2012/05/02

contraria a la obligación jurídica asumida por Colombia conforme al derecho internacional de investigar, juzgar y sancionar a todos aquellos que compartan responsabilidad por delitos de lesa humanidad


Carta de Human Rights Watch al Presidente y Congreso

Esta es la carta completa en la que se hacen duras críticas a Marco Jurídico para la Paz.

Washington D.C., 1 de mayo de 2012
Dr. Juan Manuel Corzo, Presidente del Senado
Dr. Simón Gaviria, Presidente de la Cámara de Representantes
Dr. Luis Fernando Velasco, Presidente de la Comisión Primera del Senado
De mi mayor consideración:
Tengo el honor de dirigirme a Uds. para hacerles llegar mi preocupación sobre el proyecto de enmienda constitucional que se conoce como "Marco Jurídico para la Paz". El propósito estipulado de la enmienda¿que actualmente se encuentra en un estado muy avanzado de aprobación legislativa¿sería facilitar acuerdos de paz con grupos armados irregulares como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, este proyecto legislativo¿en su versión más reciente¿permitiría que queden impunes violaciones de derechos humanos aberrantes cometidas por guerrilleros, paramilitares y militares.
La reforma propuesta incorpora a la Constitución un nuevo artículo que concedería a los legisladores y, posteriormente a las autoridades judiciales, la potestad de desistir del juzgamiento y suspender la ejecución de penas a miembros de grupos armados irregulares y agentes del Estado responsables de hechos atroces . Específicamente, la enmienda permitiría a la Fiscalía limitar el procesamiento penal únicamente a los "máximos responsables" de delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra. Por lo tanto, otros partícipes que hayan intervenido directamente en la planificación, ejecución y el encubrimiento de los mismos delitos¿pero que no fueron considerados entre los "máximos responsables"¿podrían evitar su juzgamiento. Más aún, la reforma podría incluso permitir que funcionarios judiciales eximan de investigación y juzgamiento penal las más graves violaciones de los derechos humanos, al excluir abusos en los que no están involucrados los "máximos responsables". A su vez, otorgaría al Congreso la facultad de suspender la ejecución de penas dictadas por los tribunales de justicia contra guerrilleros, paramilitares o militares condenados por delitos graves, incluidos los "máximos responsables" de delitos de lesa humanidad .
El conflicto armado colombiano ha redundado en innumerables abusos y resulta absolutamente legítimo que el sistema de justicia asigne prioridad a los delitos más graves y sus máximos responsables. Sin embargo, esta reforma sobre justicia transicional no se limitaría a dar prioridad a determinados casos, sino que permitiría que las autoridades colombianas desistan por completo del juzgamiento y suspendan la ejecución de penas en casos de abusos graves, lo cual contraviene abiertamente las obligaciones jurídicas asumidas por Colombia conforme al derecho internacional. De hecho, al sustraer a personas que hayan cometido crímenes que caen dentro de la competencia de la Corte Penal Internacional (CPI), la enmienda podría exponer a Colombia a una investigación por este órgano judicial internacional .
Para garantizar que el proyecto de enmienda constitucional es consistente con las obligaciones jurídicas internacionales de Colombia, es necesario abordar y corregir los tres problemas fundamentales del actual proyecto, a los que a continuación me referiré.
I. La reforma permitiría que responsables de atrocidades¿e incluso las más graves violaciones de los derechos humanos¿eludan la investigación penal y su juzgamiento.

