2015/05/31

plantillas antiminas “quiebrapatas”

23 MAYO 2015 - 9:00 PM en http://www.elespectador.com/entretenimiento/arteygente/gente/plantillas-absorben-el-impacto-explosivo-articulo-562236

“Plantillas que absorben el impacto explosivo”

Mauricio Betancur, joven investigador antioqueño, inventó unas plantillas antiminas “quiebrapatas” y acaba de obtener el premio al innovador de Colombia, avalado por el Massachusetts Institut of Technology. Cuenta cómo su uso en zapatos o botas de cualquier diseño puede salvar a los habitantes de zonas en conflicto, de perder la vida o sus piernas como les ha sucedido a centenares de campesinos y soldados.
Por: Cecilia Orozco Tascón
“Plantillas que absorben el impacto explosivo”Mauricio Betancur explicando los sistemas de protección que ofrece su empresa en Medellín. EFE
¿Cuál novedad tienen sus plantillas?
Cuentan con un sistema de protección para los miembros inferiores del cuerpo que permite flexibilidad al caminar y, simultáneamente, tiene suficiente resistencia para controlar el daño de la detonación de una mina antipersonal. Su espesor promedio es de 6 milímetros y puede insertarse, con espacio suficiente, en cualquier tipo de zapato aunque están diseñadas y probadas en botas ‘pantaneras’ porque este es el tipo de calzado que usan, en su vida diaria, los campesinos para realizar sus labores.
Justamente la pregunta es si las plantillas permiten las labores del campo que, por definición, se ejecutan a pie y de pie.
Son perfectamente viables por la combinación de materiales duros y flexibles y porque la parte de absorción de impactos es blanda. Esta es la que tiene contacto con el pie. Otros miembros del grupo de investigación y yo las hemos usado durante varios días seguidos para probar su ergonomía. Por eso estamos seguros de que funcionan. Las primeras que elaboramos eran incómodas pero fuimos refinando el modelo hasta lograr la fórmula adecuada.
¿Permitirán que quien las use, haga caminatas largas?
Sí. Se han realizado ensayos de esfuerzo con sujetos de prueba que no registran pérdida de movilidad. También se han probado luego de ser sometidas a ciclos que simulan el uso continuo durante el cual se doblan y enderezan de manera repetida para ver cómo sería su envejecimiento en el equivalente a años de uso. Y se ha encontrado que no se reducen los niveles de protección objetivo, por debajo del necesario para cumplir su finalidad.
Un niño ¿las puede usar con la misma efectividad aun siendo pequeño de estatura y peso? Se lo pregunto por el lamentable hecho ocurrido hace unos días cuando una pequeña pisó una de estas minas y perdió la vida en Cauca...
Los niños más chicos son muy vulnerables a las minas antipersonales. Para su caso específico buscamos limitar al máximo el impacto debido a su cercanía – por la escasa estatura - con el centro de la detonación que incrementa los daños, no solo de los miembros inferiores sino también de la caja torácica y la cabeza. Por factores como este, nuestra investigación no se centra en tener un material rígido que resista la onda sino en conseguir uno flexible que la absorba tanto como sea posible.
Entonces, siendo la población infantil la más vulnerable a las minas antipersonal, ¿también es la que menos protección tendrá aún usando las plantillas? 
Debemos ser sinceros: el caso de los niños es muy complejo y, si bien tratamos de mitigar el daño tanto como sea posible, no siempre va a ser efectivo, sobre todo cuando un ser tan frágil se encuentre con una carga de alto poder que, bajo los estándares internacionales, no se podría catalogar como antipersonal. Esto fue lo que le sucedió, infortunadamente, a la pequeña del Cauca: ni un adulto con la mejor protección o calzado disponible en el mercado, hubiera sobrevivido a una carga de semejante poder. Cuando la onda explosiva es muy potente, impacta la caja torácica y el corazón se detiene de inmediato.
¿Cuál es la potencia explosiva máxima que resisten sus plantillas? 
Alcanzan a detener la explosión de una mina antipersonal convencional que contienen entre 50 y 60 gramos de TNT (explosivo trinitrotolueno). En el caso colombiano, tiene una equivalencia, en potencia relativa, al peso de una carga de entre 200 y 300 gramos de explosivo casero tipo ‘relaca’ (versión casera del anfo). Comúnmente se le llama mina quiebrapatas. Las plantillas reducen el impacto pero pueden presentarse fracturas o amputaciones parciales dependiendo de la cantidad de explosivo que contengan.
Es decir, ¿el uso de la plantilla no puede garantizar el 100% de efectividad?
No. Como le digo, depende de la potencia y cantidad del explosivo. Una mina antipersonal convencional está diseñada para mutilar el pie con el que se pisa el artefacto. Desafortunadamente, en Colombia también se utilizan artefactos improvisados con un contenido que puede variar entre unos cientos de gramos y decenas de kilos de explosivos, con lo que pueden producirse desde amputaciones parciales o amputaciones totales, hasta la desaparición total de la víctima por efecto de la carga. La plantilla está diseñada para atender el problema que aqueja a la mayor cantidad de víctimas civiles de las minas antipersonales con carga promedio, en el mundo.
Ahora, pensando en la efectividad de su invento, ¿cómo puede una simple plantilla detener una explosión que genera ondas destructivas hacia arriba y alrededor del cuerpo humano, y que se expande en un área que supera la del cuerpo?
Las plantillas tienen tres funciones: 1. Detener el fogonazo térmico, de cerca de 1.000 grados centígrados pero que puede sobrepasar los 2.000 dependiendo del explosivo. 2. Contener la fragmentación primaria y secundaria de la mina. 3. Controlar la onda explosiva y los gases que se producen con la detonación y que pueden viajar a varias veces la velocidad del sonido. Las plantillas poseen dos atributos: absorber el impacto de manera que este no se transfiera al pie, y retener la mayor parte de la fragmentación y de las partículas de la explosión. Este es un factor de especial interés en Colombia puesto que los grupos armados ilegales mezclan, a veces, heces fecales con las minas para producir gangrena.
¡No conocía la intención de inducir gangrena, además de cercenar piernas! ¿Cómo supo usted ese detalle tan escabroso siendo un investigador de ciudad, lejos de los campos en donde se desarrolla la guerra?
Lo supe porque desde hace muchos años trabajamos con el apoyo del Ejército y sus integrantes conocen los casos particulares que se presentan. Ellos nos cuentan que es común encontrar los efectos de esa combinación. Pero hay algo peor: minas a las que les agregan veneno para ratas que impide la coagulación de la sangre. Los heridos mueren desangrados.
¡Qué horror! ¿Conoció alguna víctima que haya padecido, además de cercenamiento, infección por heces, o que se haya desangrado por veneno?
Sí. He conocido personas que sufrieron infección por heces y por cuya causa tuvieron que ser amputadas más arriba de la rodilla, en lugar de debajo de ella, debido a la gangrena. He visto a las víctimas porque cuando voy a trabajar al Centro de Investigación contra Minas de la Escuela de Ingenieros militares del Ejército, debo pasar por el dispensario en donde están recluidas las víctimas. Me parte el corazón cuando encuentro decenas y, a veces, cientos de heridos por esta causa.
Supongo que ha habido pruebas de efectividad ¿Dónde, cómo y quiénes las han probado?
