SILENCIO…
¿Te has preguntado cuantos días, incluso semanas,
meses o años, pasas sin SILENCIO?
El ritmo de nuestra sociedad está lleno, repleto de
sonidos: desde el despertador que oímos al levantarnos, ligado a veces a la
primera emisora, al programa de TV madrugador, los primeros ruidos de la calle;
hasta llegar la noche, nuevamente oyendo TV o música antes de acostarnos.
¿En qué momento podemos “aquietarnos”, “calmarnos”,
“serenarnos”, en fin, “tranquilizarnos”: si todo el día estamos con nuestra
mente agitada no sólo por nuestros pensamientos sino, además, por el ruido?. Estas
reflexiones me las hizo, sin decirlas, mi amiga Cece (*) me obligó, sin obligarme,
a reflexionar sobre cómo todo el día, aún en nuestra vivienda (vivienda es
donde uno, supuestamente “vive”: ¿entonces uno fuera de ella no vive?) no somos
capaces de desconectarnos del ruido: casi mecánicamente al llegar a casa, se
conecta el TV, sonido, PC y se le pone música y sí, a veces la música relaja, en
especial cierta clásica, “nueva era”, pero igual NO nos aquietamos, sigue
habiendo más información que procesar, el sólo hecho de colocar música “para”
relajarnos nos tensiona: lo mejor es el silencio y uno que otro truco como
dedicarse a mirar un punto de la habitación que nos permita pasar a sentir cada
parte de nuestro cuerpo, paso a paso, desde la punta de los pies, hasta la de
los cabellos para, en verdad, tranquilizarnos.
Pero sí existen posibilidades de tener silencio en
el día a día y no es sólo el dormir porque al dormir tampoco paramos el ruido
interno, el diálogo interno. Las iglesias son sitios ideales, allí, generalmente
el ruido baja a murmullos –cuando algún cura o pastor no
la confunde con un festival- son un oasis –aunque prefiero las pequeñas
capillas que hay en diversos sitios y donde generalmente no hay nadie:
privilegiados aquellos quienes tienen una dentro de su casa…- ello pues cuando
se trata de sitios, porque sí hay momentos en los cuales parece haber silencio:
las altas horas de la noche, primeras de la madrugada o de las mañanas en días
no laborales.
¿Por qué o para qué es importante el silencio? para hallarnos,
encontrarnos, “oírnos”, pues poco nos oímos: creemos que nos oímos, nos
conectamos con nuestros sentimientos, corazones, y los osados u osadas creen
que con su alma, cuando esa barrera doble de ruido y pensamiento+pensamiento impide
que realmente podamos llegar a esa conexión con nuestra esencia: sólo superando la barrera del ruido externo y
del interno (o bien no pensar, o bien pensar pero seguir) podemos oír nuestra
voz interior con más claridad.
Tal vez la mejor pregunta es PORQUE NOS DA
DIFICULTAD ENTRAR EN EL SILENCIO…y la respuesta sería, POR MIEDO…(no entiendo
por qué tienen tanto miedo y se dicen creyentes: ¿SI DIOS ESTÀ CONTIGO A QUE PUEDES TEMERLE? y es un
miedo recurrente a la soledad, es como si necesitaras oír una voz humana, una
cantante, un locutor, el vecino, o…para sentir que no se está “sólo” y esto es
bien dialéctico: solamente en la soledad se supera ese miedo a estar sólo,
porque es en la soledad que produce el silencio, el silenciar todos los ruidos
externos y especialmente los internos donde entendemos que NO estamos solos porque
siempre hay por lo menos tres seres acompañándonos: uno nuestra alma, lo que
algunos llaman ese pedazo de Dios que habita dentro de mí, otro nuestro ángel
de la guarda, porque todos –si, hasta los “malos”…¿qué es ser malo?- tenemos
uno, y otro…algún o algunos seres de luz que está o están a tu lado por alguna razón
espiritual. Entonces, aquella anécdota del atracador que cuando ve a la persona
pasar “sola” la “ve” con 3 persona más: tal vez no es tan “anécdota” …
PD: Tomada de emocionyespiritu.org Escrita en 2008.
Cece es mi esposa desde el 2017.
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