y mayor riqueza para todos asegurando la protección de los recursos naturales, y recuperar el sentido de la decencia en lo público.
Nos enfocaremos en ampliar y mejorar la educación, impulsar el desarrollo científico y tecnológico; fomentar la cultura, estimular la innovación y el emprendimiento y promover la transformación productiva, el desarrollo de las mujeres y la equidad de género.
La educación y la cultura ciudadana serán el motor para construir un país acogedor, respetuoso de los derechos, incluyente, productivo y capaz de crecer a la medida de sus sueños. Podemos ser mucho mejores de lo que hasta ahora hemos sido.
Estamos de acuerdo en cuáles son nuestros problemas fundamentales: la ilegalidad, la violencia y la desigualdad.
La ilegalidad
afecta dramáticamente la vida cotidiana. La corrupción, el mal uso de los recursos de todos, el narcotráfico, la evasión de impuestos, el clientelismo y el aprovechamiento abusivo de los bienes públicos se han convertido en obstáculos para el bienestar de todos y todas. Sin una voluntad social clara contra la ilegalidad, la justicia asediada por la corrupción, la violencia y el narcotráfico no logra obrar con eficacia, y quienes violan las leyes y actúan contra los demás confían en que nunca serán castigados, dada la muralla de impunidad en que vivimos. A la impunidad legal se suma la impunidad moral - no sentimos culpa - y la impunidad social -no sentimos vergüenza, hay indiferencia-.
Hemos sufrido décadas de violencia, que han dejado una herencia de dolor y sufrimiento. El narcotráfico ha llevado a muchos compatriotas al delito y ha debilitado la justicia y las instituciones públicas. Los grupos armados ilegales alimentados por el narcotráfico, siguen perturbando la tranquilidad y destruyendo muchas posibilidades de desarrollo y bienestar. En las ciudades, la inseguridad es un problema que afecta a todos y que entre todos podemos resolver.
En nuestro país existen profundas desigualdades, tanto entre regiones como entre personas. La condición social original, el lugar de nacimiento, el género y hasta el color de la piel determinan para muchas personas en Colombia una vida sin derechos básicos y se convierten en una limitación severa para desarrollar sus talentos y capacidades, para poder ser libres en una sociedad democrática.
También estamos de acuerdo en las soluciones fundamentales.
Por eso queremos invitar a colombianos y las colombianas a unirnos para que en equipo resolvamos estos problemas, y esto quiere decir, ante todo, convertir el voto en un acto cívico de decisión independiente, y desarrollar una política sin ninguna tolerancia a la corrupción y al mal uso de los recursos públicos, que son sagrados.
En 1991 nos pusimos de acuerdo para hacer una Constitución que definió en buena parte el país que queremos: una sociedad rica, diversa, que reconoce la igualdad de todos y todas y la diversidad de los grupos y culturas que la componen, con instrumentos para la defensa de los derechos individuales. Una Constitución que abre el camino para el desarrollo equitativo de las regiones, les da autonomía, poder de decisión y capacidad de superar sus desigualdades. Y que define un Estado capaz de regular la sociedad para alcanzar el bienestar para todas las personas, a partir de la iniciativa y del trabajo libre de los colombianos y las colombianas. En pocas palabras, esta Constitución está hoy más vigente que nunca, recoge los propósitos más legítimos y traza la ruta que debemos seguir para alcanzar los propósitos deseados.
Aplicaremos el principio de construir sobre lo construido. Vamos a avanzar con propuestas creativas e innovadoras. Seguiremos combatiendo los comportamientos violentos, para dar seguridad a los ciudadanos y lograr resultados contundentes dentro de una estricta legalidad y un pleno respeto a los derechos humanos.
Cambiaremos el énfasis de los modelos económicos y sociales, para darle fuerza a las políticas que promuevan la generación de empleo formal. Tenemos que abandonar los subsidios que favorecen a algunos sectores privilegiados, asegurar el pago de impuestos justos y adecuados, buscar la promoción de la equidad mediante una inversión social bien diseñada y promover políticas para desarrollar la agricultura y dar acceso a la tierra a quienes la han perdido y pueden usarla bien.
La educación será el punto central de esa inversión, porque es el motor de la transformación social, la semilla del desarrollo económico, de la productividad, de la prosperidad colectiva e individual y de la convivencia. Deberá estar acompañada de una reforma al sistema de salud, de programas para mejorar la nutrición y el bienestar de los niños y las niñas, de acciones para una vida digna, el desarrollo integral, seguridad, protección y participación social y política de las mujeres, así como de políticas para brindar a los ancianos y pensionados una vejez digna y tranquila. Buscaremos impulsar una economía basada en el conocimiento y la innovación, productiva, capaz de competir en el mundo y que genere bienestar para toda la población.
La nuestra es una propuesta de cooperación, colaboración y coherencia. Es una propuesta de unidad de todos, colombianos y colombianas que quieren apostar por su país y por su futuro. El primer paso es que cada ciudadano se sume para ayudar a multiplicar la convocatoria y que el próximo 30 de mayo llenemos las urnas de votos libres de presiones, para construir, entre todos, un país próspero, limpio e independiente.
En esta unión está la fuerza transformadora de la decencia, la legalidad y el compromiso de trabajar juntos y hacer equipo con la ciudadanía.
La unión hace la fuerza. ¡Multipliquémonos!
12 de abril de 2010