Las pruebas se han hecho con la colaboración y asesoría del Ejército. Desde cuando iniciamos las investigaciones en materiales absorbentes de impactos de explosivos hace cuatro años, hemos hecho más de 120 pruebas y más de veinte series de pruebas en el último año y medio, hasta cuando logramos encontrar la combinación que produjo el resultado que buscábamos. Esas pruebas incluyen: medición del impacto que recibe una pierna de simulación en la que se pone un peso de 40 kilogramos (medio peso corporal promedio); deformación que se produciría si se recibe el impacto sin ninguna protección; fractura o rotura de la sección que simula el hueso; filmación con cámara de alta velocidad de la explosión; análisis de deformaciones plásticas en elementos medidores de presión y, finalmente, análisis de laboratorio de la respuesta a los materiales de la plantilla. Tanto las pruebas como las validaciones fueron puntualmente estudiadas por los evaluadores del premio que solicitaron información específica sobre nuestros protocolos y métodos.
Cuando salgan al mercado ¿estarán disponibles para todos los tipos de zapatos, pesos corporales y edades, desde los jóvenes a los viejos, época de la vida en que las personas caminan con poca agilidad física?
Las plantillas se diseñaron pensando en que puedan usarse con cualquier calzado y en que su resistencia a la explosión no dependa, en ninguna medida, del zapato en el que se encuentran. Se construyeron para que un hombre o mujer promedio las pueda usar. Obviamente, hay casos de personas con una fragilidad superior, como las de la tercera edad, que debido a que tienen una densidad ósea menor, son proclives a sufrir fracturas severas como producto de una explosión.
¿Con cuál material o materiales están hechas y cuál es su peso?
No puedo revelar la combinación de los materiales debido a que no hemos obtenido, aún, la patente. El peso varía entre 80 y 100 gramos por par, dependiendo de la talla.
¿Sabe si ha habido intentos de creación de aparatos similares en el mundo?
Del análisis del estado de este arte, hemos encontrado que los investigadores se han concentrado en hacer botas con una protección contra minas ya integrada a ellas. También en la confección de sobrebotas que se ponen por encima del zapato. En ambos casos, las creaciones se orientaron a usuarios militares. Es más rentable el precio de las botas que el de las plantillas. Por eso, los esfuerzos de las empresas que se dedican a este campo, se concentran en la elaboración de ese tipo de calzado. Hasta el momento no hemos encontrado productos que se comercialicen en forma de plantilla con este mismo objetivo.
¿Cuánto tiempo, investigaciones y dinero le costó llegar a esta fórmula innovadora?
Realicé mis primeras investigaciones en blindajes en 2007 y ejecuté los primeros desarrollos con materiales absorbentes de impacto, en 2011. En este lapso, he diseñado blindajes para detener municiones y explosivos para vehículos y personas. Los recursos invertidos por la universidad EAFIT, Tecnologías Marte con la ayuda de Colciencias, la Gobernación de Antioquia e Innpulsa (organización gubernamental) sobrepasan los $500 millones. Hemos obtenido paneles para helicópteros que resisten disparos de munición 0.50, chalecos antibalas, trajes antiexplosivos, trajes EOD (para bombas de alto poder), mantas de antiexplosivos, sobrebotas y, por supuesto, las plantillas.
Veo que usted se ha dedicado a todo tipo de materiales de blindaje para impedir daños de explosivos ¿De dónde surge esta vena investigadora con una línea tan específica?
Es una pasión personal. Tuve la oportunidad de hacer mi tesis de pregrado en Ingeniería Mecánica con un robot antiminas. Después estudié una maestría también en Ingeniería. Afortunadamente ninguna persona de mi familia ha sido afectada por una mina antipersonal, pero amigos militares que he conseguido durante estos años de investigación, han resultado muertos y heridos por minas.
He oído que usted se dedicó a desarrollar este tipo de elementos por ser oriundo de un municipio (Rionegro, Antioquia) que está en una zona “sembrada” con minas antipersonales ¿Es cierto?
Sí. Rionegro está ubicado en el oriente antioqueño que fue una zona de disputa, por mucho tiempo, de todo tipo de actores ilegales lo que la condujo a ser la región más minada de Antioquia; este departamento, a su vez, es el más minado de Colombia con más del 22% de las víctimas reportadas.
¿Cómo es posible que las plantillas antiminas hayan sido confeccionadas aquí y no en los grandes centros de investigación del mundo desarrollado?
Creo que esto se debe a que Colombia vive, de manera más directa, el problema y a que tenemos una urgencia mayor de encontrar defensas. Si se fija en un mapa de territorios minados, ninguno de los países desarrollados padece este problema.
Resulta paradójico que el hallazgo de las plantillas antiminas ocurra cuando se está negociando un proceso de paz en el cual uno de los puntos de acuerdo es el de la suspensión de la plantación de ese tipo de armas y otro, el desminado ¿Su invento llega cuando su utilidad será limitada en el tiempo?
El desminado humanitario en Colombia lleva cerca de una década y hasta el momento no se ha suspendido la plantación de minas por parte de las guerrillas. Por ahora, hay un plan piloto para que unos miembros de las Farc señalen en dónde se encuentran algunos campos ‘sembrados’. Ojalá las plantillas no fueran necesarias pero, lastimosamente, estos inventos son necesarios en países como Colombia. Un ejemplo del grado de dificultad de este tipo de problemas, es el de Vietnam donde hace más de 40 años se acabó el conflicto y todavía siguen cayendo personas víctimas de las minas.
Minas, desminado y plantillas antiminas
Esta semana el país se conmovió cuando Ingrid, una pequeña de apenas siete años falleció, destrozado su cuerpo, al pisar una mina antipersonal que estaba ‘sembrada’ en el camino de la escuela a su vivienda, en la vereda Aguaclara, municipio Buenos Aires, de uno de los departamentos que más ha sufrido la guerra: Cauca. Ingrid era alumna de segundo de primaria y encontró la muerte a unos pocos metros de la casa en donde vivía con sus padres y sus tres hermanos. Por una paradójica y dolorosa coincidencia, esta semana también ocurrieron otros dos hechos relacionados con las minas quiebrapatas: el anuncio del inicio del plan piloto de desminado humanitario, por acuerdo entre el gobierno y las Farc en el marco del proceso de paz, en la vereda El Orejón del municipio de Briceño, al norte de Antioquia. Y el premio Innovador del año en Colombia al joven investigador de la universidad Eafit, de Medellín, Mauricio Betancur, por su invento de unas plantillas con blindaje antiminas que evitarán muchas muertes o cercenamientos de piernas. El anuncio de las Farc en el sentido de que suspenden el cese unilateral del fuego, hará, tal vez, imposible, la activación del desminado y, en cambio, le dará mayor utilidad al producto de Betancur.
“Se entregarán cien pares de plantillas”
¿Cuál premio ganó y cuáles eran las condiciones para obtenerlo?
Recibí el premio innovador del año para Colombia por las plantillas. Es un reconocimiento a una trayectoria de investigación y, en particular, a un producto que sea innovador en un campo específico. La recompensa de obtener este premio es la visibilidad pública que logra el proyecto y no tiene estímulos económicos. Participan menores de 35 años que presenten una creación de impacto global y que demuestren la seriedad de su trabajo. Se recibieron 200 postulaciones. Hubo una selección de las diez mejores y escogieron dos para otorgar galardones en diferentes categorías: uno fue para innovación en temas sociales y, otro, el que me dieron.
¿Cuánto costarán en el mercado nacional e internacional?
El precio es único y se ha fijado en $50 dólares.
¿Cuándo estarán disponibles en el mercado?
El segundo semestre de 2016.
¿Cuándo se comercializarán? 
Por ahora está financiado un plan piloto en Antioquia. Junto con la Gobernación, vamos a entregar cien pares de plantillas a personas que viven en zonas ‘sembradas’ con minas. La Gobernación sabe dónde están las víctimas potenciales y dónde pueden presentarse estos casos. Por eso, les dará prioridad.

