Pasada ya más de la mitad de mi existencia, voy a terminar por darle la razón a mi hija quién, desde sus vivencias, dice qué “La mayoría de familias son un desastre” pues más que protección lo que ofrecen es toxicidad “por eso NO juzgo a quienes prefieren sus amigos”; agrega que las familias que se acercan al ideal que se nos ha vendido, son muy pocas…
No estamos hablando de las barbaridades donde hay violencia física, incluido asesinatos entre miembros de una misma familia, cuando un hijo mata a madre/padre o al revés; estamos hablando de la “normalidad”, de la sobredimensionada paternidad y maternidad, las cuales, al no llenarse las expectativas sociales, dejan vacíos/dolores, traumas, que luego se buscan llenar con ¿la pareja? ¿los amigos? ¿las drogas? ¿el sexo promiscuo? ¿resentimiento? ¿odio? ¿?
La sociedad nos exige, como uno de los animales más evolucionados, el cumplir unos roles que generalmente poco existen en la naturaleza. En el mundo animal la mayor parte de las crianzas terminan a corta edad y se considera que los mejores padres son quienes logran que sus crías adquieran la autonomía para sobrevivir prontamente. El concepto de familia asociado a padres e hijos que supera la niñez, pubertad, adolescencia, y se extiende a madurez e incluido vejez, tal vez sólo lo tenemos nosotros, los homínidos bípedos, los “humanos”.
Si ser padre es un reto, ser hijo es otro. Es visible el maltrato psicológico y aún físico. Muchos, o nunca desearon ser padres, y se echan el cuento a sí mismos, o simplemente, no están calificados para serlo, pues nadie fue preparado para “hacer fila para cualquier situación” (E.M.L). Nacemos dependientes de seres que, a duras penas, si tenemos suerte, ya han aprendido a ser independientes, pues son millones los que necesitan criarse con sus hijos, sólo que los mayores, por una lógica reproductiva de las especies, son los encargados de proteger sus crías.
Esa imposición social de la crianza, tiene reacciones de todos los matices, es difícil creer que las mayorías amen la tarea y lo que está claro es que una minoría está capacitada. Los hermanos mayores, confrontados con los del medio y los menores, saben que la experticia de sus padres ha variado (para bien o para mal) entre unos y otros. El tema se hace aún más complejo cuando, por ejemplo, es un macho que se ha reproducido con diversas hembras. Tal cual sucede en el mundo animal, generalmente, el trato con los críos varía dependiendo de la relación del macho con la hembra: somos animales y los críos poco entienden… hasta que crecen.
Me alejo un poco de la ortodoxia material, psicológica, psicoanalítica, etcétera, para reflexionar desde lo espiritual. Es un error seguir insistiendo en la expectativa social de que la protección Afectiva y Efectiva de la familia sólo la puede dar aquella en la que se nace. Infinitos hechos muestran que ha llegado la hora de aceptar que los abuelos o abuelas, tías, criadores, cumplen roles paternos y maternos, a veces más profundos e intensos que los de padres/madres/biológicos. Si lo asumiéramos, tal vez podríamos preparar mejor a los hijos e hijas, adelantarnos al dolor que les produce el rechazo que (insisto puede que no en acciones físicas o verbales, pero si en hechos), les generan sus padres/madres/biológicos, al fin y al cabo, la mayoría NO quisieron, con absoluta libertad, ser padres: las circunstancias se lo impusieron, aceptar que fue así, tal vez nos libere a todos: a ellos, a sus hijos, a la sociedad, y al potencial de la crianza emocional y espiritual aportada por otros. Avancemos.
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Publicada hacia septiembre 10, 2022 en varios medios
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