La enmienda constitucional permitiría al Congreso autorizar a operadores de justicia a renunciar a la investigación penal y al juzgamiento de guerrilleros, paramilitares y militares responsables de delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra y otros graves abusos. La reforma dispondría que el Congreso, por iniciativa del gobierno, podrá "mediante ley determinar criterios de selección que permitan centrar los esfuerzos en la investigación penal de los máximos responsables de delitos que adquieran la connotación de crímenes de lesa humanidad o crímenes de guerra... y autorizar la renuncia a la persecución judicial penal de los casos no seleccionados"  (énfasis agregado).
Esta disposición admite dos interpretaciones. En ambas, los funcionarios judiciales podrían limitar el juzgamiento de atrocidades a las personas que cumplan con los criterios que el Congreso en un futuro establezca sobre quienes son los "máximos responsables".
La primera interpretación es que los funcionarios judiciales investigarían todos los delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, pero solamente juzgarían a los "máximos responsables" de cada caso. El Congreso establecería mediante una ley los criterios para seleccionar qué personas que participaron en atrocidades se encuentran en la categoría de "máximos responsables" y autorizaría a los funcionarios judiciales a desistir del juzgamiento de todos los demás implicados en el mismo caso porque no califican en dicha categoría. En efecto, el Congreso estaría en condiciones de sancionar una ley que defina como "máximos responsables", por ejemplo, a líderes nacionales o locales de las guerrillas, paramilitarismo, o militares que participaron en hechos atroces. Esa misma ley permitiría que funcionarios judiciales renuncien a investigar y juzgar a las demás personas que, por ejemplo, planificaron, cometieron o encubrieron los mismos delitos.
Una segunda interpretación es que el Congreso establecería una categoría de "máximos responsables" y luego los funcionarios judiciales juzgarían exclusivamente a ese grupo de personas en relación con los casos en que estén involucrados. Por consiguiente, con independencia de la gravedad del abuso, solamente serían investigados penalmente aquellos donde estuviera implicada una persona calificada como "máximo responsable". Esta es la interpretación propuesta por quien impulsó el "Marco Jurídico para la Paz" en la Cámara de Representantes, Carlos Edward Osorio. El Dr. Osorio indicó recientemente en su informe de ponencia para el sexto debate, presentado el 24 de abril, que uno de los fines de la reforma es "garantizar que sea posible renunciar a la persecución penal de todos los delitos cometidos con ocasión del conflicto armado por quienes no sean considerados por la Ley como los máximos responsables"  (énfasis en la versión original). Por lo tanto, masacres, desapariciones forzadas, violaciones sexuales y otras atrocidades que no se puedan directamente vincular a los "máximos responsables" podrían no ser juzgadas.
La enmienda es claramente contraria a la obligación jurídica asumida por Colombia conforme al derecho internacional de investigar, juzgar y sancionar a todos aquellos que compartan responsabilidad por delitos de lesa humanidad y otras graves violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido esta obligación en numerosas sentencias que tienen carácter vinculante para Colombia . El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) consagra, además, el derecho a interponer un recurso efectivo en caso de violación de los derechos reconocidos en dicho Pacto. Como lo ha señalado el Comité de Derechos Humanos, organismo especializado de las Naciones Unidas que supervisa el cumplimiento del PIDCP, conforme al artículo 2(3) del PIDCP los Estados tienen la obligación de investigar las violaciones de estos derechos y de juzgar a sus autores . Limitar el procesamiento penal sólo a quienes se consideran los "máximos responsables" crearía deliberadamente un amplio margen para la impunidad, y muchos de los responsables de graves crímenes gozarían de inmunidad legal.
Procurar limitar indebidamente el alcance de la investigación y la persecución penal de responsables de delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra podría ser un intento errado de emular la política operativa de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI). Colombia es parte del Estatuto de Roma que da origen a la CPI, cuya Fiscalía se centra en la investigación y el juzgamiento de quienes tienen el mayor grado de responsabilidad en los delitos que caen dentro de su jurisdicción. Esta política no se basa en el alcance de la obligación de derecho internacional respecto de quién debe ser juzgado penalmente por los delitos más graves, sino que refleja la naturaleza de la Corte como tribunal internacional que complementa a los sistemas nacionales de justicia penal, pero no los sustituye. La política de la CPI se basa en la premisa que los Estados conservan la principal responsabilidad de enjuiciar a todos los autores de los delitos más graves¿no sólo a los máximos responsables. Por lo tanto, cualquier intento de limitar la obligación persecutoria de las jurisdicciones nacionales a una categoría reducida, como son los "máximos responsables", constituiría una decisión errada, inconsistente con las obligaciones jurídicas internacionales de Colombia. De hecho, cuando la legislación de un país procura que algunas personas que cometieron los crímenes más aberrantes eludan su responsabilidad penal, la CPI podría investigar, acusar y enjuiciar a estos responsables en razón de que el Estado no está en condiciones o no tiene intención de juzgar en forma genuina a los responsables de estos abusos.
Si bien el proyecto de acto legislativo dispone que los mecanismos "extrajudiciales" pueden garantizar la obligación de Colombia de investigar, es claro que esta opción no resulta aplicable a casos de violaciones graves de derechos humanos. Esto se debe a que las investigaciones "extrajudiciales" no permitirían que Colombia cumpla con su obligación jurídica internacional de juzgar graves abusos. La Corte Interamericana ha establecido claramente este deber, al señalar que "la obligación conforme al derecho internacional de procesar... a los autores de violaciones de derechos humanos, se desprende de la obligación de garantía consagrada en el artículo 1.1 de la Convención Americana" . La obligación de juzgar los delitos más graves también está reconocida en el Estatuto de Roma, que dispone en su preámbulo: "Afirmando que los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto no deben quedar sin castigo y que, a tal fin, hay que adoptar medidas [...] para asegurar que sean efectivamente sometidos a la acción de la justicia"  (énfasis agregado).
A fin de cumplir con su obligación de juzgar a los responsables de graves violaciones de derechos humanos, Colombia debe llevar a cabo investigaciones penales en estos casos. En varias de sus decisiones, la Corte Interamericana ha señalado la necesidad de realizar investigaciones penales y ha afirmado que "[l]a investigación de estos hechos debe ser... orientada a la determinación de la verdad y la investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de todos los responsables intelectuales, especialmente cuando están o puedan estar involucrados agentes estatales" . Las investigaciones "extrajudiciales" no cumplirían con este requisito, ya que por su naturaleza no están destinadas a asegurar la "captura, enjuiciamiento y condena" de todos los responsables.
La Corte Interamericana ha señalada que las comisiones de la verdad no pueden sustituir la investigación penal de violaciones graves de derechos humanos. Como lo dispuso recientemente la Corte en una decisión contra Brasil, "las actividades e informaciones que, eventualmente, recabe dicha Comisión no sustituyen la obligación del Estado de establecer la verdad y asegurar la determinación judicial de responsabilidades individuales a través de los procesos judiciales penales" .