su hijo puede estar drogándose

Diez señales que le indican que su hijo puede estar drogándose

Aprenda a diferenciar cambios en los adolescente que tienen que ver con el consumo de psicoactivos. (En http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/diez-senales-que-le-indican-que-su-hijo-puede-estar-drogandose/15812856


 
Al menos el 12,1 por ciento de todos los estudiantes colombianos declaró en algún momento de su vida haber consumido sustancias de las llamadas ilícitas.
Foto: Archivo / EL TIEMPO
Al menos el 12,1 por ciento de todos los estudiantes colombianos declaró en algún momento de su vida haber consumido sustancias de las llamadas ilícitas.
Es un hecho: los jóvenes son proclives a consumir drogas a edades cada vez más tempranas. A los 12 años, muchos escolares tienen su primer contacto con el cigarrillo y el alcohol.
Así lo demuestra el ‘Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar del 2011’, según el cual, al menos el 12,1 por ciento de todos los estudiantes colombianos declaró en algún momento de su vida haber consumido sustancias de las llamadas ilícitas, como marihuana, cocaína, popper y disolventes.

De acuerdo con María Mercedes Dueñas, jefa del área de reducción del consumo de drogas de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), estos datos contrastan con la percepción que tienen los padres de sus hijos: la mayoría cree que ellos jamás probarían las drogas. Y refuerzan este pensamiento con la premisa de que, como los muchachos están “muy bien educados”, es difícil que tengan contacto con sustancias peligrosas.
Desafortunadamente, y tal como lo revelan las últimas encuestas en ese sentido, en más de la mitad de los casos los papás acaban enterándose del consumo de sus hijos cuando ya han avanzado en esta conducta.
Buscando llenar este vacío, la oficina UNODC, dentro de su campaña ‘Las drogas pueden cambiar tus planes: métele mente y decide’, pone en conocimiento de los padres una serie de señales que pueden evidenciar el uso de drogas. El objetivo es que, de presentarse el caso, las familias puedan reaccionar bien y a tiempo.
Augusto Pérez, director de la Fundación Nuevos Rumbos y Ph. D. en Drogadicción, dice que, contra lo que muchas personas creen, saber identificar si alguien está consumiendo sustancias psicoactivas no es tan evidente, salvo en fases avanzadas.
Por ejemplo, dice el especialista, los ojos rojos no son necesariamente indicadores del consumo de marihuana. Los consumos ocasionales de drogas son mucho más difíciles de detectar, sobre todo con sustancias como el éxtasis.
Tras analizar el tema, tanto Dueñas, de la UNODC, como Pérez coinciden en 10 indicadores claves que, tomados en conjunto, podrían activar las alarmas.
Pérez insiste en que ninguno de estos signos por sí solo es un indicador fidedigno, pero encontrarlos en posesión de restos de drogas o de artefactos raros (asociados al consumo) es importante, sobre todo si la respuesta es aquella tan común: “un amigo me lo dio para que se lo guardara”.
Fuente: libro ‘Profesión papás’, de Augusto Pérez, Ph. D. en Drogadicción, director de la Fundación Nuevos Rumbos.
1. Cambio abrupto de amigos. Es muy importante tener en cuenta esta situación, sobre todo si las nuevas amistades presentan comportamientos inusuales o muy diferentes de los que caracterizaban a su hijo.
2. Gastos misteriosos. Cuando los gastos sean excesivos, sin que exista evidencia de en qué se invirtió, los papás deben abrir los ojos porque algo puede estar pasando.
3. Pérdida de objetos o dinero de la casa. Este indicio es importantísimo: como los jóvenes no tienen dinero, echan mano de lo ajeno para conseguir lo que quieren.
4. Cambios de hábitos. Si de la noche a la mañana un adolescente deja de hacer deporte, empieza a interesarse por la vida nocturna, cambia los horarios de alimentación de manera brusca o tiende a encerrarse, préstele atención.
5. Fluctuaciones en el estado de ánimo. Esté atento si su hijo pasa de la tranquilidad a la agresividad, irritabilidad o al mal genio de manera casi inexplicable. Aunque estos cambios pueden ser comunes en los adolescentes, en caso de que se vuelvan persistentes présteles atención.
6. Mentiras frecuentes. Si el joven presenta inconsistencias al preguntarle con quién estaba o qué estaba haciendo, indague sobre esta situación, sobre todo si se vuelve una conducta repetitiva.
7. Descuido personal. Ojo a los cambios bruscos en los hábitos de aseo y al desarreglo; algunos jóvenes prefieren guardar el dinero que les puede llegar para no invertir ni siquiera en ropa.
8. Bajo rendimiento escolar o deserción. Esta es una señal vital, sígale la pista, sobre todo si tradicionalmente su rendimiento había sido bueno.
9. Periodos inexplicables de enfermedad. Los jóvenes pueden buscar incapacidades por salud para invertir el tiempo en otra cosa.
10. Ruptura de vínculos familiares. Aunque es algo común en los adolescentes, por lo menos se mantienen algunos lazos, pero la pérdida de todos es una señal importante de alarma.
¿Qué hacer?
Prepárese. Independientemente de la educación de su hijo, usted debe estar preparado para hablar con él del tema a partir de los 11 años y de manera seria.
Información. Tenga claro que mientras sus hijos no sean mayores de edad, usted debe saber siempre dónde y con quién están. Eso debe ser una exigencia permanente.
Confronte. Si tiene sospechas o dudas, no se quede callado; siéntese inmediatamente con su hijo y confróntelo sin agresividad, simplemente charlando.
Actúe. Si sus sospechas se incrementan, encuentra señales de consumo o la parafernalia utilizada con ese fin, mándele a realizarse un examen toxicológico.
Inventario. Haga una lista de los amigos, los gastos, actividades y rendimiento académico del joven para hacerle un seguimiento permanente.
No se apresure. Si tiene que tomar decisiones frente a tratamientos por certezas de consumo, consulte a una persona experimentada en este tema. Recuerde que un médico general o un psicólogo no necesariamente saben cómo ayudar.
Revise. No lleve directamente a su hijo a los centros de tratamiento. Primero solicite explicación en detalle de los modelos de intervención, de las reglas de funcionamiento y verifique si cumple con los estándares éticos internacionales.
Denuncie. Cuénteles a las autoridades si encuentra personas cercanas que están induciendo el consumo o promueven la venta de estas sustancias; también si halla sitios con ofertas de tratamientos sospechosos.

Acción EXITOSA contra la Pobreza

La mujer que ha mejorado la vida de 165 millones de pobres


Esther Duflo creó un método de evaluaciones aleatorias que hasta el Banco Mundial emplea.

 
La economista Esther Duflo, junto a Abhijit Vinayak Banerjee -cofundador del Laboratorio de Acción contra la Pobreza-, acompañados de unos niños en India, durante un trabajo de campo hecho en el 2007.
Foto: Archivo particular
La economista Esther Duflo, junto a Abhijit Vinayak Banerjee -cofundador del Laboratorio de Acción contra la Pobreza-, acompañados de unos niños en India, durante un trabajo de campo hecho en el 2007.
No habla mucho. Mide sus palabras y, a ratos, se detiene como si se abstrajera de lo que la rodea. Luego regresa, aterrizando de golpe a la realidad del mundo: una realidad que ella descifra minuciosamente, con rigor científico.
Desde que fundó el Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (Laboratorio de Acción contra la Pobreza), o J-Pal, bajo el alero de la Universidad de Harvard, hace 12 años, la economista francesa Esther Duflo, recientemente galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales de España, se ha convertido en un referente internacional en la lucha contra la pobreza, por haber creado un método inédito.

