Según
la Real Academia de la Lengua Española, en un libro de
cualquier clase, [el prólogo es el] escrito antepuesto al cuerpo de la obra”.
Pues bien,
Orlando Parra Gómez me ha pedido que prologue su segundo (¿tomo?) Haz
Plural, que ustedes tienen hoy en sus manos. En vez de prólogo, yo
preferiría llamarlo saludo al escritor o al amigo, pero normas son normas.
A Orlando lo
conocí luego de que me invitaran a hacer parte de
Pereiranos por la Paz, un grupo de discusión sobre temas fundamentales de convivencia ciudadana que tenía el mejor resumen de lo acontecido en Colombia
en las cinco últimas décadas: “Partimos de la
base de que todos tenemos alguna responsabilidad en lo que está sucediendo; unos por acción y otros por omisión”.
Y lo que está sucediendo (y que aún sucede) es lo que narra Orlando en las siguientes páginas, que hacen parte también –si lo conozco
bien– de sus obsesiones: la paz, entender el
ejercicio de la política para el bien común y participar proponiendo alternativas de solución.
Orlando se formó filosóficamente en varios mundos, que le han servido para tener una visión muy completa de los procesos sociológicos e históricos de Colombia y de su natal Pereira.
Licenciado en
Ciencias Sociales (UTP), y con especialidades académicas en Historia Contemporánea (UTP), y magíster en
Historia de la Pontificia Universidad Javeriana y docente, el autor ha
trascendido del aula universitaria, donde ha sido docente por varios años, a la opinión mediática y a la participación activa en procesos públicos, muchos
de los cuales pueden haberlo desencantado, pero lo siguen estimulando
intelectualmente y
–prueba de lo anterior, agregaría– este es su
segundo resultado.
Los últimos encuentros de los muchos que tuve con
Orlando en estos años, estuvieron enmarcados en la que llamamos Tertulia Matecaña, nuevamente un
sitio de discusión de “ciudadanos
preocupados”, nada más, que tratábamos de entender lo que acontecía en la capital risaraldense, todos convocados y alentados por
iniciativa del autor de este libro.
A Orlando le
gusta discutir, en el sentido amplio de la palabra, le gusta escuchar para así comprender. Y no creo equivocarme al decir
que este, su segundo libro de Haz
Plural, tiene mucho de ese escritor y periodista iberoamericano, que todavía cree que a la paz se llega con el diálogo y los cambios sociales.
Sonia Díaz Mantilla
Periodista
Nota: Nos queda debiendo sus apreciaciones sobre la manera como los cambios
espirituales pueden contribuir a un mejor mundo.
Este texto es
una deuda; una deuda que tenía conmigo mismo y con la comunidad; con ustedes
que están leyendo. En parte o en todo, este libro, esa deuda, consiste en que
nadie se debe reservar lo que cree entender desde lo académico o desde ese tan
poco extendido “sentido común”.
El prólogo lo
escribe una de mis grandes amigas (los
conocidos son muchos, los amigos son pocos): Sonia Díaz Mantilla.
Periodista formada en la casa de Vanguardia
Liberal y directora de La Tarde por
varios años, hoy radicada en Lima –
Perú.
Aquí ustedes
se encontrarán con siete capítulos o secciones. El primero, “La
paz y la guerra, y la violencia luego de la paz”, tiene tres textos: 1.
una experiencia, que en la actualidad es una esperanza: la experiencia del
porqué, del qué llevó –desde mi punto de vista– a que se desmovilizaran las
guerrillas en los años noventa; 2. una explicación de por qué siguió la guerra
después de esas desmovilizaciones, tomando como referencia un hermoso y sufrido
municipio colombiano; y 3. para cerrar,
el mayor reto: saber que así desmovilicemos a todas las guerrillas (y
paramilitares, etc.), sabemos que la experiencia internacional nos ha enseñado que
después se viene el reto de las violencias urbanas. ¿Y el de enfrentar, por
fin, la corrupción?
En el segundo
capítulo, “Educación – pedagogía”, está
mi “Renuncia a Atolondrar”, unas
duras reflexiones sobre la educación media y universitaria. Luego, viene el
tercero, “Historia”, con
tres documentos producidos durante mi camino hacia la maestría. El primero es
el texto más académico que podrán encontrar en todo el libro, y es sobre la
subjetividad y la objetividad en la historia; el segundo es la reseña del
libro Los siete mitos de la Conquista española (Restall); y el tercero si bien
parece –y lo es– un ejercicio lúdico y muy personal, es parte de un ejercicio
histórico: “Conociendo el
lavamanos”.
El cuarto lo
denominé “Ciencias sociales” y es sobre el valioso y polémico libro Cómo
compiten los países. El quinto capítulo es un homenaje a uno de mis
blogs más queridos: “Emoción y espíritu”. Aquí quise reproducir dos de sus
entradas más leídas: “El
universo te dará lo que pides, pero bajo sus reglas” y “Dios mío, gracias por lo que me das y por
lo que me quitas”. El sexto, “Doxa // opinión” también va
en esa dirección y reseña dos de las entradas más consultada en otros de mis web-blogs:
una titulada María
del Rosario Cubides, entrada que además muestra ese “Espacio permanente” “¡Por el acuerdo humanitario!” que tuvieron mis columnas a mediados de la década anterior; y luego
va “El camino al cielo está lleno
de espinas”, que trata sobre la búsqueda del cese al
conflicto armado interno en épocas de una polémica administración presidencial.
El libro
cierra con un tema qué en 2004-2005 irrumpió en mi vida y que me ha permitido
que la fundamentación de las ciencias
sociales, la educación,
la historia, etc. pase,
como su título lo dice, a la praxis, por ello el capítulo 7 se llama “Praxis
// Teoría + práctica // Práctica + teoría”. Este tema es relativamente novedoso y, por ende, polémico en el
Tercer Mundo: en esta
sección digo que sí se pueden tener centros de ciudades ordenados.
El epílogo lo
escribe mi amigo, otrora editor de EL TIEMPO Café, hoy de LA
PATRIA, Francisco
Arias.
La corrección gramatical y de estilo de los textos lo hizo mi colega bloguera de la revista virtual Kien&Ke
María Clara Navia Saavedra, Jefe
de cierre del semanario EL PUEBLO –Cali, Colombia-