II. La reforma permitiría al Congreso suspender la ejecución de penas impuestas a personas responsables de atrocidades, sin distinción.
El Congreso podría suspender la ejecución de las penas impuestas a guerrilleros, paramilitares y militares que hayan sido condenados por delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra y otras graves violaciones de derechos humanos, en cualquier grado de participación criminal. El proyecto de acto legislativo dispone que el Congreso "podrá mediante ley... establecer los casos en los que procedería la suspensión de la ejecución de la pena". El proyecto no prevé restricciones respecto de quiénes pueden beneficiarse con la suspensión de la pena y quiénes no califican. Por lo tanto, podrían acceder a ese beneficio incluso los 'máximos responsables'. El Congreso tendría, por ejemplo, la potestad de permitir que los máximos jefes guerrilleros responsables de atrocidades, como alias "Timochenko" o alias "Iván Márquez", no cumplan ni un sólo día en prisión.
De acuerdo con el derecho internacional, Colombia tiene la obligación jurídica de imponer penas por violaciones a los derechos humanos y éstas deben ser proporcionales a la gravedad del abuso cometido. Al respecto, la Corte Interamericana ha resuelto que "existe un marco normativo internacional que establece que los delitos que tipifican hechos constitutivos de graves violaciones a los derechos humanos deben contemplar penas adecuadas en relación con la gravedad de los mismos" . La Convención de la ONU contra la Tortura, por ejemplo, destaca que los delitos previstos en la Convención deben ser "castiga[dos] con penas adecuadas en las que se tenga en cuenta su gravedad" .  De manera similar, el Estatuto de Roma de la CPI dispone que al determinar la pena, la Corte "tendrá en cuenta [...] factores tales como la gravedad del crimen y las circunstancias personales del condenado".
III. La reforma permitiría que los beneficios de la justicia transicional se apliquen a miembros de la fuerza pública.
La enmienda constitucional también beneficiaría a miembros de la fuerza pública con la renuncia a la persecución penal y la suspensión de la pena. En efecto, el primer párrafo del proyecto dispone que la ley podría autorizar un tratamiento diferenciado "para cada una de las distintas partes que hayan participado en las hostilidades". La fuerza pública colombiana es parte en el conflicto que afecta al país, y por lo tanto sus miembros reunirían las condiciones para recibir beneficios especiales. De hecho, la exposición de motivos del proyecto de acto legislativo señala expresamente que la finalidad del inciso es "autorizar la creación a futuro de instrumentos de justicia transicional que incluyan a agentes del Estado" .
La aplicación de medidas de justicia transicional a agentes del Estado representaría un grave retroceso, absolutamente innecesario e injustificado. Es comprensible que Colombia ofrezca algunos incentivos, como reducción de penas, a miembros de grupos armados irregulares con el propósito de instarlos a dejar las armas y desmovilizarse (siempre que los responsables de atrocidades sean juzgados y castigados con penas acordes a la gravedad de sus delitos, algo que no se garantiza en la enmienda propuesta). Sin embargo, este mismo razonamiento no se aplica a servidores públicos, como son los miembros de la fuerza pública colombiana.
Respetados líderes del Congreso de Colombia: la reforma de justicia transicional propuesta  contraviene de manera flagrante el derecho internacional, favorecería la impunidad generalizada de delitos aberrantes, y expondría a Colombia a una investigación por parte de la CPI. Por estos motivos, apelamos a su compromiso con el estado de derecho y los instamos respetuosamente a reformar el proyecto de acto legislativo para corregir los tres principales problemas identificados en esta comunicación.
Aprovecho esta oportunidad para expresarles los sentimientos de mi más alta consideración y estima.