Lo hace a través de experimentos comparables a los que usa la industria farmacéutica para probar un medicamento antes de lanzarlo al mercado. Así, para establecer recomendaciones de políticas públicas, ella y su equipo recurren a las llamadas ‘pruebas randomizadas’ o aleatorias. Estas consisten en aplicar una política o una solución a un grupo específico de personas en situación de pobreza y trabajar, en paralelo, con uno que no se beneficia de la medida. Luego comparan los resultados.
¿El objetivo? Evitar el desperdicio de recursos en la lucha contra la pobreza y hacer los procesos más eficientes para incidir de modo real sobre la vida de las personas. “Tenemos que hacer algo para igualar las oportunidades, para lograr que los pobres tengan una vida menos difícil desde todos los puntos de vista. Es, a la vez, una necesidad moral y una inversión humana valiosa”, dice.
Preguntas causales
En una reciente visita académica a Chile, Duflo explicó el concepto en que funda su trabajo: “Lo primero es hacerse preguntas de tipo causal y reflexionar sobre cuál es el efecto de una política o cuál es el resultado que se quisiera obtener. Por ejemplo, si les doy uniformes a las niñas de Kenia, ¿les permitirá eso permanecer en el colegio y embarazarse menos en la adolescencia? Esa es una pregunta causal”, asegura la economista.
Las intervenciones más conocidas que Duflo y su equipo han desarrollado incluyen un experimento que consistió en entregarles un kilo de lentejas a quienes vacunaban a sus hijos en el estado indio de Rajastán. La iniciativa permitió multiplicar por seis la tasa de vacunación infantil. Otro programa consistió en repartir mosquiteros gratis durante un año en África subsahariana, para proteger contra la malaria, y ver si al año siguiente la gente estaba dispuesta a comprarlos por un precio módico. “Llegué a la economía con la idea de hacerme preguntas causales, porque considero que contestándolas se puede entender por qué la gente hace lo que hace, qué la motiva, y saber qué políticas funcionan y por qué”, advierte.
Cuando creó el J-Pal, Duflo –quien estudió Historia y luego Economía– llevaba tiempo buscando cómo sacar la lucha contra la pobreza del ámbito teórico. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que en las últimas décadas, a pesar del aumento de la ayuda internacional recibida por África, el PIB per cápita no se hubiera incrementado?
“No es fácil evaluar las políticas que se han desarrollado. No tenemos ninguna certeza sobre el factor que realmente influyó. Y concluí que sería bueno tener una experiencia para saberlo”.
Hoy, el J-Pal cuenta con una red de más de 100 investigadores y oficinas en los cinco continentes. Los programas desarrollados, según cuenta la ganadora del Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, han permitido mejorar la vida de 165 millones de personas pobres. Eso, sin contar a los 140 millones de niños de la India que se convertirán en beneficiarios de una de las políticas más exitosas desarrolladas por su laboratorio: el National Deworming Day (día de desparasitación nacional), en que se medicará a los niños sin recursos que sufren de lombrices intestinales para evitar que sigan con malestares crónicos que los llevan a faltar a clases.
Los resultados han sido suficientes como para popularizar las llamadas ‘evaluaciones randomizadas’ en distintas organizaciones de ayuda y en el Banco Mundial. Pese a sus logros, Duflo también tiene críticos.
–Algunos consideran cuestionable que en sus experimentos algunos reciban ayuda y otros no. ¿Hasta qué punto eso es moralmente aceptable?
–Mientras haya recursos limitados, siempre va a haber gente que reciba servicios y otros que no. La ‘randomización’ es, en primer lugar, una manera justa de asignar recursos limitados. Y es, en segundo lugar, una forma de saber si algo funciona o no. Lo que me parece poco ético es gastar montones de dinero en corazonadas sin hacer evaluaciones, y por lo tanto desperdiciar recursos que podrían ser usados de mejor forma. Necesitamos ser un poco más humildes: muchas de nuestras ideas brillantes resultan no ser tan brillantes.
El itinerario de una pionera
Esther Duflo, de 42 años, es hija de un matemático y una pediatra, de los que ha dicho haber heredado, respectivamente, el gusto por los números y el interés por la pobreza. Su madre trabajaba en una ONG y solía ir a misiones de ayuda a los niños de países como Ruanda y El Salvador. Volvía con diapositivas que contribuyeron a abrirles una ventana al mundo a sus tres hijos.
La economista creció en una casa siempre llena de gente y afirmó su independencia desde muy niña: a los 2 años salió sola a comprarle el regalo de cumpleaños a una prima y sus padres la encontraron en una comisaría cercana. A los 5 o 6 años, su padre le enseñó a tomar el tren sola desde Asnières, el suburbio donde vivía, hasta París.
Comenzó a interesarse por la economía durante una estadía en Moscú, a fines de la era de Gorbachov. Ahí trabajó junto a Daniel Cohen y Jeffrey Sachs, quienes viajaban seguido a Rusia para estudiar más de cerca el fin de la era socialista. Ahí conoció también a Thomas Piketty, entonces profesor en la Universidad de Harvard, quien le recomendó estudiar en Estados Unidos, donde había más espacio para el tipo de economía aplicada que le interesaba. El paso siguiente fue su doctorado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), de Boston, y cuatro años más tarde la creación del J-Pal.
