2021/02/08

Tres semanas de incertidumbre

“Tener cerca el contagio de COVID es otra historia.   Un descuido, una salida innecesaria, unos pocos minutos de desprotección, conlleva a un contagio seguro.   Una casa es afectada, dos familias en total incertidumbre de cómo evolucionará en el cuerpo, a dónde nos llevará y si lograrán sobrevivir.

La primera semana está llena de acomodación, decisión de encierro, responsabilidad con la sociedad, con el personal médico, con salud pública.  Iniciar el tratamiento con los paliativos entre los cuales se cuenta con antibióticos y analgésicos, y echar mano de las recetas caseras para ayudar al organismo.   El virus es impredecible, no es homogéneo en su comportamiento.   El tema de la fiebre no lo veo tan determinante: estuvo ausente.  Tampoco los síntomas son iguales así el tiempo de contagio sea similar.  Sí existe una constante clara:  El desaliento y la molestia en la garganta así fuera corta y/o débil. 

La segunda semana, cuando se cree que ya se ha pasado lo difícil, empieza la angustia.   Una de las tías contagiadas, de 93 años, sufrió convulsiones y terminó hospitalizada, inconsciente, aislada, sola, sin ningún familiar a su lado.   La otra, de 81 años, con altibajos fuertes en la respiración, se hizo necesario el uso de inhaladores.   A esta altura yo ya había perdido el apetito y el sueño.  El miedo a lo desconocido, a lo que el virus estaba haciendo, cómo evolucionaba y qué haría se apodero totalmente de mi como cuidadora.   Y en medio del proceso uno también siente síntomas, y curiosamente el resultado sale negativo. 

La tercera semana, es la vencida finalmente.   Ya parece que no sufrirán mayores afectaciones.   La Tía salió del Hospital sin consecuencias.  Llegó a la casa y siguió su vida normal:  Teje, cocina, arregla casa, ayuda a cuidar a su Hermana, menor que ella, con más complicaciones de salud, aunque no asociadas a COVID. Ambas superan el virus.


Cada día que pasa, es un día ganado.  Cada bajón superado, es una pequeña batalla superada que dan la fuerza para seguir el camino a ciegas, sin brújula, en soledad pues no se puede exponer a contagio a más personas.  Se cuentan las horas y los días.  Y a pesar de que fueron sólo 14 días, en un proceso normal y sin complicaciones, a pesar de los sobre saltos, se siente como una eternidad, una tortura.

Después sigue la incertidumbre.  El organismo no es el mismo.  La respuesta cotidiana del cuerpo ya no está.  El apoyo médico llega hasta ahí.  Y es ahí donde uno quisiera saber qué nos espera con las personas cuyos cuerpos están lesionados por un virus que no conocemos.

De nada sirve centrarse en la culpa de QUIÉN FUE el responsable del contagio de la familia.  De nada sirve.  Llegó el virus a la familia y en un abrir y cerrar de ojos, dos casas, 6 personas, 3 adultos mayores de 81 años, una menor de 10 años, y dos adultos de 40 años estuvieron en peligro de muerte.  Y no es exageración. 

Lo cierto es que una salida INNECESARIA ha matado más gente de la que uno se imagina.  No son frases de cajón:  Use mascarilla debidamente, lávese las manos, salga sólo si ES NECESARIO (trabajar, la salud, las necesidades básicas no son aplazables, TODO LO DEMÁS SI).  Guarde el distanciamiento físico, y recuerde que USTED ES RESPONSABLE DE TODOS LOS INTEGRANTES DE SU FAMILIA”

Texto de Claudia Esperanza Castaño Montoya, CECE

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