José Miguel Vivanco
Human Rights Watch
CC: Su Excelencia Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia
CC: Dr. Angelino Garzón, Vicepresidente de Colombia
CC: Dr. Federico Renjifo, Ministro del Interior
CC: Dra. María Ángela Holguín, Ministra de Relaciones Exteriores
CC: Dr. Juan Carlos Esguerra, Ministro de Justicia y del Derecho
CC: Dr. Eduardo Montealegre, Fiscal General de la Nación
CC: Dr. Sergio Jaramillo, Alto Asesor de Seguridad Nacional

2012/04/30

a pesar del rótulo de democracia, Colombia no ha tenido instituciones políticas incluyentes


Opinión |29 Abr 2012 - 1:00 am

Armando Montenegro

Por qué fracasan los países

Por: Armando Montenegro

Uno de los libros más interesantes de este año es Why Nations Fail, de los reconocidos profesores Daron Acemoglu y James Robinson (Crown Business, Nueva York).


En contravía con la tradición marxista, los autores comienzan por señalar que las instituciones son determinantes en el proceso de crear o absorber tecnología (las élites, por ejemplo, pueden bloquear la implantación de procesos productivos que puedan desencadenar amenazas para sus privilegios). Es la política, en su opinión, la que determina el curso de la economía.


Acemoglu y Robinson plantean que la prosperidad y el crecimiento económico se presentan en países con instituciones económicas y políticas incluyentes que propician la innovación y el cambio técnico. Las primeras son instituciones que garantizan los derechos de propiedad y ofrecen oportunidades económicas a amplios grupos de la población (no sólo a las élites). Las segundas se caracterizan por mantener un sistema político pluralista y centralizado, donde el imperio de la ley y el monopolio de la fuerza se extienden sobre toda la población y todo el territorio.


Añaden, por su parte, que el estancamiento y la pobreza se presentan donde existen instituciones económicas extractivas (aquellas que despojan ingreso o riqueza a varios grupos de la sociedad para el beneficio de otro) e instituciones políticas extractivas (concentran poder en manos de una élite que actúa casi sin restricciones).


Con estos conceptos los autores se lanzan a explicar el éxito y fracaso de una variedad de sociedades desde el Neolítico, pasando, entre otras, por la Roma clásica, la Venecia medioeval y la Inglaterra de los últimos cuatro siglos, hasta la China moderna.


Muestran que el crecimiento económico sí se puede dar en medio de instituciones económicas extractivas, pero que no puede sostenerse. Un ejemplo fue el rápido crecimiento de la Unión Soviética que se extinguió en los años setenta


Los autores afirman que bajo instituciones políticas extractivas (como las chinas) pueden mantenerse algunas instituciones económicas incluyentes, pero que, en estas condiciones, con el tiempo el crecimiento y la innovación terminan por crear tensiones que amenazan a las élites. Por ello, si en China no se dan profundas transformaciones políticas, predicen que, como en la Unión Soviética, cesará su espectacular crecimiento


El libro nos ofrece una mirada de Colombia. Los autores sostienen que, a pesar del rótulo de democracia, Colombia no ha tenido instituciones políticas incluyentes debido a la debilidad de su Estado central, su imposibilidad de controlar el territorio y la ausencia del imperio de la ley en buena parte del país. Como un ejemplo, muestran el poder de los paramilitares en amplias zonas, su relación simbiótica con los políticos locales, además de su gran influencia en la escogencia y la elección de congresistas, así como en la reelección de un presidente.