El talento de Duflo es tal que obtuvo un cupo de profesora titular en el MIT antes de cumplir 30 años. A los 37, recibió la medalla John Bates Clark, considerada un ‘mininobel’ de economía. Ha publicado dos libros que han sido éxito en ventas en Francia, y en el 2010 la revista Foreign Policy la incluyó en su lista de los ‘Top 100 pensadores globales’.
Recientemente fue nombrada como uno de los 12 miembros del Global Development Council, que asesora al presidente Barack Obama sobre el uso de la ayuda exterior de EE. UU. Pero lo suyo, claramente, es el trabajo en terreno. “Me dediqué a la economía porque quería cambiar el mundo, no por la disciplina en sí”.
–¿Hay un desconocimiento de las autoridades de la realidad de los pobres?
–Ese es un gran problema. Lo veo cada rato. Y no es necesario ver a Obama para saberlo. Basta con ir a la oficina de un jefe de distrito en India. Puede que sea un joven que acaba de terminar sus estudios para trabajar en el gobierno y tiene un puesto que no exige que salga mucho de su oficina. Luego asciende y termina siendo una persona a cargo de ocuparse de los pobres, pero que ha ido muy poco a terreno.
–Una vez que el J-Pal hace una intervención, ¿cómo usan la información recabada?
–Sumamos las lecciones que sacamos de todos los proyectos para hacer recomendaciones políticas que luego llevan a programas que terminan tocando a mucha gente.
Desde la creación del J-Pal, Esther Duflo, quien vive en Boston, ha estado en 19 países. Hace poco regresó de un viaje de seis meses en India, donde desarrolla un programa de matemáticas para niños en edad preescolar.
–Trabajando en terreno, ¿hay experiencias que la hayan marcado más que otras?
–No trabajo realmente en las situaciones más extremas. Yo no voy a Sierra Leona en plena epidemia de ébola. Cuando estoy en terreno, estoy en circunstancias en que la gente no tiene mucho dinero. El no tener mucho dinero cambia mucho las cosas en términos de oportunidades, la forma de ver el mundo, de herramientas para descifrarlo. Pero son diferencias que no son violentas. Quizá sea una ilusión completa, pero cuando estoy en terreno, incluso en sectores rurales muy pobres de India, por ejemplo, tengo la impresión de que la gente sale adelante lo mejor que puede con lo que tiene. No siento desesperanza y tampoco siento que no puedo manejarlo.
Esa mirada, aparentemente fría, puede tener que ver con uno de los descubrimientos de sus investigaciones: en muchas cosas la gente pobre actúa de la misma forma que quienes no viven en situación de pobreza. Por ejemplo, si es fácil vacunar a los hijos, los vacunamos. Si el agua sale limpia de la llave, la tomamos. Pero si vacunar a nuestros hijos implicara caminar durante una hora desde nuestro hogar hasta el centro médico o si tomar agua requiriera que fuera desinfectada con pastillas de cloro, lo más probable es que no lo hagamos. Según los estudios de Duflo, esa es una de las razones por las que los niños de los países más pobres tienen más probabilidades de enfermarse que los de los países desarrollados.
“La pobreza implica estrés y depresión. Los indicadores demuestran que en los países pobres la depresión es más frecuente y que en un mismo país, mientras más pobre se es, más posibilidades se tiene de estar deprimido. Así que ciertamente la impresión de que la gente sigue haciendo sus cosas es un poco superficial, pero a lo que voy es a que no me siento una espectadora de una realidad completamente distinta. Siento que somos parte de la misma humanidad”, explica Duflo.
–¿Siente que el J-Pal ha logrado su meta de hacer más eficiente la lucha contra la pobreza?
–Es verdad que, más allá de cualquier programa específico, el objetivo del J-Pal es cambiar la manera de crear políticas: introducir una cultura del aprendizaje dentro de los gobiernos. Tenemos claro que los gobiernos necesitan gobernar y que, por lo tanto, no ‘randomizarán’ todo... Pero si en cada ministerio y gran organización se mantiene una ventana para el aprendizaje y la experimentación, progresaremos rápidamente. Eso aún no ocurre y hay muchos progresos por hacer. Esperamos inspirar a muchos países.
Recibirá el Premio Princesa de Asturias en octubre
Los Premios Princesa de Asturias –anteriormente, Premio Príncipe de Asturias, entre 1981 y el 2014– fueron anunciados a mediados de este mes, y los ganadores, como Esther Duflo en el campo de las ciencias sociales, los recibirán de manera oficial en octubre, en el marco de un acto presidido por los reyes Felipe VI y Letizia, en Oviedo (España).
En una entrevista reciente concedida a la agencia ‘Efe’, la economista indicó que el galardón será clave “para dar a conocer sus proyectos en Europa” y que poco a poco van “ampliando el catálogo de sugerencias para gobiernos y donantes privados”.
El premio exalta cada año labores científicas, sociales, artísticas, culturales, lingüísticas y deportivas en el ámbito internacional. En el área de las ciencias sociales, en el 2014 resultó ganador el historiador francés Joseph Pérez, y en el 2013, la socióloga y escritora de Países Bajos Saskia Sassen.
Las ideas de Esther Duflo también han atraído la atención de personas como el cofundador de Microsoft y filántropo Bill Gates, y del premio nobel de Paz 2006 y fundador del Banco de los Pobres, Muhammad Yunus.
DANIELA MOHOR W.
El Mercurio (Chile)

