¿Libertad… de prensa?

Intocable… nadie, absolutamente nadie, debe ser “intocable” en una democracia. Menos quienes han decidido asumir responsabilidades relacionadas con “lo público”, como lo son todos los poderes: los gremiales relacionados con lo económico, los políticos o funcionarios relacionado con el poder estatal en sus esferas ejecutivas, legislativas o judiciales; ni los que asumen responsabilidades asociadas a poderes sociales, como los sindicalistas o los pastores, y tampoco los periodistas relacionados con el poder mediático. Nadie debe ser intocable.

La “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, o de no obrar” en los medios nunca ha sido total. NI en la época del reinado de los periódicos, ni de la radio, ni de la TV … tal vez ahora sucede algo extraño con la “libertad anárquica” de la internet y las redes sociales. Los medios poseen una libertad limitada que es inversamente proporcional: a mayor tamaño menor dependencia. A menor tamaño, mayor dependencia. O al menos eso se espera, pues “La disputa entre la verdad y la pauta siempre la ganará la pauta” escribe CIG. En ese sentido, hoy en Colombia sólo hay un medio “libre”: lasillavacia.com. cuyo lema es nunca depender de un solo pautante.

lasillavacia.com --- a hoy, lo más objetivo (¿plural?) del periodismo "Locombiano"

La dependencia, en las grandes ligas, se vuelve maridaje. Conozco dos grandes empresas locales, cuya pauta local, una desde Bogotá y otra desde Medellín es determinada a partir de intereses nacionales. Si Colombia es un peón de Wall Street o Londres, Pereira es un peón de Bogotá (o Medellín). Así se asfixia la libertad, se manipula la verdad y hasta se fabrican mentiras.
En un mundo ideal, los grandes medios son los garantes de que la verdad se conozca, la de la delincuencia, la de los intereses turbios o transparentes de los poderes económicos, políticos, sociales o mediáticos. Sin idealismo se esperaría que esos grandes medios lleguen a la verdad hasta el límite de los intereses de sus propietarios, es decir, se esperaría que salvo el azúcar, las gaseosas, los bancos, por ejemplo, algunos medios, que tienen la capacidad para hacerlo, escarben todo lo demás. Pero ¿qué pasa cuando un gran medio tiene como única fuente de recursos la publicidad? ¿cuando no es una extensión de otros productos?, ¿qué espacio de maniobra le queda a un periodista que busque la verdad?.

Los vetos –generalmente- son un reconocimiento implícito a lo bien que está haciendo el periodista su tarea esencial: la de incomodar poderes… ¿Qué le queda a un@ vetad@?, le queda su nombre, la libertad de las redes sociales, la internet, la ciudadanía activa, etcétera. No en vano ésta columna, tras haber sido vetada de La Tarde en 1992, porque cuestionó el irrespeto del Presidente-Propietario del periódico con la desaparecida oficina del Veedor del tesoro público… tras esas experiencias, tiene versiones llamadas ciberplural.blogspot.com.co, Facebook.com/orlandoparragopinion, twitter.com/orlandoparrag: la libertad siempre ha tenido su precio, y la tendrá: es el precio de la dignidad ¡Sin ella nada nos queda!

Publicado 23/10/2018 en http://eldiario.com.co/seccion/OPINION/libertad-de-prensa-1810.html  (634)