2010/04/11

¡La unión hace la fuerza!
Por Antanas Mockus el 11 de Abril 2010
7:52 PM
Siento toda la convicción, la capacidad y la fuerza para liderar con su apoyo esta gran alianza por la construcción de una Colombia 100% legal, incluyente y competitiva.


Con tu apoyo entusiasta y determinante hemos demostrado hasta este momento que la política se puede fundar en la confianza, la transparencia y la deliberación, siendo austeros en el uso de los recursos públicos y superando nuestras propias expectativas: ¡1.822.685 votos en la consulta interna en la que participé con Enrique Peñalosa y Lucho Garzón! ¡Tú también ayudaste!


La confianza en el diálogo y el compromiso con una transformación de nuestro país sobre la base de principios comunes como la coherencia entre medios y fines, el manejo transparente de los recursos públicos y el profundo respeto a la Constitución del 91, permitieron afianzar nuestra unión con Sergio Fajardo y su movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia.


Hemos consolidado así con Sergio, y el apoyo incondicional de Lucho y Enrique, un equipo de equipos, y siento toda la convicción, la capacidad y la fuerza para liderar con su apoyo esta gran alianza por la construcción de una Colombia 100% legal, incluyente y competitiva en el campo y las ciudades, que tenga en la educación y el cambio cultural su principal motor de transformación.


En esta acción colectiva, tu apoyo es decisivo. Según las últimas encuestas nos hemos consolidado como la segunda fuerza con miras a la Presidencia. ¡Los miles y miles de colombianos que conformamos esta gran marea verde cubriremos las calles de todas nuestras ciudades, inundaremos el campo, llegaremos a cada uno de los hogares, a cada uno de los colombianos! Por 7 millones de votos sin favores y con argumentos, ¡con tu ayuda lo conseguiremos!


Para sellar esta gran alianza, este lunes 12 de abril será la inscripción de Sergio Fajardo como fórmula Vicepresidencial. Gracias por todo tu apoyo hasta el momento, y por todo el que está por venir. ¡Multipliquémonos, unidos podemos más!
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2010/04/10

Abstencionistas con Mockus/Fajardo
Los múltiples escándalos que rodearon ocho años de uribismo—parapolítica, yidispolítica, falsos positivos, agroingreso seguro, chuzadas, topes rebasados de proyectos de reelección—muestran la cara de un gobierno que no vacila a la hora de sacrificar ciertos principios básicos del estado de derecho en aras de la conservación del poder. En este contexto, la aparición de Mockus/Fajardo en la escena política colombiana representa un recordatorio de que los principios que rigen la democracia no son (o no deben ser) letra muerta
Creo que lo que se está gestando entre algunos segmentos de la ciudadanía alrededor de la candidatura del binomio Mockus/Fajardo a la presidencia de Colombia bien amerita que aplace la entrega final de la serie Falacias para un futuro cercano, y que aborde en esta entrada lo que me parece más sobresaliente de este novedoso y prometedor fenómeno político. Adelanto una disculpa para quienes esperaban la clausura de un capítulo abierto hace ya algunos meses—si tales hay. En contrapartida, hoy les ofrezco una serie de reflexiones que, espero, les sean de provecho para meditar su próximo voto.