escuelas de la #muerte; #paramilitares

19 MAYO 2015 - 10:52 PM en http://www.elespectador.com/noticias/paz/asi-reconstruyen-verdad-belen-de-los-andaquies-articulo-561465 
Investigación de la antropóloga forense Helka A. Quevedo

Así reconstruyen la verdad en Belén de los Andaquíes

El Centro Nacional de Memoria Histórica lanza el informe sobre las escuelas de la muerte que paramilitares montaron en el colegio y la curia de Puerto Torres, inspección de ese pueblo de Caquetá, en 2002. De 36 cuerpos hallados, hay nueve identificados.
Por: Gonzalo Sánchez G. /Director del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Para ilustrar la dimensión de la tragedia en el municipio de Belén de los Andaquíes (Caquetá), El Espectador publica apartes del prólogo, escrito por Gonzalo Sánchez.
 
Textos corporales de la violencia es un ejercicio de memoria histórica que tiene como escenario un municipio de Caquetá: el “municipio con el nombre más bonito de Colombia”, dice la página web oficial de Belén de los Andaquíes. Pero estas líneas recogen, no obstante, una historia atroz: la que subyace a la exhumación de los 36 cuerpos hallados en Puerto Torres —una pequeña inspección del municipio— y que refiere parte de las acciones del Frente Sur Andaquíes del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia, que se instaló en el año 2000 en una población con poco más de 500 familias para crear lo que por su estructura y funcionamiento se ha denominado “escuela de la muerte”, un “lugar de acopio”, cuya existencia está atada a otras maneras de la violencia no menos infames: el confinamiento y amedrentamiento de la población, la tortura, el asesinato y la desaparición forzada de personas...