Al final, además de mostrarse optimistas con el futuro de México, Chile y, sobre todo, Brasil, debido a la naturaleza de las instituciones colombianas concluyen que “nuestra teoría sugiere que es muy improbable que Colombia goce de crecimiento económico sostenido”


2012/04/26

maneja esa empresa pública como si fuera de su propiedad


Gerentes con súper sueldos

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PobreEl mejor 
¿Qué formas hay para enriquecerse en Colombia? dicen que el exsenador Martínez dijo que era más rentable controlar una Secretaria de Salud, que llevar un cargamento de droga http://ow.ly/augHT ¿Se enriquece, entonces, más un corrupto que un narco? Pues según el “experto” citado, así es.
 Tal vez desde la Colonia, se ha desarrollado algo espantoso entre buena parte de altos funcionarios estatales: “aprovechar el cuartico de hora” y ¡robar, robar! Todo lo que se pueda!...empero, lo que está claro es que en ningún caso son todos los altos funcionarios quienes se roban el erario, ese erario que se forma con nuestros impuestos, o, peor, con las deudas externas que adquieren los gobernantes y pagamos los gobernados.
 Algunos se han ido lanza en ristre contra el señor Gonzalo Molina –lo he tratado una vez en mi vida, en una finca- y contra el señor Barragán –igual, lo he tratado una sola vez en mi vida: en un salón social de un edificio- porque ambos reciben “salarios integrales”: unos salarios donde la persona, por ley y proporcionalmente a sus honorarios deben pagarse su salud, su pensión, su ARP, aportar al fondo de solidaridad pensional, y tributar una rete fuente que puede llegarles al 33% ¡! … haga las restas entonces y calcule cuánto es realmente lo que reciben: es así como se deben ver esos “salarios”.(De hecho en el sector privado Risaraldense hay directivos mejor pagos).
 Estos señores, qué pena, no NOS están administrando, A USTED y a mí, los ciudadanos que con nuestros impuestos somos los reales dueños de esas empresas, un “negocito”: UNE produce utilidades anuales por más de $11 mil millones, Aguas y Aguas tiene ingresos por más de $60 mil millones, una caja de más de 5 mil, utilidades por cerca de 3 mil millones http://ow.ly/auiwt ¿a quién ponemos a manejar esas empresas? ¿A personajes que se han ganado la absoluta confianza de sus jefes politiqueros porque han aprendido a “hacer vueltas”? ¿O a personas que tienen una alta formación académica, administrativa, y especialmente, moral y ética: esa que es tan escasa en este país del sagrado corazón? Escoja pues lector/a: ¿A quién ponemos? se la pongo más cruda ¿Qué mandato le dimos a Enrique Vasquez? ¿lo recuerda? HONESTIDAD! HONESTIDAD!! HONESTIDAD!!!
 Imagino algo, a Molina lo empoderó en EPM un tal Sergio Fajardo sí, el mismo, y luego Alonso Salazar: dos símbolos de que en Colombia ¡SI SE PUEDE gobernar sin robarse un peso! Y al Sr Barragán le conozco una bien larga carrera administrativa que hace rato lo hace ministeriable y donde sí, es cierto, ha sido hombre cercano a Rivera, a Soto, etc, pero ¿le conocemos alguna condena por corrupción? Pues no. ¿Entonces?
 Los funcionarios públicos, especialmente los ordenadores del gasto –hay Secretarios de despacho que manejan miles de millones- los que, digámoslo abiertamente, tienen la mayor tentación, todos deberían ser bien remunerados, acorde con el monto de los presupuestos que manejan. Que sus honorarios nunca sean excusa para corromperse.
 Finalmente le hago una pregunta ¿usted prefiere que a una persona su junta directiva le duplique el sueldo porque tiene plena confianza en las calidades éticas y morales del señor, ó que esa misma junta directiva tenga que andar luego dando explicaciones sobre porqué un gerente, si bien se gana la mitad, maneja esa empresa pública como si fuera de su propiedad, y termina su gestión, entre otras, con mansiones? Respóndase esa “bobadita”.