Es importante que comience con una confesión: a mis 32 años, jamás he votado. A muchos les parecerá una terrible e indignante omisión; a mí, la verdad, no me lo parece. Muchos se inclinarán a pensar que, dada mi nula actividad como votante, estoy mal situado para hacer comentarios sobre política colombiana, como ya anteriormente he hecho en este blog. Pero esto es falaz; pues o es un ad hominem o pone en tela de juicio mi libertad de opinión. El que yo no haya votado no me inhabilita para tener (potencialmente buenas) opiniones políticas. Lo mismo vale para cualquier persona.

Como yo, somos muchos los colombianos que no hemos votado nunca. De hecho, es probable que seamos más que los que han votado en al menos una ocasión. Por supuesto, no trataré de brindar una explicación de este hecho. Ello no me compete (no soy politólogo ni sociólogo). A mí me compete hoy aquí hablar en primera persona. Sin embargo, es probable que algunas personas se vean reflejadas en lo que escribo, y es a esas personas a quienes hoy me dirijo con especial interés. Pues creo, abstencionistas, que ha llegado la hora de salir a votar.
Desde mi adolescencia, la política colombiana me ha parecido—desde un punto de vista estrictamente moral—un universo bastante repulsivo. Si me permiten: una infame conjunción de canallas dispuestos a todo con tal de que sus crasos intereses prevalezcan. La idea de que el objetivo de la clase política no consiste en fomentar el crecimiento del país, sino el de su personal cartera (y la de sus socios) recibe un sostenido respaldo con el pasar de los gobiernos. La toma de control de ciertas instituciones públicas es esencial para llevar a cabo tal objetivo, y las elecciones son la ocasión idónea para proceder a esta toma de control. Desde esta perspectiva, los votantes contribuyen con su voto a que la clase política mantenga el control de aquellos precisos organismos que le facilitan mantener o acrecentar su poder.

Naturalmente, no votar no contribuye a ningún cambio (al menos no en la forma en que el juego de la democracia está actualmente planteado); pero asimismo, creo, tampoco contribuye al status quo. En cambio, votar en Colombia sí ha representado una suerte de espaldarazo al status quo, en la medida en que las opciones de voto, hasta hace poco básicamente las mismas, eran para ser juzgadas con circunspección. Concedo, siempre se puede votar en blanco. Nuestra constitución prescribe que si los votos en blanco representan la mayoría absoluta con respecto a los votos válidos, las elecciones habrán de repetirse una sola vez, con nuevos candidatos o listas (cuando éstas no hayan obtenido el umbral específico). Reconozco que ésta es una sabia norma. Sin embargo, hay un factor que, me parece, desconoce el Parágrafo 1º del Art. 258 del noveno Título de nuestra constitución. Y es que la fuente de descontento del electorado puede no radicar en los candidatos (o listas) per se, sino en los candidatos (o listas) en tanto candidatos (o listas) de ciertos partidos políticos. Es consistente con la línea argumentativa trazada líneas arriba que alguien sea reticente para votar amparado en la creencia de que el hecho de que fulanito es el candidato del partido X (para cualquier X) es suficiente para desacreditar a fulanito. Para alguien con esta creencia, votar en blanco sería tan útil (o inútil) como no votar, de suerte que si esa persona decidiera votar en blanco, votaría sólo por el gesto, es decir, para expresar su convicción en el valor del voto, del modo en que llevar hasta sus últimas consecuencias un partido que se sabe perdido expresa, en algunas ocasiones, una convicción en el valor de la lucha en el fútbol. No obstante, para hombres de poca fe (como yo), quienes votan en blanco en este sentido simplemente expresan de manera diferente—y quizá un poco menos grandilocuente—el mismo descontento e incredulidad que expreso yo al no votar. En última instancia, si todo se reduce a expresiones igualmente inefectivas de cierto escepticismo con respecto a la forma de hacer política en Colombia, ¿qué haría que una de estas formas fuese superior a la otra? Mi respuesta es: nada.

El lector precavido habrá advertido que una de las premisas de mi argumento contiene una importante cualificación: digo que “votar en Colombia sí ha representado una suerte de espaldarazo al status quo, en la medida en que las opciones de voto, hasta hace poco básicamente las mismas, eran para ser juzgadas con circunspección”. Hasta hace poco básicamente las mismas—¿significa esto que creo que existe ahora una manera de votar que no represente un espaldarazo a la depredación de Colombia por parte de sus dirigentes? Mi respuesta es: sí. La notable excepción del Partido Verde.