 
Una historia atroz
 
...La relatora de este informe, la antropóloga forense Helka Quevedo, presenta una sugerente fotografía del tronco de un árbol de mango cubierto de heridas diversas causadas por perforaciones de impactos de balas, por la acción del fuego o por el filo de machetes y cuchillos. A ese árbol de mango y a otros árboles del patio del colegio y de la casa cural de Puerto Torres eran amarradas las víctimas que el Frente Sur Andaquíes “reclutaba” en la región y recluía durante días en sus instalaciones, acusándolos de guerrilleros o colaboradores de la guerrilla, para torturarlos de múltiples maneras, sin pretender causarles una muerte rápida, sino con el propósito de usarlos para que los nuevos o recién llegados miembros del frente paramilitar aprendieran, y de paso demostraran, su “coraje” y aplicación en las técnicas de tortura y descuartizamiento, tras las lecciones que les habían sido impartidas por sus comandantes o miembros más experimentados.
 
Las escuelas de la muerte
 
En contraste con la locura desatada de la Violencia bipartidista, la violencia en Puerto Torres fue perversamente sistematizada, con el propósito de “hacer pedagogía”, en lo que es apenas uno de los casos de las escuelas del terror que existieron en Colombia como una de las manifestaciones desmesuradas de la violencia ocurrida durante el conflicto armado. El cuerpo de la víctima es un texto sufriente sobre el cual el perpetrador escribe un manual, una lección; la víctima misma es elegida con una alta dosis de azar. Según algunos de los testimonios que en este informe se recogen, ni siquiera se pretende divulgar un mensaje de terror entre la población civil de la región —ya que las víctimas debían ser laboriosamente desaparecidas para no dejar huellas que propiciaran las denuncias de los ciudadanos, ni tener que responder ante las autoridades de la región. El propósito era mucho más instrumental: “acopiar” cuerpos que debían ser usados para la experimentación.
 
La antropología forense
 
Pero el cuerpo es también una narración, un “texto corporal de la crueldad” que puede ser descifrado por el antropólogo forense, quien lo lee como si estuviera escrito en lenguaje para ciegos, palpando delicadamente huesos y tejidos, días o meses después de ocurridos los hechos, como en el caso que se documenta en este informe, o años o décadas más adelante, como se ha evidenciado recientemente en España, tras casi un siglo de la caída sangrienta de la República. El sello del perpetrador, no obstante, no se borra con el paso del tiempo. Queda inscrito en el cuerpo que enuncia el sufrimiento al que fue sometido. De ese sufrimiento de tal modo “contado” por algunas de esas víctimas silenciosas se habla en este informe, a partir de la investigación judicial que en octubre de 2002 reunió a un grupo de funcionarios judiciales que respondieron a la denuncia de un informante; el informante se presentó un día ante el CTI de Florencia con una historia increíble por lo truculenta, para denunciar los crímenes que él había presenciado y quizá ayudado a perpetrar en Puerto Torres, y fue quien les señaló a los funcionarios los lugares en dónde podían encontrar las pequeñas fosas individuales clandestinas que demostrarían con creces la veracidad de su historia.
 
La exhumación
 
36 cadáveres fragmentados, rotos, mutilados, con evidentes huellas de tortura (con fuego, con aerosol, con armas cortopunzantes), fueron exhumados en octubre de 2002 de las pequeñas fosas individuales en las que fueron inhumados pero no sepultados, con el propósito de desaparecerlos y de enseñarles a los nuevos miembros del Frente a construir fácilmente las fosas para esconder con eficiencia los cuerpos que debían aprender a ocultar; los cadáveres se volvieron a inhumar como NN en el cementerio de Belén de los Andaquíes; 35 de ellos se exhumaron nuevamente en 2011 y uno de ellos, el cadáver 36, está perdido en el cementerio central de Florencia. Con ayuda de las versiones libres de algunos de los responsables de las muertes y desapariciones ocurridas en la región, en donde reconocieron los nombres de varias de sus víctimas fatales, y gracias a los informes forenses de ambas exhumaciones, se logró identificar a ocho de las víctimas; los investigadores del Centro Nacional de Memoria Histórica tuvieron contacto con los familiares de cuatro de ellas, quienes recibieron los restos en 2012, diez años después de ocurrida la primera exhumación. Uno de los miembros del grupo paramilitar, su comandante financiero, ha elaborado un cuadro como su aporte a la justicia en el que detalla la existencia de otras cientos de fosas individuales repartidas por el territorio.
 
La tortura
 
La tortura como una forma de victimización en el conflicto armado no ha sido estudiada en Colombia, aunque en nuestro país —como también es el caso de la desaparición forzada— ha alcanzado límites extremos. Sobra advertir el impacto negativo que este retardo en el esclarecimiento conlleva en materia de reparación a las víctimas. El uso de la tortura y los interrogatorios ilegales justificados como métodos de guerra y de inteligencia son parte de un proceso de deshumanización del enemigo “subversivo” o “guerrillero” o “terrorista” o simple colaborador, que es asumido como un peligro para la civilización occidental, capitalista y cristiana.
 
La tortura como método de producir información, proscrita desde los tiempos de la Inquisición y atenuada a partir de la Revolución Francesa, revivió en el siglo XX al abrigo de los campos de concentración nazis y de las guerras anticoloniales. Fue prohibida en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, en cuanto “tratamiento o castigo cruel, inhumano y degradante”, pero la legislación humanitaria ha sido ignorada una y otra vez.
 
Durante la dictadura brasileña de los años sesenta, pionera en el continente, este “método científico” de producción de información fue institucionalizado y rutinizado para usarlo en contra de los movimientos sociales y los opositores políticos en las “aulas de tortura” de las guarniciones militares, en donde los cuerpos de los prisioneros eran instrumentalizados como conejillos de indias para enseñar a torturar; aprendizaje que luego sería llevado a otros países del Cono Sur. Estas técnicas siniestras recibieron el aplauso de las dictaduras del Cono Sur latinoamericano bajo el influjo adicional de la doctrina norteamericana de la seguridad nacional y la guerra fría, que generalizó el proyecto contrainsurgente a través de operaciones clandestinas de gran envergadura regional, como la trasnacional Operación Cóndor, en un reconocimiento de que la guerra antisubversiva no podía ganarse con métodos legales.
En Grecia, desde el golpe de Estado que instauró la Dictadura de los Coroneles en 1967, la tortura fue “parte integral de la maquinaria estatal para liquidar a la oposición”, como lo reportó en su momento Amnistía Internacional. En perspectiva, y por su amplia resonancia internacional, uno de los episodios decisivos y ejemplarizantes en la lucha contra los gobiernos represivos, propiciadores de la tortura, fue precisamente, con todos sus altibajos, el juicio contra los coroneles de la Junta Militar de Grecia en 1975.
 