2012/04/23

EMPRESARIOS PERIODISTAS...COMPLEJO


La llegada de Sarmiento

Salud Hernández-Mora

Pienso que en el mundo actual, colombiano y extranjero, no será fácil sobrevivir en un universo periodístico cada día más empobrecido y dependiente, sin pagar peajes.
A ningún periodista independiente le gusta que el propietario de su medio sea un empresario con intereses en incontables sectores económicos. Por eso no es extraño que cause prevención el aterrizaje de Sarmiento Angulo en EL TIEMPO. Lo que sí no comprendo es que sean columnistas y periodistas de otros medios de comunicación los que hagan sonar las alarmas.
Porque es irónico que un colega de El Espectador, por citar un periódico, haga la mínima insinuación al respecto. Ese buen diario, que cuenta con grandes profesionales, tiene el mismo problema que afrontaremos nosotros: unos dueños con demasiados tentáculos. No sé si el joven Santo Domingo meterá la mano en el diario y en Caracol tanto como lo hacía su papá, o si se autocensuran.
De la dirección de ese diario salieron por la puerta trasera, con una patadita y sin argumentos razonables, Ricardo Santamaría y Rodrigo Pardo. Nadie abrió la boca en ese momento, ni corrieron los colegas a rasgarse las vestiduras como hicieron cada vez que EL TIEMPO echó a alguien.
Tampoco recuerdo haber leído columnas contra los Santo Domingo al no pagar un peso de impuestos por la multimillonaria venta de Bavaria o por el vergonzoso lobby y el billete que repartían para que los legisladores no subieran la tributación a la cerveza.
Y qué decir del día que los niños Santo Domingo decidieron hacerle un favor a su tía Dávila. La señora se cansó de vivir en la casa del norte de Bogotá, que su marido logró, gracias a sus influencias, incluirla en patrimonio arquitectónico para quedar en estrato 1. Quería tumbarla, pero unos vecinos se opusieron y lograron impedirlo. ¿Qué idearon, entonces? Envenenar con ácidos los muros y obligar a derribarla. ¿Leyeron ustedes profusos comentarios sobre esa gaminada de gentes educadas en los mejores centros académicos gringos?
¿O, por ejemplo, osó alguien criticar la burda manipulación que hizo Caracol TV para impedir la entrada de un tercer canal? Por supuesto que no, y es algo que comprendo. Queda muy difícil irse lanza en ristre contra el jefe supremo, desnudar sus pecados, salvo que uno quiera perder el empleo.
A priori, al menos para mí, hubiera sido preferible que Sarmiento Angulo no tomara el control de EL TIEMPO, pero en la actualidad es difícil encontrar inversores con amplia chequera dispuestos a apostar por un medio impreso.
¿Qué ocurrirá ahora? Yo me metí una vez con Sarmiento porque a una de sus empresas le concedieron un crédito blando de Agro Ingreso Seguro y al ser él banquero y muy rico, me pareció impresentable. Pero con todo lo que se habló del AIS, ese dato, que el senador Robledo aireó, no tuvo mayor eco en otros periódicos o radios. También lo ataqué en otra ocasión, a la par que a otros banqueros, porque nos tienen a todos fritos mientras ellos cuadruplican sus ganancias con meras comisiones.
¿Escribiría otra vez lo mismo? Supongo que me lo pensaría mucho y al final lo haría pese a todo. Insisto, que un empresario de su calibre llegue a EL TIEMPO no es lo ideal, pero que no me vengan a dar lecciones colegas que tienen dueños de idéntico perfil contra los que no se atreven a escribir media línea. Además, tampoco se aventuraban a meterse con Sarmiento Angulo antes de que comprara EL TIEMPO. Él no necesita un diario para aumentar su influencia ni creo que se lo quede para censurar escritos e imponer criterios.
Pienso que en el mundo actual, colombiano y extranjero, no será fácil sobrevivir en un universo periodístico cada día más empobrecido y dependiente, sin pagar peajes. Lo más importante de nuestra profesión, y lo digo de corazón, es no engañar a los lectores y ser fiel a los principios de uno. ¿Podremos hacerlo? Yo, al menos, voy a intentarlo.