La candidatura de Mockus/Fajardo parece provocar un entusiasmo similar al que llevó a Obama a la presidencia de los Estados Unidos. Un entusiasmo por marcar un hito. Mockus/Fajardo plantea una renovación de la forma de gobernarnos que pasa por una transformación de nuestro rol como ciudadanos: respetar y promover la ley, la transparencia, la racionalidad, las libertades civiles, el respeto al medio ambiente. En este sentido, y a diferencia de cualquier otra, la de Mockus/Fajardo es una campaña que se fundamenta en un llamado a la conciencia del individuo. Más que una apuesta política, Mockus/Fajardo plantea una apuesta moral: es posible transformar nuestra sociedad desde adentro, transformando nuestros valores. Tal altura de miras es sin duda una característica completamente propia a la propuesta del PV que me parece merecer la más grande atención.

El PV parte de una perspectiva crítica: somos nosotros los responsables de que estemos como estamos. Nosotros permitimos la parapolítica et al.; nosotros permitimos la corrupción que asola el país. En democracias más consolidadas, un escándalo como el de la parapolítica o el de los falsos positivos habría desencadenado una serie de renuncias que, probablemente, habría contenido al mismo presidente; pero en Colombia, contra toda sana lógica, se llegó a promover la segunda reelección de quien fuera el beneficiario (directo o indirecto) de tales violaciones de la ley. Pienso que sería muy saludable reconocer que no hicimos nada al respecto, cuando pudimos haber marcado una diferencia.

Si llegamos a este punto de honestidad con nosotros mismos entonces, creo, estaremos en capacidad de apreciar el valor del surgimiento del PV, y hasta el abstencionista más recalcitrante debería reconocer que el tablero del ajedrez electoral colombiano cuenta hoy entre sus filas con una inusitada y promisoria pieza, una pieza que le permite jugar sin por ello, de manera indirecta, ser partícipe del holocausto colombiano.

En filosofía política, dos viejas corrientes de pensamiento se contraponen desde hace varios siglos. El realismo acentúa que el propósito último del gobernante es su permanencia a la cabeza del poder político. Según esta perspectiva, la acción políticamente virtuosa es aquella que conserva o acrecienta el poder del gobernante (probablemente provocando el menor daño posible). A esta corriente de pensamiento se opone la posición idealista, según la cual el principal fin del gobernante no tiene nada que ver con el poder, sino con la justicia. El poder político es apenas un medio para la obtención de una sociedad justa, igualitaria. En importantes aspectos, el panorama político actual de Colombia parece responder a la pertinaz pugna entre realismo e idealismo político. Los múltiples escándalos que rodearon ocho años de uribismo—parapolítica, yidispolítica, falsos positivos, agroingreso seguro, chuzadas, topes rebasados de proyectos de reelección—muestran la cara de un gobierno que no vacila a la hora de sacrificar ciertos principios básicos del estado de derecho en aras de la conservación del poder. En este contexto, la aparición de Mockus/Fajardo en la escena política colombiana representa un recordatorio de que los principios que rigen la democracia no son (o no deben ser) letra muerta. Voto por eso.

2010/04/06

PARTIDO VERDE, MOCKUS, LAS PROPUESTAS EJE
(resaltados del blogger)
Por ahora hay tres lemas:
1. Colombia Legal: Profundizar la seguridad democrática con legalidad democrática y educación de calidad.
El presidente Uribe arrinconó política e institucionalmente, vía fuerza pública, a las Farc. Yo pretendo, no solo, sino con la ayuda del equipo de gobierno, del equipo de medios de comunicación, de empresarios, de educadores, del equipo de todos los ciudadanos, arrinconar política y culturalmente la ilegalidad, dejarla sin justificación, curarnos de una vez por todas de la ilegalidad que es el principal problema de Colombia. Las Farc son apenas una de muchas manifestaciones de la ilegalidad en Colombia y ameritan seguir siendo combatidas sin titubeos. Sin embargo, la ilegalidad más dañina e insidiosa es la del narcotráfico, la de la economía ilegal ligada al narcotráfico y la corrupción. El respeto a la ley nos ayudaría mucho en Colombia; necesitamos policía, justicia acatada, jueces respetados, jueces en los que podamos creer. Hay que lograr que la ley sea comprendida, entendida, asumida, que la conciencia le haga el reproche a las personas que trasgreden la ley y que haya rechazo social. Entonces, ayudémonos a construir una barrera social contra el narcotráfico y otras formas de ilegalidad. Si todos ponemos ese esfuerzo de privilegiar lo bueno que cada cual tiene seremos muy fuertes, construir sobre lo construido, reconocer lo que ya está bien hecho, usarlo como cimiento para lo que viene.
2. Construir sobre lo construido: la Campaña de la consulta presidencial del Partido Verde fue un ejemplo de cooperación y de unión entre tres miradas distintas. Nuestras administraciones ilustraron el principio de acción de construir sobre lo construido y así seguirá siendo cuando lleguemos a la Presidencia.
3. Con educación todo se puede: Hay mucho por avanzar en educación y en la pertinencia del sistema formal educativo. ¿Qué tan pertinente es la educación para transformar la realidad y cómo la educación se alimenta de la realidad? Educación para la competitividad y la convivencia. No solo fortalecimiento de la educación de calidad en el sistema formal, en sus diferentes niveles, sino también, educación en las calles. Todos aprendiendo de todos.