En tiempos recientes la “tecnología de la tortura” dejó de ser monopolio de policías y fuerzas militares para convertirse en parte del repertorio sistemático de grupos privados de violencia organizada, como los paramilitares en Colombia, cuya dinámica y modus operandi se documentan en estas páginas. Pero aquí no se trata solo de obtener información o de exhibir el sufrimiento del otro. La tortura como práctica atroz es el camino cierto hacia la muerte. Anticipa y es parte del hacer morir, del hacer morir sufriendo. Más que una tecnología de la información, es lo que algunos llaman una “tecnología del dolor”.
 

El confinamiento
 
Paradójicamente, durante el proceso de paz del presidente Pastrana, al tiempo que se abrió una “zona de despeje” que entregó el norte del Caquetá al control de la guerrilla durante las negociaciones, el sur del Caquetá fue literalmente “tomado” por el paramilitarismo, por varios frentes cuyos miembros provenían de Urabá y de otras regiones del país. De tal manera, la región sufrió una nueva Conquista, que la dividió en dos, sin que se produjera un enfrentamiento entre ese norte “despejado” para la guerrilla y ese sur “tomado” por el paramilitarismo sino a través de la población civil que quedó en medio de tan funesto escenario.
 
Cuando los paramilitares arribaron a Puerto Torres, una inspección del municipio de Belén de los Andaquíes habitada por unas 500 familias, en donde no había guerrilla ni conflicto armado, en medio de la oscuridad, en una madrugada del año 2001 sus moradores fueron sorprendidos y despojados de la casa cural, del colegio en donde los jóvenes estudiaban y de algunas de sus casas. Incluso se les prohibió su desplazamiento. Los que lo hicieron tuvieron que abandonarlo todo y huir a escondidas, a riesgo de ser asesinados.
 
Los que no pudieron fugarse o no tenían a dónde ir, se vieron obligados a convivir con el sufrimiento de las víctimas torturadas, a las que desde sus casas podían oír lamentarse o gritar en el patio o los salones del colegio; algunos de ellos fueron obligados a “colaborar”, a “delatar” a otros, con lo cual se impuso un régimen del terror entre toda la población. Ese sufrimiento adicional de los habitantes de un lugar, que con la llegada de los funcionarios judiciales y la retirada del grupo paramilitar se transformó en un pueblo fantasma, es una afectación colectiva que no siempre es tenida en cuenta en la historia del conflicto armado del país. Helka Quevedo y su equipo de colaboradores dan luces en este informe acerca del confinamiento de la población a donde arriba un grupo armado, con la exposición detallada de este caso, en donde un caserío termina convertido “en un gran cementerio con iglesia, escuela y campo de fútbol” (para decirlo en palabras de la investigadora).
 
Desaparición forzada
 
Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo han conseguido”. Con estas palabras de Primo Levi (Si esto es un hombre) se puede condensar toda la infamia de la desaparición forzada, capaz de suspender la vida tanto como de suspender la muerte de sus víctimas directas. Las 26.000 personas arrebatadas por este delito en Colombia han sido condenadas a habitar una zona indeterminada entre la vida y la muerte. Pero lamentablemente son muchas más las víctimas a las que la desaparición forzada no solo ha privado de la libertad, sino que les ha quitado la vida, dándoles una muerte violenta y clandestina; y en esos casos, la infamia ha ido más allá, donde se creería que precisamente no se puede ir más allá: les quita a sus familiares la posibilidad de conjurar los rituales de la muerte, en el espacio (la tumba) y el tiempo (el duelo); suspende, entonces, su derecho a tener una muerte propia. El desaparecido que ha sido asesinado es alguien que no puede ser llorado, sobre su cuerpo, por sus dolientes. El desaparecido, en ese sentido, es alguien que no tiene su Piedad, esa imagen icónica de la madre dolorosa que llora a los pies de su hijo o se abraza a su cuerpo. La fosa hace parte del inventario de atrocidades con las cuales se pretende desaparecer un cuerpo humano; pero es también, para el familiar que ha esperado durante años conocer el paradero de su ser querido, el lugar y la posibilidad del encuentro con la verdad del desaparecido. El silencio que se ha guardado respecto a las miles de víctimas de desaparición forzada que han sido ejecutadas se expresa de manera resonante a través de las fosas y cementerios clandestinos. Por eso deben ser interpretados no solo a partir de lo que dicen, sino sobre todo por lo que pretendieron callar (aquello que no se ha denunciado, o que se denunció a medias).
 
El mapa del terror que van constituyendo las fosas halladas en todo el país, será un modo elocuente de expresar el relato de los vencidos en esta guerra.
 
El historiador, el antropólogo forense lee las fosas y restos humanos como un documento; debe interrogarlos porque registran el dolor de las víctimas y de sus historias truncadas; y porque denuncian la brutalidad de los victimarios. La exhumación es, entonces, un proceso de desenterrar la verdad en muchas formas. Sin embargo, la fosa es un texto volátil, y su lectura dura lo que dura el proceso mismo de la excavación. Y los restos humanos no son un documento cualquiera, pues a partir de estos no sólo se producen datos, sino ante todo emociones. Renombrar, devolverle el cuerpo a un desaparecido que ha sido asesinado, individualizar un cuerpo, individualizar un dolor, es una tarea de la memoria.