2010/03/31


LA PARA POLITICA...VIVITA Y COLEANDO...
_para ver la imagen de click o doble click sobre la misma, o vaya directamente al link: http://www.eltiempo.com/colombia/politica/ARCHIVO/ARCHIVO-7497830-0.pdf-

en http://www.eltiempo.com/colombia/politica/leon-valencia-hablo-de-parapolitica-con-maria-isabel-rueda_7497133-1
Declaración del Acuerdo Nacional de Mínimos
La Iglesia Católica en Colombia, la Comisión de Conciliación Nacional (CCN), las Comisiones de Conciliación Regional, la Iglesia Anglicana y diversas confesiones religiosas, partidos y movimientos políticos, sindicatos, gremios económicos, militares y policías en retiro, iniciativas de paz, comunidades académicas, medios de comunicación y significativos sectores de la sociedad civil en todas las regiones, convocamos al país, a la Comunidad Internacional y a los Candidatos a la Presidencia a respaldar el Acuerdo Nacional de mínimos de Paz y Reconciliación.

La Iglesia Católica en Colombia, la Comisión de Conciliación Nacional (CCN), las Comisiones de Conciliación Regional, la Iglesia Anglicana y diversas confesiones religiosas, partidos y movimientos políticos, sindicatos, gremios económicos, militares y policías en retiro, iniciativas de paz, comunidades académicas, medios de comunicación y significativos sectores de la sociedad civil en todas las regiones, convocamos al país, a la Comunidad Internacional y a los Candidatos a la Presidencia a respaldar el Acuerdo Nacional de mínimos de Paz y Reconciliación.Mediante este gran consenso nacional damos nuestro aporte con propuestas de solución que sobrepasen las coyunturas políticas, que estén subordinadas a los propósitos de la Nación en su conjunto. Este acuerdo para la construcción de una Colombia reconciliada y en paz, asume un marco ético en el que tenga espacio de manera prioritaria la protección, promoción y defensa de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales; la superación de cualquier tipo de exclusión en la sociedad; la preservación de la soberanía y la unidad nacional; el fortalecimiento de la democracia y del Estado Social de Derecho; el esclarecimiento de la verdad, la garantía de la justicia, la reparación de las víctimas y la preservación de la memoria; la renuncia a la violencia y el reconocimiento de que el uso de la fuerza legítima sólo puede estar en cabeza del Estado.

Consultada la opinión de representantes de diversos actores sociales y políticos a través de medios virtuales, conversatorios y foros, llevados a cabo en 17 regiones del país; en más de 280 mesas, acordamos ocho mínimos nacionales de Paz y de Reconciliación:
*Política de Reconciliación y Paz que conduzca a la negociación.
*Estado Social de Derecho: democracia real y transparencia en el uso de los recursos públicos.
*Equidad en el acceso a los derechos para garantizar una vida digna.
*Construcción de país desde la diversidad regional.
*Alternativas productivas sostenibles.
*Educación con calidad y cobertura para todos.
*Participación ciudadana en la construcción de los destinos colectivos.
*Reforma agraria amplia e integral.
La Comisión de Conciliación Nacional y las organizaciones que contribuyeron en la construcción del Acuerdo Nacional, asumen el compromiso ético para lograr que los mínimos concertados se conviertan en políticas públicas exigibles a los gobernantes 2010-2014, y que hagan de Colombia un país reconciliado, con paz y justicia social.

Aspiramos a que los actores armados, vean en este Acuerdo Nacional de mínimos de Reconciliación y de Paz, concertado con diferentes fuerzas sociales y políticas, un camino para ambientar la solución política definitiva al conflicto armado que vive el país.

2010/03/30